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En la borda de los pastores
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Amaia siempre solía subir al monte a hacer ejercicio. Ella trabajaba en un pequeño negocio en un pueblecito muy pequeño rodeado de montañas. Esos días había hablado con alguna gente y con uno de ellos había quedado para enseñarle las montañas que rodeaban su pueblo. Se había vestido unos leggings y arriba un par de camisetas térmicas y encima una chaqueta. Quedó con el chico cerca de la salida del pueblo y cogieron una senda que rodeaba el pueblo y que comenzaba a ascender, pero de manera tendida y suave. Había buenas vistas, pero había nevado la semana anterior y todavía la nieve no se había quitado.

Fueron subiendo hasta que llegaron a un collado desde el que se observaba todo el valle donde se asentaba su pueblo. Hacía frio, pero querían descansar un poco a resguardo. Cerca había una pequeña borda de pastores. Entraron, tenía una pequeña chimenea en un extremo, muy rudimentaria. El pastor había dejado leña suficiente para pasar varios días. El pastor era amigo de Amaia y siempre le dejaba refugiarse cuando salía a caminar y le sorprendía la niebla o el frio.

Encendieron el fuego. Amaia sorprendió a Aitor por la espalda y tapándole la boca le dijo:

-Calla puta, me dijiste el otro día que eras sumiso y muy obediente pues si de verdad quieres obedecerme empieza por hacerlo aquí y quítate la ropa inmediatamente.

Aitor dudó, pero el plan le daba mucho morbo y no iba a defraudarla. Se empezó a desnudar muy lentamente. Primero se quitó las botas de monte. Luego los gruesos calcetines. Ahora los pantalones. Después el grueso jersey y la camisa para quedarse en bóxer. La estancia estaba caldeada por el calor del fuego. Entonces ella lo hizo tumbarse boca arriba. Ató sus manos por encima de la cabeza. Las pasó una gruesa cuerda por una polea que había bajo la chimenea, estiró y ató la cuerda en una argolla en la pared. Hizo lo mismo con cada tobillo hasta que quedó completamente estirado. Ella entonces cogió entre los útiles del pastor un cuchillo con el que cortó la tela del bóxer del chico. Luego jugó con sus huevos para por fin empezara jugar con el cuchillo en la polla. Lo calentaba al fuego, pero solo para templarlo y entonces recorría la longitud del pene con él.

Consiguió que el chico se pusiera cachondo y ella se sentó encima tras haberse bajado los leggings y meterse la polla para cabalgarle. Se había quitado las camisetas y chaqueta para ponerse una camisa de leñador y dejarla entre abierta para que el chico mientras era cabalgado pudiera jugar con sus pechos.

Por otra parte, el pastor que desde hacía poco era el Amo de Amaia había bajado al pueblo y antes de encontrarse con la sumisa con la que había quedado para adiestrarla y luego juntarla con Amaia se tomó algo con un par de amigos. Con ellos y la sumisa con la que luego se encontró iniciaron la subida. Al de poco de empezar entraron en la vivienda del pastor y este recogió unas prendas que tiró a la sumisa para que se vistiera. La chica lo hizo quitándose la ropa delante de todos como le habían ordenado.

Ahora subiremos porque he quedado arriba con una sumisa mía que te dominará a ti, pero como tú aceptaste estos dos amigos míos te pueden usar o jugar contigo en cualquier momento. Si no aceptas eso que es lo que prometiste vuélvete a vestir y vete. También puedes pararlo en cualquier momento.

-Tranquilo Señor, sé dónde me he metido y no solo acepto, sino que me encanta.

Se puso toda la ropa que la dijeron, una especie de vestido de posadera de la época medieval. Comenzaron a subir los cuatro caminos a la borda, la chica cada vez que se ralentizaba uno de los dos amigos del Amo la azotaba con una fusta.

En un momento dado, la chica para ver el paisaje se acercó a un muro y se inclinó para ver mejor cuando uno de los hombres se acercó y apretándola contra el muro metió la mano bajo su falda y arrancó sus bragas y la penetró follándola con un ritmo vigoroso e in crescendo. Pero no quería eyacular solo la folló hasta ella estalló en un fuerte orgasmo que hizo que casi se desmayara.

Volvieron al camino y eligieron una senda más tranquila. Caminaron rápido cuando llegaron a la borda. El Amo se asomó por la ventana y vio como Amaia cabalgaba a Aitor.

Entraron derribando la puerta. Amaia se giró hacia la puerta en el momento que entraban los cuatro. Ane, la sumisa viendo a su Ama cabalgar metió la mano bajo la falda comenzando a acariciarse, pero el Amo lo impidió. Los otros dos hombres avanzaron hasta los amantes justo cuando Amaia se levantaba con los leggings por las rodillas y cogieron a Aitor poniéndolo de pies y sujetándole.

Amaia se dirigió a Ane y besó su boca para luego morder el cuello. El Amo se retiró para cerrar la puerta y desde ese punto avanzó. Observaba la espalda y el culo del chico cuando lo cogió de ambas caderas y lo empaló. Lo sodomizó por sorpresa. Lo empujaba hacia delante mientras lo follaba. Luego llevó él solo al chico contra una mesa y lo folló sobre ella. Los dos chicos entonces empezaron a besarse y a magrear a Amaia y Ane las cuales se dejaban querer hasta que uno de ellos se tumbó en el suelo. Amaia ayudó a Ane a sentarse en la polla del hombre por lo grueso de esta. Luego el otro hombre sodomizó a Ane a la vez que Amaia situaba su coño sobre la boca de Ane y se masturbaba hasta estallar en un gran orgasmo.

Luego Amaia hizo que los dos sumisos se situaran sobre el suelo. Los tres hombres se masturbaron hasta eyacular sobre las caras del chico y chica para después Amaia limpiar el semen con su orina en una dorada lluvia.

Este relato es imaginario, pero me encantaría escuchar vuestras opiniones.

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