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El secreto de Mirna
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Pasaron 2 semanas para tener a Mirna en mi estudio otra vez a pesar de verla un par de veces en su trabajo. Mi interés hacia ella creció en los últimos días cuando ambos nos saludamos de lejos sonriendo, como guardando un secreto. Uno de esos días mientras estaba en reunión vi a una nueva vendedora del concesionario, una gringa de cuerpo ancho, duros senos, sexy y muy simpática. La observaba mientras ella caminaba por el local, sin importar que Mirna me viera. Total, Mirna no era nada mío. Mirna no solía vestirse tan arreglada por estar siempre tras la recepción, pero después de estar mirando a la gringa, ella comenzó a vestirse con ropa apretada y con tacos, haciéndola un poco más alta. Cuando Mirna pasa por mi lado, sin tacos, parece una niña de metro y medio y me hace sentir mal de desearla. Tiene 21 años, yo 37… pero igual quiero fotografiarla desnuda.

Elegimos un viernes 6 pm para la sesión de fotos con Mirna, se pudiera decir, fuera de horas de oficina para evitar interrupciones. Para alivio mío, vino con tacos haciéndola un poco más alta pero apretadísima, casi como mi ex cuando podía ver claramente su vagina sobre sus jeans de tela. Mirna se acerca, me sonríe y dice que está lista para esta sesión. Un poco nerviosa, Mirna con su jean azul, su blusa marrón y sonrisa bella comenzó a posar para mi lente. Se comenzó a soltar mientras la sesión avanzaba, se movía mejor que la vez anterior y posaba como se lo pedía. Mirna tiene una sonrisa muy fotogénica, no me gusta mucho su arete que lleva en la nariz solo por el hecho que la luz rebotaba en las fotos, haciéndolo brillar en algunas tomas.

En esos momentos de soledad, siempre me he masturbado pensando en Silvia, ella me chupaba la verga riquísimo, pero sobre todo lo hacía muy sensualmente, casi riéndose del placer que me daba, como chiquilla malcriada. Últimamente, he estado pensando en Mirna, en sus ojos achinados y su boca alrededor de mi verga, no he llegado a meterme una paja a su nombre, pero si me lamo los labios en poder besarla y tocarla.

A media sesión fotográfica, necesitaba que Mirna levantara la mirada hacia su izquierda mientras estaba parada de costado, al ser más baja que yo, su cabeza quedo mirándome desde abajo, y yo tocándole el mentón, se la levante más. Ella no me quito la mirada, mientras movía su cabeza desde su mentón, y comencé a dirigir su cabeza cada vez más hacia arriba, en dirección a la mía. Mirna no me dejaba de mirarme mis ojos y mis labios… Era ahora o nunca. Puse la cámara a un lado y la bese apasionadamente en los labios, sin lengua, pero mordiendo dulcemente y con mis manos en mi cintura acercándola hacia mí para que sienta como me excitaba, con mi pene aumentando su tamaño.

Los besos de Mirna comenzaron hacer más intensos, me atreví a meterle mano a su culo, acariciando sus nalgas e introduciendo mi mano entre sus piernas por atrás para tocar su vagina. Mirna no solo se dejó, pero comenzó a palpar mi erección con su mano izquierda, moviéndola de arriba a abajo, desde mis bolas hasta la punta de mi verga. Su pasión me recordaba a la cuarentona de Silvia, y el lívido que tenía cuando estábamos juntos. Le susurre a Mirna:

-Quiero morderte las tetas -le dije mientras le subía la blusa.

-Comételas -me dijo mordiéndome el labio inferior mientras se quedaba en sostén.

Le saque una teta por encima del sostén, la mordí, la chupe y succione hasta que sentir entre mis deseos su vagina llena de fluidos y caliente del placer. La saque del estudio y la senté en el escritorio de mi computadora, descubrí que besarle el cuello, la ponía más cachonda, no pare de hacerlo. Cuando fui por el botón y cierre de su jean, ella puso su mano sobre la mía, parando todo acto seguido. Me dijo que era virgen y quería seguir siéndolo, no era el único hombre que había estado, pero si con que el que nunca había tenido tanta pasión por. Según ella… Ella quería seguir virgen, pero…

-Se cómo chupártela de maravilla -se bajó del escritorio queriendo desabrochar mis pantalones.

Le agarre las manos a la fuerza, abriendo sus brazos hacia afuera y pegando su cuerpo al mío. Ella ya estaba sin tacos y su cara llegaba en mi pecho, así que estuvo que levantar la mirada, sentándose sumisa a mis pretensiones. Yo nunca he estado con una virgen y el morbo de ver a una chiquilla/mujer intacta me excito más. Mirna leyó mi mente y comenzó a bajarse el pantalón.

Al poner sus dedos para bajarse el calzón, me miro inocentemente.

-No te preocupes- Le susurre en su oído, para luego después besarla en el cuello, mientras ponía mis manos sobre las suyas.

-No te la voy a meter entera- le dije mientras empujaba su trusa para abajo.

Ella levanto su mirada entregándome toda su confianza, yo solo tenía la intención de chupársela toda.

Mirna levanto una pierna y después la otra para ver su vagina bien depilada. Sus manos fueron directamente a cubrirse su parte intima, pero se las saque lentamente mientras la besaba, ahora si jugando con su lengua. Pegué a Mirna hacia mi cuerpo y con mis dos manos en ambas nalgas, la subí al escritorio. Nos besábamos apasionadamente, yo llevándole el juego y abriéndole las piernas, queriendo que se deje llevar por la pasión. Mirna tenía su sexo peladito, pequeño, con labios grandes y totalmente mojados. Lleve mi boca hacia su sexo, dándole besitos suaves, tratándola como una joven.

Ella respiraba hondo, aguantando su respiración y soltando gemidos agudos y cortos cada vez que le metía la lengua y jugaba con su himen. Le chupaba toda su intimidad, bebiendo sus jugos y a la vez sobando su clítoris con mi dedo gordo.

Tan solo ver a esta chiquilla, con ahora sus dos tetas descubiertas y gimiendo de placer para excitarse y querer romperle su coñito de una vez por todas. Mirna estaba cerca del orgasmo, dejo de agarrarse en la mesa, para agarrar mi cabeza con sus dos manos y poder venirse en mi cara.

-Baby, baby, baby -grito Mirna discretamente, haciéndome recordar a Silvia.

Mirna soltó mí cabeza, alcanzando el orgasmo descontrolado recostando su espalda en el monitor de mi PC. Cerró sus piernas con mi lengua todavía penetrando su himen causando que me excitara a mil, mojándome yo mismo, pero no llegando a eyacular. Una vez que volvió en si, la chiquilla me miro y le di un beso lento, todo mojado con sus jugos. Ella dudo probar sus propios jugos, pero estaba muy apasionada que no paraba de besarme.

-Ningún novio te la chupo antes? -Le pregunte mientras ella notaba mi erección.

-Sí, pero no lo hacen tan rico como tú- Mirna se mordía el labio llevando su mano a mi bulto de mi pantalón.

Levante mis cejas, retando si sus pensamientos morbosos los convierte en acciones. Mirna trato bajarse del escritorio, pero no la deje agarrándola de la cintura, forzándola a usar sus pequeñas manos desabrochar mi cinturón y luego mi pantalón. Me dejo en mis boxers observando y jugando con mi erección con las palmas de sus manos.

-Te lo bajas por mi? – Con voz de colegiala me pregunto.

Ver a esta chiquilla de 21 años y de casi metro y medio me hizo sentir como si estuviera en el colegio. Me sentí algo sucio por verla tan chiquita, pero me excitaba a mil tener este pensamiento morboso. Me baje el bóxer y ella jugando se lamio los labios. Quiso bajar su boca, pero no la deje, quería tenerla controlada, lucho por quitar mis manos de sus muñecas, pero no la deje y ella cedió. Lleve la punta de mi pene hacia su vagina sobando mi glande en todo su sexo, apretando sus labios mayores para que envuelvan mi glande. Ella siendo tan chiquita, no tenía suficiente piel para cubrirme. Subía y bajaba dándome una paja con su sexo calentito, chocando la punta de mi pene con su clítoris haciéndola saltar, como si sintiera algo helado en su chucha caliente. Iba y venía lentamente, de vez en cuando, poniendo mi glande a puertas de su vagina, jodiéndola que le iba a romper su flor. Mirna estaba dispuesta a todo, pero no quería hacerla mujer solo por pasión del momento, sino que ella me pidiera “Romperla”. Quería escuchar de su propia voz, mi morbosa mente quería hacer que Mirna, se entregara a mí, que me deje ser su dueño y controlarla totalmente, como no pude hacerlo con Silvia.

La bajé del escritorio ya la puse de rodillas, con mi pene en mano, le dije que me masturbe, pero siempre mirando hacia arriba para que este atenta a mis indicaciones. Hoy no quería su boca, quería verla como le daba placer seguir mis indicaciones. Mirna comenzó lento con su mano izquierda, sobándome las bolas con su otra mano. Me apretaba los testículos rico, como quien revisa un tomate. Quiso meterse el pene a mi boca y le agarre la cara dulcemente, pero con rigidez. Ella asintió que no debía hacer lo que no se le mandaba.

-Dale más rápido, chiquilla- Le dije, cogiendo su rostro con ambas manos.

-Si baby -me respondió dulcemente.

-Dime papi- recordé como otra chica que me interesaba hablaba con su novio por teléfono. Así ella lo llamaba.

-Sí, papi. Te gusta- Dijo Mirna con ansias de no usar su mano, pero su boca.

Ordené Mirna aumentar el ritmo de la paja, y que estuviera lista para recibirlo en sus tetitas, bien paradas y duras. Ya cuando estaba a punto del clímax, la agarré del brazo para que se ponga en cuclillas y no en rodillas, ya que, por su baja estatura, tenía que alzar el cuerpo para dejar toda mi leche en su pecho… Me vine en sus tetas, ella sosteniéndose con ambos brazos en el escritorio para poder mantener la posición correcta. Ya después de mi última gota sobre su pecho, agarre un dedo y mojándolo de semen se lo lleve a su boca el cual no quiso recibirlo. La puse de pie, y con el dedo todavía lleno de mi semen, lo puse en sus labios que estaba cerrados.

-Me gustas mucho…- Le dije por primera vez – Prueba chiquilla.

Mirna, me miro con ojos temerosos, pero abrió su boquita y se chupo todo mi dedo, pasando con dificultad la poca leche que le ofrecí. Parece que, si había chupado pollas, pero nunca había probado semen. Al verla que cumplió con la orden, la bese y le susurre en el odio.

-Me gustas mucho, perrita- Besándola dulcemente.

Al apartarnos, ello me sonrió sabiendo que tendríamos mas aventuras…

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