Soy el típico polvo fuera de tiempo que mis padres tuvieron que afrontar a los 47 años de edad, meses antes de que mi madre entrara al a menopausia. Soy el tercer hermano, menor por 17 años con mi hermana Clara y por 19 años con Pablo, el mayor.
Mi nombre es Juan Cruz, para los que no me conocen del otro relato, y tengo 43 años actualmente. Esto me pasó cuando tenía 20 años recién cumplidos, y marca el inicio de mi sexualidad. No porque antes no hubiese tenido relaciones, de hecho había estado saliendo con Rocío, 1 año menor que yo, durante casi 3 años. Juntos nos habíamos desvirgado mutuamente y habíamos tenido mucho sexo durante esos años. O eso creía yo.
Lo que pasó es que Clara, mi hermana, había pagado un viaje a Brasil con Carlos, su pareja, y una pareja más, amigos de Carlos: Sofía y Alejandro. El problema se dio cuando Sofía encontró a Alejandro con las manos en la masa (en plena masa con su ex novia) y le cortó todas las comunicaciones. Alejandro quedó inmediatamente descartado del viaje al país carioca, quedando sólo 3 integrantes. Sofía no quería viajar sola, ya que sentía que estaría en medio de Clara y Carlos, y no quería ser una carga para ellos. Entonces yo, que estaba distanciado de Rocío, le dije que iría con ellos para ocupar el lugar de Alejandro en el coche, y su estadía en el hotel.
Todos estuvieron de acuerdo, aunque con reservas. Se cambió la habitación que nos tocaba a Sofía y a mí por una habitación con 2 camas individuales. Sofía tenía en ese entonces 36 años y se conocían con Clara desde el colegio. Ellos 3 llevaban vidas parecidas, muy sanas, con muchas horas semanales de entrenamiento y se mantenían muy en forma. En cuanto a mí, mis 20 años me sentaban más que perfectos. Siempre tuve un cuerpo esbelto, pero el deporte que practicaba desde los 12 años, el rugby, me había tallado el cuerpo de una manera muy particular, y debo decir que tenía mucho éxito entre la platea femenina.
Si bien en algún momento fantasee con lo que podía pasar en la habitación con Sofía, ella misma lo desactivó al decir algo así como "Cambiemos la cama grande por 2 individuales, porque yo no voy a dormir con una criatura". Todos rieron, pero a mi me hubiese gustado la idea de hacerlo con una mujer más grande. Y además Sofía me atraía, pero evidentemente yo era un nene para ella.
El viaje en auto pasó entre risas y calor, pero Brasil llegó y ya estábamos en las playas de Bombinhas. El hotel era un lujo, las habitaciones eran grandes y muy cómodas, y nos habían dado 2 camas grandes en lugar de 2 individuales.
Esa tarde salimos a recorrer un poco el lugar y a bañarnos en el mar, que para eso uno va a Brasil después de todo. Para eso y para vivir experiencias distintas. La noche llegó pronto, a eso de las 18:30, y con el cansancio del viaje, nadie tenía muchas ganas de trasnoche. Cenamos temprano y nos fuimos a acostar. En ese momento se dio la primer incógnita: Cómo nos íbamos a desvestir??? Yo dormía siempre en bóxer y encima hacía calor para andar tapándose con unas sábanas.
Sofía solucionó rápido el tema. Entró al baño, se duchó y salió enfundada en un pijama blanco que bastante se alejaba de algo erótico. Era un pijama para dormir con esa persona que definitivamente no te vas a coger. Y ese era yo.
Mi turno en la ducha, que no duró mucho, y primer contratiempo: no me había llevado un short para ponerme al salir del baño. Me envolví con la toalla y salí a buscar uno, bastante avergonzado. Sofía, que leía una novelita, levantó los ojos, me miró con desinterés y siguió en lo suyo. Yo agarré mi ropa y me cambié en el baño, salí y me acosté en mi cama.
-Te molesta que duerma sin remera?
-Para nada, te vi toda la tarde sin remera! -Se rio ella.
-Tenés razón, qué tarado… -Y hasta yo me noté nervioso.
Nos quedamos en silencio un rato, que fue bastante incómodo porque no sabía de qué hablar con ella. Su vida y la mía no eran ni parecidas y eran pocos los puntos en común. Fue ella quien finalmente empezó a hablarme de trivialidades, y pudimos charlar bastante esa noche antes de dormirnos. Era un buen inicio de vacaciones.
Al día siguiente, Sofía me despertó abriendo las cortinas de la habitación. Maldije por dentro y le dediqué un "buen día" ronco.
-Buen día -me contestó ella- Arriba, vamos, que hay 3000 pendejas esperando conocerte allá afuera! ja!
-Pará, que recién abro un ojo…
-Me cambio y bajo a desayunar, así te cambiás tranquilo
-Dale, gracias
El día fue hermoso y no salimos jamás de la playa. En mis ratos libres íbamos al mar con Carlos y veíamos cómo los tipos se le acercaban a mi hermana y a Sofía buscando establecer un contacto… y eran rechazados uno por uno. Carlos no era celoso. Lo malo es que los celos me agarraban a mí, con Sofía!
3 días pasaron así hasta que una tarde decidí salir a caminar un rato solo. Lo hice pensando en mi ex novia, en otras chicas que había conocido y, por supuesto, en Sofía. Verla en bikini me había dado material para más de una paja. Sobre todo cuando se acomodaba la parte de abajo de la bikini y dejaba entrever que no tenía nada de vello ahí debajo. En mi caminata vespertina me topé con 2 chicas que estaban haciendo topless tiradas sobre una manta. No pude evitar mirarlas todo el tiempo que pasé delante de ellas. Y por supuesto, una de ellas estaba mirándome, pero con los lentes de sol puestos no lo advertí.
-Te gusta lo que ves? te debo plata? -preguntó con ironía
Me avergoncé, es cierto, pero su comentario me inspiró risa repentina. Su amiga abrió los ojos y me miró sonriendo. Se incorporó y sus tetas evidenciaron una perfecta redondez y caída natural. No deben haber tenido más de 18 o 19 años, eran muy jóvenes y estaban solas. La que me había increpado por estar mirando era un poco rellenita, pero tenía muy bien distribuido todo en su cuerpo, tenía pelo negro y labios gruesos, con rasgos más centroamericanos que locales. Su amiga, la que me sonrió, tenía el pelo muy rubio, la piel dorada, ojos azules verdosos y las piernas más largas del mundo.
-Perdón si miré de más, pasa que…
-Está todo bien -dijo la rubia, que seguía con su sonrisa puesta- No nos ofendemos porque nos miren
-A vos no te ofende! -dijo la morocha- Yo no quiero que me ande mirando cualquiera que pasa por adelante!
-Bueno, Cami, relajate, no pasa nada, pidió perdón y ni te habló, además… es lindo, no?
Cami, la morocha, la miró a la rubia con gesto inverosímil. Agarró su parte de arriba de su bikini, se levantó de la manta y se fue al mar sin decir palabra.
-Perdón por mi amiga, es muy feminista y no soporta que los hombres la miren -Dijo mirándome fijamente- Y además no le gustan los hombres… – finalizó, bajando bastante el tono de voz.
-No pasa nada, el que estaba mirando era yo y… a decir verdad ni siquiera era a ella a la que estaba mirando… -Quise decir que era inocente de los cargos que me imputaban, y me acababa de incriminar sólo con la rubia, terrible jugada!
-Ahhh… o sea que me estabas mirando a mi, no? acosador! -Me dijo riéndose sola
-Naaa… no me digas así, es que donde vivo no suelen haber chicas en tet… topless tomando sol. Soy de Rosario, Argentina, vos?
-Soy de Córdoba. Me llamo Martina.
-Yo soy Juan Cruz, un placer conocerte.
Y así nos quedamos charlando un rato, esforzándome cada segundo por mirarla a los ojos y sacar la vista de sus pechos. Su amiga volvió del mar y le dijo que se quería ir, que la acompañara. No tuve la capacidad siquiera de pedirle un teléfono (hace 23 años casi nadie tenía celular o mail) y Martina se fue con Cami caminando hacia su hotel. Yo… yo sólo me quedé pensando en que había tenido mucha suerte. No sé si había tenido buena suerte de conocerla o mala suerte de conocerla y no verla más, pero suerte había tenido.
Los días pasaron entre playa y mar y se acumulaban los momentos rodeado de mujeres semidesnudas y sin poder tener sexo. Habíamos llegado al anteúltimo día de estancia en Bombinhas y entre los 4 decidimos que era un buen momento para ir a despedirnos de Brasil en un bar de playa donde había fogones y música hasta bien entrada la madrugada. Nos preparamos y nos unimos a la fiesta. Mi hermana y su esposo fueron vestidos completamente de blanco, y se los veía muy bien. Sofía en cambio, se había puesto un atuendo más osado. Llevaba un vestido corto, que apenas le cubría el culo y, en la parte superior, muy poca tela le tapaba apenas una parte de cada teta. No tenía sostén, y realmente tenía mis dudas sobre si tenía ropa interior. El bronceado brasileño le sentaba perfecto y resaltaba con el amarillo de su ropa. Todo remataba en unas sandalias con plataforma que le estilizaban el culo y las piernas de manera brutal.
Una vez en el bar, mis 3 compañeros de viaje dieron rienda suelta a sus ganas y pidieron todo tipo de bebidas, mientras bailaban en la arena y se reían de todo. Yo en cambio, tomaba tragos menos agresivos y miraba a todo el mundo desde la barra. Y entonces sentí que me tocaban el hombro. Era Martina. La reconocí instantáneamente por los ojos. Cuando la vi en la playa era muy linda al natural. Pero vestida como estaba esa noche, con sus ojos enmarcados en un ligero maquillaje y su pelo suelto, era sencillamente perfecta.
-Hola, Martina! -casi le grité, delatando mi sorpresa y el no poder creer lo hermosa que estaba.
-Hola! cómo estás? -Dijo con voz dulce
-Viniste con tu amiga?
-Si, anda por ahí, con una "amiga" nueva, parece que le gusta.
-Bien por ella
Y nos dedicamos a charlar mucho rato. Con el tiempo hablamos de nuestras vidas amorosas, qué esperábamos del futuro, las relaciones pasajeras y cuánto tiempo necesitaban conocerse dos personas para poder tener sexo por primera vez. Yo le decía (como casi cualquier hombre) que si la primera vez había ganas, nada impedía pasar un buen momento. Ella decía que hacían falta al menos 3 días para que un hombre la viera desnuda. Eran las 23:30 y ya íbamos por el tercer trago de la noche cada uno. A Martina le brillaban un poco los ojos y se reía de cualquier cosa que dijera yo. Decidimos salir un rato a caminar a la arena. Entre los tragos, la música y las risas, nos sentíamos muy a gusto y ya no éramos extraños.
Todo terminó con los dos besándonos descalzos en la orilla del mar, como una especie de escena cliché pero realmente fue algo que se dio naturalmente. Y tanto se dio sin programa previo que entre besos y mareos, terminamos en la puerta del hotel donde yo paraba.
-Subimos? -Le pregunté, denostando las ganas que tenía de tenerla desnuda en mi cama
-Me muero de ganas -dijo, y todo fue emoción…- Pero te dije que tenemos que vernos 3 días para que pase eso. -Y todo fue decepción
Arrojando la última carta que tenía en mi mano, le dije:
-Técnicamente, es el tercer día… fijate, el día que te conocí, ayer y hoy! son las 2 de la mañana y es mi última noche en Brasil
-Jajaja, sos muy trucho! ayer antes de las 12 y hoy después de las 12 no cuenta como 2 días!
-Yo insisto que sí, y podemos llevar este caso a la corte de La Haya para que decida, o podés subir conmigo y terminar la noche de la única manera que hay que terminarla – le dije sonriendo
-Jaja, subamos, dale, antes que me arrepienta.
Subimos a mi habitación, sabiendo que estábamos solos porque había visto a mi hermana y compañía tirados en la arena con una botella en la mano.
Entré con Martina a la habitación y fuimos directo a la cama, besándonos torpemente, chocando con los muebles hasta llegar y dejarnos caer en ella. Yo acariciaba su rostro mientras besaba su boca, de labios finos y rosados, que ya se habían hinchado después de horas de besos. Mi boca pasó a besar su cuello, porque era muy seductor y porque era parte del "manual para iniciar el sexo" de todos los chicos de mi edad.
Si algo me gustó de conocer a Martina, era que no coincidía con el estereotipo de la nena buena de su edad, era más bien una mujer jóven, decidida y que sabía bastante bien lo que quería y cómo lograrlo. Y eso quedó demostrado enseguida:
-Te quiero chupar la pija -me dijo mientras me tiraba en la cama boca arriba
Me sentí intimidado, ya que siempre era yo el que proponía el juego y la acción. Que me lo propongan no era normal para mí, pero me dejé llevar. Martu me desabrochó el pantalón, me sacó la ropa con mucha maestría y agarró todo lo que tenía delante de sus ojos. Yo abrí las piernas y dejé que ella se quedara en medio de estas, con mi verga en la mano y su boca a escasos centímetros. Martina empezó a pajearme con paciencia, subiendo y bajando la mano con tranquilidad y sin apuro. Yo sólo quería que se meta todo en la boca y poder disfrutar de esos labios encerrando mi verga.
-Tenés la pija explotada, te gustaría que te la chupe?
-Me estás matando… chupámela…
-Así no. Se pide por favor -me decía mientras me pajeaba con más velocidad a medida que hablaba
-Por favor…
-Por favor qué? -y su ritmo se había puesto frenético
-Por… favor… ahh… chupame la pija…
Se metió la pija en la boca y fue como llegar al paraíso. Anteriormente me habían chupado la pija, por supuesto, pero siempre con lengua y mucha mano, como haciéndome una paja con el glande entre los labios. Martina en cambio me tragó la verga, literalmente, y puso las manos debajo de mi cola para tomarse con fuerza y meterse lo más posible mi carne en su boca.
El calor de esa boca, sumado al arte que tenía para hacer su tarea, estaba haciendo que estuviera a punto de llenarle la boca de semen. Pero era demasiado pronto, hubiese sido un papelón. Después de 2 minutos de chuparme la pija, le dije que quería retribuir esas caricias. Me incorporé, me quité la remera y le quité el top blanco que cubría sus pechos. No estaba usando corpiño, y cuando saqué la prenda, sus tetas quedaron tan firmes como redondas delante de mis ojos. No tenían la marca de la bikini, lo que denotaba que Martina no había tomado sol con el traje de baño prácticamente nunca. El color dorado de su piel era intenso y uniforme, y resaltaba contra la claridad de sus pezones rosados y suaves, completamente duros por todo ese juego previo.
Con poca experiencia pero mucha calma, le empecé a subir la mini negra que tenía aún puesta. No se opuso a nada, y entonces aproveché para jugar con ella y su diminuta tanga. Mientras llevaba mi boca a uno de sus pezones, mi mano se mudó a su entrepierna, acariciando suavemente la parte interna de sus muslos, que al estar arrodillada en la cama con las piernas completamente abiertas, dejaba mucho campo para acariciar. Su tanga de encaje negra era perfecta para esa situación, y al primer contacto noté que estaba completamente mojada.
Acaricié su vagina suavemente por encima del encaje negro, buscando contactar lo más posible con sus labios y si clítoris. Martina había empezado a gemir, al tiempo que se agarraba fuerte de mi verga, estando los dos arrodillados uno frente a otro, y seguía con su tarea de pajearme a destajo. Sus ojos se habían cerrado y se notaba que estaba disfrutando ese placer lento y paciente.
De a poco fui incrementando la presión sobre su prenda íntima y mis dedos empezaron a mojarse con sus líquidos. Corrí un poco de su tanga para poder tocarla directamente. Su concha goteaba flujo de sus labios. Y mi pija había hecho lo mismo en su mano, que estaba empapada de mi líquido seminal.
Mis dedos medios se ensañaron con el clítoris de Martina, que era pequeño pero estaba terriblemente duro. Le pasaba los dedos en círculos, sin mucha rapidez, pero con buena presión. Su mano con la que me había estado masturbando a ritmo constante, comenzó a fallar en su coordinación. Yo tenía a esa altura toda la mano mojada con sus jugos, y empecé a alternar las caricias, con los círculos en su clítoris y metiéndole dedos en su vulva. Martina empujaba con cada embestida, y los gemidos empezaron a oírse en toda la habitación. Le pasé un brazo por su espalda y la pegué a mi cuerpo, inclinándola de a poco para dejarla recostada sobre la almohada de mi cama. Martina abrió sus piernas con las rodillas flexionadas y por primera vez pude ver su concha. Era estrecha, de labios finos, con un pequeño bosquecito de vello en su pubis pero muy prolijamente depilada en su vulva. Los labios interiores se asomaban un poco entre los externos y el clítoris se había puesto duro y turjente, reclamando más atención.
No me resistí a la tentación. Bajé mi cabeza a su entrepierna y besé el interior de sus muslos, su vientre, el pubis… al tiempo que metía muy de a poco dos dedos en su vagina, centímetro a centímetro. Martina pasó los brazos detrás de la almohada y la apretó con fuerza. Gemía y movía las caderas con mis caricias. Dejé de jugar en los alrededores y ataqué su clítoris con la lengua. Diez segundos después de apoyarle la lengua en su vulva, Martina arqueó la espalda, me agarró del pelo y gritó de placer con la llegada de su orgasmo. Su concha empezó a tener espasmos y liberar cantidades de flujo que yo chupaba con dedicación. Tenía la pija terriblemente dura, y sentí que nada me importaba a esa altura. Ella estaba ida por completo y yo, yo solo tenía una mínima conciencia de lo que pasaba más allá de nuestros instintos animales. Lo único que tenía en la mente era penetrar esa concha rosada, joven, pulcra, húmeda hasta chorrear sus líquidos a la cama.
Fue quizás por eso que ninguno de los dos se percató de que Sofía estaba parada en la puerta de la habitación, mirándonos con una sonrisa pícara y definitivamente ebria. La botella de ron que tenía en la mano reforzaba la sensación. Tenía los ojos turbados por el alcohol y su vestido amarillo se había subido más de la cuenta, mostrando sus muslos firmes.
Martina seguía con los ojos cerrados terminando de gozar su orgasmo, sin darse cuenta de nada. Yo miraba a Sofía sin saber bien qué decirle. Estábamos desnudos, yo con la pija hecha una viga y Martina con sus piernas abiertas chorreando placer, no había mucho para decir en esa situación.
-Qué hacés ahí, Sofía!!?? -Fue lo que me salió cayendo en la cuenta por primera vez en toda la noche que también era su habitación. Martina abrió los ojos de golpe, mi miró y miró a Sofía. Se levantó de golpe y se sentó en la cama.
-Jaja, no se pongan nerviosos, los estoy viendo hace un rato ya… -Su voz sonaba pastosa y lenta, pero era firme.- Como ven, puedo estar un poco borrachita, pero el show estuvo bueno.
-Quién sos!? qué hacés acá? -preguntó Martina, inquieta.
-Es mi compañera de cuarto, amiga de mi hermana, te conté de ella hoy. -Traté de calmarla
-Ah, claro, es tu habitación también, qué tonta… perdón -le dijo Martina bajando la vista con vergüenza.
– Ey… chicos… no pasa nada. Somos todos adultos ya, nooo? jaja -Sofía se divertía con nuestra incomodidad- Y tengo que decir que Juan Cruz sabe elegir muy bien a la hora de tener sexo. Soy Sofía, vos sos…?
-Martina -Le dijo, sin mucho detalle
Yo mientras tanto seguía sentado en la cama, con la verga saliendo de entre mis piernas apuntando al techo.
-Sofi, esto es incómodo, nos podés dejar un minuto para que nos vistamos? no queremos molestar…
-Ya vas a esconder esa poronga hermosa que tenés? hace un par de noches que te miro y te ponés al palo mientras dormís… no la guardes… dejamela ver de cerca.
Sofía se acercó tambaleando un poco. Yo no me podía mover, todo me daba vergüenza. Martina seguía al lado mío, tapándose con la almohada. El hecho de que sea mayor a nosotros y la seguridad que transmitía, me dejaba sin poder de reacción. Y creo que a Martina le pasaba igual, aunque en un momento me pareció que miraba a Sofi con algo más de admiración que de vergüenza.
Sofía se agachó y me agarró la pija por el tronco. Yo di un respingo al sentir su mano. Martina estaba petrificada con la vista fija en mi pija rodeada por los dedos de Sofía.
-Se te nota que tenés 20 años, eh… la pija de hierro, tenés… -Decía Sofi arrastrando las palabras por la borrachera.
Sin más palabras que esas, se arrodilló ante mí y se metió la pija en la boca. Sus labios eran gruesos, tibios, y los dejaba relajados. Se me aceleró el corazón, mientras que los huevos se me subieron y contrajeron de inmediato.
Martina estaba hipnotizada con la situación. Yo miraba la boca de Sofía tragarme entero y miraba a Martina todo el tiempo, una y otra, una y otra de nuevo… y entonces noté que Martina ya no abrazaba la almohada tan fuerte y hasta había dejado de apretar las piernas, en una posición más relajada.
Sofía tenía toda mi pija en la garganta y con la lengua me acariciaba los huevos. Agarró una de mis manos y se la llevó a sus tetas, metiéndola dentro de su vestido, que ya copiaba lo turgente de sus pezones. Los pezones era duros, más que los de Martina, y grandes, largos.
Salí del trance en que me encontraba y por primera vez en toda esa situación, me sentí dueño de mis actos. Le corrí el vestido a Sofi para dejar sus tetas descubiertas. Eran naturales pero con un tamaño bastante importante, y a pesar de su edad, mantenían una caída y redondez perfectas.
La lengua de Sofía estaba haciendo estragos en mi libido. Sentía que me iba a desarmar en cualquier momento. Una de las manos de Sofía se había metido en su entrepierna y, como yo había supuesto esa noche más temprano, no tenía nada de ropa interior.
Martina liberó finalmente la almohada, y se acercó a mí. Con calma y un poco tímida, me besó en la boca y dejó que su lengua jugara con la mía. Sentía su lengua en mi boca y mi verga en la garganta de Sofi, no había posibilidad que eso durara mucho más tiempo…
-Sabés una cosa? esto es raro, y me está calentando mucho – me susurró Martina al oído
-A mí también – le respondí en voz alta
-"A mí también" qué?? -preguntó Sofía, sacándome de adentro de su boca- No vale tener secretos acá, es trampa! Vení, chiquita, ponete al lado mío.
Martina se dejó llevar y se arrodilló al lado de Sofi y frente a mí. Sofía la tomó de sus mejillas y le dio un beso en la boca, largo, intenso, con pasión, tan fuerte que Martina no era capaz de pestañear de la sorpresa. La imagen me acercó indefectiblemente al orgasmo.
-Sos hermosa, chiquita -le dijo Sofía- Me ayudás con esto? -y señaló mi verga
-Vamos allá! -le respondió Martina saliendo de la sorpresa
Sofía me tragó la verga de nuevo, al tiempo que Martina me empezó a lamer los huevos y un poco más al sur. Yo empecé a jadear sin control. Ver la escena me enloquecía. Sentí que mis testículos se contraían, la pija empezaba a cabecear. La eyaculación era inminente. Traté de anticiparles ese hecho, pero me salió de la boca un balbuceo poco claro. Me abandoné y me dejé ir dentro de la garganta de Sofía.
Solté las primeras gotas al tiempo que el orgasmo llegaba. Sofía se dio cuenta y me miró, sin dejar de mover la cabeza arriba y abajo con la pija en su boca. Inmediatamente me explotó la verga, dejando salir un chorro de semen increíblemente largo y potente, que hizo que Sofía abriera un poco la boca y parte de esa leche tibia le saliera por la comisura de los labios. Dos, tres chorros más. Más semen chorreando por su boca, deslizándose por mis huevos hasta la lengua de Martina que lo bebía de a poco. El vestido amarillo de Sofi estaba todo chorreado, y yo lejos estaba de terminar de bombear esperma.
Sofía se sacó la verga de su boca y la dejó terminar de escupir semen en su cara y sus tetas. Las dos estaban con sus manos en sus respectivas vaginas, mientras me ordeñaban sin piedad.
Martina tomó la posta, me agarró la verga con ambas manos y terminó de escurrir lo que quedaba de mi orgasmo, tomando con la lengua los últimos vestigios de leche espesa, y recorriendo con cariño y paciencia mi glande en toda su circunferencia. Sofía, que la miraba entre excitada y sorprendida, se unió a ella y entre ambas terminaron de sacarle lustre a mi pija con sus lenguas, jugando cada tanto entre ellas, para terminar besándose acaloradamente. No podía creer lo que estaba pasando. Martina, que parecía tan niña, se había prendido en el juego de Sofi, y Sofía, que parecía tan seria y severa conmigo, se había tragado mi acabada y ahora estaba a los besos con mi chica.
Sofía se levantó y tomó a Martina de su mano, la llevó a su cama y las dos me abandonaron desnudo, con mi pene en estado de semierección, sólo, en mi cama.
Martina cayó en la cama de Sofi, y Sofi se derrumbó encima de ella a la altura de su panza, quedando su boca a la altura del ombligo de Martina. Entonces empezó a darle besos a la panza, el ombligo, su vientre, hasta que su lengua se empeñó en jugar con ese delicado bosquecito de pelo que tenía en su vagina. Desde mi posición, recostado en mi cama, podía ver cómo Sofía le estaba chupando la concha descaradamente a Martina, pasando la lengua por sus pelitos y por su clítoris de manera torpe debido al alcohol, pero intensamente.
Vi que Sofía me miraba con lujuria mientras le metía lengua a Martina, y con una mano se levantaba su vestido, dejándome ver todo su sexo y su culo, redondo y de proporciones perfectas. Sentí que los huevos se volvían a subir y la pija ya no estaba echada a un lado, sino que se había empezado a poner firme nuevamente. La gloria de tener 20 años.
Mientras nos mirábamos con Sofi, empecé a tocarme, con las piernas bien abiertas, mostrándole lo dura que se me estaba poniendo de nuevo.
-Chiquita, mirá lo que le pasa a tu chico -le dijo Sofi a Martina
-Se está tocando la pija mirándonos!
-Lo invitamos?
-Cuando quieras
Intenté levantarme para unirme, pero Sofi me indicó con un gesto de la mano que me quede. Se colocó en cuatro patas, metiendo la cabeza entre las piernas de Martina, y dejando bien en alto su culo redondo. Pude ver cómo su concha se abría en flor a medida que relajaba su posición, y sin preguntar nada más, me acerqué desde atrás con la verga en mi mano, lista para batallar.
Me puse detrás de Sofía y la tomé con las manos de su cadera al tiempo que metí la cara completa en ese culo con la lengua como punta de lanza. Sofía gimió al sentir mi lengua pasando por su ano, bajando a su concha y volviendo a subir a su esfínter, y acompañó esos movimientos con un meneo de su cadera, sin dejar jamás de chuparle el clítoris a Martina, que a esta altura ya encaraba su recta final al orgasmo.
Me separé de Sofi y con la pija bien erecta se la apoyé en la entrada de esa concha regordeta, de labios gruesos y rosada por dentro.
-Mmmm… qué hacés?… -gimió Sofía
-Te la voy a meter toda
-No, no es justo para ella -señalando a Martina
-Si! -dijo Martina con ganas- Me corresponde que me la pongas a mí primero! ja!
Sofía salió de su posición y trepó por el cuerpo de Martina hasta quedar arrodillada entre las tetas y el cuello. Ésta la miró con curiosidad, al tiempo que yo tomaba mi posición entre sus piernas.
-Es tu primera vez? -preguntó Sofía con dulzura
-Si, nunca estuve con una mujer
-Yo te enseño, dejate llevar
Y Sofi acercó su sexo lampiño a la boca de Martina que, poco a poco comenzó a lamerlo, primero con reservas, luego con más ímpetu.
Entre sus piernas, yo apunté la punta de mi verga y la coloqué entre los pliegues de sus labios inferiores. Era un lago y se sentía caliente como pocas veces había visto. Empujé unos centímetros y comprobé que era muy estrecha, quizás debido a que no tenía mucho rodaje sexual. Un gemido con cierto tono de queja salió de su boca ocupada por la concha de Sofía, al tiempo que tensó sus piernas. Yo no lo sabía en ese momento, pero soy lo que se llama "bien dotado" y era evidente que a Martina le estaba doliendo cuando yo entraba. Sin embargo, la lubricación era abundante y la pija le fue entrando de a poco sin problemas. La tensión de sus muslos cedió y yo empecé a moverme en su interior, recorriendo en su concha todo el largo de mi verga. Martina quería gemir pero la vagina de Sofi le tapaba los sonidos. Inclinándome hacia adelante, mi boca quedó justo a la altura de la espalda baja de Sofía, quien al sentir mi contacto, se movió más aún hacia adelante, sentándose sobre la cara de Martina, y me dejó una vista privilegiada de su culo abierto. Sin dudarlo, me agaché aún más sobre ella para alcanzar su ano con mi lengua. Es claramente una imagen sexual que difícilmente vaya a superar en mi vida. Martina, tirada sobre la cama con su pelo rubio extendido sobre el colchón, Sofía sobre ella, disfrutando de un sexo oral más que impensado, y yo entre las piernas de Martina, penetrándola cada vez con más fuerza, mientras lamía el esfínter de Sofía.
-Hijos de puta, me van a hacer acabar!!!… ahhh!! -Gritó Sofía derrumbándose en su orgasmo.
Noté que en ese momento Martina se movía como una poseída, tragando el orgasmo de Sofía y recibiéndome a mí en su vagina. Sofía se convulsionaba entre la boca de Martina y la mía. Fueron varios segundos en los que los temblores y los gritos se hicieron presentes en ellas. Martina, ya un poco más liberada de la presión de Sofi, estaba jadeando y gimiendo, con su boca completamente empapada de flujo orgásmico.
Sofía se colocó al lado de Martina en la cama y llevó una mano a su clítoris
-Venite para nosotros, chiquita… -le susurraba al oído
Yo aceleré al máximo mis embestidas, notando cómo los fluidos de Martina iban inundando todo a su alrededor.
-Voy a… ahhh… voy a ac… aaahhh -Gimió Martina alcanzando su segundo orgasmo de la noche. No fue un grito como el de Sofi, sino más bien una expresión de placer y alivio.
Sofía le tocaba el clítoris de manera demencial y yo martillaba su sexo con fuerza. Mis bolas querían vaciarse nuevamente. Sofía me miró cerrar los ojos y de un movimiento rápido hizo que saliera del interior de la concha de Martina. Mi pija era un garrote de color intenso, venoso.
-No vayas a acabar sin cogerme, nene
-Lo que vos digas
Martina se sonrió y aprobó ese pedido. Me tiraron de espaldas en la cama y Sofi se sentó encima de mis piernas, casi encima de mi verga. Martina tomó la posición que antes Sofi había practicado con ella, y con elasticidad se sentó encima de mi pecho, mostrándome su concha en todo su esplendor. Desde ese momento, poco pude ver de lo que pasaba entre mi pija y Sofía, ya que sólo veía la concha de Martina y sus tetas colgando sobre mi.
Sentí que Sofía se hamacaba sobre mí, haciendo pasar su concha empapada sobre mi pija dura. Yo había empezado a chuparle la concha a Martina cuando escuché la voz borracha de Sofi.
-Ahora te voy a coger como nunca te cogieron…
Con la boca llena del sexo de Martina, no dije mucho. Sentí que Sofía me agarraba la verga con su mano y poco a poco se la iba metiendo en su interior. Parecía increíble, pero era más estrecha que Martina. Algo se sentía raro. Sin embargo sentía cómo Sofi se iba metiendo poco a poco toda mi pija dentro, y parecía que me iba a tragar entero. Su interior era caliente y estrecho, y me apretaba la verga de manera deliciosa.
-Ssss… nene… qué gorda que está… me estás partiendo el culo!
Por eso sentía una sensación diferente! Sofía se había sentado sobre mi verga y se la había metido completa en el culo! La sensación era una experiencia única. Corriendo un poco la cabeza, pude ver que Sofía tenía los ojos en blanco y se pellizcaba los pezones, arrastrando la concha contra mi abdomen con toda mi pija dentro de ella.
Martina me abría su concha con las manos para que la chupe bien profundo.
Mi poder de resistir la eyaculación estaba flaqueando. El culo de Sofi era mucho más de lo que podía soportar.
Martina estaba tan concentrada en su placer que no vio venir la mano de Sofía, que llegó al culo de Martina para acariciarle su esfínter con un dedo. Sofía metió toda la mano entre mi boca y la vulva de Martina, y de esa manera lubricó con flujo y saliva todos sus dedos. Despacio, con sumo cuidado y paciencia, empujó su dedo medio en el culo de Martina, quien con ambas manos me agarró la cabeza y la apretó fuertemente.
Martina se empezó a hamacar sobre mi boca y usaba mi pelo como rienda. Sofía le metía todo un dedo en el recto, al tiempo que ella también se mecía fuerte sobre mi pija.
Escuchaba a Sofía y Martina gemir y gemir y gemir cada vez con más intensidad… y la primera en venirse fue Martina, que casi me ahoga con su orgasmo, sin contar que también estuvo a punto de quitarme un mechón de pelo. El dolor en la cabeza, la sensación de ahogo y el culo de Sofía me dejaron al borde del abismo. Y entonces escuché toda una serie de insultos de Sofía, que empezaba a tener un orgasmo anal de esos que no son nada comunes. Sentí como me salpicaba mi panza y mi pecho con su eyaculación, caliente y abundante. Gritaba, insultaba y sacudía la cabeza, al tiempo que saltaba sobre mi pija con el culo completamente dilatado y su vagina que chorreaba como un grifo abierto.
Demasiado para mí. Iba a acabar en ese culo y nadie lo iba a poder impedir. Los chorros de semen brotaron con fuerza y en abundancia en el recto de Sofía, que seguía sacudiéndose con el placer recibido analmente. Varios segundos después, Sofía se empezó a incorporar y a sacar mi pija de sus entrañas. Todavía estaba dura, no había perdido nada de su fuerza y al salir del culo de Sofi, se escurrió un poco de semen de su ano, mezclándose con todos los fluidos que flotaban en mi cuerpo.
Martina abandonó su posición sobre mi cara, con las piernas temblando y se encontró con Sofía que acaba de tener su orgasmo, y con mis restos, mirando al techo con los brazos abiertos, las piernas separadas, todo mojado y con la pija apuntando al cielo, toda cubierta de semen.
Martina y Sofía se trenzaron en un beso ardiente y pasional, con las manos que no paraban de acariciarse y tocarse.
-No es justo que sigan sin mí -les dije mientras trataba de incorporarme
-jaja… date una ducha y después vemos -me dijo Sofi mientras le mordía un labio a Martina
-No se vayan a ir
-Yo de acá no me muevo sin que me llenes a mi -dijo Martina, reclamando su parte.
Me duché rápido y cuando volví a la habitación, el cuadro era muy intenso. Martina tenía casi su mano derecha enteramente perdida dentro de la concha de Sofía. Había perdido además toda su timidez y a la vez que empujaba su mano en el interior de la vagina, cada tanto le daba largos lengüetazos al clítoris de Sofía que estaba en otro mundo.
Me acerqué por detrás y me arrodillé en la cama, al lado de Sofía, dejando la verga a centímetros de donde Martina tenía si lengua en el clítoris de Sofía.
Sofi emitía jadeos y chillidos cada vez que Martina empujaba su mano, y tenía la mirada perdida, nublada. Acerqué aún más la verga a la cara de Martina y ella empezó a alternar lengüetazos a la vulva de Sofía y a mi glande, uno y otro, y así durante el tiempo suficiente para que se me ponga muy dura la verga de nuevo.
Mientras la pendeja me chupaba la pija, yo me entretenía pellizcando los pezones de Sofía, hasta que escuché la voz de Martina
-Ponémela… dale…
-Quedate así, en cuatro patas
Me coloqué detrás de Martina y apoyé la punta de la verga entre los labios de su vulva, que se abrieron como dando la bienvenida. La pija fue entrando sin ningún esfuerzo casi hasta la mitad, y entonces inicié un vaivén en su interior, metiendo un poco más la pija con cada embestida.
Escuché un grito de Sofía, entre dolor y alivio. Martina tenía toda la mano dentro de la vagina de Sofía y seguía empujando. El vientre denotaba el bulto que Sofía tenía dentro moviéndose como un pistón. Mi excitación se disparó de pronto con esa escena. Empujé de golpe mi pija en la concha de Martina y sentí cómo mi panza se apoyaba en su culo y ella dejaba escapara un grito ahogado. Seguía con su mano y su lengua abocada a Sofía, y yo notaba que Martina estaba buscando un nuevo orgasmo. Escupí un poco de saliva en si ano y comencé a hacer círculos con mi pulgar alrededor del esfínter. De a poco fui metiendo el pulgar en su culo, metiendo un poco y sacando, lubricando de nuevo, y repitiendo tantas veces como fuera necesario. Al final, sentía la presencia del dedo en recto de Martina desde la pija que entraba y salía de su concha.
Sofía agarraba fuerte sus muslos y tenía el cuerpo desarmado en sus movimientos. A juzgar por sus gemidos y jadeos, los gritos e insultos, había tenido varios orgasmos encadenados y no parecía parar. Balbuceaba palabras extrañas y babeaba, los ojos en blanco hacia atrás, completamente transpirada y con el pelo alborotado.
Saqué la verga de esa cueva húmeda y tibia y apunté hacia el culo de Martina
-Noooo… -Gimió- Por favor… me vas a destrozar, es muy grande…
-Te prometo que si te duele, paro
-Es que soy virgen de ahí… esperá… por… favor… -empezaba a apretar los dientes a medida que yo había metido el glande entero en su ano
-Te resulta doloroso?
-siii…
-Salgo?
-No… seguí un poco más
-Esa es mi chica
Empujé un poco, entré unos 3 centímetros más y Martina pegó un grito. Le dolía, era su primera vez y era impensado que no le doliera. La saqué un poco y volví a empujar, esta vez un poco más. Otro grito, más largo e intenso que el anterior
-Estás bien?
-No! me duele!… pero… siento algo raro… no te vayas de ahí…
-No me voy a ningún lado
Se llevó su mano libre a su vagina y empezó a frotarse el clítoris con rapidez. Había dejado de chuparle la concha a Sofía y sólo hacía torpes movimientos de su mano dentro de su vagina.
-Despacio, por favor… metémela despacio, pero toda, te quiero sentir…
-Si, despacio…
Ese jueguito me estaba matando. Sentir lo estrecho del culo de Martina, su calor, sus dedos jugando con su clítoris y sus gemidos me estaba llevando a un nuevo clímax.
Martina daba grititos cada vez que mis huevos se apoyaban en su vulva, teniendo toda la pija en el culo. Ya no eran completamente de dolor, algo de placer la estaba envolviendo y ella me lo hacía notar.
Martina necesitaba disfrutar eso a fondo, y por eso sacó la mano de la cueva de Sofía, quien dio un pequeño grito de placer y quedó tendida en la cama, exhausta. Martina con ambas manos libres se masturbaba con una y con la otra abría su culo para que yo entre profundamente en ella.
Sofía empezó a levantarse y se colocó de frente a Martina, lamiéndole los pezones y besándola en la boca.
Martina tuvo entonces todos los sentidos puestos en el placer que los dos le estábamos dando. Un orgasmo demoledor la alcanzó y la derrumbó sobre Sofía, que la tomó en sus brazos y no la dejó caer al colchón.
Martina gritaba, lloraba, gemía y jadeaba completamente fuera de sí. Sofía pasó una mano por debajo de la vagina de Martina y fue más allá, llegando a mis huevos. Me los acariciaba con ganas, con lujuria, y yo sentía que no iba a poder contenerme a ese tratamiento.
-Ufff… cómo estás a punto de acabar… se te nota en los huevos, corazón – comentó Sofía cerrando su mano alrededor de mis testículos
-Ahí voooy… Mar… tina… ahí voooyyy!!!
Y la pija me explotó dentro de sus tripas.
El orgasmo que tuve dentro del recto de Martina fue completamente fuera de lo normal, sentía que la pija se me iba a salir de mi cuerpo, y no quería moverme, quería preservar ese momento para siempre. Cada chorro de semen que sentía disparar dentro de ese culo virgen era un acto sublime. Varios chorros de semen salieron de mi verga e inundaron ese culo por primera vez. Martina ya no era virgen por completo. Y ambos habíamos tenido nuestro primer trío, y fue algo que verdaderamente me alucinó.
Después de ese tercer acto tan violento e intenso, caí rendido en la cama, agitado y completamente transpirado. Inmediatamente me invadió el sueño y el cansancio. Sé que pasé un brazo por debajo del cuello de ambas y así me quedé dormido. Supuse que ellas también, pero después de un rato abrí los ojos y las vi besándose, de manera dulce y silenciosa. Entendí que no era mi momento y que ellas estaban en su mundo, quizás compartiendo experiencias, quizás sólo disfrutándose mutuamente. Volví a dormirme y a la mañana siguiente no estaban ni Martina ni Sofía.
En el desayuno, sólo hablaban mi hermana y su marido. Sofía y yo estábamos en silencio y costaba sostenernos la mirada. Sin embargo, había algún que otro gesto cómplice que me indicaba que no todo estaba tan mal como parecía.
De hecho, Sofía y yo tuvimos encuentros durante 2 años posteriores a Brasil, hasta que ella formalizó con un hombre que enseguida la dejó embarazada. Ese fue el fin de nuestros encuentros y el fin de la historia. A Martina nunca más la volví a ver, aunque sí nos buscamos muchos años después por redes sociales. Está casada y tiene 3 hijos.
Y entre ellas dos me dieron el mejor recuerdo de una noche de sexo que podría haber tenido jamás.
FIN
Glosario Argento (para poder dar interpretación al texto, se escribió con mi dialecto):
Coger, garchar: Follar, hacer el amor
Remera: Playera, prenda de vestir
Pendeja: jovencita, adolescente
Trucho: caradura, falso, engañador
Pará: Espera, detente
Tenés: tienes
Podés: puedes
Hacés: haces
Venite: vente
Poronga, pija: polla
Concha: vagina, coño