Después de un tiempo de no escribir, voy a continuar contándoles sobre mi historia con mi amante casado, la tercera parte de "la saga" como me dijo un amigo, a quien se lo dedico porque sé que le gustan mis relatos.
Tener sexo en su casa, en su cama matrimonial, había sido una experiencia alucinante pero difícil de repetir. Las cosas se habían complicado con los horarios y las rutinas de trabajo de los dos, por lo que nuestra calentura por un nuevo encuentro iba en aumento pero no se podía dar. Uno de esos días de encuentro por el chat mientras estábamos cada uno en su oficina quedamos de encontrarnos en el horario de salida. Nos vimos en la calle y fuimos en su auto hasta un parque cercano, estacionamos en la oscuridad… nos besamos con mucha pasión y empezamos a tocarnos primero entre la ropa y después desabrochando camisa y pantalón, cuando cada uno tenía en su mano la pija del otro, nos comimos la boca con mucha lengua y después me agache para mamársela. Por unos minutos disfrute de esa hermosa verga de arriba a abajo, metiéndomela toda hasta sentir sus bellos acariciándome la cara. Después el hizo lo mismo y me chupo la pija con muchas ganas, cada vez lo hace más rico.
Estábamos algo nerviosos por estar en el auto pero igual me propuso bajarnos un momento, decía que no iba poder irse si no nos apoyábamos, que quería sentir nuestros cuerpos juntos otra vez. Me paré al lado de la puerta del auto y el detrás mío, volví a desprender mi pantalón que, como era liviano, cayó rápidamente hasta mis rodillas y él hizo lo mismo con el suyo. Sentí su garcha caliente apoyarse en mi culo, me besaba la nuca y mordisqueaba mi oreja, mientras su pija dura pujaba como queriendo entrar. Me la deslizaba de arriba a abajo por mi raya. Luego la metió entre mis piernas y bombeaba suavemente como para que nadie desde lejos pudiera advertir el movimiento. Me dijo que no daba más de calentura pero no tenía forro. Su líquido preseminal fue mojando mi entrepierna y gozábamos terriblemente con ese roce. Tanto que no se pudo aguantar y de repente sentí su leche correr por mis piernas. Se avergonzó un poco y me dijo: "bebé no doy más, disculpame no me aguante, te necesito, voy a arreglar para que podamos encamarnos de nuevo y te aviso".
Así fue como unos días más tarde, me llamó para que le confirmara si podía ir con él en un viaje de trabajo, El viernes por la tarde pasó a buscarme por mi casa, yo había pedido ese día en mi laburo, Había alquilado una cabaña para esa noche y el sábado. Antes pasamos por el supermercado para comprar lo que necesitábamos, le dije que me encargaría de comprar las cosas para prepararle una rica comida.
Cuando llegamos a la cabaña, tiramos las cosas, nos sacamos la ropa de un tirón y nos dedicamos a amarnos por dos horas sin parar. Totalmente en bolas, nos comíamos las lenguas y nuestras manos recorrían todo lo que podían. Me senté en la cama y lo paré frente a mí para comerme su pija con todo el deseo que tenía desde hacía tantos días, mientras mis manos seguían recorriéndolo. Él se abalanzó sobre mí, recostándome en la cama sin sacar su pija de mi boca, empezando a moverse como haciendo flexiones sobre mi cuerpo. Me cogía la boca hasta atragantarme. Se dio vuelta y me chupo la pija también, enganchados en un 69 brutal. Nos comimos todo.
Cuando estábamos en la cima de nuestra calentura, me puso en cuatro y me pego una culeada hermosa, con toda la fuerza como lo hace siempre. Sentí otra vez, sus brazos y sus manos apretándome, sus labios recorriéndome mientras su hermoso pedazo hacia latir mi orto. "¡Que rico papi! ¡Así mi macho! ¡Papito, después me toca a mí, te quiero tener así también!" – "Si mi amor, vamos a hacer de todo, estamos solos y vamos a entregarnos el uno al otro!!! Entre ese diálogo caliente, acabamos casi a la vez. Me desmayé sobre la cama y él sobre mi cuerpo, quedamos unidos por un rato y seguimos acariciándonos.
Preparé la cena y la compartimos, después de una ducha pero sin vestirnos, los dos sentados a la mesa pero totalmente en bolas, tomaditos de la mano, besándonos entre bocado y bocado, nuestro deseo no disminuía. Cuando llegó la hora del postre, le dije que había una sorpresa… comimos durazno con crema que compré deliberadamente en el súper. Mientras disfrutaba su postre, yo me dispuse a comer el que había guardado para mí. Me arrodille a su lado y tomando la crema la unté en su pija, Comencé a chuparla suavemente, pasando mi lengua y hacerlo gozar todo lo que pudiera… Reía por la ocurrencia pero me contó que estaba entre sus fantasías y que le encantaba que pudiéramos estar dándonos esos gustos, juntos sin inhibiciones sin miedos.
En agradecimiento por la comida y fundamentalmente por el postre compartido, se ofreció a lavar los platos, se puso un delantal que había en la cabaña pero seguía en bolas debajo, por lo que me ofrecía su culo peludito a la vista mientras yo permanecía sentado a la mesa. Volví a mis andanzas y sin que lo notara me acerque arrodillándome detrás de él y comencé a besar sus piernas hasta llegar al orto y meterme en su raya para jugar con mi boca. Se excitó y dejo por ratos de lavar, me decía que así no podía, reíamos juntos… lo acompañe mientras terminaba su tarea con mis caricias y lamidas, Después, sin que se diera vuelta, lo tomé de la cintura y lo lleve hasta la mesa, subí un pie suyo a una silla y lo recliné sobre la mesa, En esa posición habían quedado a mi merced, su culo y su pìja que estaba tirada hacia atrás sobre la mesa, totalmente abierto por la pierna subida a la silla y haciendo apenas pie en el piso. Me lo comí con todas mis ganas, que hermoso espectáculo su hoyo, su entrepierna, su pija, sus huevos. Todo lamí, bese y acaricie con mis labios y mi lengua a más no poder.
Sentía su excitación, sus gemidos, me decía que lo volvía loco. Yo no podía dejar de pensar en lo increíble de tenerlo así y fui por más, Me paré detrás de él y apoye mi pija en su orto, fui entrando despacito y después se la mande con todo. Comencé a culearlo, bombeando primero parado, golpeando mi pelvis con su culo y después subí una pierna a la misma silla en la que estaba la de él, para así montarlo mejor. Mi pija le entró hasta los huevos, me subí sobre su culo y explote de placer adentro suyo. Sus gemidos ya eran gritos y nuestro jadeo interminable. Que hermosa cogida, tenía a mi macho casado como quería. Cuando nos bajamos, me senté en la silla y él sobre mí, abrazándonos y dándonos un beso que sello esa cogida increíblemente rica.
Fuimos a la cama dispuestos a una interminable noche de amor, por lo menos eso hubiésemos querido, lamentablemente tenía su fin al otro día, pero digo eso porque fue larga, obviamente tratamos de dormir lo menos posible, dejándonos llevar, esa noche y la mañana siguiente. Nos deshicimos en caricia, me llevó en andas a la cama, jugamos desnudos como dos niños, caímos una y otra vez en los brazos del otro, nuestras bocas parecían querer volver a juntarse a cada rato y penetramos mutuamente una vez más. Primero yo me senté en su pija y después lo cogí con las piernas al hombro.
Por la mañana, su mujer lo llamó por teléfono, mientras yo desayunaba su verga. Él estaba sentado en la cama, recostado sobre las almohadas y yo acostado panza abajo entre sus piernas., chupándole la pija, cosa que no dejé de hacer mientras atendía el llamado. Noté que la situación lo ponía entre nervioso y más excitado. Las palabras le salían cortadas y entre suspiros. Mientras hablaba, se estiraba hacia adelante, acariciaba mi cabeza como diciéndome que no me detuviera o llegaba hasta mi culo para deslizar un dedo por mi orto. Cuando dejo de hablar con su mujer, me levantó de la cintura atrayéndome hacia él, me sentó sobre sus piernas, crucé las mías por detrás de su cuerpo y así sentados uno encima del otro y abrazados, nos besamos, me murmuro al oído: "Me vuelve loco todo esto! y no sé cómo voy a hacer cuando tengamos que irnos".
Finalmente, nos duchábamos juntos antes de dejar la cabaña, Nos enjabonábamos uno al otro, convirtiendo el baño en caricias y abrazos. De pronto, me giró de frente hacia la ducha, enjabonó suavemente mi espalda y mi culo, acariciándolo por unos minutos, puso con su dedo mucho jabón en mi orto y también enjabonó su pija. Sentí como la apoyaba y mi deseo fue lujuria. Su glande entro en mi orto mientras el agua tibia de la ducha nos mojaba a los dos y él volvía a morder mi nuca. – Dijo: "Ahora vos, nuestro pacto… nuestro compromiso… nuestro souvenir de estos días…" Se apoyó sobre la grifería, quedando su cuerpo algo inclinando, Pasé jabón por su espalda, su culo y mi pija… y repetí el ritual. Mi pija entrando totalmente en contacto con su orto, carne con carne, unidos como un solo cuerpo. Gocé y entré en éxtasis de amor y deseo por este macho. Espero que este relato despierte el deseo en ustedes como lo hace su recuerdo en mí, una y otra vez.