Como bien había comentado en la anterior entrega tanto Erica como Ramón habían marchado para Galicia. Enrique me seguía tomando. Si bien yo tenía mis orgasmos anhelaba la negra polla de Ramón. Era evidente que ese hombre me había vuelto a conquistar en todos los sentidos. No estaba mal con Enrique pero con Ramón era jugar en otra liga.
En mis días de soledad, tenía la facultad de si pensaba en él ponerme cachonda sola. La verdad, es que procuraba no hacerlo pero mi subconsciente no lograba superar tal asignatura y al final si no era de una forma lo era de otra y aparecía en mis sueños. Y es que un día me desperté terriblemente mojada por su culpa. Me vestí y fui al trabajo como si nada. Papel aquí, papel allá, el estrés… eso calmaría mi calentura.
-Karen… vienes a almorzar?
-Ohhh… no. Tengo mucho trabajo…
Pero no podía más. A cada sello, archivo u orden de mi jefe ponía la atención debida pero luego me volvían a asaltar tales pensamientos.
Abandoné mi mesa y me fui al baño metiéndome con urgencia en cualquier cubículo al uso y le mandé un mensaje.
-"Voy cachonda perdida, Ramón. No puedo más…".
Levanté las faldas de mi vestido, me quité las bragas y comencé a tocar mi encharcada almeja ya así desde antes de haberme despertado notando estaba completamente impregnada de flujo.
Recibí un mensaje suyo de inmediato. Era evidente siempre estaba pendiente de mi. En ese mensaje salía vestido con una camiseta blanca de manga corta erecto perdido. Estaba de pie y sus negras manos las apoyaba en la cintura exhibiendo sus cerca de 20 centímetros de verga dura como la piedra. Sus negros huevos estaban tensos y duros por la excitación. En la mano derecha colgaban sus calzoncillos blancos como la cera.
Me sonreía desde la foto mirándome a la vez con cara de deseo.
-"Te gusta, amor? Mira como me pusiste el otro día…".
Eso aceleró tanto mi calentura que mi móvil cayó al suelo. Lo recogí y le respondí.
-"Ohhh, qué guapo estás, Ramón…".
Seguí acariciando mi clítoris lentamente y metiéndome los dedos por mi vagina hasta que me corrí en tan solo dos minutos para volver a mi rutina. Oir entrar y salir gente en el baño me daba un plus de excitación. Esa corrida había aplacado mi ansiedad y deseo por ese hombre sin duda.
Cuando subí mis bragas noté la fría humedad de las mismas en mi coño de forma un poco desagradable ante lo cual di cuenta de lo cachonda había acudido a mi trabajo. Las había dejado inservibles.
Ya casi a la salida volví a pensar en él pero me quedaba poco para llegar a casa. Seguía estando deseosa de Ramón y excitada perdida.
Monté en mi coche y me asaltaron obscenos pensamientos, tales aquella vez me cogieron esos cazadores que aplacaron amablemente mis calenturas junto con Enrique en el primer capítulo de esta nuestra serie. Pero no quería se repitiera esa escena bajo ningún concepto porque me había sentido sucia en el fondo rodeada de 5 hombres como salvajes.
Por el camino comencé a pergeñar mi plan estando sola en casa.
Entré y dejé las llaves en mi recibidor toda ansiosa. Me duché y maquillé para él. Me pinté las uñas y me peiné para la ocasión. Conforme decoraba mi cuerpo iba poniéndome más y más cachonda.
Mis piernas las adorné con unos ligueros blancos y mis grandes pechos con un sujetador de encaje y saqué mi vibrador poniéndome sentada en una silla delante del espejo de mi habitación. Ese mismo espejo en el que había observado en el anterior capítulo como Ramón me tomaba de forma fuerte y varonil. Noté hacía una temperatura un poco baja y puse una estufa de resistencias delante de donde me iba a sentar para que así templara mi coño.
En frente del espejo situé mi móvil para grabarlo todo. El solo pensar le iba a mandar esas imágenes a Ramón me puso muy cachonda. Si. Iba a ver como me masturbaba pensando en él. Lo tenía decidido. En ese interín escribí unas cuantas frases en un papel que eran las que le iba a decir a Ramón.
Dejé todo lo que estaba haciendo y me dispuse a ver la televisión para distraerme. No era cuestión de correrme en un minuto porque estaba convencida de que con solo acariciar mis pechos me iría como una perra y cuando estuve preparada me senté en esa silla.
Tampoco con esas contramedidas tenía muy claro lo que iba a durar.
Me puse delante del espejo y abrí mi concha para que Ramón viese lo rosado de ella en mezcolanza con las tímidas canitas de mujer madura adornaban mi concha. Metí mis dedos con mis rojas uñas. Cuando los sacaba hilillos de flujo colgaban de ellos y lubriqué mi ano y clítoris. Gemía como una loca mirándome y observando como mi móvil grababa esa escena para Ramón en el espejo. Saqué mis grandes pechos quedando colgando por encima de mi blanco sujetador y los estimulaba con mis dedos. Mis pezones y aureolas tornaron duros y más oscuros debido a la excitación. Lo caídos de los mismos y su gran tamaño me otorgaban la ventaja de poder alcanzar mis pezones con mi boca y me los chupé mirando a Ramón diciéndole.
"-Mira, Ramón. Mira que pedazo de tetas. Estas son unas buenas tetas de mujer. Son tuyas para siempre… y quieren polla!!".
Nunca había hecho eso para él y me sentía muy furcia. Eso me alteraba por completo y todo me daba vueltas en un instinto primitivo y lejos de toda ética y moral. Puse en marcha mi vibrador y comencé a susurrar el nombre de Ramón diciéndole frases bonitas y cariñosas metiéndomelo hasta el fondo de mi concha, rozando mi ano con mis dedos ya visiblemente encharcado y pensando era su verga. Tensé al máximo los músculos de mi vagina y atrapé ese consolador sin que se escapara de mi coño para poderme tocar mis tetas, cuello y piernas con mis manos. Estaba terriblemente excitada.
Por unos segundos pasó por mi cabeza nuestro anterior encuentro de hacía unos meses y de como Ramón, había dejado mis cántaros chorreando de su caliente y espeso esperma como bien narré en mi anterior capítulo. Parecía mentira de ese hombre de color brotase una semilla tan blanca como la leche.
Pensé que diría mi novio Enrique también si me viese así como una salida pensando en Ramón. Pero lo olvidé enseguida. Al fin y al cabo él estaba igualmente satisfecho conmigo y consentía Ramón me hiciese el amor delante de él y yo se follara a esa perra negra mujer de Ramón.
Tuve que parar un poco. A mis 46 años ya sabía muy bien cuando podía o no podía irme y lo controlaba a placer. Si hubiese seguido tan descontrolada en 2 minutos hubiese acabado el video y quería hacerlo más largo para él. Saqué mi vibrador y abrí lo máximo posible mi encharcado coño acercándolo al espejo para que él pudiese observar un primer plano. Una vulva sana, húmeda, rosada y rodeada de pelitos emergía de entre mis piernas debajo de un pubis recortado pero no afeitado. Subí mis uñas perfectamente pintadas y le enseñé mi clítoris. Unté mis dedos con saliva y lo empecé a acariciar mientras con la mano izquierda penetraba en mi encharcada vagina cosa que no fue nada difícil. Logré meter tres dedos y luego hasta cuatro ensanchando al máximo mi coño para que alcanzara a ver su interior dispuesto para él. Le dije:
"-Esto es tuyo, amor… mmm mmm!!! Vas a venir a buscarlo???". Le dije sacando mi mano de un coño ancho y abierto al máximo.
Definitivamente apagué mi vibrador porque en segundos pensé no iba a hacer falta. No sería así.
A esas alturas ya me había separado del espejo y estaba otra vez de cuerpo entero dispuesta para él. Para mi negrito.
Le mandé un besito guiñándole el ojo izquierdo.
En el espejo vi como la parte inferior de mi silla justo debajo del agujero de mi culo estaba totalmente húmedo de mi esencia de mujer. Porque si. Me sentía una mujer aún de esa traza instintiva y desvergonzada.
"-Estoy segura que a estas alturas ya te la habrás sacado viéndome, Ramón… ánimo, campeón córrete mirándome…".
Decirle esas cosas me ponía aún más cachonda. Señalar que pese a que soy una mujer muy visual lo que más me excita es lo que me dicen y digo en la cama.
-"Uhhh… mi vibrador, Ramón. Voy a cogerlo…".
Volví a encenderlo y me senté encima de él situándolo entre los mofletes de mi culo para que mi ano sintiera su fuerza y toqué ese agujero rebosante del flujo de mi coño.
-"Mira, Ramón… ves como estimulo mi segundo agujero…?". También es tuyo. Te gusta? Eres un hombre precioso. Te quiero…".
-"La próxima vez me lo tocarás y chuparás, cariño. Eso me gusta mucho…".
Era cierto. Que me tocaran el ano e introdujeran sus dedos lentamente y bien lubricado siempre me daba un plus de excitación. Pero ese vibrador me estaba poniendo a cien junto verme reflejada en el espejo.
El temporizador de grabación del móvil iba ya por 10 minutos por lo que definitivamente me iba a correr.
"-Voy a correrme en un ratito, amor. Espera un poco y me ves. Es para ti, ehhh. Solo para mi negrito.".
Mojé mis dedos en mi boca, me toqué el cuello y mis pezones y una electricidad bajó desde mi nuca pasando por mis pechos y estómago para alojarse en mi coño y piernas. Me estremecía sin remedio mientras ese vibrador estimulaba el orto de mi culo como un loco.
-"Mira, lo que hace tu chica…".
-"Ohhh… Ramón… me corro… Raamooon. Te quiero…".
-"Ahhh…".
Mi pelvis comenzó a moverse mientras acariciaba mi clítoris más rápido y me fui metiendo mis dedos en el coño.
En el espejo pude observar como las puntas de mis pies se retraían y estiraban de forma automática y sin control. Señal inequívoca de que me había corrido como una perra.
Tardé unos segundos en reponerme. Para entonces mi vibrador seguía funcionando. Lo saqué de entre mi culo y lo apagué dejándolo encima de mi mesa. Estaba totalmente empapado.
Le di un besito de despedida a Ramón y le dije…
-"Te ha gustado? Tontito?".
Repuesta de semejante corrida me puse una bata, recogí mi vibrador, desconecté el calefactor puesto que ya iba abrigada y vi el video en el salón tomándome un café. Había ocupado 15 minutos. Los suficientes para que Ramón se masturbase llegado el caso con él. El video era muy pesado por lo que abrí mi portátil y se lo mandaría por Hotmail. Así lo hice y se lo envié.
Miré mi reloj. Eran las 17.30. Había quedado en casa con Enrique para tomar un café a las 18.00 h y no iba a cambiarme porque seguro estaría deseoso de follarme después de una semana sin vernos. Solo sería quitarme le bata y así vestida hasta el coño lo llevaría ya lubricado para él después de la corrida en el trabajo y con el vídeo de Ramón. Qué día… oye!!!
Como bien imaginaba tocaron al timbre y era Enrique con un gran ramo de flores.
-Hummm… ramo de flores eso es que viene con ganas. Pensé.
-Hola, Ramón. Qué ramo más bonito le dije toda acaramelada.
-Y tú? Que haces en bata?
-Ven, pasa, corazón.
Me quité mi bata que cayó al suelo y Ramón pudo observar mis grandes tetas de mujer madura con mis ligueros blancos y sin bragas.
-Asi? Te gustó?
-Ufff… pareces una caja de bombones…
Se puso totalmente ansioso y comenzó a tocarme los pechos y besarme como un loco.
-Aguarda, amor… primero voy a poner las flores en remojo. No querrás se estropeen verdad?
Cogí de un aparador el mejor jarrón tenía, lo llené de agua y dejé las flores en la mesita del salón junto a mi albornoz en el que había metido mi móvil sin darme cuenta.
-Ahora… ya estoy lista. Quieres, tontito? Ven.
Lo cogí de la mano y me senté en el sofá. Quité su cinturón y desabroché el primer botón de sus pantalones tanteando a través de ellos la erección de su verga a punto de caramelo.
-Ohhh… ya está tiesa? Me dejas ver? Otro botón más, otro… otro… y ahora toca tu bóxer…
De ese bóxer brotó una polla enorme a mitad de erección que metí en mi boca para ponerla como una tabla…
Costó poco esa verga se pusiese tan dura como para mirar al techo. Estaba en el momento justo de penetración a 45 grados. Repleta de venas y con unos cojones duros y a punto de reventar.
-Uhhh… qué dura la tiene mi chico… no te habrás tomado alguna Viagra antes de venir?
Enrique no padecía de disfunción eréctil pero de vez en cuando si tenía ganas de mucha fiesta se tomaba una puntita de Viagra eso le ayudaba a estar más entonado y durar más.
-Si, un poco.
-Ya lo veo, ya…
Ese rabo estaba enorme, limpio y perfumado. Chupar ese tipo de pollas grandes, limpias y dispuestas era una maravilla. Un hombre de verdad tiene que ser limpio con su mujer.
-Espera un poquito, amor…
Fui a mi habitación. Mis tetas iban de lado a lado y volví con una regla. Tragué varias veces su verga y la medí.
-Uhhh… 19 centímetros hoy… Vas que no puedes más, verdad Enrique? Le dije sopesando el tamaño de sus huevos.
-Y vaya huevos llevas hoy de cargados, amor. Se nota esta semana te has hecho pocas pajas. Ahora los descargarás. No preocupare.
-No me he hecho ninguna, Karen.
-Hummm… ya lo veo. Si te vas a correr avísame ehh? Que hoy vas a descargar un montón.
Engullí su polla varias veces hasta la mitad. Enrique jadeaba como un perro pero el móvil que había dejado en mi albornoz vibraba a cada minuto. Me dije…
-Buf!! Este es Ramón que ya ha visto el video…
Me estaba taladrando a mensajes y yo con la polla de Enrique en mi boca.
-Quién te manda tantos mensajes, amor?
Dijo Enrique entre sollozos.
-Será Ramón que últimamente anda muy pesado. Pero primero mi chico. Que hoy va muy justo. Le respondí.
-Eso me pone muy cachondo, Karen…
-Hummm!!! Así que te gusta compartir a tu chica, ehhh?? Qué obscenos sois los hombres… Qué grande está.
-Te gustó compartirme con Ramón como en el segundo episodio, eh?
Le dije jugando con su verga en las manos.
-Si, amor…
-Sabes que llevo un día cachonda perdida?? Menos mal has venido que si no…
Su verga cada vez estaba más dura. Repleta de venas palpitaba sin parar y sus huevos cada vez se hacían más pequeños. Sin duda alguna repletos de semen le debían estar doliendo de la presión.
-Como llamaremos a tu primer espermatozoide salga, Enrique? Le dije mientras agitaba su polla en mi mano llena de mi saliva.
-Vamos campeón… córrete en mi cara que te quiero un montón…
Enrique ya no valía para nada. Se iba a ir de un momento a otro. Sin remedio.
Suspendí mi mamada y dejé esa tremenda verga dura y recta como una tabla palpitante sin control.
-Ya, amor…? Venga, campeón. Que tienes que estar sufriendo. Alíviate en mi cara.
Ramón cogió su terrible pene y en tres subidas y bajadas eyaculó en mi cara todo el contenido de sus huevos.
A la vez, en mi móvil vibraba un mensaje.
El primer chorro de esperma salió disparado dándome en una mejilla para salpicar mi nariz y los tres subsiguientes con menos intensidad bañaron toda mi cara de esencia de hombre. Iba perdida.
Gemía como un orangután.
En realidad, lo que son los hombres, simios sin remedio luego me refrotó su verga por la cara extendiendo su semen como si fuera un pincel en un cuadro abstracto.
-Cómo te gusta, amor…!
Una vez acabado besé su polla y absorbí sus últimas gotas y le dije.
-Mira. Te la dejo bien limpia. Como has venido…
Fui al baño a limpiar mi cara y acto seguido cogí mi móvil. En el había una foto de Ramón con su verga y huevos llenos de esperma. El mensaje marcaba la hora justa se había corrido Enrique en mi cara. En el pie de foto ponía…
-Cómo me has dejado con tu video, Karen…!!!
Olvidé a Ramón y me senté besando a Enrique que yacía con su verga de lado ya a media erección y me dijo…
-Cómo me has dejado, Karen…!!!
Por unos segundos me fui a la cocina y reflexioné…
-Cómo puedo querer tanto a dos hombres a la vez. Me veía en el psicólogo, sexólogo o profesional del ramo.
La quinta parte de esta historia aún se complicaría más… y a Enrique esa misma tarde le iba a contar algo que ya sabía.
Os ha gustado?
Continuará…