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Fui por una recalificación y obtuve el mejor polvo a cambio
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Entregaron nuestros exámenes de Economía, me levanté para recogerlo y vi mi calificación, revisé y me di cuenta que el profesor no sumó puntos de una pregunta. Estaba camino a su oficina, cuando me crucé con uno de mis compañeros, no teníamos nada serio, pero de vez en cuando nos reuníamos para jugar un poco, pero sin llegar a tener sexo.

-¿A dónde vas? -me preguntó Mateo.

-A pedirle recalificación de mi nota al profesor.

-Te acompaño.

Caminamos por el pasillo, al llegar a su oficina, la encontré vacía. Me acerqué a su escritorio y en su horario marcaba que tenía otra clase en ese momento.

Aún faltaba 20 minutos hasta que volviese. Estaba por irme cuando se me ocurrió algo. Dado que su oficina quedaba en un edificio que seguía en construcción y quedaba lejos del resto del plantel, supe que nadie escucharía aunque gritara.

Llamé a Mateo, le dije que pasaría al baño del profesor y que me tuviera el examen. Entré, solo esperé sin hacer nada, cuando abrí la puerta para salir, supe lo que se venía.

Mateo estaba parado justo en ella, no me dejó emitir palabra, me empujó junto con él de regreso al baño.

-¿Pero qué haces? -le dije fingiendo sentir indignación.

-Pues bueno, podríamos besarnos un rato.

-Alguien podría venir, estás loco…

Antes de terminar de hablar, me tomó por la muñecas, las colocó sobre la pared, y apretó mi cuerpo con el suyo.

-Nadie se imaginaria nunca que estamos aquí. -dijo con un tono que provocó que mi vulva empezará a humedecerse.

Comenzó a besar mi cuello, yo gemía por lo bajo, bajo hasta mi busto, arrancó la camisa que llevaba puesta y dado que no uso bracier, se topó directo con mis senos, grandes, y mucho más con tanta excitación.

-No los recordaba tan perfectos.

-Bueno, tal vez si juegas con ellos se te venga mejor a la memoria.

Los tomó, aplastó, pellizcó y me hizo gemir aún más duro.

Sin esperarlo, me subió a la encimera del lavabo, levantó mi falda, y sus dedos se dirigieron a mis bragas, muy mojadas, me miró a los ojos para ver mi reacción cuando sus dedos entraron con nada de esfuerzo en mi orificio listo para él.

-Ahhh, por favor no pares, caben dos más fácilmente.

-Siempre quise que rogaras por placer.

-Estoy rogando, ¿qué esperas? -digo con la voz llena de lujuria.

-Ruega más, puta.

Me sorprendió por un segundo la palabra que utilizó, pero duró poco y paso a excitarme más. Wow, me encantaba que me tratarán así.

-Quiero tenerte dentro, papi, y que te corras en mi vagina y me la llenes.

-Tus deseos son órdenes.

Se bajó su pantalón, el bóxer exponía toda su erección, tomó mi mano, me la puso en su pene y comenzó a moverla, me sentí tímida y la retiré, pero él la volvió a coger y ponerla nuevamente. Empecé a mover, la tenía como de 21 cm, gruesa y deliciosa, hasta sentí cierto líquido preseminal.

Me arrodillé y liberé esa monstruosidad.

Me había equivocado, era mucho más grande, se me hacía agua la boca, así que sin esperar más me la metí completa, soy garganta profunda, y aun así fue difícil. Tomo mi cabello, que me llegaba a la cadera, y presionó mi cabeza hasta hacerme ahogar, no podía respirar, pero sus gemidos me calentaban demasiado.

Cuando me soltó, me jaló del cabello para levantarme, quitó mis bragas y resto de prendas hasta dejarme desnuda, volvió a subirme a la encimera, colocó su glande en la entrada de mi vagina y presionó con un movimiento brusco. Grité de placer, quería quedarme por siempre en esa posición. Lo hacía tan fuerte que mis gemidos salían sin parar. Me decía de todo:

-Así te gusta, porque eres una puta chupa verga.

-Este coñito lo voy a llenar de semen, cómo quieres.

Yo solo le pedía que no pare.

Me tomó de los muslos, me cargó y comenzó a levantarme y bajarme para que insertara todo su pene.

De repente, caí en cuenta de dónde estábamos, escuché pasos aproximarse. Él también los escuchó, y contra todo pronóstico, dijo:

-No me voy hasta que no me corra.

Wow, me calentó mucho más. Lo empujé contra el inodoro, lo senté, me subí sobre él y cabalgué sobre su verga.

-Por dios, eres una puta caliente. Lo haces increíble. Sigue, zorra.

Yo subía y bajaba, me metía su verga completa. Él explotó dentro de mí y causó un orgasmo monumental para mí también. Se levantó, limpió su pene y comenzó a vestirse. Yo hice lo mismo, antes de salir, se apagó a mi culo por atrás, frotó su pene y exclamó:

-Qué buen polvo eres, aún hay muchas oficinas por utilizar. -me dio una fuerte nalgada y se fue.

Espero hacerlo más seguido.

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