Este es otro relato real, de una ex alumna, quien me buscó unos seis meses después de haber egresado de la prepa. Ella tenía 20 años en aquel entonces. Nos vimos sólo unas cuantas veces pero cada una de ellas fue de lo más intenso que me ha pasado en la vida. Siempre que pienso en Mariel el corazón me da un vuelco.
Habíamos tenido un par de encuentros previos, y esta narración es de como me mama la verga. Por supuesto terminamos cogiendo ese día como locos aunque yo había iniciado con la promesa de sólo follar su boca.
“Habían pasado varios días desde la última vez que había visto a Mariel, muchos más días de los que me gustara. Ya podían contarse en meses. Estaba muy preocupado pues no sabía lo que había pasado. Deseaba que las cosas estuvieran bien pero habíamos quedado de vernos y me había dejado plantado. Finalmente, un día y de la nada, me llega un mensaje que decía ¡hola! Y un par de imágenes adjuntas. Una en donde está acostada, con sus dedos en la tanga y con una teta de fuera. ¡Qué delicia de tetas! Las mejores que había visto en mi vida. De hecho hace tiempo Mariel había subido al Facebook una foto tomada desde arriba, en la que tiene una blusa rosa, sin brassiere y en la que se distinguen claramente sus tetas ¡cuántas veces no me había masturbado mirando esa imagen! Pero esta otra serviría para hacer mis noches más largas.
Y también había enviado otra en donde se ve en tanga, con una blusa transparente (que ha sido parte de mis relatos!!!) con unos labios divinos, hechos para mamar verga y el rostro de ángel que la caracteriza.
Tomé el teléfono y marqué al número de donde habían salido los mensajes. Mariel me dijo que había estado saliendo con su novio, por lo que no había podido ni siquiera mandarme mensaje. Por supuesto le reclamé y le dije que la vería. No quería pero finalmente decidió venir al día siguiente a la casa.
Cuando llego a verme venía muy arreglada y hermosa como es ella. La invite a pasar y una vez que entramos le dije:
-Además de vestirte como una puta, te comportas como perra.
-Como me vista o comporte es mi problema, no el tuyo. Me dijo.
-¡Cállate cabrona!, te la pasas todo el puto día en la calle y ni un mensaje me puedes mandar. Le grité
-¡Que te valga un millón de vergas! Me contestó casi a gritos…
Este tipo de juegos la calentaban mucho. Le gustaba sentir la adrenalina de que estuviéramos peleando (aunque no fuera así, sólo fingíamos)
Me abalancé sobre ella. Giramos y en ese momento se quedó sobre mí y le dí una nalgada. Se quedó como estatua, no supo qué hacer. Entonces le dí un beso en la boca y aunque ella volteaba la cara para evitarlo, cuando lograba besarla ella misma metía su lengua en mi boca, entonces bajé la mano y la puse entre sus piernas. Pataleo un poco pero seguí besándole el cuello mientras metía mis dedos en su puchita.
Se quedó quieta mientras le subía la camisa y dejaba su cuerpo totalmente desnudo. Proseguí a chupar sus pezones y meter sus dedos en la boca… como si fuera una verga… los cuales por alguna razón desconocida o por hábito comenzó a lamer y chupar.
Estaba muy caliente y entonces imploró: “méteme tu verga, no aguanto más…”
-Ni madres, -le dije,- hoy por puta solo me mamarás la verga… Me rogo y me suplicó de mil maneras que me la cogiera, y aunque moría de ganas de cogérmela, fui inflexible.
Y di la orden: abre la boca y metelo dentro, tienes que chuparlo. La agarré fuerte de su pelo corto, recién teñido de rubio y le dije: Hazlo. Y lo hizo. Abrió sus labios para dejar que entrase en su boquita. Quería que me la cogiera pero eso no impidió que yo le fuera dando órdenes de cómo mamarme la verga: Lámelo por la punta. Chupa los huevos… métetelo todo… Era una delicia. Mariel, una chica hermosa y divina, ahí estaba, comiendo mi verga y cada vez más cerca de probar mi semen.
Porque eso hice. Cuando noté que con sus chupadas no era bastante para venirme, la agarré por la nuca y empujé hasta meter más de la mitad. Aguanté unos segundos. Su carita se iba poniendo colorada. Sentía su boca húmeda y bien rellena de mi carne… Se la saqué para que respirase. Solo lo justo para que se recuperase e iniciar la maniobra final. Ahora ya no chupaba, era yo quien se follaba sus labios, su lengua, su boca… Cada vez entraba más y ella intentaba empujándome hacia atrás tratando evitar lo inevitable.
Mis embestidas aumentaban. Estaba loco. Veía desde arriba como mi pene se cogía su boca mientras ella me miraba con los ojos acuosos… Su carita me puso aún más cachondo y noté que ya llegaba… Tres embestidas más y descargué mi leche en su garganta mientras mis huevos hacían tope con su barbilla. Así la mantuve unos 15 segundos. Hasta que las descargas cesaron. Se puso roja, apenas pudo tragar mi semen. No deje que escurriere fuera ni una gota. La saqué. Tosía. Pero había dejado de suplicar. Entendía que ahora era mía, sólo mía y que esto no había hecho más que comenzar.”