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La dependienta se había metido conmigo al probador
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Era un martes por la tarde después de comer y yo había decidido ir a comprar algo de ropa aprovechando que ese día me lo había cogido de vacaciones. Además, pensé que a esa hora no habría nadie en la tienda lo que aceleraría muchísimo todo.

Nada más entrar en la tienda me alegré de ver que estaba totalmente vacía. Fui directamente a la zona de caballeros para coger unos vaqueros y un polo y de repente oí una voz detrás de mí:

-¿Le puedo ayudar en algo?

Cuando me giré vi a una dependienta que me sorprendió realmente por su físico: pelo largo y moreno, piel clara, ojos castaño clarito, unos labios carnosos pintados de un rojo intenso… era chica de estatura media, pero si por algo destacaba era por sus enormes tetas. La dependienta llevaba el típico uniforme formado por una blusa roja (que en su caso se había desabrochado bastante dejando entrever el sujetador negro que llevaba), una falda gris de tubo muy ajustada, unas medias negras y unos tacones negros bastante altos.

Tras volver al mundo real le dije amablemente que estaba buscando algo de ropa para probarme. En ese momento me indico donde podía encontrarlo todo y donde se situaban los probadores.

La dependienta se alejó unos metros, pero pude observar mientras elegía la ropa que no paraba de mirarme. Pensé que era debido a que no había nadie más en la tienda y que quería ser profesional para asegurarse una venta.

Cuando terminé de elegir la ropa fui directamente a los probadores y note como ella también venía conmigo.

-Métete en uno de los del fondo. Ahí tendrás más privacidad -me dijo mientras me guiñaba el ojo.

Yo cada vez que miraba a la dependienta no podía separar la vista de sus enormes tetas así que decidí entrar en uno de los probadores del fondo tras darle las gracias.

Los probadores tenían una cortina de tela para tapar el interior pero, como en la mayoría de los casos, no evitan del todo que alguien pueda ver lo que sucede dentro si así lo desea.

Ya dentro del probador decidía quitarme el pantalón y la camiseta para probarme todo de golpe. Mientras me quitaba la ropa no pude evitar ver como la dependienta estaba mirándome desde fuera del probador mientras se mordía el labio. El morbo de ver que la chica estaba viendo como me desnudaba hizo que me excitase aún más si cabía lo que se tradujo en una gran erección que se notaba muchísimo en mis boxers ajustados. Fue en el momento en el que terminé de quitarme toda la ropa que la dependienta entró y dijo:

-Vamos a ver qué tal te queda esa ropa

En ese momento yo me quedé petrificado y sin saber que hacer o decir pero, curiosamente, la erección seguía ahí y se notaba muchísimo.

-Mmm… algo tendremos que hacer con eso, ¿no crees?

De repente y sin decir nada más se giró, cerró la cortina del probador, se puso de rodillas y me bajó los boxers.

Lo siguiente que hizo fue meterse todo mi pene en la boca de golpe. Fue increíble notar como su saliva húmeda y caliente baña cada rincón de mi pene. Estuvo unos pocos segundos pegando su nariz contra mi cuerpo hasta que se separó y abrió la boca para coger aire. Pensé que tardaría más en volverse a meter mi pene en la boca o que pasaría a masturbarme con la mano, pero no pasaron ni dos segundos hasta que se volvió a meter todo mi pene en la boca. La verdad es que tengo un pene con un tamaño normal (unos diecinueve centímetros y bastante grueso) pero nunca había conocido a una chica que fuese capaz de meterse todo mi pene en la boca de manera tan rápida y violenta.

Estuvo un tiempo más hasta que se separó se chupo la mano derecha, escupió directamente en mi pene y me dijo:

-¿Qué pasa? ¿No piensas follarte mi boca?

Tras acabar la frase me guiñó un ojo y se pasó la lengua por el labio superior mientras no dejaba de masturbar y ver mi pene que en ese momento no podía estar más húmedo y empapado de toda la saliva que tenía.

Decidí coger su pelo con mis dos manos y en ese momento, intuyendo lo que iba a hacer, soltó el pene, rio un poquito y abrió la boca todo lo que pudo.

Empecé a follarme su boca de manera salvaje mientras veía como ella había puesto sus manos a la espalda indicándome que podía hacer lo que quisiera con su boca.

Los ruidos que hacía la cabeza de mi pene al chocar contra su garganta no hacían más que excitarme y, para más inri, pude ver que debido a la fuerza con la que nos estábamos moviendo un hilo abundante de saliva salía de las comisuras de sus labios y caían justo en sus enormes pechos escurriéndose por el hueco que había entre los dos.

En un par de ocasiones presioné su cabeza contra mi estómago manteniendo todo mi pene dentro de su boca y dejándolo ahí durante varios segundos. Fue en esos momentos donde la dependienta tuvo que utilizar las manos para separarnos mientras le daba una arcada del esfuerzo y le caía aún más saliva en sus pechos, pero al devolverme una sonrisa lujuriosa intuí que eso le gustaba y que podía repetirlo todas las veces que quisiera.

Tras un rato haciendo esto, ella decidió coger con su mano derecha mi pene y empezar a golpearlo contra su lengua mientras me miraba fijamente. En seguida empezó a lamer y a recorrer con la lengua todo mi pene para acabar en mis huevos donde comenzó a metérselos en la boca e ir alternando entre uno y otro mientras los succionaba y, al mismo tiempo, no paraba de masturbarme con la mano.

No pude evitar mirar que mi pene entero, aparte de estar totalmente empapado por la saliva, tenía un rojo intenso que el pintalabios de la dependienta me había dejado.

Fue en ese momento cuando me dijo mirándome a la cara:

-Córrete en mi boca

Y empezó a masturbarme cada vez más rápido mientras apoyaba la cabeza de mi pene en su lengua.

No tuvo que insistir mucho ya que yo estaba a punto de explotar. En ese momento cerré los ojos, eche la cabeza para atrás y empecé a jadear cada vez más fuerte. Era muy excitante notar que ella aceleraba el ritmo conforme yo aumentaba el número de jadeos.

Cuando ya no pude más solté todo mi semen sobre su lengua. Abrí los ojos rápidamente porque no quería perderme nada de lo que estaba ocurriendo: vi como mi semen cada vez iba llenando más la boca de la dependienta hasta que esta tuvo que cerrarla para que no se le escapara nada. Vi como unas pequeñas gotas salieron de las comisuras de sus labios e hizo un gesto rápido de intentar cogerlo con los dedos. Sin embargo, no fue tan rápida y un poco de semen fue a parar a su falda negra.

Estuvimos un rato en esa posición mientras mi pene no dejaba de tener espasmos por lo que había sucedido y ella no paraba de mirarme mientras tenía la cabeza de mi pene en su boca y esta repleta de semen.

No fue hasta que ambos oímos a alguien entrar en la tienda que se incorporó, movió un poco el contenido que tenía dentro de su boca y se lo trago mientras con un dedo cogía las gotas que se le habían caído en la falda y se lo llevaba de nuevo a la boca. Sin decir nada, abrió la tela que cubría el probador se giró, se agachó un poco y me limpió la cabeza del pene que todavía tenía restos de semen. Al acabar se alejó sin decir nada y pude oír unos segundos después como saludaba al nuevo cliente que acababa de entrar.

Estuve en shock durante unos segundos. Ahí parado con el pene todavía duro, cubierto totalmente de la saliva de la dependienta y dando pequeños espasmos. No fue hasta que oí unas voces que me di cuenta que la tela no tapaba el probador y que yo estaba dentro de este totalmente desnudo. Decidí cerrar el probador vestirme y dejar ahí mismo la ropa que había elegido.

Recorrí la tienda disparado sin parar a ver dónde podía estar ella hasta que llegué a la puerta y la oí decir:

-¿Al final no te ha gustado nada? Si cambias de opinión puedes venir cuando quieras.

Me giré y vi que la dependienta me estaba sonriendo. A los pocos segundos siguió atendiendo a la señora con la que estaba ahora.

Sin saber que decir salí de la tienda. A la semana siguiente me volví a coger vacaciones el martes con la idea de volver a la tienda. Cuando llegué no la vi por ningún lado. Solo pude hablar con un dependiente que me comentó que la chica que antes trabajaba ahí había dejado el puesto. Nunca más la volví a ver.

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