Esta la continuación de mi primer relato, que planeo dividir en dos partes, para mayor comodidad y que no sea algo extenuante a la hora de la lectura, y debo decir que se dio esta nueva aventura gracias a que al escribir nació nuevamente el deseo de tener relaciones con una trans.
En esta ocasión, volví a encontrarme con Rebeca, que al parecer se volverá mi compañera sexual constante en este tipo de aventuras.
Ahora ya inicio el relato en si:
Poco después del mediodía, me encontraba viendo las fotos de una trans muy popular de internet, pensando en la primera vez que había tenido hace unas semanas, y lógicamente ya me encontraba con que mi pene estaba igual de nostálgico, recordando ese ano apretado y estrecho.
Ya no había razones para dudar esta vez, el primer paso ya fue dado; escribí a la increíble trans, quería nuevamente sentirla. Le dije si podíamos encontrarnos en una hora, en el lugar anterior, repitiendo el esquema básicamente; amablemente ella accedió, y en esta ocasión le pedí que llevara un conjunto totalmente negro (para darle un toque más particular al encuentro).
Llegó el momento, la hora fijada, aunque en realidad, decidí adelantarme unos quince minutos; fui nuevamente al mismo motel, la espere en la habitación. Esta vez me encontraba ya más acostumbrado a la situación, ya contaba con la primera experiencia; decidí, luego de darme un baño, recostarme y ver la televisión hasta que ella llegara.
Luego de veinte minutos como mucho, golpean la puerta. Había llegado la escultural y deliciosa transexual, con una sonrisa y bien animada. Pasa y nos abrazamos, la saludo y ella me da un profundo beso que automáticamente despierta al compañero de aventuras que está en el pantalón.
-Me parece que ya estamos listos!- me dice sacando la lengua y tocando por encima del emocionado amigo, ansioso por estar dentro suyo.
Y era cierto, estaba más que preparado para lo que sucedería. Procedo a dar el pago correspondiente; en principio, el mismo protocolo que la última vez.
Acto seguido, me dice que quiere darse una ducha, y luego ya podríamos hacer lo que quisiéramos. Le respondí que no habría problemas.
Voy a esperarla en la cama, en lo que se me ocurre ir a ver mientras se está bañando, luego de pensar que puedo "hacer lo que quiera" en ese tiempo, como ella me había dicho anteriormente.
Entro al baño y me encuentro con una vista fenomenal, un espectáculo insuperable: ella se estaba pasando el jabón por el cuerpo, veía sus pechos, tan firmes y excitantes, corriendo agua por ellos, sus nalgas cubiertas de espuma y su pene, aún en reposo, siendo tocado y enjabonado por sus delgadas manos.
Era todo un show, uno excesivamente erótico debo decir. En eso ella alza la vista mirándome de una manera muy atrevida y lógicamente cargada de un aire sexual.
-Parece que ya se te acabó la paciencia verdad? -me pregunta con una cara media tierna y media pervertida.
-Tenía muchas ganas de ver ya ese cuerpito perfecto. -dije, diciendo toda la verdad.
-Y yo ya tengo ganas de coger ese cuerpito perfecto. -ya con esa conversación, su pene está cobrando tamaño y dureza.
Se acercó a mí y me desabrochó el pantalón, hábilmente sacando mi pene del interior, empieza a acariciarlo suavemente, mientras hacía una leve masturbación en su pene ya erecto.
-Quiero tragar esta pija, con la boca y después con el culo. -ya el lenguaje y el tono indicaban, por un lado excitación mutua (aunque claro, es su trabajo) y también la promesa de una sesión de sexo duro y fuerte.
-Y que esperamos? Tragatela toda hermosa. -apenas dije eso, me bajó todo el pantalón, me dio una masturbación rápida y fuerte, y me dijo que se quitaría rápido el jabón y que ya "sacaría la leche" como se debe.
Fui hacia la cama, quitándome ya la ropa, no tenía sentido seguir vestido a estas alturas. Luego de un par de minutos, sale del baño con su conjunto negro, se acerca a la cama, con una suave fragancia, su blanca piel sentía suave y fresca al tacto. Se coloca en mi costado, con su larga y suave cabellera castaña, empieza a acariciarme y me pregunta:
-Como empezamos hoy?
Esa pregunta ya la había imaginado antes, y había ciertas cosas que quería probar, así que la respuesta ya la tenía desde hacía tiempo.
-Ponete de cuatro, quiero empezar con eso, hay mucho para hacer hoy.
-Ya? Tan rápido? Quería chupar esa pija rica. -decía eso poniendo una cara de tristeza, asumo que normalmente inicia siempre con sexo oral.
-En unos minutos, ya vas a tragartela toda, ahora también te gustará.
Y poniéndose de cuatro, de seguro pensó que ya quería penetrarla, pero en realidad mi idea era otra. Procedo a bajar su tanga negra, y descubro su perfecto y circular ano; ese ano que lo recordaba una y otra vez, que no había tenido la oportunidad de verlo en todo su esplendor, lo tenía ahí. Justo donde quería.
Abriéndose y estirando sus sexys y grandes nalgas con las manos, le pido que las sostenga así.
Me acerco y (esperaba algo similar de hecho) tenía una agradable fragancia, un aroma bastante atractivo, bien limpio (producto del baño previo obviamente, ella sabe prepararse); empiezo a lamerlo suavemente, pasando la lengua por afuera, por los alrededores y luego más y más por la entrada misma, presionando progresivamente.
Ella empieza un lento y pequeño gemido, constante, casi como un susurro.
-Pensé que ya querías metérmelo, pero empezar con esa lengua me deja bien dura. -me decía entre gemiditos y suspiros.
Pude comprobar que era cierto, su pene estaba totalmente erecto, y empecé a tocárselo despacio, al fin y al cabo era recién la segunda vez que lo hacía.
Una pequeña masturbación que iba desde la base hasta la cabeza, un sube y baja que trataba de hacerlo lo más cuidadosa y rítmicamente posible, a la par de que no dejaba de lamerle el dulce ano, que ya palpitaba más y más. Entonces acerque un dedo y empecé a introducirlo de a poco.
Iba entrando lentamente, a la par de que lo asistía con mi lengua. No dejaba en ningún momento de realizar el movimiento hacia arriba y hacia abajo en su hinchado y medianamente grueso pene. Ahora decidí aumentar la velocidad. El dedo ya había entrado por completo, confirmado con un gemido alto. Su ano estaba ya bien lubricado, mi dedo podía entrar y salir velozmente para su disfrute.
Al mismo tiempo, ya notaba que había bastante líquido preseminal en toda la cabeza de su pene, el cual iba cayendo a la cama, dada su posición.
No sabía si ella podría eyacular, en esa posición, pero quería intentarlo.
Atendiendo no lastimarla, procedí a hacer ambas cosas, estimular su ano, ahora con dos dedos, metiendo y sacando rápido, y masturbar su pene, con más fuerza y vehemencia. Sus gemidos seguían, eran altos y fuertes, también me decía cada cierto tiempo:
-Así papi, así, seguí rápido, no pares por favor. Ya quiero que me des duro, quiero tu pija.
Lo primero decidí hacerlo, lo segundo, aún no. Aunque mi propia pene ya estaba a su máximo nivel de tamaño y dureza, deseoso de entrar en ese ano que estaba siendo penetrado por mis dedos.
Seguimos así unos minutos y luego, al fin, sucedería ya aquello que deseaba ver y sentir.
-Papi, papi, hace más rápido… ya voy a terminar, voy a terminar… – sus jadeos y grititos se intensificaban mientras salían las palabras de su boca.
Obviamente cumpliría su petición y aumente violentamente la velocidad, para que pudiera expulsar todo su semen, era parte del plan del día.
Con el rápido movimiento, pude sentir la contracción de su cuerpo, empezó a arquear la espalda, e iniciaban los espasmos en sus muslos, en sus nalgas y por supuesto en su pene, sus gemidos eran fuertes, agresivos, eyaculaba con fuerza, saltaban chorros de la punta de su mojado pene, sentía el calor de su miembro, y como iba saliendo cada chorro, con potencia, en cantidad, ella seguía manifestando su placer:
-Ah ah, ahgg, si, ahg.
No eran los gemidos usuales de placer, al ser acariciada o penetrada, eran quejidos, los rudos gemidos de alguien que había llegado a un duro y demoledor orgasmo, que evidentemente había alcanzado el clímax que todos buscamos en un encuentro sexual.
Observe las sábanas manchadas, había bastante semen en ella, los chorros que fueron disminuyendo en fuerza se acumularon exactamente debajo de donde estaba su sexo, había expulsado una buena cantidad y, creo que le había gustado.
Sentía que ella se encontraba algo cansada después de eso, su brazos tenían poca fuerza, entonces la moví y la recosté boca arriba, su rostro se veía alegre, estaba con sus ojos cerrados y con una sonrisa.
-Esta vez fuiste vos quien me quitó toda la leche. -dijo abriendo un ojito y mirándome.
Estaba sudando y se veía en su rostro la satisfacción post-orgasmo, había sido un inicio prometedor.
-Creo que era momento de retribuir un poco lo de la otra vez, quería verte terminar.
-Y fue la terminada bebé, sentí que iba a desmayarme.
Seguidamente, cambiamos las sábanas para poder estar más cómodos y me dijo que iría a higienizarse de nuevo (un punto más que a favor es que Rebeca es muy higiénica, bastante limpia y pulcra).
Particularmente yo me encontraba bien excitado por todo lo vivido, ya estaba ansioso porque sea mi turno y poder experimentar un placer intenso, en ese día, deseaba repetir el placer de la anterior vez, pero a la vez experimentar más (cabe aclarar nuevamente, siempre de manera activa, ya que no deseo ser penetrado de forma alguna).
Hasta aquí va la primera parte del relato, que en breve pienso terminarlo, y que narrare la parte más excitante de mi segunda aventura con una transexual.