Liset puso los ojos en blanco discretamente mientras varias mujeres detrás de ella se rieron cuando Marco entró en la habitación. Ella era una de las 20 mujeres, en diversos grados de embarazo, inscritas en una clase de yoga. Fue una clase de yoga especial diseñada para mujeres embarazadas.
La hermana mayor de Liset; Cristina, sugirió que lo probara. Los ejercicios y posturas fueron fáciles para las articulaciones y fáciles de hacer. Después de varias semanas, Liset notó una mejora significativa en su movilidad y fuerza, por lo que esto ayudó enormemente a medida que su vientre de embarazada se hacía cada vez más grande.
Liset estaba embarazada de 6 meses y esta vez tuvo menos problemas para caminar, pararse, bañarse o cuidar de sus dos hijos: un niño de 6 años y una niña de 4 años.
Liset se casó con su novio de la escuela secundaria a los 23 años al descubrir que estaba embarazada. Luego de 7 años más tarde se encontró como una ama de casa de 30 años con su tercer y cuarto hijo en camino, pues para ella sería la primera vez que tendría gemelos.
Liset se sonrojó cuando Marco la miró a los ojos, aunque sospechaba que había sido un accidente. Siempre sonreía y miraba alrededor de la habitación cuando llegaba. Bajó la mirada a su gran barriga, colocando las manos a los lados.
Liset se dijo a sí misma que estaba feliz con su vida, pensó en sus hijos y su marido; Raúl, y en la suerte que tenía de ser madre de dos hijos, que pronto serian cuarto. Sentada en su colchoneta designada, suspiró y se dijo de nuevo que estaba feliz.
Las mujeres sentadas en las colchonetas detrás de Liset rieron de nuevo, continuando susurrando entre ellas. Siempre se aseguraban de hablar después de clase con Marco, el ayudante del instructor de yoga. Marco siempre fue cortés con ellas, dejándolas coquetear y divagar sobre cualquier cosa que se les ocurriera como excusa para charlar con él.
Marco siempre le dirigía a Liset un asentimiento y una sonrisa suave cuando se iba, haciendo contacto visual e ignorando a las mujeres embarazadas que hablaban durante una fracción de segundo. Mientras esperaba a que llegara Daniela, la instructora y dueña del recinto donde se daban las clases de yoga.
Liset se apartó de la cabeza los pensamientos sobre Marco, varias veces últimamente se sorprendió a sí misma soñando despierta con él. Esto en diversas ocasiones la hacía sentirse mal, pues sentía que estaba traicionando de alguna manera a su marido Raúl.
Marco un hombre de nacionalidad Cubana, era de piel negra, tenía cabello negro y corto, ojos cafés y una sonrisa blanca y perfecta. Él media 1.88 de estatura, tenía un cuerpo de adonis, pues era todo músculo.
Liset escuchó a algunas de las mujeres de la clase hablar sobre cómo escucharon que Marco también era un modelo de fitness. No sabía si eso era cierto, pero el cuerpo perfectamente tonificado que poseía ciertamente se parecía al de un modelo de fitness.
Liset no pudo evitar sonrojarse cuando Marco estaba cerca de ella, ayudando a algunas de las otras mujeres con las poses que Daniela indicó. Hubo muchas veces en las que la ayudó tocando tan suave y gentil su cuerpo, que podía sentir el calor irradiando de su gran mano negra en su espalda.
Liset pensó en fingir dificultad con ciertas poses para obtener su ayuda, pero rápidamente aplastó ese pensamiento, pues la culpa de traicionar a su marido Raúl la mataba. Siempre se recordaba a sí misma lo feliz que estaba con su esposo y con sus hijos, y ella jamás querría perder todo eso.
Liset contaba con 30 años, tenía piel blanca como la nieve, un hermoso cabello rubio, unos ojos verde esmeralda, unos sensuales labios, una nariz respingada y una hermosa sonrisa. Ella media 1.62 de estatura y tenía un cuerpo que demostraba que nunca había tenido hijos, pero Liset no tenía forma de saberlo. Ella entre sus atributos contaba con unos pechos firmes de tamaño mediano, pues en su adolescencia tenia pechos pequeños pero una vez quedo embarazada de su primer hijo, su pechos empezaron a crecer, pero no de una manera exagerada como las demás mujeres de la clase de yoga. Pero su atributo que sin duda volvía loco a su marido y a cualquier hombre que la veía era su culo, pues contaba con un culo perfecto, un par de nalgas grandes, redondas y bien respingadas, todo gracias a la genética de la familia de su madre.
Daniela era dulce, pero era estricta con su negocio y era muy profesional. Como resultado, ella no parecía tan accesible, a diferencia de Marco. Liset algunas veces estuvo atrapada durante 10 minutos después de que la clase terminó, charlando con diferentes compañeras embarazadas de la clase de yoga.
Sin embargo, Liset nunca habló con Marco, para ella hacer esto sería una especie de traición a su matrimonio y marido, pues ella se daba cuenta de que tenía una especie de atracción por Marco. Pero ella igual que siempre se recordaba a sí misma que era una mujer felizmente casada, con dos hijos y con dos hijos más en camino. Así que al momento de irse ella solo se despidió agitando su mano y sonriéndole a Marco mientras dejaba la clase inmediatamente cuando terminaba.
Un día lunes fue algo especial en la clase de yoga, pues Liset necesitaba legítimamente ayuda con cierta pose que Daniela instruyó a la clase. Para sorpresa Marco estaba allí en cuanto ella levantó la mano.
La pose era una pose de puente, en la que las mujeres se tendían en la colchoneta, luego impulsaban sus cuerpos hacia arriba, sosteniéndose solo con las manos y los pies. Esa pose trabajaba la espalda, glúteos, piernas y brazos. Liset tenía problemas para girar la muñeca, entonces Marco le susurró instrucciones tranquilas y de aliento mientras colocaba su cálida mano en la parte posterior de su brazo. Mientras él sonría suavemente y Liset intentó no sonrojarse.
Cuando terminó la clase, la multitud habitual de mujeres acudió en masa a Marco para sus coqueteos habituales. Hoy día fue especial por otra razón, Marco se excusó cortésmente del grupo y se dirigió hacia Liset.
"¿Hola, estás bien?" Preguntó Marco.
"Oh… um… sí… mi antebrazo estaba dando un pequeño problema, pero estoy bien", respondió Liset, empujando su largo cabello rubio detrás de una oreja.
"Bien, eso toma algo de práctica al principio, pero te ha ido tan bien aquí, que sé que lograrás tenerlo para la próxima clase" Dijo Marco alentándola.
"Gracias…" Respondió Liset sonrojándose de nuevo, mientras miraba al grupo de mujeres embarazadas irse.
"¿Es este tu primero?" Preguntó Marco, mirando su vientre.
"Oh… no… estoy embarazada de gemelos. Ya tengo otros dos hijos" Respondió Liset, mirando tímidamente hacia abajo.
"¡Vaya, eso es increíble! Liset, ¿verdad?" Preguntó Marco.
"Sí… y gracias" Respondió ella.
Hubo un silencio incómodo por un momento, hasta que Marco rompió ese silencio.
"Bueno, creo que eso es fantástico. Como probablemente habrás adivinado, no puedo quedar embarazada, así que creo que las mujeres son increíblemente fuertes para pasar por el embarazo una vez. Esta es tu ¡tercera vez!"
"Gracias jaja sí, me di cuenta de inmediato que no parecías ser mujer" Dijo Liset riéndose, provocando que Marco también se riera, ambos se rieron entre dientes ante su intento de humor por debajo del promedio.
En ese momento Daniela se acercó, ella le sonrió a Liset y a Marco. Charlaron sobre los beneficios de la yoga para las personas embarazadas y no embarazadas; ella siempre fue profesional. Nuevamente, ya que este era un día muy especial y Daniela hizo algo fuera de lo común.
"Marco, ¿por qué no le das tu número, en caso de que tenga alguna pregunta o necesite ponerse en contacto conmigo cuando yo no pueda responder mi celular?" Sugirió Daniela, pillando a Liset y Marco con la guardia baja.
Volviéndose para sonreír a Liset, Marco por fin habló:
"Oh… uh… claro… sé que tienes el número de Daniela, ¿verdad? Así que sí, solo toma el mío y llámame si no puedes conseguirla o lo que sea".
Marco acompañó a Liset a su coche, ambos se despidieron de Daniela cuando ella caminó hacia su auto. En su mayoría estaban callados, solo se hacían algunas preguntas básicas como: ¿A qué distancia vivían del gimnasio? ¿Cuánto tiempo había estado involucrado en yoga? e información biográfica básica.
Liset tras esas preguntas se enteró que Marco tenía 25 años y que vivía no lejos del gimnasio en un nuevo edificio de departamentos.
"Bien, fue genial hablar contigo. Tengo que irme y te veré en la próxima clase. ¡Llámame si necesitas algo!" Dijo Marco, dirigiéndose hacia su coche.
Liset sonrió de nuevo, apartando los ojos de sus grandes y musculosas nalgas, subiendo a su auto y pensando en Raúl. Se preguntó cómo fue su día en la obra y se recordó a sí misma lo feliz que estaba.
El resto de la semana fue otra fuerte molestia que provocó dolor de cabeza para Liset, pues sus hijos eran muy hiperactivos y siempre se peleaban entre ellos, su esposo tuvo que trabajar hasta tarde varias veces dejándola sola para hacer frente a la cena, y apenas pudo dormir, una semana bastante estándar para ella.
Pensó en Marco unas cuantas veces, pero rápidamente se ocupó de otra cosa. Su hija de 4 años tiró una caja de leche que a ella se le olvidó guardar en el refrigerador. Esto la sacó de su sueño que tenía en estar pensando en Marco.
Durante la siguiente clase, Liset no necesitó ayuda, pero algunas de las otras mujeres lo hicieron. Liset no cuestionó la legitimidad de sus necesidades, sino que observó en silencio a Marco con ellas. Fue tan gentil con la forma en que les habló y las tocó, que no pudo evitar mirar con admiración y se preguntó si Raúl alguna vez la tocaría así.
Después de clase, Marco volvió a excusarse del mismo grupo de mujeres y se acercó a Liset.
"No necesitabas ayuda hoy. ¿Ves? Te dije que te acostumbrarías a las nuevas poses rápidamente".
"Si… tú tenías razón" Dijo Liset sonriendo.
Compartieron sonrisas por un momento; era obvio que el otro estaba tratando de pensar en algo que decir. Afortunadamente, Daniela salvó el día cuando los hizo salir para cerrar y apagar las luces.
Daniela le preguntó a Liset sobre su dieta mientras caminaban, casi parecía una doctora en su enfoque. Liset le informó que no tenía mucho tiempo para comer debido a que tenía que recoger a los niños en la escuela y cuidarlos la segunda mitad del día. El desayuno y un almuerzo ligero era todo lo que tenía tiempo para lo que parecía.
"Marco, ¿No dijiste que se abrió un nuevo restaurant cerca de tu departamento? Algún tipo de lugar vegano, ¿verdad?" Preguntó Daniela.
"Oh… sí, no he ido allí todavía".
"Deberías llevar a Liset a almorzar. Las mujeres embarazadas deben asegurarse de consumir suficientes calorías. Ya sabes, ellas deben comer para dos".
"Claro que sí, sería genial. Liset, ¿te gustaría ir allí? No soy vegano, pero leí que sirven muchos 'súper alimentos'".
"Sí, puedo hacer eso. No tengo que recoger a ningún niño hasta las 2 p.m." Dijo ella sin dudarlo.
"Genial, ¿quieres viajar conmigo?" Preguntó Marco.
"Claro" Respondió Liset, con demasiado entusiasmo.
Sorprendentemente, la conversación no fue incómoda en lo más mínimo. Liset le habló de Raúl, de que eran novios desde la escuela secundaria y que finalmente se casaron cuando ella tenía 23 años. Ella le explicó que él es un trabajador de la construcción y ella era una ama de casa desde entonces.
Liset le preguntó a Marco sobre su vida con su ensalada.
"¿Enseñas otras clases?"
"Oh no".
"Oh entonces, ¿qué más haces?".
"Um, bueno, prefiero no decirlo" Sonrió Marco, indicando que estaba bromeando.
"¿Por qué no?" Liset le devolvió la sonrisa.
"No me gusta decirle a la gente que soy un modelo fitness, o un modelo, punto. ¡Suena tan desagradable!" Dijo Marco fingió frustración y suspiró.
"Bueno, entonces piensa en otra forma de decirlo" Liset dijo riéndose y comprobando que el rumor de su otra profesión era cierto.
"Podría decir que me paro y dejo que la gente me tome fotos. Eso suena un poco menos arrogante, ¿verdad?" Preguntó Marco.
"¡Sí! ¡Eso es perfecto!" Liset sonrió.
"Empecé a los 18, después de la secundaria, y he estado viajando a Miami, Los Ángeles y un par de otros lugares para varios trabajos. Trabajo para una agencia que administra ese tipo de cosas. Envían a las modelos a varios trabajos para anuncios, revistas, etc.".
"Suena emocionante" Dijo Liset.
"Puede ser. Me gusta viajar, así que eso siempre es bueno. Pero esa es mi vida en pocas palabras" Sonrió Marco a Liset.
"Será mejor que me vaya" Liset frunció el ceño, notando la hora en el reloj del restaurante. "Tengo que recoger a mis niños".
"Te entiendo, bueno, salgamos". Dijo pagando discretamente la cuenta.
Liset sonrió para sí misma al notar su naturaleza generosa. Ella se sonrojó de nuevo cuando Marco le dio un breve abrazo al dejarla en su coche.
"Gracias por el almuerzo" Agradeció Liset.
"Gracias por la compañía, tal vez podamos almorzar de nuevo en algún momento" Sugirió Liset.
"Me encantaría. Nos vemos en la próxima clase" Liset sonrió y se despidió, subiendo a su auto.
Esa noche tuvo problemas para volver a dormir, sabía que uno de los niños se despertaría para ir al baño o trataría de meterse en la cama con ella y Raúl. Él estaba profundamente dormido, roncando suavemente a su lado.
Emily yacía en la oscuridad, completamente despierta e incómoda, con la amabilidad de Marco y el abrazo después del almuerzo corriendo por su cabeza. Todo esto de alguna manera la excito esa noche, pues movió una mano a su vagina cubierta por un cachetero, estaba húmeda ¿A caso se estaba excitando por pensar en Marco? Este pensamiento la hizo sentir mal por pensar en otro hombre que no era su marido, así que se dio vuelta hacia su hombre y lo abrazo hasta quedarse dormida.
El frío de Julio disminuyó su hostil asalto cuando llegó agosto. Sin embargo, hubo una tormenta a finales de mes que impidió que Liset fuera a yoga, por lo que ahora tenía una razón para llamar a Marco.
"¡Hola! Soy Liset." Le dijo ella a Marco después de que contestó el primer timbre.
"Hola Liset, espero que te mantengas abrigada y calentita en tu casa" Respondió Marco.
"Sí, lo estoy intentando, pero por eso llamé. No creo que deba ir a las clases de yoga durante estas tormentas" Dijo Liset.
"Definitivamente no, odiaría que te pasara algo. No creo que el gimnasio esté abierto de todos modos".
"Oh, está bien, genial. Bueno, quiero decir, no genial, porque me pierdo la clase de yoga, pero ya sabes a qué me refiero" Dijo Liset algo nerviosa.
"Sí, todo está bien. Oye, la próxima vez te llevaré a almorzar de nuevo después de la clase de yoga, ¿qué tal?" Dijo Marco riendo entre dientes.
"Aww, eso sería maravilloso. Eso es muy dulce de tu parte" Dijo Liset.
"¡No es problema!"
"Muy bien, lo espero con ansias" Liset estaba empezando a distraerse con su hijo mayor luchando con su hija menor. "Uf, será mejor que me vaya, parece que estos niños se están poniendo inquietos".
"Entiendo", se rio entre dientes Marco. "Te veré en la próxima clase".
Liset no pudo evitar sonreír durante las siguientes horas después de que terminó su llamada telefónica. Su esposo optó por ir a trabajar hoy, así que fue otra noche que estuvo sola con los niños. Dos peleas tuvieron que separarse y tres episodios de crisis nerviosas por juguetes perdidos.
Raúl llamó a las 8 p.m. diciendo que todavía estaba atrapado en el tráfico. Liset colgó el teléfono y apenas se despidió de la tarde. Otra hora y media, la casa finalmente estaba en silencio.
Sentada en su cama, apoyada contra almohadas, Liset agarró la loción humectante de su mesita de noche. Era un agradable aroma a vainilla. Se subió la camiseta hasta justo debajo de los senos, se echó un poco en las manos y comenzó a frotarse el vientre.
Sentada en una habitación con poca luz, sus manos recorriendo el vientre hinchado, hasta que pensó en Marco. Se preguntó qué estaría haciendo él para mantenerse caliente, su estado civil aún no había salido a la luz y ella asumió que no estaba saliendo con nadie, ya que nunca lo mencionó.
Fue pura coincidencia que su mano viajara lo suficientemente hacia abajo como para deslizarse accidentalmente por sobre su delgado cachetero y acariciar su vagina con un leve arbusto púbico, cuando la imagen de Marco encima de una mujer apareció en su cabeza, trató de sacudir la imagen, pero no pudo.
Con una mano en su vientre, la otra se deslizó dentro de su cachetero, yendo aún más abajo. Las piernas de la mujer se envolvieron alrededor de él, haciendo que sus tonificados glúteos se flexionaran y empalaran aún más su polla en ella.
Pasaron minutos de burlarse de sí misma, antes de que se diera cuenta, la mujer se parecía exactamente a ella. No estaba embarazada, su estómago estaba tonificado y plano y sus senos eran un par de tallas de copa más grandes que en la vida real.
Liset gimió y antes de darse cuenta, estaba sentada en la cama, frotando furiosamente su clítoris con imágenes de Marco y ella teniendo sexo.
"Siii…" Gimió ella sola en su habitación.
Sintió que su coño se contraía y se comenzaba a humedecer, comenzando a introducir dos dedos en su vagina mientras que con su pulgar se frotaba su clítoris. Se imagina a Marco metiéndole su pene hasta el fondo, que ambos gemían como locos hasta que Marco se corría dentro de ella llenándole su útero con su semen.
De solo pensar eso Liset no aguanto más y tuvo un gran orgasmo que la hizo temblar. Era el primer orgasmo que había tenido tras quedar embarazada, pues luego de que le dio esta noticia a su marido detuvieron momentáneamente sus relaciones sexuales, pues Raúl tenía miedo de dañar a los bebes en el vientre de Liset, cosa que él ya había hecho las veces anteriores que Liset quedo embarazada.
Liset se estaba recuperando de su orgasmo, mientras los bebés dentro de su vientre pateaban. Puso su mano en el lugar donde ocurrió la patada.
"¿Ustedes dos están despiertos ahora?" Preguntó a los gemelos en un susurro sin aliento.
"Lo siento, lo siento" Liset se disculpó con los bebés por nacer mientras recuperaba el aliento.
Los pensamientos por Marco se desvanecieron y fueron reemplazados por Raúl, el remordimiento le cayó encima de golpe. Se había masturbado pensando en otro hombre, y peor aún, pensando en que este hombre se la estaba cogiendo.
Con un sentimiento de culpa se cambió de ropa interior, pues su cachetero quedo todo mojado con sus jugos vaginales que salieron de su orgasmo. Tras eso volvió a poner la loción humectante sobre la mesa y volviéndose a su lado, pensó en Raúl gimiendo y corriéndose dentro de ella en cuestión de minutos, dejándola embarazada.
Liset sintió que había estado embarazada durante una década, en sus embarazo anteriores jamás se había masturbado y mucho menos había sentido atracción por otro hombre.
Tras eso, empujando pensamientos de tristeza y frustración en su cabeza, se dijo a sí misma que estaba feliz y que jamás volvería a pensar esas cosas…
Continuará…