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Una joven virgen vestida con hábito
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Después de salir del bachillerato se me presentó la oportunidad de ser profesor de una institución de monjas extranjeras en un pueblo pequeño. Ingresé como docente de las áreas financieras y comerciales, ahí en la institución también estudiaban jóvenes que aspiraban a ser monjas.

Cierto día entré a la biblioteca para sacar información de la asignatura de sistemas, era un salón lleno de libros y donde se podía esconder por lo cerrado del recinto. Mientras caminaba en busca de la investigación, pude notar que había una joven muy linda que también leía y tomaba nota en su cuaderno. Me acerqué y la saludé y a la vez le pregunté qué clase de investigación estaba haciendo. Lucía un vestido a la rodilla muy lindo y además le quedaba acorde con su cuerpo de muñeca. Comenzábamos por hablar de nuestros orígenes y me contó que era de una ciudad muy cercana y que se preparaba para ser monja, algo que desde muy niña le había gustado, en ese momento tenía 20 años.

Me reconoció como su profesor y de alguna manera existía un respeto, seguimos charlando y me dijo que había tenido un novio y que habían peleado, que tal vez eso la motivó más a ser monja de la caridad y que pensaba viajar a esos países pobres para hacer un trabajo con las familias más humildes.

Estaba sentada y tenía cruzada sus piernas y en un momento que cambio de pierna en una forma de descanso pude observar sus calzoncitos blancos muy diminutos en una forma fugaz. También observaba sus tetas mientras departíamos. Le pregunté que si sabía de sistemas e informática y me respondió que muy poco, pero que debía aprender mucho porque lo iba a necesitar y me comprometí a enseñarle en sus ratos libres.

Pensé que era una buena idea comenzar a enseñarle ahí en la biblioteca y le propuse que nos fuéramos mucho más adentro del salón y aceptó gustosa. Era una mujer de 1.70 de estatura y con medidas perfectas. Llegamos a la mesa y empezamos la clase de informática que después se convirtió en la más linda clase de sexo con desvirgada de cuquita y culito.

No demoramos mucho en la clase y en forma inteligente deje caer un lápiz por debajo de la mesa y al recogerlo pude mirar bien su conchita por encima de los pantis blancos, ya que tenía sus piernas separadas, tal vez pienso lo hizo a propósito, la verdad es que ahí empezó todo.

Le acaricié sus manos, la biblioteca ya estaba cerrada y solo ella y yo nos encontrábamos dentro. Le tomé su pelo, bajé mi mano por su esbelta espalda, llegué hasta sus nalgas, por debajo del vestido acaricié su culito y solo se dedicaba a sonreír en forma nerviosa. Con la otra mano introduje mis dedos en su conchita, no tenía vellos, estaba totalmente rasurada y al sentirlos trató de escapar, pero en ese momento la apreté y la besé apasionadamente y respondió a mis impulsos, la besaba y la besaba con más fuerza, ya sentía que mi verga erecta rozaba su conchita y notaba que estaba muy feliz. Procedí a quitarle la escasa ropa que tenía y quedó en el solo brassier y los cuquitos. Se veía muy linda con esa piel muy blanca y bien cuidada.

Sentía una pena y se llevó sus manos a las teticas y a la conchita. Escuchaba que decía: No puede ser, que estoy haciendo, eso no debe suceder, pero también se notaba los ojos de felicidad de alguien que de pronto había esperado tanto tiempo para sentir mucha felicidad. En la misma mesa donde habíamos trabajado la clase la senté en el borde, solo me baje el cierre de mi pantalón y saque mi verga, le subí las piernas de tal forma que le quedará su chimba abierta, era preciosa, me dijo profesor no me quite la virginidad, estoy estudiando para ser monja, pero también pienso que debo ser una novicia moderna y esto lo espere por mucho tiempo, métame su cosa que la sienta, quiero ser suya y así fue.

Quería que me lo chupara, pero preferí hacerlo yo primero y con esa concha abierta le bese el clítoris lo cogí en mis labios, le metía la lengua y en un momento sentí que se venía a chorros, gritaba de la emoción y ahí fue cuando le metí mi verga hasta lo más profundo, sentí un leve gemido y algo de sangre corrió por mis interiores, de todas formas eso no fue obstáculo para seguir jugando con su cuca hasta que me vine y deposité toda mi leche en su concha ardiente. Levanté su cara y la bese de nuevo, respiraba muy fuerte y sentía latir su corazón demasiado ansioso. Ya estaba desvirgada y habíamos hecho el amor de una forma intensa.

Le di la vuelta, mientras me chupaba la verga y se me paraba de nuevo, se tomó lo que quedaba de leche y en forma muy sentimental le acaricié su culito hermoso, sin rastro de haber sido tocado y menos penetrado, juegue un ratito colocándole mi verga en su colita y se la sobaba, luego se la introduje con tanto amor que sentí que se me desprendió el alma y también sentí que ella exploto de amor y a la vez de un leve dolor, ya lo tenía bien adentro y se lo metía y se lo sacaba hasta que me corrí en ese bello culo.

Nos abrazamos y nos besamos, ella desnuda y yo en camisa. Nos despedimos mientras se vestía y le rogué que me dejará sus cuquitos para recordarla siempre y aceptó y se fue mirándome con ese sentimiento de amor.

Fue una sola vez, terminé mi trabajo en la institución y hasta hoy no sé qué habrá pasado con esa virgen con vestido de hábito.

Estoy aquí para cualquier consejo: [email protected].

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