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Escapada a la montaña con mi madre (III)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Era la mañana siguiente y yo no podía parar de pensar en lo ocurrido la noche anterior. No me lo podía creer, en un par de días había pasado de fantasear con las bragas de mi madre y de espiarla en la ducha, a masturbarnos al mismo tiempo a viva voz separados simplemente por una pared. Era de locos, yo seguía todavía en la cama y ya estaba más caliente imposible. Sin embargo esa misma mañana teníamos que partir hacia nuestras vacaciones. En ese momento me puse a pensar todo lo que podría ocurrir en esa casa, a solas con mi madre casi 5 días. Tenía que ir con mucha cautela para no acelerar las cosas y que ella se echara para atrás, pero también tenía claro debíamos acabar follando, sí o sí. Era todavía bastante pronto pero decidí salir a desayunar. Llegué a la cocina y ahí estaba mi madre, tomando un café y mirando al infinito con una leve cara de preocupación.

-Buenos días mamá -dije yo mientras le daba un beso.

-Ay hola cariño, no te había visto -contestó con una voz algo apagada-. Oye quería hablar contigo un segundo, antes de ponernos a preparar todo.

-Mmm vale dime, ¿todo bien?

-Bueno sí, es solo que…

-¿Es por lo de ayer verdad? -todo apuntaba a que se había jodido mi plan de llevar esto a más.

-Sí hijo sí, ayer nos pasamos de la raya. Entiendo que a tu edad es difícil controlarse, y que muchas veces todo se desmadra, pero por dios yo soy ya una mujer hecha y derecha…

-Pero mamá no hicimos nada malo, yo estaba caliente y tú también y nos ayudamos a descargar. Ni si quiera nos vimos mientras lo hacíamos.

-Ahí está el tema cielo, es algo en lo que no deberíamos ayudarnos. ¡Por dios soy tu madre! Una cosa es que cada uno satisfaga sus necesidades y otra muy distinta lo que pasó ayer.

-Que yo sepa ayer cada uno satisfizo sus necesidades, cada uno en una misma habitación y sin contacto alguno. Además en una casa pequeña como la nuestra es normal que se pasen ruidos de habitación a habitación.

-Lo sé hijo pero, no se… Bueno simplemente quería aclarar eso, a partir de ahora cuando uno quiera hacer sus cosas las hará en el baño y en silencio, ayer cruzamos una línea que nunca se debe pasar entre una madre y un hijo. Ale venga y no le demos más vueltas, en dos horas te quiero en la puerta con tu maleta preparada -su tono de pronto cambió a uno más desenfadado y alegre.

Mientras organizaba mis cosas no paraba de darle vueltas al mismo tema. ¿Así acababa esto? No podía ser, no me iba a dar por vencido. En ese momento se me ocurrieron varias técnicas que usaría a lo largo del viaje. Una de ellas fue el no llevarme ni un solo calzoncillo y usar sólo shorts de chándal. Sabía perfectamente que ella se iba a llevar esos pijamas que a mí me ponían tanto, por lo que yo pensaba llevar mi polla bien marcada todo el día, seguro que en un par de días la tendría caliente como una perra. Una vez todo organizado me planté en la puerta a la hora acordada. Ahí estaba ya mi madre con sus dos maletas preparadas. Llevaba un vestidito bastante veraniego, con un estampado de flores y un escote que marcaba bien su preciosa delantera.

-¿No te olvidas de nada verdad?

-No mamá, créeme que me he asegurado de meter todo lo necesario.

-Pues no se hable más y en marcha, que cuanto antes salgamos antes llegamos.

Una vez ya en el coche nos quedaban unas 4 horas de viaje por delante, por lo que yo aproveché para dormir un buen rato. Recuerdo que durante el tiempo que estuve durmiendo, tuve varios sueños eróticos relacionados con mi madre. Llegué a soñar de todo, cómo que ella me comía la polla, yo estrujando y lamiendo su tetazas, follando como animales en todas las posturas posibles. Pero sin duda lo que más me excitaba era comerle el coño, dios, esa jugosa, gorda y depilada vagina soltando toda clase de fluidos mientras yo me los comía todos y ella se retorcía del gusto… Era una de mis mayores fantasías, casi más incluso que follármela. Tras dos increíbles horas de sueño, me desperté ya a mitad de viaje. La cosa es que todos esos sueños tienen una consecuencia, y es que me levanté empalmadísimo. Como ya he dicho no llevaba calzoncillos, así que la erección era más que evidente. Yo rápidamente me acomodé intentando disimular.

-No no, no hace falta que lo escondas, lleva ya un buen rato… así… jajaja -decía mi madre mientras señalaba mi duro rabo-. A saber lo que estarías soñando eh guarrote jajaja -por suerte no parecía enfadada.

-Joder perdón mamá, no sé qué me ha pasado… -yo estaba cortadísimo.

-Hombre cariño tampoco hay que ser muy listo para saber qué ha pasado. Pues que estarías teniendo uno de ''esos sueños'' y el cuerpo pues reacciona jaja. Dime, ¿era con alguna chica de tu clase verdad? -me sorprendió ver a mi madre tan suelta y bromeando.

-Emm sí bueno, es algo mayor que yo, no la conoces… -obviamente quería usar dobles sentidos para referirme a ella-.

-¿Así que mayor eh? ¿Y cómo es?

-¿Que cómo es?

-Ay sí hijo no sé, que si es guapa, cómo es de cuerpo, si es maja. No sé cuéntame algo, que nunca hablamos de estos temas. -parecía que mi madre tenía de pronto interés por mi vida sexual.

-Jo pues no sé, a ver es rubia, más o menos como tú, y la verdad es que tiene un cuerpazo de infarto. De hecho tiene unas tetas increíbles, casi tan buenas como las tuyas, aunque claro, eso es imposible jajaja -si ella se soltaba yo también podía forzar un poco.

-Ay ¿otra vez con eso hijo? Ya sabes que me encantan estos halagos, pero después de lo que hablamos… jajaja -no parecía precisamente disgustada por el comentario.

-Tienes razón en lo que hablamos mamá, pero que sepas que no voy a dejar de recordarte el cuerpazo tan sexy que tienes, que parece que se te olvida cada día.

-Jajaja hay que ver cómo eres hijo -decía a la vez que bajaba la ventanilla para refrescarse un poco-. Y bueno dime… habéis… ya sabes…

-¿Follado?

-Ay no sé cómo lo puedes decir con tanta naturalidad. A mí es una palabra que me impone mucho jajaja.

-Bueno pues la verdad es que no lo hemos hecho no, pero tengo unas ganas tremendas, no te voy mentir -yo ya me estaba calentando.

-Bueno hijo pues adelante, ¡que la vida son dos días! Si tienes ganas y los dos estáis de acuerdo no hay nada mejor que un buen polvete jeje -decía ella con la boca pequeña y entre risas.

-¿Y a ti mamá? ¿No te apetece de vez en cuando echar un polvete cómo tú dices?

-Uy hijo pues claro, pero a estas edades una ya tiene que apañarse con lo que tiene. Por eso te digo que disfrutes mientras puedas, que no siempre se tiene esa -decía señalando mi todavía dura polla- energía jajaja.

-Jajaja pues eso haré mamá, ¡follaré cómo si no hubiera un mañana con esa chica!

-Hay que ver qué cosas tienes hijo jajaja -reía ella mientras bajaba más la ventanilla y se abanicaba con la mano intentando bajar el evidente calentón que llevaba.

Pasada ya la tarde llegamos a la casa donde nos quedaríamos por el resto de semana. Era una casa bastante grande, con dos pisos, tres habitaciones, dos baños. Pero lo mejor sin duda era que tenía piscina en el propio jardín. Dios ya me estaba imaginando todo el día metido en el agua y tomando el sol sin mover un dedo, y por supuesto viendo a mi madre bañarse también. Esas tetorras y ese culo bien metidos en un bikini tenían que ser un espectáculo. En la puerta nos estaba esperando una señora de unos 60 años, la cual era la propietaria y la que nos iba a enseñar todo. Era una mujer bastante normalita, ni fea ni guapa, con el pelo castaño bastante corto, delgadita y sin mucho pecho. Eso sí, no pude no fijarme en su brutal culo. Dios era increíble para una señora de esa edad. Se notaba que era de las típicas mujeres con dinero que se pasan todo el día en el gimnasio, y ahí estaban los resultados, ¡menudos resultados! Después de todo el reconocimiento de la planta baja nos llevó a los dormitorios.

-Bueno y aquí está la habitación matrimonial. La verdad es que estaréis la mar de cómodos aquí, tenéis la cama más grande de la casa, perfecta para parejitas como vosotros -dijo la mujer mientras nos guiñaba un ojo y reía.

La situación era de lo más incómoda, dios nos había tomado por un matrimonio. Rápidamente pude fijarme en que mi madre se empezaba a reír y y ofrecerle una aclaración a la mujer, por lo que estuve rápido y me adelanté a ella, había que jugar un poco.

-Ay pues perfecto, porque en la cama de nuestra casa la verdad es que no nos podemos relajar como nos gustaría jajaja -la mujer rio también mientras mi madre me miraba con cara de sorpresa.

-Me lo dicen mucho la verdad jajaja. Creedme que no sois la primera pareja que viene aquí a relajarse y tomar un descanso, ya me entendéis jajaja -mi madre no soltaba ni una sola palabra.

Después de enseñarnos el resto de la casa, finalmente llegamos a la piscina.

-Bueno y esta es la parte de piscina y terraza, obviamente sentidos libres de usar la barbacoa y todo lo que veáis, estáis en vuestra casa. Eso sí, tenemos una pequeña tradición en todas nuestras casas, y es que, a su llegada, todos los matrimonios que se hospedan deben darse un beso bajo esto. Lo llamamos arco de la pasión -decía la mujer mientras señalaba un arco lleno de enredaderas y rosas, con muérdago en la parte superior.

Yo no me creía lo que estaba pasando. Era mi oportunidad, debía convencer a mi madre para darnos ese beso. Sabía que ella de primeras iba a negarse, pero esperaba que la presión de la mujer, la cual era muy agradable, la hiciera ceder.

-Bueno pues si esa es la tradición habrá que cumplir, ¿verdad cariño? -decía yo mientras la agarraba de la cintura.

-Ay no sé yo cielo… ya sabes que me dan un poco de vergüenza estas cosas… -a ella se la notaba bastante cortada.

-Venga cariño un piquito, no es nada que no hayamos hecho antes jajaja -mientras, me acercaba levemente hacia su boca y, con mis manos, agarraba sus buenas caderas.

-Bueno, si va a ser sólo un piquito… -decía ella mientras cerraba los ojos y se dejaba hacer.

Nuestros labios se juntaros de una manera seca y suave. Después de unos segundos, yo me atreví a abrir la boca, a lo que mi madre correspondió abriendo un poco también la suya. En ese momento supe que tenía que jugármela. Comencé a meterle toda mi lengua hasta el fondo, y ella, en una mezcla de corte y confusión, respondió abriendo completamente su boca. Dios menudo momento. Justo después su lengua entró completamente en mi boca y empezamos a jugar en lo que acabó siendo un morreo en toda regla, bien húmedo y apasionado. Todo esto mientras ella se pegaba cada vez más a mi polla, la cual estaba a punto de reventar, y mientras yo le amasaba a con ganas su jugoso culazo. Sentía que iba a correrme sólo con el tremendo juego de lenguas que estábamos haciendo. Joder, a día de hoy no recuerdo cuanto estuvimos ahí enganchados, serían segundos pero para mí fueron horas. Se notaba que yo no era el único con las ganas reprimidas. Tras separarnos mi madre no podía ni mirarme a los ojos, estaba más roja que un tomate. La propietaria rompió el silencio con unos aplausos para finalmente dejarnos las llaves y despedirse.

Pasaron las horas y finalmente llegó la noche. La verdad es que fueron unos momentos bastante incómodos en los que nadie dijo nada, ni si quiera hablamos mientras cenábamos. A eso de las 11 de la noche yo me encontraba en la terraza tomándome una cerveza, cuando mi madre apareció por la puerta dispuesta a acompañarme.

-Bueno… vaya noche más buena se ha quedado eh, maridito… -decía ella en un todo bastante cortado pero divertido.

La verdad es que me sorprendió que fuera ella la que sacara el tema, y no solo eso, sino que incluso bromeara sobre ello.

-Pues sí que hace buena noche sí, cariño jajaja

-Jajaja. Hijo yo quería decirte que me gustó mucho lo que pasó antes, ya sabes que yo soy muy besucona y… bueno… que un hombre joven te bese con esa pasión, ufff… -se notaba que en su cabeza había una mezcla de remordimiento y calentura, a partes iguales.

-Mamá la verdad es que yo lo disfruté mucho también, eres una mujer muy guapa y sexy, y he de reconocer yo soy también bastante besucón jajaja -y era cierto, no hay nada mejor que un buen beso bien ensalivado y con mucha lengua.

-Pero bueno también quería dejar claro que esto no puede volver a suceder, es muy peligroso seguir por este camino hijo…

-¿Peligroso por qué mamá? Somos madre e hijo, es lo más normal que nos demos besos como muestra de cariño, ¿no?

-Bueno pero ese tipo de besos precisamente no son besos de madre e hijo… -se notaba que evitaba hacer contacto visual de lo avergonzada que estaba.

-Entiendo lo que dices mamá, pero también entiende que mientras no vaya a más, un beso es lo más inocente y bonito del mundo.

-Pero qué pensará la gente si se entera cariño, dios… tu padre… no quiero ni imaginarlo.

-Mamá -le dije yo mientras le cogía la cara por la barbilla para poder mirarla a los ojos-, aquí estamos en nuestro pequeño escondite, aquí nadie se enterará de nada. Soy tu hijo y voy a demostrarte lo mucho que te quiero…

Mientras le decía esto iba a cercándome poco a poco a su boca, creando el deseo el cual sabía que llevaba dentro, acariciándole la cara y el muslo, poniéndola cada vez más y más entregada. En ese momento nos fundimos en un cálido y húmedo beso. Nuestras lenguas se entrelazaban lentamente, saboreando bien la saliva el uno del otro. Mientras, pude notar como ella aceleraba su respiración y soltaba leves gemidos, gemidos los cuales estuvieron a punto de hacer que mi polla, la cual estaba ya empapada, estallara en una brutal corrida sin si quiera tocarla. Tras unos minutos de un intenso y cerdo morreo, separamos nuestras bocas, dejando a la vista un hilo de fluidos entre ellas. Hijo el cual yo recogí con mi mano y me tragué entero, todo ello sin apartar el contacto visual con los ojos de mi madre.

-Mmmm, dios… -decía mientras intentaba recobrar el aliento- Hacía tiempo que no me daban un morreo tan rico… -obviamente se le notaba lo cachonda que estaba.

-Mamá no sabes lo que me ha gustado, mira cómo me has puesto -dije yo mientras le mostraba el gran bulto que dejaba ver mi pantalón.

-¡Ay hijo! Pero eso te lo he hecho yo, en serio… -su voz sonaba sorprendida, pero a la vez extremadamente halagada y caliente-. Bueno pues ale ya sabes ahí tienes el baño, vete a poner solución a eso, que te debe doler y todo jajaja -se la notaba ya más relajada.

-Bueno mamá, la verdad es que había pensado en ponerle solución juntos, que seguro que tú también… -mientras decía esto intenté acercar la mano que tenía apoyada en su muslo hacia su chorreante coño, pero rápidamente ella se levantó.

-No cariño, esto es demasiado. Tenemos que ser muy conscientes de que hay líneas que no podemos cruzar. Una cosa es darse un par de besos inocentes -aunque ella sabía perfectamente que esos besos eran de todo menos inocentes-, y otra muy distinta es pasar a mayores. Recuerda que soy tu madre por dios. Ahora venga cielo, vete al baño si lo necesitas y vamos a dormir, que hoy ha sido un día muy largo… jaja

Después de decir esto me dio un piquito de buenas noches y se fue a su cuarto. Yo no esperé ni un segundo y me metí corriendo al baño. Joder, cómo me había dejado la polla la muy cabrona, sentía que en cualquier momento me iba a explotar una de las tantas venas que se podían apreciar. No podía más, empecé a darle al tema a una velocidad de locos, no quería esperar ni un minuto, necesitaba correrme. Por suerte todo el líquido preseminal que cubría mi cipote facilitaba la paja. No pasaron ni dos minutos cuando el volcán exploto, soltando hasta siete chorrazos de espesa lefa, cada uno más fuerte que el anterior. Por suerte había apuntado hacía el váter, así que no tenía que preocuparme en limpiar nada. Nada más tire de la cisterna salí hacia mi habitación, pero me percate de unos rápidos pasos que sonaron hacia la habitación de mi madre seguidos de un portazo. Estaba convencido de que mi madre había puesto la oreja, mientras yo le dedicaba toda una lefada en el baño. No tengo la certeza, pero estoy prácticamente seguro de que esa noche mi madre también se pajeó su jugoso y gordo coño más de una, y más de dos veces. Esa noche, su cama debió parecer un charco gigante repleto de corridas y hormonas.

Continuará…

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