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Dominando a la sumisa Mariel (4)
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Cuando volví a entrar a la cocina, lo único que se me ocurrió decir fue:

-Lo siento, me olvidé que hoy venía Carla.

-Claro, porque desde hace 20 años no vengo todos los sábados hasta el mediodía para asegurarme que si está acá almuerza. Que caradura.

-Dale, Clara, sírvete un café y desayuna con nosotros.

-Ok, dijo con un refunfuño

-Y vos Mariel, no vas a cambiar la cara de enojo?

-Sos un desgraciado, lo planeas todo, no dejas nada librado a la improvisación o azar, me dijo.

Terminé el desayuno y les dije:

-Tengo que hacer algunas cosas en la oficina, las dejo charlando y no me critiquen mucho.

Después de un rato, cuando hube terminado, salí de mi oficina privada con dos porta armas, que como dije tiene entrada desde mi dormitorio, y menuda sorpresa me llevo cuando veo a las dos haciendo el cuarto.

-No podía dejar que Carla lo haga sola, es una vergüenza como lo dejamos, ella no tiene que pagar nuestros platos rotos.

-Simplemente no me meto. Carla es tu problema.

-Sí, mi problema que Ud. trajo a la casa, dijo ya riendo.

-Ah señor, dijo Carla, creo que alguna de las muertas tenía la misma talla de Mariel, le puedo dar ropa así está más cómoda y sobre todo si viene alguien que Ud. haya “olvidado” que venía? (y siguió) Tranquila, muertas yo les digo a las mujeres que Mike echo de la casa y dejaron su ropa.

-Sí, claro, tú las guardas como trofeo, le dije riendo.

Así transcurrió el día, sin volver a tener sexo, solamente descansando, charlando.

-Te puedo preguntar algo Mike?

-Si claro.

-Lo que me hiciste anoche se lo hiciste a muchas mujeres?

-No

-A 5?

-No, solo 2

-Y que pasó, por qué estoy yo aquí y ellas no?

-Vamos a hacer una prueba, no vamos a empezar nada, está claro?

-Si Mike

-Permíteme tocar tu pubis, solo eso, dije apoyando la mano en él.

-Ahora acerca tu mano a mi boca

Lo hizo, la giré para que su palma quede frente a mi boca, apoye mis labios y bese su palma y la mojé con la punta de mi lengua y sentí como su pubis se estremecía.

Saque mi mano, la miré a los ojos y le pregunté:

-Que fue eso?

-Un espasmo involuntario, me moje terriblemente al instante, podría llegar a decir que si me tocas de nuevo, en cualquier parte tengo un orgasmo, no importa si es en la punta de mi cabeza o en mi vagina.

-Bueno, ellas nunca lo sintieron, porque a diferencia tuya, cuando lo hice con ellas no entregaron su mente ni sus sentidos a mí, o lo peor de todo, a su propio placer.

-Me resulta fácil entregarme, porque si bien nunca un hombre me hizo nada de esto, ni siquiera me hicieron gozar, tengo plena confianza, y me provoca mucha lujuria ver como cada vez me haces algo nuevo, distinto y que cada vez gozo más. Nunca, nunca imaginé gozar así.

-Cambiando de tema, le dije, que vas a hacer el fin de semana que viene?

-Lo que me digas

-Yo tengo que viajar a Miami el viernes y vuelvo el domingo a la noche. Quieres venir, y el lunes vas desde aquí a la oficina.

-Pero, no sé, sinceramente me da vergüenza que te vean conmigo.

-No seas estúpida, dije enojado. Creo que hablamos ayer muy claramente. Si no quieres venir, directamente dilo.

-Si quiero ir, pero te vuelvo a decir, temo avergonzarte.

-Se lo que hago, le dije con mi natural autoridad, mañana empiezo a organizar todo. Vos tranquila.

-Ok, Mike

El lunes avisé a los gerentes que viajaba el viernes al mediodía a Miami, que me iba a reunir allá con Rick, que preparen la carpeta completa, y que necesitaba que alguna asistente me acompañe. Que si estaba disponible el fin de semana prefería a “la chica Mariel”. Que la consulten.

Al rato me llamaron y me dijeron que sí que “la chica” no tenía problemas, pero les parecía muy “simple” para ser asistente. Insistí y como soy el jefe, nadie se opuso y que me pases el no de documento de ella como su nombre completo. Aproveche para preguntar si Jorge estaba de regreso de sus vacaciones y me dijeron que sí.

Cuando terminé con ellos, llamé al gerente del Banco con el que opera la empresa. Le dije que necesitaba una tarjeta de crédito para martes a mediodía, o sea un poco más de 24 h., que ella la pasaba a retirar, que esa tarjeta giraba sobre mi cuenta personal. Le pase los datos de Mariel y el monto límite.

Mandé un mensaje a Mariel que cuando pueda me llame.

Sonó mi teléfono y era ella:

-Hola Mike, como estás.

-Bien, alguna novedad, le pregunté casi sarcástico

-Claro, porque el Sr no sabe. Me hablo mi jefa, que el Sr. Ferron necesitaba una asistente para un viaje de fin de semana, que había pedido por mí, que no entendía habiendo otras asistentes más capacitadas, me dijo que no me mande cagadas, “no lo hagas quedar mal ni enojar porque el lunes echa a alguien”, hace todo lo que diga y remarcó TODO. Te juro que tenía ganas de decirle que ya lo hago.

-Olvídate, después me ocupo. Mañana en el almuerzo tienes que pasar a buscar un sobre por el Banco donde cobras el sueldo. Directamente a hablar con el Gerente, decirle tu nombre a la recepcionista y que vas de mi parte. Te van a dar un sobre.

-Ok, algo más

-No mañana veo. Un beso. Se hizo un silencio del otro lado, por lo que repetí

-Un beso

Casi susurrando me contestó. Otro.

La mañana siguiente, otra vez llamé a la empresa y les indique que le dieran la carpeta que había pedido a “la chica Mariel”, que coordine con Jorge para que la traiga, y que se iba a quedar conmigo para ver la carpeta y ver el temario.

Lo llamé a Jorge, le pregunte por sus vacaciones y le comenté las ordenes que había dado. Que hable con Mariel antes que salga a comer y coordinaban.

Le mande un mensaje a Mariel

“Almorzamos juntos”

Su respuesta fue: “Como hago? Y la empresa”

-Ah, cierto. Ok ¡!!

-A los 5 minutos otro mensaje de Mariel: No aprendo más, a las 13 estoy allí!!!

Le avisé a Carla que Mariel venía comer y me miró haciendo caritas.

-Jefe le puedo decir algo?

-Y cuando te has quedado callada sin retarme?

-Esto nunca se lo dije: Tenga cuidado, no la lastime, me parece que es una buena chica, sana.

-Yo también, por eso el sábado desayunamos en la cocina. Y hoy almorzaremos los tres en el mismo lugar.

-Entiendo. Me gusta para Ud.

Me sonreí y me fui al parque.

Casi puntualmente Carla me avisó que habían llegado, por lo que fui a saludar. Jorge bajó del auto y tomándolo del hombro, le avisé: “en la oficina, nada de esto”. Simplemente asintió, se sonrió y se fue.

Entre risas almorzamos Carla, Mariel y yo. Al terminar, fuimos a la oficina y aunque no lo crean, repasamos cosas de la carpeta y le enseñé que era lo importante.

Cuando terminamos, pasamos por la cocina, y le dije a Carla:

-Nos retiramos, tenemos que tratar un tema muy duro y sensible.

-Si claro, hasta mañana…

La cara de Mariel se tornó de color bordeaux de la vergüenza.

Cuando entramos al dormitorio Mariel me dijo al oído:

-Puedo pedir algo Señor?

-Dime, veremos si te lo otorgo?

-Humildemente, puede ponerme las esposas, las vendas y violarme, hacerme todo lo que desee sin ocuparse de mí?

-Desnúdate pero ya ¡!!

Dicho esto, busque lo que pidió, se lo puse y comencé a darle bofetadas en todo el cuerpo, incluso alguna en la cara, que hizo que ruede una lagrima. Cuando me cansé de un empujón la tiré en la cama la puse de costado y de un golpe, le metí mi pija en su boca: “Chupa puta de mierda”, y bombeaba su boca cada vez con más fuerza. La hice un ovillo fui metiendo y sacando dos dedos de su vagina, con brutalidad, luego un tercero. Con fuerza y provocándole arcadas, terminé en el fondo de su garganta.

Me levante, y arrastrándola de los pelos, la puse en el suelo a los pies de la cama. Comenzó a llorar, como nunca lo había hecho. Le saqué las esposas y la esposé de rodillas a los pies de hierro de la cama, con los tapaojos puesto. Le di un buen chirlo, que dejó su nalga roja y lo próximo que sintió era como un consolador entraba y salida de su concha. Era la máquina a media velocidad. La dejé así en el suelo y me fui de la habitación.

Cuando volví había pasado media hora, cuando me escucho, pedía “Por favor, basta”, logrando que aumente la velocidad de la máquina. Otra vez la dejé sola, volviendo a los 15 minutos. Como pude me senté en la cama poniendo mi pija a la altura de su boca, obligándola a chupármela. Cuando estuvo bien dura, me salí, y se la metí por el culo, mientras tenía el consolador entrando y saliendo de su concha.

-Qué lindo se siente montarte así. Que sos vos?

-Una puta

-Como?

-Una puta, su puta

-Que tan puta sos?

-Muy, muy puta

-Y si te mando cogerte un tipo?

-Lo haría si me lo manda

-Y una mujer?

-Ehhh, tras lo que le di un golpe en las tetas, mientras seguía bombeando su culo

-Sí señor, también una mujer

Eso me termino de quemar la cabeza y acabé llenándole el intestino de leche. Me levanté, me senté en el borde de la cama mientras ella todavía era penetrada por el consolador.

La vi llorar nuevamente, apagué la máquina, saque su venda y la liberé de las esposas. Cayó pesadamente al suelo, con jugos saliendo de su concha y su ano, el culo rojo por los golpes, baba cayendo de su boca.

La dejé así, sin decir nada un rato, y me fui a bañar. Luego de 20 minutos volví a la habitación y por lo menos se había podido sentar en la cama.

-Báñate, puta

-Sí Señor.

Cuando terminó de bañarse, se puso solo una remera y una tanga y fuimos a la cocina. Le di una cerveza, que no rechazo para nada y empezamos a tomarla.

-Como la pasaste? le pregunté

-Fue terrible, nunca me sentí más humillada, usada, despreciada. Me volvía cada vez más loca. Pero creí que mi cuerpo no lo soportaba más. Vos gozaste a tu puta?

-Si claro, pero más me gusta hacerte sentir lo mismo pero solamente aplicando tortura a tu mente, otro día probaremos. Y continué

-Nunca te pregunté, que explicaciones das en tu casa de tus tardanzas, que dormís afuera?

-Mira ellos saben que soy grande, han visto como cambió mi humor desde que estoy con vos, no peguntan y yo no digo. Mientras menos sepa, mejor.

-Ok. Mañana, quiero que al salir de trabajar, vayas a uno o dos Shoppings, los que tengas que recorrer, y te compres ropa, de salir a cenar, elegante sin ser de gala, mallas de baño 3 o cuatro, ropa casual, remeras, jean, shorts, pero bastante, como para pasar varios días y una o dos valijas y un bolso de mano. Pídele a Jorge que te acompañe, y cuando terminan que te traiga a casa.

-Pero, Mike, no puedo pagar todo eso

-Ok. Porfa traes el sobre que te dieron en el banco?

-Aquí está

-Sabes qué es?

-No

-Ábrelo, es una tarjeta de crédito a tu nombre. Sus ojos se abrieron como el dos de oro de la bajara. Cuando reaccionó se largó a llorar como una chiquilla. Se puso de rodillas frente a mí y me besaba las manos.

La hice sentar nuevamente, acaricié y seque sus mejillas, y le di un tierno beso en sus labios.

Estuvimos charlando un rato más y cuando se iba, me besó las mejillas y con los ojos llenos de lágrimas se fue a su hogar.

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