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De día una dama y de noche toda una gatica
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Esa mañana como de costumbre encendí mi vehículo para ir al trabajo, cada día contaba con esa misma rutina que ya me sabía de memoria; pasar por el colegio a llevar a los niños, dejar a Karla mi vecina, en su trabajo la cual me pedía el aventón todas las mañanas; yo por supuesto no me negaba a llevarla Y finalmente llevar a mi esposa a su trabajo para luego yo dirigirme hasta mi trabajo. Karla era una chica con un trasero hermoso, contorneado casi que un perfecto redondo, de un 1.68 de estatura aproximadamente. De cabellos largos color azabache y una linda piel morena que a mi por demás me encantaba. Ella siempre se perfumaba muy divina y cada día usaba un aroma diferente porque así yo lo notaba cuando se incorporaba al vehículo.

Todo por demás transcurría de lo más normal hasta que un buen día mi amigo Andrea Jesús me invita a su departamento a pasar un rato y a platicar y saber de cómo van las cosas. Ya saben, Unas cervezas, pasapalos, unos cigarrillos y buena música al fondo para un rato agradable y cambiar un poco la rutina diaria del trabajo, el tránsito y relajarnos un poco la vida.

-Oye Manuel! -me comenta Andrea Jesús.

-Desde cuándo no tienes una aventura por allí? Desde cuándo no arrojas una cana al aire? Me insistió.

-Tengo tiempo amigo mío, con eso de trabajar a diario y el asunto de los hijos y el hogar, ya me he apartado de esos ratos. Le respondí.

-Pues déjame contarte que en días pasados estuve en una reunión con unos amigos que organizaron un rato para divertirnos y allí contrataron unas chicas prepago o escort en una de esas empresas y/o números telefónicos que te envían a esas chicas hot que te complacen un mundo. De verdad me encantó porque entre ellas había una morena, la cual no supe su nombre, pero no me importó porque me la gocé como no tienes idea. -Me dijo.

Pero lo mejor fue que mi amigo colocó cámaras escondidas en las habitaciones y en la sala para grabar y tomar fotografías de las chicas y yo tengo unas.

-Te las muestro? -Me preguntó con tono sonriente.

-Ok Está bien, quiero verlas. -Le dije. No perdía nada con mirar, pensé.

Allí pude ver los videos de todo lo que se grabó en esa fiesta y de verdad luego de mirar pude concluir que fue una verdadera fiesta.

Chicas desnudas bailando, con los pechos al aire, algunas con antifaz en sus rostros y otras tan sólo se dejaban llevar en el ambiente promiscuo de la fiesta.

Pero de todo ese relajo, me llamó la atención una chica morena con un pompis del carajo, levantadito, apretadito, y unos pechos lindos que parecían unos melones de mediano tamaño. Detallé con calma y cuál fue mi sorpresa: Karla mi vecina aquella que yo todas las mañanas le doy el aventón a su trabajo!

Qué sorpresas tiene la vida! Pensé.

No quise comentar nada a mi amigo Andrés pero me sentí intranquilo con mi descubrimiento. Pero dentro de la tertulia se me ocurrió la gran idea de preguntarle como contactar aquellas chicas que prestaban ese servicio prepago a domicilio.

Yo a diario al mirar a Karla la imaginación se me hacía volátil y sin querer imaginaba su trasero desnudo todo carnoso y sus curvas muy contorneadas frente a mí. Algunas veces me masturbé pensando en el cuerpazo de esa mujer que por demás está decir, toda una diosa de carne y huesos.

Mi amigo Andrés me consiguió el número telefónico de la agencia escort, lo guardé en el bolsillo para luego grabarlo en mi celular.

Estuve toda una semana planeando cómo hacer para yo contratar a esta morena con el culazo más llamativo de mi vida. Pienso que ya se tornaba en una fijación mi atención hacia Karla. Mientras eso sucedía, yo cada mañana le volvía a ver temprano y la subía al coche para llevarle a su trabajo, además olía su perfume y verdaderamente, luego de saber que ella prestaba esos servicios, en las noches me iba al baño y me daba una masturbada antes de bañarme pensando en su trasero, en sus tetas, en su vagina y en todo su cuerpo porque me imaginaba haciéndole el amor y me robaba una erección cada vez al pensarla de la manera que yo lo hacía o simplemente me desquitaba cogiéndome a mi mujer de una manera intensa pero con la imagen y deseo por Karla.

Finalmente tuve el ánimo de llamar y así lo hice. Todo nervioso, pero tenía que hacerlo.

La contestadora respondió:

-Buenas tardes! Usted se ha comunicado con “Escort…”. Si es cliente habitual, por favor marque su código de acceso. Caso contrario, espere en línea por favor.

Guardé silencio y esperé tal como me lo señaló.

Finalmente me respondió.

-Buenas tardes! Le habla Sofhía R… en qué podemos servirle?

-Aló buenas tardes! -respondí con voz un tanto fuerte para tratar de esconder mi nerviosismo.

-Está interesado en nuestros servicios? Me reiteró preguntándome.

-Si señorita estoy interesado en saber y conocer de ustedes y si es posible afiliarme al servicio exclusivo que ustedes ofrecen. -Le respondí con voz seria y con la seguridad que debía demostrar.

-Perfecto, por favor me señala su correo electrónico, nombre y apellido y número de celular por favor? La información que le solicito es tratada con total confidencialidad caballero. -Me indicó.

Accedí y le di toda la información requerida y ella me manifestó que me enviaría información sólo de mi interés al correo electrónico con los detalles de la afiliación y una copia digital de contrato de confidencialidad que debía leer detenidamente, llenar dicho formato, imprimirlo y firmarlo con todo lo que allí se me solicitaba. Luego escanear todos los requisitos incluyendo mi tarjeta de crédito de querer afiliarla al servicio para pagar con ella.

Al término de una semana, entre requisitos, escaneos y lectura de documentos, finalmente era yo un socio de la agencia. Ahora me tocaba a mí dar el gran paso: Solicitar los servicios de la amiga Karla. Para ello me dirigí al website que me indicaron y con mi número de clave y acceso allí pude ver el catálogo de lo diverso que era el servicio: Chicas morenas, blancas, rubias. Incluso había servicio para damas con los hombres de diferentes tipos y formas, además de sexo diverso inclusive.

Buscando yo entre las chicas morenas, allí estaba ella, mi Karla mi tan deseada y soñada Karla. Supe que era ella porque demás está decir que dentro de la confidencialidad se encuentra el detalle de proteger la identidad de las “escorts” que allí se observan. Pero yo a mi favor tenía algunos detalles que conocía de ella como su cabello, además de un lunar en su hombro derecho el cual en algunas oportunidades se lo observé debido al uso de algunas blusas descotadas que lucía. Los distinguí en su cuerpo en las fotos de presentación. No cabía lugar a dudas; era ella.

No quedaba más que hacer la reservación, ingresé a la web, realicé todo el protocolo de solicitud y como fetiche sencillo el cual ella podía cumplir era que llevara un antifaz en su rostro, esto con la idea de yo también colocarme uno ya que si ella me reconocía de inmediato, tal vez no querría estar conmigo, imaginé.

La habitación en un lujoso hotel de la ciudad se prestaba para yo ver realizada mi fantasía con aquella hermosa mujer.

La luz de la habitación la gradué un tanto tenue y una botella de vino rosado que solicité y un ramo de rosas rojas eran parte del encanto de aquella decoración sublime que se hacían cómplice de mi amoroso y erótico plan de seducción.

Sonó la puerta de la habitación y me apresuré abrir despacio tratando de no mostrarme nervioso e inquieto.

Allí estaba ella, Tal como la imaginé, cabellos largos, su piel morena. Lucía un vestido rojo turquesa que le llegaba hasta las rodillas, un perfume de aquellos que olía yo al ella subirse al coche, y por supuesto el antifaz que le cubría algo de su rostro pero que sin lugar a dudas me dejaba reconocer aquel su lindo rostro.

-Hola corazón, buenas noches aquí estoy! Me habló con aquella voz tan sensual que obvio, era parte de su presentación.

-Buenas noches señorita! Pase adelante por favor. Le dije con voz caballerosa y muy varonil.

–Ponte cómoda! Le dije.

Le serví una copa de vino y de inmediato me senté frente a ella e intenté comenzar una plática para romper el hielo. Era indiscutible que yo sólo quería cogérmela, llevarla al lecho de amor y hacerla mía finalmente.

Por cierto no les había comentado que en su perfil de la página de citas, ella se hacía llamar “gatita salvaje”.

-Llámame John! -le dije.

-Yo gatita salvaje, dime gatita. Me encanta ese nombre y cuando estoy con mi amante me gusta que me lo mencionen te diré.

-Ok, lo tendré en cuenta… “gatita”.

Coloqué algo de música de fondo, le serví nuevamente más vino en su copa y le dije que si quería ir al baño, le señalé por donde.

-Ok gracias -contestó ella.

Se me acercó con aquel cuerpo de diosa hermosa y me extendió la mano y me dijo:

-Bailamos?

Tomé su mano y nos juntamos suavemente cuerpo a cuerpo muy sutilmente pegaditos, ella recostó su rostro de lado sobre mi pecho y bailamos. Pude oler su cabello azabache y en un profundo suspiro inhale el aroma rico de su cabellera. Pasé mi mano sobre esos cabellos y los acaricié. Ella se permitió pasar sus manos sobre mi pecho y ambos allí comenzamos a calentarnos y a entrar en materia.

Ambos con nuestros respectivos antifaces nos acercamos y comenzamos a besarnos tiernamente, al menos eso hacía yo. Unos labios carnosos sensuales y que poco a poco comencé a saborear más a profundidad. De repente mi lengua quiso abrirse paso a través de ellos y no sentí impedimento alguno al hacerlo.

Bajé mis manos detrás de ella toqué donde siempre había querido: ese hermoso y monumental culo, esas nalgas de ensueño que me habían robado varías pajas en el baño de mi cuarto.

No era un sueño! no estaba dormido imaginando eso, era muy cierto, era yo quien la manoseaba, la acariciaba, olía su cabello y la tenía apretada sobre mi pecho.

-Qué hermoso trasero tienes “gatita” se siente rico. -Le susurré tiernamente al oído.

Ella casi de inmediato dejó escapar un suspiro muy romántico en señal de que le gustaba y denotaba que ya entraba en calor.

-Aaah! Gracias corazón, disfrútalo. Es todo tuyo ahora, gózalo y hazme tuya. -Me contestó con voz erótica.

Yo ardía en llamas, pero sabía que no podía darme el lujo de acelerar el proceso, por el contrario; quería que fuese toda la vida, que el tiempo se detuviera, que se perpetuara ese momento.

Seguidamente se dio vuelta, aproveché y le acaricié su cuello por detrás y aparté su cabellera hacia un lado para seguir con mis labios tocando esa parte de su cuerpo al momento que degustaba el aroma de su piel. Ella bajó su mano derecha hacia mi entrepierna y de inmediato tocó lo que parecía una montaña, un bulto, una enorme y gran pija que como un león enjaulado se mantenía allí y que quería salir a comerse esa “gatita”.

-Qué dura y grande la tienes corazón, la quiero ver! -Me dijo.

Oír eso permitió que yo gesticulara:

-Ohhh! También mi pija es para ti esta noche corazón, mi gatita, toda tuya.

Desabotoné su vestido y suavemente se lo quité y lo dejé caer sobre el mueble donde minutos antes ella había estado sentada. Pude ver con más detenimiento su esbelto cuerpo. Sus curvas, su contorneado y hermoso trasero quedó ante mí. Sus piernas lindas y al darse vuelta quedaron ante mi sus enormes pechos, firmes como ningún otro, los cuales traía al aire libre sin brassier.

Ella por un momento modeló para mí, dio una vuelta para que le mirara todo su cuerpo que tan sólo era cubierto por una diminuta y sensual panty color roja. Se acercó a mí y me tomó las manos y las colocó sobre sus pechos y me dijo:

-No tengas pena, acarícialos, son tuyos ahora. Bésalos corazón.

Yo sin perder tiempo me llevé un pezón a la boca y comencé a succionarlo, a tragarlo, me pasé al otro pecho no menos hermoso y también lo chupaba, lo saboreaba mientras ella desabrochaba mi correa de pantalón y yo a la vez me quitaba la camisa para quedar finalmente en cueros.

Una vez desnudos los dos, la tomé de la mano y la llevé a la cama. Allí la acosté y le pedí que se diera vuelta. Para que quedara todo su culo, su enorme pero hermoso y monumental trasero hacia arriba.

Posé mi cara sobre su trasero y comencé a besar sus delicadas nalgas, que lindas son. Morenas color canela clara, contorneadas totalmente. Ella ya excitada por mis caricias dejaba escapar un susurro cada vez.

Tomé ambas nalgas y las aparté una de la otra para finalmente dejar al descubierto aquel tesoro hermoso: su delicado y hermoso culo, ese orificio anal, esa delicada puerta trasera, se veía virginal y apretadito aún, no parecía haber sido penetrado, pues; ese hermoso culo se dejaba ver ante mí.

Posicioné mi lengua allí justo en medio de el y comencé mi tan deseado trabajo de lubricación anal. Lo succionaba, lo chupaba, lo lamía todo goloso, mientras ella se tambaleaba y jadeaba por tan ricas caricias.

Mi saliva comenzó a bajar, a escurrirse hacia su vagina, la cual se podía ver expuesta también como una flor con sus hermosos pétalos.

Mientras lamia, mis dedos se hicieron sentir y comencé a tocar sus labios vaginales y a introducirle primero un dedo, luego dos y así jugueteaba con ella. Además alternaba, penetraba su coño y su ano a la vez. Con mi pulgar introducido en su culo, aprovechaba y penetraba su vagina con mi dedo índice y también el medio; los cuales, en un solo movimiento los movía y podía sentir la sensación de ellos juntarse a través de su piel la cual separaba ambos orificios.

Por supuesto mi “gatita” toda chorreada por mi saliva y también por sus jugos vaginales se movía y toda excitada me pidió que la cogiera, que finalmente la penetrara ya que estaba muy caliente y excitadísima.

-Cógeme corazón, hazme tuya, cógeme con tu enorme pija. Lo deseo papi! -Susurró.

Yo caliente al máximo y con ese miembro hinchado hasta más no poder a punto de dolerme, me posicioné encima de ella. Le tomé por su cintura y la atraje hacía mi y la dejé en cuatro. Ese descomunal y hermoso culo estaba a mi entero placer allí justo delante de mí, a punto de enterrársela.

Tomé mi pene con mi mano y se lo pasé por la puerta de sus hermosos labios vaginales y abrí la puerta hacia la gloria. Caricia que por supuesto me hizo ganar otro gemido de parte de mi hermosa gatita la cual “maullaba de placer”.

Al fin se lo introduje, mi glande comenzó a perderse dentro de su cavidad vaginal. Despacio, poco a poco fui agregando milímetro a milímetro, centímetro a centímetro esa carne, ese tolete que ella había acariciado momentos antes.

-Aaaah siiii amor dámelo todo, qué rico papi! -Gritaba ella.

Sus cabellos esparcidos por su espalda los junté con mis manos y los tomé con mi mano derecha y los halé hacia mí y levanté su cabeza la cual tenía recostada sobre la cama. Ella colocó sus brazos y manos de manera que quedó en una perfecta posición de “cuatro” y allí aproveché y le tomé por su cintura y empecé a realizar movimientos de cintura; atrás y hacia delante con mi miembro dentro de su orificio en perfecto movimiento. Parecía un pistón de motor de un cilindro trabajando sincronizado sin parar.

Por supuesto, aquella escena se tornaba caliente y a punto de erupción. Ella me pedía de todo.

-Dame duro!

-No pares!

-Hazme acabar corazón!

-Que rico!

-Dame así! -Jadeando y contorneándose frenéticamente.

Yo a punto de acabar, próximo a depositar todo aquel torrente de semen, de leche que se contenía a montón sólo para mi “gatita salvaje”, para mi hermosa Karla; y que sin ella saberlo, yo su vecino Manuel la cogía como loco frenético.

Los movimientos se hicieron incontrolables, los gritos, susurros y jadeos de ambas partes predecían el final. Desenlace que terminó cuando saqué mi pene y comencé arrojarle por toda su espalda, por el culo, sus nalgas y su cintura mi leche caliente.

Ella entre gemidos y susurros se movía sobre las sábanas blancas de aquella cama silente que sirvió de escenario para desahogar y terminar con mi agonía al coger a Karla.

Juntos al fin los dos aún jadeantes y un tanto sudorosos nos acostamos y descansamos un poco. Hablamos y de repente nos pusimos frente a frente y ella; sin pensar, me quitó la máscara que hasta ese momento era mi anonimato, mi artilugio, mi cómplice en esa trama erótica y sexual.

-Hola vecino Manuel!

Yo quedé boca abierta y sin poder gesticular palabra alguna. Quedé mudo, no sabía qué decir.

-Desde que entré a la habitación te reconocí, pero quise seguir tu juego. -Me dijo ella.

Yo también le quité su máscara y le llamé por su nombre.

-Karla, hola -le dije.

-Manuel, eres un león en la cama, me encantó la cogida que me diste. -Dijo sonriente y me besó.

Correspondí a su beso y otra erección cobró vida de inmediato.

Comenzamos a coger nuevamente.

Saludos y gracias por leer mis relatos.

Atte.:

Profelocutor

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