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Linet en su primera vez: Cógeme como tú quieras
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Cuando me cambié a vivir a los condominios que heredé de mi madre fue para esos primeros meses que había enviudado. Viviendo ahí tuve cuatro relaciones bastante intensas sexualmente; todas muy buenas, pero la que me hizo totalmente cambiar mi percepción con las mujeres jóvenes fue la bella Linet. Cuando yo llegué a vivir a los condominios ella apenas tenía sus 16 años y obviamente estaba en esa edad del descubrimiento en todos los aspectos. En esos días todavía era un tanto llenita, de piernas gruesas y un trasero despampanante. Se miraba que venía desarrollando unos pechos de buen tamaño y por esos días se le solía ver con sus pantalones cortos o sus minifaldas. Su fuerte era ese rostro angelical de niña buena, de una cabellera corta y oscura y sus ojos esmeralda.

Se volvió muy cercana a mí, pues su madre era una neurocirujana que desde que llegué a vivir ahí, se volvió muy amiga mía. Era mayor que yo, quizá rondaba los 50 años y yo en ese entonces atravesaba los 32. Al igual que yo, la doctora era viuda y en ese momento madre soltera y la preciosa Linet era su única hija. No sé cómo pasaron dos años, pues de repente la bella Linet me hablaba de la aceptación a la universidad y ya para sus 18 años se había convertido en una buena amiga y me hacía sentir especial como a un amigo confidente. Siempre llegaba con sus pantalones cortos o minifaldas donde muchas veces pude observar el color de las bragas que usaba. Algunas veces llegó en su traje de baño a mi condominio con la excusa que no llevaba la llave de su condominio y que su madre había salido sin decirle. A sus 18 ya no se miraba llenita y de hecho tenía un cuerpo muy escultural. Algunas veces que iba para alguna fiesta me llegaba a preguntar sí se miraba bien con el vestido que llevaba o como iba maquillada. Siempre pensé que me había convertido para ella en una especie de figura paterna, pero todo cambiaría en esos meses que Linet se preparaba para entrar a la universidad. Un día me preguntó:

-¿Qué me aconsejas… comienzo a usar la píldora ahora que voy a entrar a la universidad?

-¿Por qué deberías? ¿Estas sexualmente activa? -le pregunté.

-¡No! Pero me gustaría estar preparada y no tomar ningún riesgo.

-En ese caso ya has tomado la decisión y a tus 18 puedes tomar las decisiones que tú quieras sin consultarlo con tu madre. ¿Ella que dice?

-No se lo he consultado… siento más confianza hablar de estas cosas contigo. -me dijo.

La verdad que la miraba con una niña, sino mi hija, pero como una sobrina. Ese coqueteo que luego ella me admitía pasaba desapercibido pues en ese punto de mi vida no tenía tiempo en pensar que una chica de esa edad le interesase un hombre que casi le doblaba la edad. Me acostumbré a verla con sus diminutos pantalones cortos donde prácticamente me mostraba sus bonitas nalgas o sus minifaldas donde en varias ocasiones me pareció que lo hacía adrede para mostrarme y provocarme mostrándome sus bragas. Creo que por esos días pasaba más en mi condominio que en el suyo, pues su madre debido a sus responsabilidades tenía una rutina ajetreada y sin mucha consistencia y Linet llenaba ese vacío junto conmigo. Un sábado por la noche que mirábamos una serie de televisión, creo estaba decidida y realmente me sorprendió de la manera que se dieron las cosas. Me preguntó:

-Tony, quiero que sea honesto conmigo: ¿No le gusto o no le provoco como mujer?

-¿Y a qué viene esa pregunta?

-Es que creo he hecho lo necesario para provocarte y ver si te fijas en mi como mujer.

-Linet, te conozco desde los 16 años y para mi sigues siendo esa niña.

-¡Pues ya no tengo los 16, pero desde entonces tú me gustas y he querido sentirte como hombre! ¿Me entiendes lo que te quiero decir? Quiero que me hagas sentir mujer.

Realmente estaba anonadado y no sabía cómo responderle pues la verdad toda esa coquetería de la que hablaba pasaba con ese proceder de un comportamiento confuso de la pubertad y adolescencia y a mis 34 me sentía mucho mayor para poder provocar a una chica que apenas había cumplido los 18. Quizá ella me vio vacilante y antes de que yo volviera a hablar me lo puso como reto o algo así como una oferta final. Me dijo:

-Tony, quiero que me beses… quiero que me hagas tu mujer. Quiero que hagas conmigo todo lo que pase por tu mente. Si no quieres, me sentiré tan humillada que no me atreveré a volverte hablar.

Realmente nunca me lo esperé ni lo intuí. Sabía que yo le gustaba, pues ella me lo decía todo el tiempo, pero nunca imaginé que ella quisiese dar ese paso estando en una edad donde ella tenía a disposición chicos de su edad en la escuela y también que me había acostumbrado a verla tan familiar que mirarle los calzones ya pasaba desapercibido. Ese día sentía traicionar la confianza de la madre de Linet, una médico a quien le tengo mucho respeto y sentía que me aprovechaba de la ingenuidad e inocencia de una pequeñuela que, a pesar de tener ya 18 años, seguía siendo para mi esa misma chiquilla que un día conocí. Era un debate interno, pero como siempre el sexo en sí tiene su propio peso. Linet era una linda mujer a sus 18 y en ese mismo momento me imaginé a la mujer en la cama gozando unos orgasmos provocados por mí y, eso se fue inclinando para que yo me acercara a Linet y le dije:

-Sabes que sí tu madre se entera se llevara una gran desilusión de mí. Siento que estoy traicionando su confianza.

-Tony, ¿usted quiere hacerme su mujer sí o no?

-Si. -le contesté.

-Entonces olvídese de mi madre y hágame suya.

Me acerqué a Linet y quien se encontraba sentada en el sofá donde se pueden sentar dos y que además eran reclinables. Le di un beso por sobre sus labios y ella prosiguió con besos más provocativos donde ambos saboreamos nuestras lenguas por varios minutos y en ese lapso ella me había dicho que le gustaba el olor de mi cuerpo. Ella llevaba una blusa desmangada de color naranja pálido y su minifalda azul descolorido de tela de denim. En vez de un brasier, ella usaba un bustier deportivo donde se sostenían unos pechos de una medida que creo llegaban a la copa D. Ella me asistió a removerlos y me quedaban esos suculentos pechos con unos pezones erectos de color café y donde me entretuve besándolos y jugando con sus dos botones. Mientras mamama uno, con la otra mano le apretaba el otro. Le pregunté:

-¿Te gusta Linet?

-¡Me encanta! Todo lo que hagas conmigo sé que me va a encantar. -me decía gimiendo y con una voz recortada.

Con los movimientos en el sofá hicieron que la minifalda de Linet se subiera por si sola y podía ver sus bragas humedecidas por la excitación que vivía. Ella me quitó la camisa deportiva que vestía y al igual comenzó a lamer y mamar mis pectorales. Me decía entre recesos y suspiros algo que lo repetía a cada momento: Siempre imaginé que algo así pasaría… hazme tuya como tú quieras Tony. – Estaba tan decidida a que esto pasara que hice una pausa y le dije:

-Debo ir a la tienda por unos condones.

-No… recuerda de que te hablé de que tomaría las píldoras: Ya llevo más de un mes en ello… no es necesario.

-¿Estás segura?

-Quiero que me hagas tuya como a ti te plazca… quiero sentirte en todo mi cuerpo.

Se acomodó para que le quitara las bragas y estas estaban tan mojadas que parecía se había orinado. Pude ver ese espesor de sus jugos vaginales y su olor me excitaba más. Para este momento ya dejé de pensar en la chica de 16 años que conocí y ni me recordaba de la amistad que tenía con su madre. Linet era toda una mujer a sus 18 años, con unas curvas que llevaban a cualquiera a la lujuria y fue un placer descubrir su sexo que solo se dejaba un pequeño arbusto de vellos púbicos por sobre encima de donde se podía apreciar un brillante clítoris que me invitaba a mordiscarlo. Linet es de esas chicas de labios superiores gruesos, de clítoris pronunciado y no creo que ella se lo esperaba, pero me fui sobre su conchita y me dediqué a saborearla y explorarla con mi lengua. Ella solo gimió y jadeaba de placer. Tuvo que haber estado tan excitada que apenas paseé mi lengua en su abertura y se corrió con un grito desesperado. -Tony, mi amor… que rico… no sé lo que me pasa, pero delicioso lo que estoy viviendo.

No paré hasta que parecía llorar y me dijo que ya no soportaba esa sensación. Me paré y me bajé mi pantalón y mi calzoncillo estilo bikini. Mire cómo ella me vio la verga totalmente erecta y cómo me salía liquido pre seminal de ella. Intuyendo, se acomodó en el sofá y me esperaba con su piernas abiertas para que le llenara ese vacío de su intimidad que ella quería llenar. Que rico fue sentir y ver como mi verga se hundía y recorría toda esa abertura de esta bella chica. Se sentía apretada y fue cuando en ese primer entrar gimió con un sentido de dolor y vi como mi verga se llenó de su sangre cuando le rompía el himen. Pensé que estaba menstruando y se lo pregunté. Me dijo que no le vendría hasta en quince días y que sangraba porque la había desvirgado.

Fui más delicado en como mi falo entraba y salía de su conchita, hasta que ella misma me decía que sentía un enorme placer. Creo que estuvo con mi verga alrededor de 10 minutos sin mucho vaivén, pero luego ella misma restregaba su conchita contra mis huevos y de nuevo explotó sin mucha advertencia. – ¡Que rico! – me dijo con su voz quebrantada. Se hundió en el placer y podía ver su rostro como hacía esas muecas de excitación al experimentar un segundo orgasmo que pareció le duraba más que el primero. Le pompeé su conchita con embestidas más agresivas y con ese sonido delicioso de escuchar cómo mis huevos chocaban en sus nalgas y como Linet se mordía sus propios labios me hizo alcanzar el paraíso y le descargué un potente polvo que le inundó su conchita. Dejamos empapados el sofá de mi esperma y de los jugos vaginales de Linet. Nos fuimos a lavar y ella se metió a la regadera a bañarse.

Cuando regresó, no iba cubierta por nada: ahí estaba la hermosa Linet a sus 18 años frente a mi totalmente desnuda y con solo una cadena y un pendiente de oro en el cuello. Yo solo me había lavado el rostro y la verga y, me había enjuagado la boca con un antiséptico mentolado. Desnudos ambos nos fuimos besando hasta mi habitación, la cual Linet conocía a la perfección, pero esta vez la recordaría como ese nido de amor y de pasión en su primera experiencia sexual. Recuerdo que le dije que se acostara por sobre su estómago y yo a un lado le comencé a besar la espalda. Poco a poco me acerqué a sus nalgas y me puso un alto cuando quizá intuyó el camino que tenía pensado recorrer:

-¿Qué haces?

-¡Acariciar todo tu cuerpo! -le contesté.

-Pero ahí no… me hace muchas cosquillas.

-Deja que disfrute de todo tu cuerpo… No acaso recuerdas que decías que hiciera todo lo que quisiese contigo.

-Si… pero me da muchas cosquillas.

-¿Me dejas?

-Si… ok, está bien, pero ve con cuidado.

Me sostuve amarrando con mis brazos sus caderas y le paseé mi lengua entre el canal de sus nalgas hasta encontrar su ojete que sentía Linet lo contraía, pues pude ver ese movimiento de ese precioso anillo rojizo del rico ano de esta preciosidad. Creo que era cuestión de pena pues cuando le invadí su ojete con mi lengua y hacía por penetrársela, ella solo gemía de placer y solo exclamó algo que me indicaba que le había gustado: ¡Oh, Dios, oh, ¡Dios… -y lo repetía cuando le comía literalmente el culo a Linet! – Era su primera experiencia en todo y una chica de 18 años, aunque teóricamente le hayan hablado del sexo y todo lo que ello implica, no es lo mismo viviendo esa primera vez donde apenas se va descubriendo esos placeres que la droga del sexo puede ofrecer. Linet creo que nunca se esperó que en el arte o el deporte del sexo hubiese ese contacto entre lengua y ano. Semanas después ella me lo confesaba y de lo ingenua que todavía era en estos trotes sexuales.

Esa primera vez, le comí el culo a Linet por lo menos una media hora y era tanta su excitación que obtuvo un orgasmo con solo comerle el culo. Sus jugos vaginales aparecieron en abundancia y tuvo una especie de ataque epiléptico que sus músculos de todo el cuerpo que conllevaron ciertos espasmos. Gimió profundamente cuando en ese momento de su orgasmo le penetré mis 22 centímetros de mi verga en su vagina. Y repitió lo mismo: ¡Oh, Dios mío! – No paré mis embestidas hasta que de nuevo le llené de esperma su vagina la cual rebalsó con ese líquido blanco que vi caer y como Linet lo expulsaba de su conchita… era un paisaje divino, ver ese tremendo trasero y como Linet contraía de una manera instintiva ese esperma que se escurría entre sus piernas.

Esta vez nos fuimos a bañar juntos y Linet quería tocarme, estaba en ese génesis de su exploración con el sexo opuesto y me pidió permiso para besarme la verga. Comenzó con unos besos en mi glande y luego instintivamente me chupaba las pelotas que a los minutos me volvía a poner mi verga bien erecta. Me masajeaba la verga con su índice, siguiendo las venas que se me marcaban en el falo. Linet estaba tan excitada, que cuando toqué su vulva con mis dedos, esta estaba de nuevo bien lubricada y con su clítoris hinchado. Nos secamos y al caminar a la cama de nuevo le he dicho que quiero follarme su culo y, es ahora ella quien me recuerda: -Te dije que quería ser tu mujer, a como tú me quisieras… soy tuya Tony. -En la cama le he vuelto a lamer el ojete y le he insertado un dedo y el dedo pulgar que es el más grueso. Lo ha asimilado bien y le he dicho que se relaje y que, si se siente incómoda, que me lo haga saber para abortar la acción. No me dijo nada, solo gemía a mi invasión. Vi como mi glande desaparecía amarrado por su ojete. Ella me lo apretaba tan rico que si no hubiese tenido 34 años y haber acabado en ella ya dos veces me manda a la gloria de nuevo. Se tragó mis 22 centímetros en su culo y sentía como mis testículos ahora chocaban en contra de su conchita… la tenía en cuatro por sobre la cama. Recuerdo que cuando la tenía bien trabada le pregunté:

-¿Te gusta?

-¡Me encanta! Siento que me vas a hacer correr otra vez.

Linet es de esas pocas chicas que me han sorprendido en el acto sexual y especialmente haciéndole sexo anal. Muchas chicas me han dicho que le ha dolido y que luego después encuentran el gusto, pero para Linet, ese dolor en su culo era más que toda una excitación. Ella me lo decía días después de esa primera experiencia de esta manera: -Es cómo probar la primera cerveza que es amarga, pero te gusta la sensación que te da… hay una incomodidad, pero es una incomodidad riquísima. – Recuerdo que le taladré el culo porque ella me lo pedía: -Dame más… más fuerte… -Yo correspondí y en segundos se fue de bruces contra la cama, estaba teniendo uno, que va… dos o tres orgasmos que solo se escuchaba su jadeo disfrutando sus primeros orgasmos anales y me fui por tercera vez y, le llené su ano de mi esperma y ella lo lanzaba instintivamente con un sensual movimiento de su esfínter. Si, era un poema… que bonito recuerdo con esta chica de solo 18 años, ver cómo mi esperma salía de su precioso y rico culo. Esa noche durmió conmigo y cogimos como quisimos y solo los interrumpió una llamada de su madre que estaba en un hospital trabajando:

-Sr. Zena, ¿está mi hija en su casa?

-Si… ella se encuentra aquí… estábamos viendo unas películas.

-¡Qué bien! ¡Gracias por brindarle protección a mi hija, pues estaba preocupada porque no contestaba el teléfono en nuestra casa!

-No se preocupe… de hecho ella iba ya para su casa, pues ya se está haciendo noche.

Linet me decía que su madre le había hablado y para esto eran ya las 12 de la medianoche. Ella ha regresado a mi condominio, pues su madre le ha dicho que no llegará hasta la noche siguiente. Linet se ha obsesionado con el sexo oral y anal que, lo hemos repetido una y otra vez en esa madrugada. Cogimos así por unos cinco meses, hasta que acepté la posición a la vicepresidencia de la compañía donde trabajaba y me tuve que mover de estado. Les cuento esto, pues Linet se contactó conmigo hace algunos días y hemos recordado esos momentos. Ahora ella es médico como su madre, felizmente casada y tiene dos hijas que ahora rondan esa edad cuando ella y yo cogíamos hasta morir. Le dije que recordaba vivamente sus gemidos y ella me dijo que recordaba vivamente mi verga.

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