Recuerdo muy bien la fecha: Lunes 12 de Septiembre de 2016, yo tenía 19 años. Ese día salí de mi universidad a las 10 de la mañana rumbo a casa, pero en el camino recibí un saludo en Messenger de parte de mi amiga Atziry, una chica de 18 años morenita, gordita, tetona y culona, justo como me fascinan.
Nuestra conversación comenzó con los típicos saludos, "Hola, ¿cómo estás?", pero ella me respondió que no se encontraba bien. Meses atrás tuvo complicaciones cuando llevaba ocho meses de embarazo. Lamentablemente perdió al bebé que tanto esperaba y, a partir de ahí, comenzó a padecer de hipertensión debido a la eclampsia que presentó durante ese triste suceso. El aparente motivo por el que me habló fue para atenderla médicamente, aunque yo no era médico ni estudiaba para ello, pero sé cosas de medicina.
Acepté ir con ella y cambié mi ruta hacia su casa. En menos de una hora, llegué a la estación de metrobús que le quedaba cerca y me recibió cruzando la avenida. Ella vestía una blusa de manga larga y cuello de tortuga a rayas blancas y negras horizontales, un pantalón de mezclilla azul apretadito y unas botas de tacón block negras que la hacían casi llegar a mi estatura.
Ella me tomó del brazo y caminamos juntos hasta que me planté frente a la que recordé que era su casa, pero ella me hizo cruzar la calle y caminar un poco más para llegar a un edificio.
—¿Ya no vives con tu mamá?
—No. Por lo de mi embarazo nos peleamos y me vine a rentar aquí. ¿Me ayudas a abrir la puerta? Me siento muy mareada.
Sostuve la llave y abrí la puerta. Luego, ella me indicó que vivía en el tercer piso y la llevé de la mano hasta su humilde pequeño departamento. Al entrar, miré hacia la izquierda y vi a dos chicas acostadas durmiendo en una cama.
—Son mis roomies. Trabajan de noche, por eso siguen dormidas. Tú solo ignóralas.
Ella fue por su baumanómetro y me invitó a sentarme junto con ella en un sleeping que tenía al nivel del suelo. Le tomé la presión y estaba demasiado alta. Después de eso, ella recargó su cabeza en mi hombro, me abrazó, de repente me acariciaba las mejillas y comenzamos a platicar, recordando cosas del pasado.
—Tú me gustabas mucho, en serio —me confesaba—. No sé qué le viste a esa tipa.
—Esa tipa es mi novia… Bueno, no sé si seguimos siendo novios o no porque hemos tenido muchos problemas y a raíz de la última discusión que tuvimos lo nuestro no ha vuelto a ser lo mismo.
—¿Qué sucedió?
—Un amigo mío habló con ella y le coqueteó. Lo peor es que ella se dejó llevar, habló con él cosas explícitas y hasta intercambiaron fotos indecentes.
—¿Eso cuándo pasó?
—Hace poco más de un mes. Ella se indignó por haberme enojado, pero días después me rogó que la perdonara y lo hice. Luego de eso, por más que he querido y hecho que la relación sea como antes no se puede.
—Es mejor que terminen.
—He pensado lo mismo.
—Yo que tú me vengaba de lo que te hizo.
—Yo no soy así, lo sabes.
—Bueno, pero por lo menos acaben con su relación que ya no tiene sentido. Y ahora sí me darás una oportunidad, ¿verdad, guapo?
Yo solo reí apenado, pero en el mismo tono de vacilación le daba la razón. Cabe aclarar que todo lo que dije era verdad, pero por el simple hecho de estar a su lado y recibiendo esas caricias que me daba ya sentía serle infiel a la que en ese momento era mi novia. Mientras tanto, Atziry continuaba siendo cariñosa conmigo cuando, de pronto, puso su palma en mi entrepierna.
—¿Me dejas tocar?
—Pues ya estás tocando.
—Pero por dentro.
—No lo tengo parado.
—De eso se trata lo que quiero hacer.
Ella desabrochó mi cinturón y metió su mano bajo mi pantalón para tocar y frotar mi pene, acompañando la acción con besos en mi cuello y así logró que tuviera una erección.
—Tú puedes tocar lo que gustes —me hizo la invitación, pero yo no estaba seguro de hacerlo.
Ella continuó manoseándome la verga y mi abdomen hasta que, de sorpresa, me besó la boca. Instintivamente, alejé mi cara de la suya.
—Que no te dé miedo.
—No es eso.
—¿Entonces?
—Me falta confianza —me excusé.
—Pero si ya nos tenemos confianza desde hace años.
—Pero para esto no.
Ella siguió hasta que se aburrió que yo no le hacía nada, se acostó en el sleeping y se tapó con la cobija. Viendo que yo no tomaba ninguna iniciativa, me invitó a acostarme a su lado y la obedecí, tapándome la cobija junto con ella y haciéndole cucharita. Entonces, ella comenzó a mover ese enorme y rico trasero para restregarlo en mis muslos. Yo le acariciaba las nalgas y me movía como si la estuviera penetrando. Es como sí la venda que tenía en los ojos llamada tabú se me quitara y el deseo sexual despertó totalmente.
—Tssss. Te mueves bien —me dijo y se levantó.—¿Sí quieres hacerlo, baby?
—Sí, ¿por qué no?
—¿Estás completamente seguro de que yo sea tu primera vez?
—Por supuesto.
Atziry me indicó que me acostara boca arriba y así lo hice. Ella se bajó el pantalón al nivel de sus rodillas y se hincó para bajarme el pantalón hasta mis muslos y sujetar mi polla. Ella se acomodó y poco a poco se la fue metiendo en su vagina.
—Ohhhh. ¡Mmmm qué rico! —expresó ella.
Sin esperar más tiempo, aumentó la velocidad con que se daba sentones.
—¿Te gusta, papi?
—¡Ah! ¡Sí!
Ella continuó hasta que se cansó y decidió encender un cigarro que tenía al alcance, sin zafar mi pene de su interior. Alguna vez había escuchado que cuando una mujer se aburre de estar con un hombre o para quitarse la mala experiencia, se pone a fumar y pensé que eso estaba ocurriendo, pero consideraba que no era mi culpa, ya que era inexperto, además de que me daba pena despertar a sus amigas. Sin embargo, ella mostró cansancio y se acostó en el sleeping, entonces aproveché para colocarme sobre ella y penetrarla de imprevisto.
—¡Ay, papi! —gritó pero enseguida le tapé la boca con mi mano y aceleré el ritmo con que me la cogía.
Para mi mala fortuna, escuché atrás de mí que las muchachas se despertaron y me escondí bajo la cobija.
—Hola —saludó una de ellas y Atziry les explicó lo que estaba aconteciendo.
—Ustedes sigan en lo suyo, sin pena. Somos muy abiertas —dijeron ambas a su manera y procedieron a meterse a bañar juntas.
Yo continuaba apenado, pero Atziry trataba de tranquilizarme para seguir follando. En eso, ambas chicas salieron de bañarse y se vistieron rápido para salir. El departamento estaba solo para nosotros dos, pero le pedí a Atziry que siguiéramos cogiendo ahora en el baño mientras nos duchábamos y ella aceptó, pero primero encendió una bocina para dejar que se escuchara música a alto volumen.
Al entrar al baño le pedí que se hincara y comencé a penetrarla así en cuatro, pero ella no pudo seguir porque el suelo era un poco rasposo para sus rodillas, a pesar de que era su posición favorita. Prefirió levantarse y que lo hiciéramos de pie y ella empinada. Yo accedí sin negarme y proseguí cogiéndomela.
—¡Ay, papi! Me encanta cómo me coges.
—¿Sí te gusta, mami?
—¡Sí! ¡Ay, dame más duro! ¡Más, más!
La tenía tomada de la cintura y la embestía muy duro, pero me dieron ganas de recoger su largo cabello y tirarlo al mismo tiempo que la penetraba. Fue una sensación bastante placentera verla empinadita y gozando que me la cogía. De pronto, cayó una canción y ella me pidió que me detuviera y empezó a mover su culo al ritmo de la música mientras la tenía enterrada. ¡Qué delicioso fue eso! El género de la canción me pareció como urbano pero sentir sus nalgas golpeando mi pelvis al mismo tiempo que el bombo en la canción fue bastante rico, pero cayó la siguiente canción y me pidió que me moviera al ritmo de ella.
Para ser sincero, hice lo que pude, tratando de imitar una cogida suave cuando la canción sonaba despacio y más fuerte cuando la música sonaba intensa. Al parecer ella lo disfrutó y en algunos momentos ponía sus manos en mis muslos para ayudarme.
Posteriormente, le pedí que me dejara hacerle un oral, pero, extrañamente, ella no quiso. Entonces, le pedí que me lo hiciera a mí y tampoco quería, pero se animó finalmente, aunque solo lo hizo por escasos minutos. Luego quisimos coger sobre la taza del baño, ella sentada en mí y dándome la espalda, pero fue incómodo para ambos y, para ese momento, mi pene se puso flácido.
—¿No te has venido, verdad?
—Aún no —contesté—. ¿Por qué?
—¿Estás seguro?
—Sí. ¿Y si abrimos el agua?
Atziry abrió la llave del agua caliente y se empinó para que continuáramos cogiendo. Por iniciativa propia, agarré el jabón y le enjaboné la espalda y el cabello mientras seguía penetrándola, luego la enderecé para enjabonarle las tetas y el abdomen.
—¡Mmmm sí! Manoséame toda.
Después de eso, enjaboné mis manos y le introduje un dedo en la vagina y lo froté.
—¡Ahhhh! ¡Ay, así fuerte, papi!
Mientras tanto, con mis otros dedos le acariciaba alrededor de sus labios vaginales, incluyendo su clítoris. Luego metí un dedo más en su vagina y la recargué en la pared frente a mí para mamarle sus tetas mientras seguía estimulando su concha.
—¡Me estoy corriendo, papi! ¡Ahhh! ¡Mmmmm! ¡Qué rico!
Así continué hasta lograr que se viniera otra vez. Dos veces logré su orgasmo, para ser una mujer que no los experimentaba seguido, aunque me hubiera encantado lograrlo con la sola penetración.
El momento de excitación se arruinó cuando el agua se enfrió, pero ella me persuadió a seguir cogiendo para calentarnos y me dijo que la follara hasta venirme.
—Pero no me quiero venir dentro de ti.
—¿Por qué?
—Porque no quiero que te embaraces de mí.
—No pasa nada. Tú hazlo, papi.
Continué cogiéndomela en la misma posición, ella empinadita y dándole por detrás. Pasaron varios minutos y en ocasiones sentía venirme, sacaba mi verga y la masturbaba pero no podía y así sucedió en dos o tres ocasiones. Al final, Atziry me la agarró y la frotó, descansando entre pausas, pero después de varios minutos logró hacerme venir.
—¡Ufff, mami! ¡Qué rico! ¡Ahhhh!
Yo esperaba que ella se hincara para recibir mi leche en su boca cuando le avisara que me iba a venir, pero no fue así, solo sonrió de haber conseguido que me corriera.
Para terminar, ambos nos duchamos y nos vestimos. Ella me encaminó al metrobús para regresar a mi casa y en el camino me hizo una confesión.
—Quería que te vinieras en mí porque me gusta, no porque quisiera quedar embarazada. De hecho, ya estoy embarazada.
—Pero, ¿no tenías que cuidarte de embarazarte por tu situación?
—Ya lo sé, pero es que quiero tener hijos.
No entendía porqué su insistencia por tener hijos, pero me espantó y creí que me haría responsable por haber tenido sexo con ella. Sin embargo, hasta la fecha no ocurrió así.
—Si tienes problemas para pagar la renta de tu habitación, ¿por qué quieres tener una boca más que alimentar?
—Es el instinto de madre, por alguna extraña razón ya lo tengo desarrollado. Y saldré adelante con la renta porque estoy trabajando.
—¿En qué trabajas?
—En… bueno… te daré una pista. Utilizo mi departamento para recibir a chicos que quieran una agradable compañía.
—¿A qué te refieres?
—Es suficiente para que lo deduzcas. Gracias por venir, aunque no esperaba que terminara así. Siempre deseé un beso tuyo y llegar a estos extremos contigo y espero que se repita en otra ocasión.
Esa fue la despedida. Más tarde, me puse a pensar en lo que dijo y entendí que mi amiga Atziry estaba trabajando como prostituta al igual que sus amigas y que, por eso, trabajaban de noche. Eso me hizo sentir de alguna forma en deuda. Pero, bueno, esa fue mi extraña pero fascinante primera vez.