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Con Joaquín y José conocí de tríos
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Vivo en una ciudad urbe en donde las noches son interminables y sobre todo los fines de semana. Trabajo en una empresa de diseño de modas ya que estoy graduada en ello. Llevaba ya 6 meses laborando y ya había hecho amistades y no me era difícil ya que soy jovial y de mente amplia y me permito tener amistades para no tener que aburrirme y poder conversar con alguno cuando así lo desee.

José y Joaquín son dos amigos que recién conocí y que trabajaban en el mismo edificio en donde yo estoy trabajando. Era fin de semana y nos conseguimos temprano en la mañana, recién iniciando las labores de ese viernes en el ascensor.

-Hola Joaquín, José como han amanecido hoy? qué gusto verles! Están muy guapos hoy. -Les dije con una sonrisa en el rostro.

Era indudable que ambos hombres eran unos mangazos de lo rebueno que estaban. Atléticos, José con una barba baja pero que le lucía muy bien y Joaquín con unos ojos verdes y cabellos claros que cualquier mujer no dejaría de verlo.

-Hola Ana -me respondió José y me dio un beso en la mejilla.

-Qué linda estás hoy -respondió Joaquín para continuar con el saludo. Igual me abrazó y pude oler su perfume varonil que me dejó encantada.

-Qué vas hacer esta noche? -preguntó José.

-Déjame decirte que no tengo planes para esta noche. Tal vez me quede en el apartamento y veo una peli y me como un helado. -Les respondí!

-Te queremos invitar a un lugar en donde podemos bailar y disfrutar un rato. Venga, anímate y nos relajamos un rato. -Exclamó Joaquín.

-Ok. Está bien, pero me prometen que regresamos temprano? No quiero trasnocharme porque amanezco con unas ojeras del carrizo. -Les dije.

Finalmente llegamos al piso donde trabajamos y nos despedimos con una sonrisa y besos y cada quien a su oficina.

Ya en la noche, en mi apartamento me eché un baño y me arreglé mi cabello y saqué un vestido rojo muy lindo y mis zarcillos pequeñitos una pantis muy lindas y sexys color rojo para hacer juego con el vestido.

Sonó el timbre, eran José y Joaquín que al verme al yo abrir la puerta quedaron boca abierta y sin palabras al verme toda vestida y maquillada.

-Pero no se queden allí como estatuas y digan algo. ¿Cómo me veo? -Pregunté.

Al fin reaccionó Joaquín y me dijo:

-Muy linda, hermosa, qué hermosa! Lindísima mujer.

Por su parte, José me veía de arriba abajo como queriendo desnudar aquel monumento ya que su mirada iba más allá de una simple admiración por tanta hermosura.

Finalmente tomé mi cartera de mano y nos fuimos.

Tomamos un taxi y al cabo de 15 minutos estábamos en la puerta del edificio donde estaba el lugar nocturno que pretendíamos visitar.

Entramos y ocupamos una mesa cerca de la pista de baile. Pude detallar lo bonito del lugar, con unas luces bajas pero se podía mirar todo el lugar.

Pedimos unas copas de vino Excepto José que pidió un whisky doble. Comenzamos a platicar de nuestras vidas y así repetíamos y llenábamos nuestras copas una y otra vez.

José me invitó a bailar y con gusto accedí.

Una melodía suave un tanto romántica. Me tomó en sus brazos y me apretó hacia él y quedé muy pegadita a su pecho y sentí que podía oír su corazón latir. Al principio, un tanto nerviosa pero a lo largo de la melodía me relajé y pude seguir el ritmo de sus pasos. Me dijo al oído casi susurrante:

-Eres una mujer linda! Extraño que no tengas novio! -Y sonrió.

-Mas que extraño, no he tenido tiempo desde que llegué a mirar algún chico que me pueda cortejar -le respondí.

-Déjame decirte que me gustas mucho. Tu perfume me transporta y tus cabellos azabaches me fascinan, -me dijo con aquella voz casi sensual y varonil. No pude evitar sonrojarme por sus halagos.

Me dejó sin palabras y sólo atiné a decirle un tanto tímida:

-Gracias!

Volvimos a la mesa y pedimos otra ronda de tragos, además unos pasapalos.

Joaquín al oír una salsa sonar me miró y me dijo:

-Bailamos?

-Si, por supuesto. Me gusta la salsa.

Joaquín todo un bailador acompasado, no me fue difícil seguirle.

Sus manos se deslizaban por mi cintura y me arrojaba contra su pecho de vez en cuando. Me encantó como bailaba y deseaba que no parara la melodía ya que empezaba a sentirme excitada por aquellos movimientos y su forma de tomarme entre sus manos y brazos. Ya casi terminando la melodía me haló hacia él y quedamos cara a cara respirando frenéticamente y miré sus labios muy junto a los míos y nos miramos fijamente y fue como mágico ese instante porque ambos nos besamos. Sus labios carnosos entre los míos y sus manos apretando mi cintura, por un momento sentí que el tiempo se detenía.

Finalmente nos separamos y tomados de la mano fuimos donde José y nos sentamos.

Eran ya más de la media noche. Miré mi reloj y les dije:

-Muchachos, que tarde es! Ya son más de la media noche y me tengo que ir.

-Quedémonos un rato más por favor. -Ambos dijeron al mismo tiempo.

Les hice un movimiento con mi cabeza en señal de que no quería.

Pagaron la cuenta y llamamos un taxi y de nuevo al poco rato ya estábamos en el edificio. Tomamos el ascensor y José me tomó en sus brazos porque casi me tambaleo al ascensor subir repentinamente. Llegamos al piso y me acompañaron a la puerta de mi departamento.

Joaquín me pidió que si podíamos tomar una copa dentro. Al final ya estaba yo en mi apartamento.

Accedí y pasamos, al poco rato Joaquín traía de mi enfriador una botella de vino la cual destapó allí frente a nosotros y tomamos sentados relajamos en el sofá. Puse una melodía en mi equipo de sonido con el deseo de que Joaquín me pidiera bailar nuevamente y así lo hizo. Yo quería sentir nuevamente sus manos en mi cintura y mi cuerpo.

Romántica la melodía y así se sentía el ambiente. Bajamos las luces un poco para dar ese toque que teníamos en el club nocturno. Al poco rato Joaquín y yo bailábamos muy suavemente y contra su pecho estaba yo recostada. Sintiendo su palpitar y su perfume que tanto me gustó. No nos decíamos nada, sólo escuchábamos la música y así dejamos que nuestros cuerpos bailaran al ritmo de la música, mientras José sentado en el sillón nos observaba tomando de su vaso.

De repente, acercó sus labios a los míos y me besó con ternura y mis labios correspondieron a ese beso tan hermoso y suave que me dejó cautivada. Yo le correspondí y lo que recuerdo seguidamente fue sus manos presurosas tocando y acariciando mi cuerpo. Bajando hasta mi cintura y subir por mi espalda en una caricia indetenible que prometía extenderse por todo mi cuerpo.

De repente abrí mis ojos y vi a José levantarse del sillón y pensé que se iría al ver esa escena y nos dejaría a solas. Pensé que se sentiría apenado y que decidió irse, pensé.

Por eso me dispuse a seguir con el juego y cortejo de caricias que teníamos allí parados oyendo la música, la cual ya no nos importaba, sólo extender aquella velada que prometía terminar en mi cama. Sus manos se dirigieron hasta mis pechos acariciándolos por encima de mi vestido, luego apretó mis pezones todos erectos ya por tan sutil caricia. Me di la vuelta para que desabotonara mi vestido el cual cayó al piso fácilmente. Desde allí continuó apretando mis pechos y sentí como una de sus manos bajaba hasta mi sexo ya que su mano se deslizó por dentro de mi panty y pude sentir mi sexo todo húmedo por tanta excitación. Alcancé a oír mis gemidos suaves al principio pero llenos de deseos y placer.

Nuevamente quedamos frente a frente y seguimos con el juego de caricias y exploración con sus dedos y mis manos. Yo bajé hasta su sexo y pude tocar el bulto que se hacía por la erección de su pene debajo de su pantalón, el cual desabotoné con la idea de quitárselo. De repente sentí unas manos tocándome por detrás y un cuerpo acercarse a mi espalda y una respiración un tanto acelerada detrás de mi oído. Era José que no se había marchado y se sumó a la escena amorosa. Yo al principio me impresioné porque no esperaba que otro hombre estuviera allí tratando de sumarse al juego sexual que tenía con Joaquín; además nunca había tenido esa experiencia como mujer al estar con dos hombres a la vez, pero entre el licor, la excitación y el ambiente propiciaron el momento y me permití dejarlo participar y ver en qué paraba esa experiencia única para mí.

Instintivamente le dije a Joaquín muy sutilmente al oído:

-Llévame a la cama corazón. -A lo cual me tomó de sus brazos y me cargo hasta la habitación.

Me acostó muy suavemente en la cama y allí José tomó la iniciativa y bajó hasta mi cintura y me quitó las pantis y casi de inmediato con sus manos intentó abrir mis piernas y con sus labios quiso buscar mi vagina, lo que me hizo sacar un gemido de placer inmenso porque no esperaba tal estrategia tan pronto. Sentí vergüenza y pena al principio pero la ocasión era ideal y me permití jugar esa aventura de pasión y de inmediato abrí mis piernas sin pena y no opuse resistencia y dejé que aquel hombre degustara de mi sexo.

Mientras tanto, Joaquín tiernamente buscaba mis labios y me besaba tiernamente sin prisa, muy despacio; lo que me demostraba que tendríamos toda la noche para hacerlo, mientras, acariciaba mis pechos con su mano derecha mientras que con la otra acariciaba su pene. Yo con mis manos lo acaricié y me dediqué a tocar su miembro erecto.

Al momento lo tenía frente a mí, con su miembro erecto, su pene parado como una lanza dispuesta a la guerra. Me acerqué y le acaricié con mis labios. Su miembro todo esponjoso, rosado, hermoso. Lo tomé en mi boca y empecé a succionarlo y a tragarlo y al poco rato estaba empapado de mi saliva, la cual chorreaba de mi boca a la cama.

Por otra parte, escuchaba el sonido que hacía mi otro amante frente a mi vagina, tragaba, la chupaba, succionaba, mordía mi clítoris suavemente con sus labios, lo presionaba y casi lo mordía sutilmente con sus dientes. Eso hacía que elevara mi cintura y la separara de mi cama y él a su vez arreciaba su acción al verme loca de pasión y lujuria.

No aguanté más y me di vuelta y dejé mi trasero, mis nalgas expuestas y enterré mi cara en la cama, en las sábanas, movimiento y posición que ambos entendieron y casi de inmediato sentí el pene de José haciendo un jugueteo de caricias en mis labios vaginales para entrar y penetrarme, la cual estaba toda chorreada de néctar de amor puro y de la saliva de mi amante. Sentía su miembro, la cabeza al principio abrirse paso dentro de mi y eso me robo otro gemido fuerte que yo misma censuré al colocar mis manos en la boca creyendo que había sido muy fuerte aquel suspiro romántico. Joaquín me acariciaba la espalda mientras que a su vez jugaba con su miembro todo grande y erecto con su mano haciéndose una paja para mantenerlo erecto. Yo alcancé a ver su miembro y vi como su glande, color rosado crecía y se hacía más grande; lo cual me encantó mucho y él instintivamente lo posicionó frente a mí cara y yo casi de inmediato lo tomé abriendo mi boca y comencé a saborearlo y a tragarlo. Me encantó el sabor de aquel pene de ese hombre que minutos antes me deslumbraba en la sala de baile y que ahora estaba frente a mi sobre mi cama haciendo el amor conmigo y por si fuera poco su amigo José estaba detrás de mí, cogiéndome ricamente.

Mi saliva se escapaba a montón de mi boca al yo tragar desesperada aquel miembro hermoso, grande y rico, el cual casi no cabía dentro de mi boca dada sus dimensiones el cual se erectaba para satisfacerme y que me penetraba casi hasta mi garganta.

Por demás está decir que José me penetraba y me daba unos enviones de cintura cada vez más fuertes como queriendo atravesarme. Claro está y debo decirlo, me trataba con ternura y nunca me sentí violada o ultrajada, todo lo contrario; ambos amantes me trataron como una dama con los mismos deseos sexuales y necesidades que ellos. Al poco rato levanté la cara y miré hacia atrás para echarle una mirada a José y hacerle saber con mi mirada que lo estaba haciendo bien y que yo disfrutaba de sus movimientos acompasados de cintura y que no quería que su pene cesara de penetrarme, a lo cual me entendió perfectamente con yo sólo mirarle y ver que yo gozaba como nunca.

Pero yo también deseaba que Joaquín, el hombre, el galán con ese perfume rico que me cautivó me cogiera, quería que me poseyera, que me hiciera suya totalmente, quería sentir al fin su miembro dentro de mí. Por eso me hice hacia adelante y el miembro de José cesó de penetrarme y abrí mis piernas a Joaquín el cual atrapé con ellas y cayó sobre mí. Ambos nos besamos y nos abrazamos uno sobre el otro. José se levantó de la cama y permitió que nosotros nos tomáramos ese tiempo y se sentó en la cómoda frente a la cama masturbándose con aquella escena delante de él.

Al fin Joaquín me cogía, yo era finalmente suya, no había más impedimento para los dos. Sólo era él y yo, lo había esperado, casi que me niego a José por estar con él sobre mí. Allí me penetró hasta muy adentro y allí verdaderamente pude sentir lo grande que era su miembro. Yo casi desmayada de placer me dedique a disfrutar el momento y a sentir sus movimientos de cintura y sus quejidos y jadeos varoniles. Yo de piernas abiertas y él sobre mi, y yo tomándole con mis manos de sus nalgas apretándolo hacia mi. Pude ver que aceleraba sus movimientos y su vaivén se hizo frenético y entendí que ya estaba por acabar y yo me concentré en ello también.

Eché la mirada de reojo y vi como José se masturbaba frenéticamente frente a nosotros, allí comprendí lo caballeroso que fue al permitir que nosotros dos gozáramos sin él arriba de la cama. Otro hombre tal vez, se hubiese quedado allí cerca tratando de seguir cogiéndome de alguna manera, pero fue un caballero y se lo reconozco. Yo quería acabar debajo de Joaquín, quería que fuera él quien me hiciera terminar, porque él fue el que me atrajo primeramente, el que me cautivó, el que me sedujo, el que me llevó a la cama, pensé mientras lo sentía cogerme. Finalmente pude sentir su semen caliente dentro de mí vagina al instante que oía sus gemidos y jadeos con más intensidad y caerse sobre mí exhausto. Yo por supuesto aproveché para acabar también.

Les confieso que como nunca lo hice. Pude casi de inmediato oír a José que casi terminaba y eché la mirada hacia él y pude observar como frenético se masturbaba y vi como su semen salía disparado de su pene. Casi de inmediato, le estiré la mano y le hice seña que viniera con nosotros y se acostara y descansara. Finalmente quedamos los tres allí acostados, agotados de esa singular experiencia y que además era mi primera vez al hacer el amor en un trio.

Les confieso que esas noches de pasión se siguieron repitiendo, pero muchas veces Joaquín y yo nos escapamos y nos regalamos unas cogidas él y yo solamente.

Si les gustó mi relato pueden escribirme a @profelocutor y por allí podemos dialogar y conocernos queridos lectores. Saludos

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