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Mi cuñado, un verdadero semental
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Salía por la puerta de la cocina desnuda y contoneando mi cuerpo para que él lo viera bien, estaba contenta, pero con un sabor agridulce, ya que me había sabido a poco, acababa de follar con mi cuñado y le dejaba allí con ganas de más, con las mismas ganas que yo tenía, pero David tenía que probar de su propia medicina, acababa de tener orgasmo, un señor orgasmo con él a pesar de que ese no había sido mi plan, realmente mi plan se había ido al traste.

Todo empezó aquel sábado de chicas donde en un momento de la noche con varias copas ya de más, totalmente desinhibidas contábamos nuestros secretos de alcoba con nuestros chicos, historias muy excitantes que nos hacían gritar y reír como histéricas, posiblemente a más de una se le mojaron las bragas aquella noche hasta que llego mi hermana y nos bajó del cielo… al infierno.

Nos contaba que con su marido los preliminares y juegos sexuales no existían, nunca le… ni le… solo se dedicaba a metérsela, correrse enseguida dentro de ella y dándose la vuelta se ponía a dormir y roncar, poniéndose incluso agresivo con ella si un día no quería follar, en ese momento nos quedamos todas de piedra porque todas conocíamos a David y para nada daba esa sensación, él era un tipo genial, agradable, divertido y siempre se la veía muy cariñoso y atento con mi hermana.

Yo me fui con una sensación agridulce, ya que era quien más le conocía, de hecho había sido compañero desde antes de la carrera, desde que estábamos en el instituto y yo fui quien gustándome a mí se lo presento a mi hermana, no sé por qué una nube de maldad empezó a rodearme la cabeza y más cuando a la mañana siguiente estando mi hermana y yo solas me ratifico punto por punto lo que contó la noche anterior y esa nube negra penetro en mi interior y empecé a maquinar una venganza en pos de ayudar a mi hermana, quería hacerle lo mismo que él a ella y la ocasión se presentó en forma de reunión a las tres semanas, cuando mi padre celebrara su cumpleaños y reuniera en su chalet a sus dos niñitas como él nos llamaba.

Llego el día y ya en la comida estuve bastante cortante con David, luego en la piscina casi discutimos por una conversación entre hombres y mujeres donde saque el lado más feminista, un feminismo radical llegando a ponerle de machista recalcitrante donde venía a decir que todos los hombres estaban enfermos y que solo querían nuestros cuerpos, claro está que omitía el deseo de una mujer por el cuerpo de un hombre, aunque esto último David no se calló echándomelo en cara.

– Joder tía, pero a qué coño viene todo esto, me conoces desde hace cuánto Lara y sabes que yo no soy así, sabes cómo pienso y me duele que pienses que no os respeto.

– Pues que sepas que los hombres como tú os creéis que somos frágiles, dependientes, simplemente princesitas que necesitamos a un hombre a nuestro lado para que nos defiendan, pero nunca os paráis a pensar que nosotras somos las que tenemos realmente la fuerza, somos las que realmente dominamos las situaciones, somos las que tenemos ese cuerpo que todos deseáis, ese cuerpo que os vuelve locos y que harían lo que fuera por tenerlo, por follarnos, pero ahora pregúntate ¿quién folla a quién?

En ese momento mi padre cortaba la discusión de raíz llamándome la atención y enfadándose bastante, mientras David me miraba con los ojos encendidos realmente enojados conmigo, moviendo la cabeza de un lado a otro sin entender nada, ni de cómo habíamos llegado hasta allí, pero era muy fácil de explicar, David y yo aparte de cuñados éramos grandes amigos desde el instituto, le conocía tan bien que sabía dónde tenía que tirar para hacer daño, sé que me comporte como una zorra, pero era esencial para mi plan tenerlo descolocado y enfadado, sabía que más tarde vendría a mí para hablar y para pedirme perdón por algo que hubiera dicho yo que me hubiera molestado como así fue.

El resto de la tarde paso volando, sabía que me miraba todavía enfadado y sabía que poco a poco se iría calmando, David, era un libro abierto para mí, yo sabía que en su día le guste, le guste y mucho como él a mí, pero fue cuando mi hermana apareció en escena y la cosa se enfrió, pero a pesar de ello notaba que siempre había una conexión entre los dos, lo bastante fuerte como para excitarle en según qué momentos y ese era uno de ellos, así que empecé a posar para él, intentando que nadie más lo notara, hacia poses con una clara intención, enseñándole el canalillo de mis pechos o pellizcándome los pezones para que los viera en punta, agachándome muy cerca de él mostrándole toda mi vulva por detrás casi, casi rozándole en la cara.

Prueba superada, sabía que se había fijado en mí, sabía que le había excitado cuando se puso las gafas de sol sin sol y más adelante cuando coloco una toalla sobre su bañador y esa excitación la corte de golpe cuando me fui a cambiar dejándole empalmado sin poderse mover siendo el último en levantarse y subirse a cambiarse para ir a cenar.

– Voy a hacer que me desee y quiera follarme y le voy a dejar con las ganas.

Eso fue lo que le dije a mi hermana cuando me pregunto qué es lo que estaba tramando, al principio mi hermana me miro extrañada como desaprobando mi plan, al fin y al cabo era su marido y estaba seduciéndole para que me follara, pero al cabo de un momento se echó a reír y me animo a ello, la verdad que me extraño su aptitud, como si no le importara nada David y al terminar de cenar, todos volvimos a casa y tras la última copa en el salón todos se fueron despidiendo y acostando, quedándome yo recogiendo un poco las cosas junto con mi cuñado en la cocina.

– Lara, podríamos hablar un momento

– No tengo nada de qué hablar contigo David

– Joder, no entiendo nada

– Que hay que entender, ¿qué eres un cerdo egoísta?

– Pero que mosca te ha picado tía.

En ese momento me agarro de un brazo con fuerza y me giro, quedándonos los dos frente a frente.

– Que haces, déjame, que me has hecho daño.

– Per… Perdona si te he hecho daño Lara, no era mi intención, pero me estás volviendo loco.

– ¿Loco? A ti te gusta que te empujen, ¿qué te gusta?

– Lara déjalo por favor, está visto que ha sido un error venir.

– Que, ya no me empujas, que pasa que no te gusto lo suficiente para empujarme.

– Déjalo Lara, déjalo ya.

– Que, no te parezco bonita,

Estaba continuamente dándole pequeños empujones para que se enfadara, que me empezara también a empujar y así tener un pretexto para acercarme más él, seduciéndolo porque sabía que yo aún le gustaba.

– Lara déjalo estar por favor, si no…

– Si no que, me darás un azotito en el culo.

– A ver valiente si no…

No pude acabar la frase, mi cuñado por fin se rindió a mí, me echo con fuerza contra la encimera besándome, sujetando mis manos sobre ella y pegando su cuerpo al mío, frotando su pene endurecido contra mi vulva, ya era mío, pero en realidad yo era suya, porque no paraba de besarme el cuello apretándome con las dos manos mis pechos, lo fui buscando durante todo el día, pero no me esperaba esa reacción en mí, me había excitado más de la cuenta, me gustaba lo que hacía con sus manos y con sus labios, sabía que de una manera platónica aún me gustaba, pero solo eso, el plan era, solo quería excitarle, que me sobase un poco, calentarle hasta tal punto que quisiera follarme y luego yo marcharme y ahora… ahora estaba dispuesta a dárselo todo.

Sus manos seguían bajando por mi cuerpo hasta mis muslos y levantando mi falda me bajo el tanga de un tirón hasta dejarlo más haya de mis rodillas, la gravedad hizo el resto hasta que mi tanga cayera al suelo, apartándolo con una pequeña patada quedándose a la mitad del suelo de la cocina y mientras mi cuñado metía su cabeza entre mis piernas lamiendo mis labios y mi clítoris, notando mi excitación, succionándome entera y obligándome a dar mis primeros gemidos.

Mis piernas abiertas dejándole espacio, miraba hacia abajo y solo veía mi falda moverse, le había cubierto la cabeza con ella y no podía verle trabajar mi coño, su lengua como si fuera una vaca me lamía desde mi vagina hasta mi clítoris, con su nariz continuamente me frotaba mi clítoris y sus dedos corazón y anular se metían en mi vagina continuamente, yo no podía más que gemir silenciosamente, agarrarme fuere a la encimera, a su cabeza y otra vez a la encimera disfrutar de todo aquello.

Mi cuñado se levantó de repente y con sus manos me subió en la encimera quitándome la camiseta que llevaba y levantándome el sujetador empezó a lamer mis pechos, pasando suavemente su lengua sobre mis pezones y metiéndose parte de mi pecho en su boca succionádmelos mientras me los apretaba, David me estaba desmontando todo lo que había planeado, el placer de tenerle hacía templar mi cuerpo, no sabía que me pasaba, solo sabía que me gustaba en exceso todo lo que me hacía, sentía mi sexo realmente mojado, mis manos sobre su nuca apretándole contra mí para que no se separase de mis pechos, eché en falta sus manos que ya no estaban, las había bajado y con ellas su pantalón o eso deseaba yo al oírlo caer al suelo.

El deseo hecho realidad, ya que su glande recorría mis labios, era algo que me excitaba ver y desabrochando los dos botones de mi falda me la quite antes de que empezara a follarme, quería ver como su polla desaparecía en mi interior, como se metía poco a poco en mi vagina, quería sentir las descargas eléctricas en mi cuerpo con cada penetración y estaba segura de que David lo iba a hacer posible, ya me había olvidado de mi hermana, de la venganza, de mi plan, ahora el plan era otro, el plan era disfrutar con su polla, que me devorara por dentro, que me hiciera temblar, gemir, gritar y ya comenzaba mmm.

Su polla se fue deslizando por la abertura de mi vagina ensanchándola a su paso, la veía desaparecer y quedarse dentro mientras me besaba, la notaba salir y volver a entrar, mi respiración unida a la suya, nuestros latidos como un solo corazón bombeando todo el oxígeno disponible, pensaba en mi hermana y no sabía que decir, David era todo lo contrario a lo que ella nos había descrito, hubo preliminares, hubo juegos, para mi era un verdadero semental, cada penetración era un gemido, un grito perdido en el aire, su polla me llenaba, me vaciaba, se metía como un cuchillo caliente en la mantequilla, mi vagina era un lago y su polla una barca queriendo llegar a buen puerto.

Mis manos le abrazaban clavándole las uñas en su espalda cuando me hacía sentir y cuando digo sentir es sentir de verdad, hacerme olvidar todo lo de mi alrededor, solo él y yo en un espacio infinito, flotando en el aire mientras sentía sus empujones metiendo su polla en mi interior.

David sacó su polla y cogiéndome en brazos me bajo al suelo dándome la vuelta, castigándome cara a una ventana que solo dejaba ver la oscuridad de la noche, con su mano guio su polla nuevamente a mi interior, subí una de mis piernas como pude a la encimera para facilitarle la penetración, los dos de pie con sus manos sobre mis pechos y su boca mordisqueando mi cuello, su velocidad había aumentado, mi corazón, mi respiración, mis gemidos, era un placer que nunca había probado, cada vez que la metía era un pequeño orgasmo para mí, uno tras otro hasta tener el que llamaría el señor de los orgasmos, brutal, duradero, delicioso, un orgasmo que me hizo gritar con cada penetración, que mi espalda se arquease con sus manos sujetándome los pechos, mis pezones se salían entra sus dedos, mis piernas temblaban y mi vagina se inundaba intentando ahogarle.

Mi cuñado seguía metiendo y sacando su polla a gran velocidad, hubiera sido mi venganza apartarme de él y dejarle así, pero todo aquello tenía su premio, quería que se corriera en mi interior, que me llenase con su semen y que disfrutara de mi coño y según pasaban mis pensamientos, notaba como su semen caliente salía disparado a mi interior, llenándome como a un recipiente vació de su leche, sus besos pararon por un momento, ahora solo se dedicaba a metérmela más profundo y gemir.

Dejo de moverse, dejo de follarme y me di la vuelta para besarle con pasión, sin dejar tiempo casi a que respiráramos, recogiendo mi ropa me fui contoneando mi cuerpo sabiendo que él me observaba, justo en la puerta con el enorme pasillo oscuro delante de mí me gire y con un dedo, solo con un dedo le señale que me siguiera, David iba detrás de mí subiendo por las escaletas los dos desnudos, dejando en el primer piso las habitaciones de su mujer y de mis padres y subiendo hasta mi habitación situada en la buhardilla, al entrar lo primero que vio fue mi cuerpo tumbado en la cama con las piernas abiertas, las abría y cerraba invitándole a que se metiera entre ella y volviera a clavarme esa espada que tenía entre las piernas, que acariciara mi cuerpo, que me besara, que me follara una vez más.

Y una vez más su polla me penetraba partiéndome en dos, aquella noche hizo horas extras, quizás las horas que no hacía con mi hermana o quizás las que mi hermana no quería hacer con él, ya no sabía si creerla porque mi cuñado había resultado ser un excelente amante, quizás mi hermana iba buscando otra cosa, quizás la que tenía realmente un plan era ella y eso lo vimos a la mañana siguiente.

Mi hermana no tardó en acusarnos de acostarnos, acusarle de haberla puesto los cuernos conmigo, con su hermana, quería matarla, me había utilizado como siempre hacia, era la niña mimada, la niña buena que nunca había roto un plato, pero esta vez el tiro le salió por la culata, en el mismo día se separó de mi cuñado visiblemente afectado y a los tres días estaba ya con un chico mucho más joven que ella y a los dos meses David y yo formalizábamos nuestra relación, relación que ella nos robó años atrás.

Ella se quedó con un yogurin que la dejo al año y yo…

Yo me quedé con un verdadero dios del sexo, un verdadero semental.

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