back to top
InicioAmor filalLas hijas de mi novia: Dani, Mica y Juana

Las hijas de mi novia: Dani, Mica y Juana
L

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 37 minutos

Todo pasó de pronto, nada fue pensado ni planeado. Como los mejores inventos, todo fue por accidente.

Tengo 43 años, y estoy en pareja hace 8 años con Romina, de 45 primaveras.

Tengo dos hijos que viven con su mamá, y Romi tiene 3 hijas: Daniela, Micaela y Juana. Dani es la mayor, tiene 22 años recién cumplidos y está más allá de todo, vive para su novio y su carrera.

Mica y Juana son gemelas, y tienen 19 años. La genética la heredaron de la madre, todas ellas.

Romina tiene el pelo castaño, lacio. Unos ojos color café claritos, grandes, haciendo gala de su mezcla italiana y turca. Es un poco más alta que el promedio de la mujer en mi país, mide 1.72 metros, es delgada y tiene brazos fuertes para una chica como ella.

Sus tetas no acusan en nada el paso del tiempo ni mucho menos sus 3 lactancias, son generosas y mantienen una redondez que envidian más de una veinteañera. Y su punto más fuerte, está de cintura hacia abajo. Romina tiene unas piernas perfectas, con una piel suave y siempre bronceada. Y esas piernas terminan en la cola más hermosa a la que tuve acceso nunca jamás. Redonda, sin imperfecciones, suave, con una textura ideal. En síntesis, Romina es una mujer de 45 años de experiencia en el cuerpo de una pibita de 25.

Sus hijas heredaron el físico de la madre, como dije, pero se dedicaron a hacer deportes. Dani juega al vóley, dado que es más alta que la madre, y las gemelas hacen tenis, hockey y fútbol desde chicas.

Dani es el calco de la madre, mismo pelo, mismos ojos, misma forma de reírse, mismos gestos y según escuché una noche que bajé a buscar agua a la madrugada, misma forma de gemir cuando la están cogiendo. Si, hasta eso tienen parecido.

Las gemelas son más alejadas físicamente, pero tienen la misma fisonomía que Romina en lo que a cuerpo respecta. Son de pelo largo, castaño claro, muy lacio, con reflejos más claritos. Los ojos tienen tonos entre marrón claro y verdosos, muy expresivos. Las diferencias entre ellas son mínimas, y es necesario tenerlas una al lado de la otra para poder diferenciarlas. Consientes de esto, Mica se ata el pelo con una colita y Juana usa una vincha. Y siempre la más bronceada es Juana. Por lo demás, son idénticas.

Mi vida con Romina era de pareja de gente adulta, donde cada uno va por la revancha del amor, con ex parejas a cuestas y pocas ganas de que nos rompan las bolas. Nos basamos en la libertad y el respeto del otro, de sus tiempos y sus espacios. Por eso mismo es que vivimos separados, ella en su casa y yo en la mía. Ese modo de vida nos funciona perfectamente, porque conjuga la libertad y los espacios individuales, y nos permite invitarnos el uno al otro cada vez que queremos dormir juntos o compartir simplemente un espacio y nuestro tiempo.

Entonces, a inicios de 2020, todo cambió. La pandemia de covid nos metió en una cuarentena obligatoria, y con Romina nos planteamos el hecho de no vernos durante mucho tiempo. Rápidos para decidir, nos pusimos de acuerdo y nos jugamos a vivir todos juntos en su casa hasta que termine la cuarentena. Sería una linda aventura, y de paso nos mostraría más imperfectos, más de entrecasa. Y fue así que con poca ropa y pocas cosas, anclé en la casa de Romina… y sus hijas.

El sexo con Romi siempre fue el pináculo de nuestra relación. Juntos habíamos descubierto muchas cosas que ignorábamos, muchas técnicas, muchos juegos, nuevas caricias, nuevas formas de dar y recibir placer. Nuestra frecuencia sexual había pasado de varias veces diarias, a al menos una vez por día, y finalmente no pasaba más de un día sin tener alguna acción que nos tuviera desnudos en la cama (o en la ducha)

Una mañana en que Romi tenía que iniciar su tarea temprano, nos despertamos un rato antes de que suene la alarma porque el sol entraba por la ventana que habíamos dejado abierta la noche anterior. La miré cuando recién abría los ojos, con las sábanas que le tapaban las piernas y dejaban ver su desnudez de cintura para arriba. Sonrió, me dijo "hola mi amor" y me dio un beso tierno y dulce. Yo respondí el beso y la abracé, sin perder la oportunidad de apoyar mi erección matutina en su monte de Venus. Romi se sonrió y me miró fuerte.

-Qué pasó? nos despertamos contentos hoy?

-Sabés que siempre que dormimos juntos me despierto con todo duro, mi amor.

En realidad siempre me despertaba con la pija muy dura, era normal y estaba acostumbrado desde la adolescencia a eso.

Seguimos mirándonos y besándonos, al tiempo que Romi me agarraba la verga y me pajeaba de manera lenta y constante, yo le pasaba un pulgar por sus pezones, pellizcando ocasionalmente uno y otro. Le encanta que le aprieten los pezones mientras le muerden el cuello, y eso es siempre un buen inicio.

Romi empezó a gemir despacio, con los ojos cerrados y tirando la cabeza hacia atrás, en claro gesto de estar buscando su placer. Con su mano derecha me rodeaba la pija y con la izquierda me acariciaba los huevos y me tocaba el espacio entre los huevos y el ano, y rondaba mi ano propiamente dicho. No tardé mucho en empezar a tener palpitaciones en la verga y tirar gotitas de líquido seminal, que lubricaba la punta de mi pija para hacer más placentero aún el juego.

Mi mano se había metido entre sus piernas y de a poco había empezado a jugar con su vulva, haciendo que gradualmente Romina fuera abriendo sus piernas para darme paso a todo lo que venía. Con los dedos empecé a separar sus labios y como era de esperar, ya estaba toda mojada, como si hubiéremos estado jugando desde hacía tiempo. Siempre me asombró su capacidad de mojarse en tan poco tiempo. Ella decía que era porque yo realmente la excitaba. Yo creo que es un don que le dieron, y lo aprovecho al máximo. Despacio, y sabiendo que mis dedos se habían untado yo con sus jugos, empecé a meter la punta de los dedos medios en su concha. Forzó abrir aún más sus piernas, las sábanas cayeron al piso y quedamos desnudos sobre la cama, con nuestras manos completamente ocupadas en la tarea.

Romi se colocó de costado y me abrazó con su pierna izquierda, dejando la entrada de su sexo a milímetros de la punta de mi pija. Yo cubrí esos milímetros que faltaban y Romi empezó a fregarse el clítoris con la punta de la pija, todos los fluidos se mezclaron, y la sensación de estar frotando su sexo lampiño era una locura. Noté cómo de a poco su flujo me corría por mi pierna, y sentí que su pulso empezaba a fallar. Me clavó las uñas en el brazo y mordió mi labio mientras con su mano de movimientos torpes usaba mi pija para masturbarse. Sin verlo, podía ver como su sexo cada tanto se tragaba la cabeza de mi pija y volvía a sacarlo para seguir frotando su clítoris. Yo no iba a aguantar mucho más con ese tratamiento. Sentía que los huevos me iban a estallar pronto. Decidí ayudarla a terminar su tarea, e inclinando mi cabeza me metí pezón y media teta dentro de la boca, mordiendo y acariciando con la lengua, con movimientos rápidos. Romina no lo soportó más. Explotó de repente en un orgasmo que la hizo eyacular violentamente, mojándome casi entero, en chorros gruesos, largos y veloces. Cuando largó el tercer chorro de líquido, aproveché su falta de defensas y empujé la cabeza de mi verga hacia el interior de su concha completamente abierta. Me mordió más fuerte aún.

-Qué hacés?? me vas a hacer morir, me vas a… ay… me vas a hacer acabar de nuevo, pará… paraaa… ayyy

Me mordió el hombro para ahogar su grito de un segundo orgasmo encadenado. Su concha se había tragado entero todo mi sexo y se había quedado quita, sintiendo su placer y yo su estremecimiento. De a poco empecé a hamacarme despacio, sintiendo cómo su vagina liberaba la presión que me tenía preso. Estaba seguro que iba a inundarla de leche, toda la situación me había excitado de manera terrible y en dos minutos iba a estar vaciándome en su vientre.

Y entonces con un movimiento rápido, Romina se sacó la pija de adentro y me miró.

-Vos sabés que yo puedo ser una chica muy mala, no?

-Me consta -le dije mientras me costaba hilar una frase completa.

-Entonces me vas a esperar a esta noche. Quiero que me bañes de leche la panza, las tetas, la garganta, toda.

-No me hagas esto -le dije -No me podés dejar así.

-Ah no? querés ver que si?

Y mientras se reía de mi cara de desesperado, se levantó para ir a la ducha y comenzar su día. Claro, faltaba un minuto para que suene la alarma. Y ella no podía conectarse tarde a la reunión, porque era la jefa de todo el grupo.

Ahí me quedé, desnudo tirado en la cama, con la pija hecha un mástil de carne, venas y semen. Eso era nuevo, y me quedaba claro que era un nuevo juego propuesto por Romina, quizás hablado con alguna amiga.

Me daba curiosidad, y era divertido, pero lo cierto es que tenía una calentura y un dolor de huevos que me moría.

Romina salió de la ducha y yo seguía en la misma posición, con la pija apuntándole directo al ventilador del techo.

-Ay, pobrecita ella -Dijo mientras se agachaba a darle un beso a la cabeza de mi pija. -En un rato de te veo, hermosa

-Sos de lo peor -le dije sonriendo.

-Lo sé, y me encanta. Te amo -Dijo, y esa fue su despedida.

Pasó por la puerta del dormitorio, bajó las escaleras y escuché la puerta del estudio cerrarse. Romina estaba oficialmente en su papel de jefa de ventas, nada parecido a su puta interior que acabó a chorros contra mi cuerpo hacía minutos.

Se me cruzó por la cabeza tocarme y terminar lo que tenía pendiente. Puse mi mano sobre mi pija endurecida, babeante, y pensé en Romina, y en el juego propuesto. Iba a seguirle el juego, esa noche le iba a tirar todo encima y así ser parte del juego propuesto. Saqué la mano de mi sexo, y cerré los ojos. Con un poco de suerte, me dormiría de nuevo.

Al cabo de un rato, entre dormido y despierto, escuché pasos acercándose despacio. Era obvio el juego, Romina volvía a atacarme estando dormido. Seguramente iba a chuparme la pija mientras creía que dormía. Le seguí el juego, me puse boca arriba, me saqué las sábanas de encima y separé las piernas un poco, dejando que mi miembro se recostara contra una de mis piernas. Si bien había perdido su dureza inicial, había quedado semierecta y chorreando líquidos todo ese tiempo. Cerré los ojos y respiré profundamente, como hacía al dormir

Cuando escuché a Romina entrar a la habitación, sentí que dejaba de caminar. Me extrañó que no me dijera nada. Entreabrí un ojo, para no romper la ilusión de que estaba dormido. Y entonces vi a Mica parada en el umbral de la puerta, dura, quieta, mirando fijo con los ojos enormes toda la escena, yo desnudo, con la pija a medio parar, toda mojada…

Abrí los ojos de golpe. La vi colorada e inmóvil. Los dos nos quedamos callados

-P… perdón. Pensé que estabas… en el estudio con mamá.

-Ay nena! pensé que era tu mamá que subía!

-Iba a buscar… una toalla… no sabía que… perdón…

Atónita, no podía hablar de corrido. Seguía parada inmóvil, pero en mi vértigo de adrenalina noté que no me sacaba los ojos de encima.

Y noté algo aún peor. Yo no había atinado a tapar mi desnudez. Entonces manoteé las sábanas y me cubrí. Micaela salió de su trance y estalló en una carcajada. Esa reacción descomprimió toda la situación. Yo también liberé mis nervios en una risa neurótica y nos empezamos a relajar de a poco

-Perdón, JC, me muero de vergüenza -Las chicas me decía JC porque Juan Cruz era muy largo según ellas. -No le digas a mamá, por favor!

-No nena, perdoname vos. Qué momento raro, no?

-Rarísimo -dijo, mientras seguía mirándome el torso

-No le digo nada a Romina porque vamos a tener un planteo por nada, está bien? eh… para saber… vos sos…?

-jajaja, soy Mica, JC! No me vas a distinguir nunca???

-No, Mica, perdón -le dije entre risas -son idénticas para mí

-No, somos parecidas pero yo soy distinta en… bueno, no importa.

Mica seguía parada en la puerta, con la vista viajando entre mis ojos, mi pecho y el bulto bajo las sábanas. Yo la miraba incrédulo, sin entender por qué no se iba.

-Mica, me voy a ir a duchar…

-Ok -dijo sin inmutarse. Y entonces se dio cuenta que se tenía que ir.

-Perdón de nuevo, re colgada! jaja. Me voy abajo -Dijo, y guiñándome un ojo se dio vuelta y se fue escaleras abajo, saltando, en actitud de nena contenta.

Me quedé sentado en la cama, rebobinando toda la situación, y al tomar conciencia del momento actual, me di cuenta que estaba otra vez con la pija terriblemente parada. La adrenalina de la situación me la había bajado, y repensarlo me había excitado de nuevo.

Resultaba obvio que el morbo de la situación había hecho su gracia. Era la hija de mi novia, la conocía desde que tenía 11 años. No era excitación sexual real, era morbo solamente. Punto.

Me levanté y me fui a duchar.

Pasaron las horas y esa mañana de martes quedó un poco atrás. Había llegado la tarde y las viejas costumbres de juntarse con gente a tomar algo o a cenar, eran cosa de otra época. En cambio las chicas se arreglaban hablando con las amigas por zoom o whatsapp. Yo había estado conectado a la computadora de mi casa, haciendo algunas tareas pendientes, y al terminar decidí que era un buen momento para tomar una cerveza con Romina en el patio, a la sombra del árbol viejo. Cerré la notebook y bajé a buscarla.

Camino a la escalera, pasando por la puerta de la habitación de las gemelas, no pude evitar escuchar mi apodo, JC, en la charla que tenían por zoom una de las gemelas con dos amigas. Me paré en la puerta, que estaba cerrada pero no era una puerta demasiado gruesa, por lo que se podía escuchar todo con bastante claridad.

-Boluda, en pe lo tas y engomado estaba! -Decía Mica

-Naaa… me jodés! -Decía Lu

-Pero qué hiciste ahí?! -Preguntaba Vicky

-Me quedé dura… bah, dura tenía la pija él, jajaja -y todas rieron al compás de la risa de Mica.

-Y cómo la tiene? -Decía Vicky

-Y… qué se yo. Yo la única que conozco era la de Manu, y la verdad… está mucho más grande que la de Manu. Toda mojada la tenía, para mí se la había chupado mi vieja antes, qué se yo.

-Guau! y ahora cómo está él con vos? -Preguntó Lu

-Está normal, JC es un tipo grande y sabe que yo soy re pendeja para él

En este punto de la charla, no pude evitar sentirme herido en mi ilusión. Y enseguida pensé "Ilusión?? Ilusión de qué? qué estás pensando???"

Pero no podía (no quería) despegarme de la puerta de la habitación de Mica. Seguí escuchando atento a que nadie subiera y me encuentre ahí parado

-Forra! pero vos qué sentís ahora? Contanos!

-Nada, boluda, qué se yo. Quieren que les cuente, en serio? Ay, me da re vergüenza

-Dale, yegua, contá!

-Ok, pero queda acá eh. Ni a Juana le pueden decir. Está?

-Si, boluda, obvio!

-Bueno, cuando lo vi me asusté porque pensé que no había nadie, y después no le podía sacar la vista de la poronga que tiene! Me parece que se dio cuenta, quedé re pajera, boluda.

-Y no entraste a la habitación?

-No, me quedé en la puerta, pero me calenté, me dí cuenta que se me hacía agua la concha

-Jajaja, re trola!

Se excitó viéndome?? Pero era casi mi hija! qué onda?

-Cuando bajé me metí en el baño y me tuve que hacer una paja para sacarme la escena de la cabeza. Y si lo vuelvo a pensar, me caliento de nuevo. Ya me metí los dedos bocha de veces pensando en eso. No quiero que se me haga vicio!

-No podés, boluda! jajaja

No quise escuchar más. Se me había empezado a parar la pija de escuchar a mi chiquita hablar así. Y eso era inadmisible. No estaba nada bien

Bajé y busqué refugio en Romina, que estaba leyendo en el living. Sentía que en algún punto, la estaba traicionando. La culpa me mataba por dentro. Desterré ese pensamiento y me entregué a los mimos de mi novia.

Sentía a Romina un poco distante y claro, me empecé a preocupar. Le pregunté si pasaba algo y me dijo "Si, pasa, no vas a ser feliz con esto"

Se me cruzaron mil cosas por la cabeza, pero no dije nada.

-Es que sé cómo te dejé esta mañana y ahora… me acaba de venir -Dijo con cierta tristeza

Romina no cogía cuando estaba indispuesta, era su toc, no le gustaba excitarse y sangrar al mismo tiempo. Lo habíamos hablado y era algo que no me pesaba aceptar.

-Mi amor, está todo bien. No es para hacer una tragedia de esto, son unos días y podemos jugar a que yo te espero. Cuando te agarre te inundo, jaja.

-Gracias mi vida, por entenderme.

Y nos quedamos en el sillón del living abrazados.

La llamada de mi suegra fue apenas pasadas las 19 hs. Romina atendió su celular y con voz preocupada dijo "Ok, mamá, quedate ahí que ya voy"

Me contó que la madre se había descompensado y que tenía que ir a verla. Su madre vivía cerca, por lo que no había riesgo que nadie la detuviera violando la cuarentena. Romina se puso un abrigo liviano y se fue, dándome un beso de esos que me gustan, y me quedé en su casa, pensando qué podía cocinar para cenar

Mica rompió mi pensamiento culinario al aparecer al pié de la escalera. Tenía puesto un short de entrenamiento, un sostén deportivo y zapatillas. Se la veía agitada

-Entrenando? -pregunté, haciéndome el simpático

-Si, mal… no quiero perder el ritmo que traía. Me faltan los abdominales y estirar un poco. Me das una mano o estás ocupado?

Mica sabía que yo había sido deportista (y aún entreno) y conocía todo lo referente a ejercicios físicos. En muchas ocasiones había hecho clases con las chicas y nos salía bien, era divertido. En el caso de Mica, tuve mis dudas si era el momento, pero si le decía que no era tensar una situación que yo no quería que se saliera de la normalidad cotidiana.

-Obvio, CoiCoi (su apodo de chiquita), dame un minuto y voy. Agarrá la colchoneta y ya te alcanzo.

-Gracias, JC, sos groso

Y salió al patio. En ese momento pasaron Dani y Juana, que estaban ensayando una obra de teatro para hacer un vivo el fin de semana. Pasaron riendo las dos y se encerraron en la habitación de Daniela. No parecía que fueran a hacer mucho más en el día.

Salí al patio con las zapatillas puestas y un pantalón deportivo. "Empecemos con los abdominales, vamos" le dije en tono de entrenador. Mica se puso boca arriba en la colchoneta, levantó sus rodillas y las pegó una contra otra, en la posición típica de hacer abdominales.

Agarré fuerte sus zapatillas y empecé a contar sus repeticiones. "1… 2… 3…" y así con cada abdominal. Los ejercicios eran para entrar en calor los músculos y se irían variando. Al terminar la primera serie, me dijo que haría codo con rodilla. Entonces solté sus pies y ella separó las piernas un poco y abrió sus rodillas.

Yo quedé prácticamente con la cabeza entre sus rodillas, y por Dios, trataba de mirarla a los ojos. Mica empezó a realizar el ejercicio y por el esfuerzo, cerraba sus ojos y gemía. Al mismo tiempo, mi mirada se había corrido a su entrepierna

Su short de tela liviana de entrenamiento era bastante suelto y se plegaba en el lugar preciso para dejarme ver la ropa interior de Mica. Ella seguía en su esfuerzo y yo no podía dejar de mirar esa tela blanca que encerraba su vulva dentro. Se me empezó a parar la verga sin control. De repente había descubierto que Mica era una mujer joven, pero no una nena.

Me corría la sangre por las sienes y por la pija a torrentes, podía ver cómo por el movimiento su tanga se iba corriendo y dejaba ver apenas uno de sus labios, sin un solo pelo.

"Está toda depilada" pensé, y se me agolpaban los latidos en mi pantalón. No dejaba de mirarle la concha a mi hijastra, hasta que me sacó del trance:

-Estas contando?

-Si! -respondí sobresaltado. Mica me estaba mirando y yo tenía la vista clavada en su minúscula bombacha -Van 12.

-Van 14! en dónde estás?

Se sonrió cuando no supe qué responder, sólo seguí contando.

-15… 16… Dale.

Me sonrojé. Mica hacía las repeticiones con los ojos abiertos y cada vez que se levantaba enfocaba los míos. Yo le corría la mirada. Entonces noté que dejó de mirar mis ojos y cuando se levantaba, miraba mi erección, que se notaba a través del pantalón de gimnasia.

-19… 20! Listo, descansá

-Ayudame a estirar un poco, no seas trucho.

-Ok, qué querés estirar? qué trabajaste?

-Cuádriceps e isquiotibiales hice hoy.

-Cuádriceps podés elongar sola.

-Pero ayudame con isquio, si?

-ok…

El estiramiento del isquiotibial era con Mica acostada en la colchoneta, levantaba una pierna y con mi hombro se la empujaba lo más adelante posible. Y Mica era muy flexible.

Cuando empujé la primera pierna, Mica soltó un "Ahhh…" como de alivio, pero a mí se me antojó un suspiro erótico al extremo. Mi erección era más que evidente, y cuando le estaba ayudando con la segunda pierna, con el bulto del pantalón le llegaba a rozar su short rosado.

Ella no decía nada o no se daba cuenta. La cabeza de mi pija rozaba suavemente la entrepierna de Mica, que no parecía darse cuenta. Seguimos así más tiempo del que normalmente tomaría el ejercicio, pero ninguno dijo nada. Al terminar, quedé de rodillas, sentado.

Mica se paró y me dio las gracias, me dijo que se iba a bañar y que después bajaba a cenar. Yo no me podía mover si no quería mostrar la verga dura que encerraba mi pantalón. Y ella lo sabía.

Romina llamó y me dijo que su mamá estaba un poco perdida, pero estable, aunque prefería pasar la noche con ella para vigilarla. Le dije que no había problema, que se despreocupara, que yo estaba a cargo en su casa.

Me agradeció y quedamos en hablar más tarde. No podía esperar a volver a dormir con Romi y concluir los planes pendientes, pero para eso faltaba bastante

La cena fue ligera, no comemos mucho de noche y tratamos de llevar una vida ordenada de deportistas. Con las chicas debatimos sobre la pandemia, el origen del virus, el deporte y el nuevo método de estudio en cuarentena. Tuvimos una cena agradable, hasta que me di cuenta que Mica me estaba mirando más de lo normal. Era una mirada fija, acompañada de una sonrisa estilo Gioconda. Algo escondía esa sonrisa.

Terminamos de cenar, lavé los platos y me fui duchar, y enseguida me recosté en el dormitorio a ver las redes sociales, que era ejercicio diario para que me agarre sueño y dormirme pronto. Las fotos de Instagram de mi familia, mis hijos y amigos iban pasando entre asados y frases motivacionales, hasta que llegué a una foto de Micaela donde estaba con ropa interior en el espejo del baño, ropa de encaje blanca, muy insinuante, y hasta con un poquito de la aureola del pezón derecho saliendo del corpiño. En la foto miraba directo a la lente de la cámara, y parecía que me estaba mirando directo a mí.

Apagué el celular y me dije a mí mismo que no podía ser tan enfermo y depravado. Me tapé con la sábana hasta la cintura y me dormí en pocos minutos, con la mocosa rondando mis pensamientos.

Soñé. Profundo y vívido. Romina estaba entre mis piernas abiertas, sentada en medio, y me agarraba el trozo con ambas manos, me miraba fuerte, con lujuria, con deseo. "Me vas a dar toda la leche?" me decía, y yo la veía pero con los ojos cerrados. Cosas que sólo ocurren en sueños. Quería moverme pero ella no me dejaba, estaba como trabado. Sentía que me acariciaba el pecho, mientras con ambas manos me masturbaba cada vez más rápido. Sentía sus dedos jugar con mis pezones y en la cumbre de la excitación, me di cuenta que estaba soñando, porque Romina no tenía 3 manos para hacer todo al mismo tiempo. Me desperté frustrado, destapado, con las sábanas en el suelo. Toda la habitación estaba a oscuras. Sentía una erección que casi dolía.

Me quedé quieto unos minutos. Obviamente cualquiera que me hubiese visto hubiera pensado que me había dormido. Y eso hizo Mica, que estaba en la habitación, al costado de mi cama, escondida de mi visión. Pensó que dormía y volvió a hacer lo que estaba haciendo minutos antes mientras yo soñaba. Subió su mano despacio, y me pasó la mano por el pecho. Tendría que haberme sobresaltado, pero por algún motivo, llamémosle intuición, sabía lo que iba a pasar. Sólo que era intrigante y demente reconocer esa situación.

Parte de mí quería pensar que seguía soñando. La mano de Mica tocaba mi pecho y mi pezón derecho, lo rozaba con la punta de sus dedos, con las yemas, y con la palma iba de mi pecho a mi panza. Al llegar a mi panza, con su pulgar tocaba apenas la cabeza de la pija y volvía al pecho. No quería moverme, no quería romper ese momento. Era un NO rotundo en mi cabeza, pero en ese momento mandaba el instinto. La razón estaba fuera de combate.

Notaba en mi vientre cómo me había empezado de chorrear la pija, y cada vez que Mica bajaba la mano, se entretenía con el viscoso líquido de mi cuerpo. Cada vez que bajaba tocaba una porción más grande de verga, hasta que decidió no subir más y quedarse ahí, en mi pija. Pasaba la palma de la mano todo a lo largo de mi verga, la mojaba en la punta y volvía a pasarla de nuevo. Me estaba matando. Entonces sumó la otra mano. Me empezó a pajear con ambas manos de forma muy lenta. Comprendí que lo que estaba pasando no era para darme placer a mi, sino para satisfacerse ella misma con la situación. No me quería despierto, quería hacerme acabar mientras dormía.

Moví una pierna apenas, y quedaron separadas. Ella se detuvo al sentir mi movimiento, y después de un momento continuó con cuidado. Sacó una mano de mi pija y siguió con una sola mano. En la oscuridad, con la vista anulada, pude agudizar los sentidos y escuchar un muy leve chapoteo que no provenía de mi cuerpo. Micaela se estaba metiendo los dedos en la concha y a juzgar por el sonido, era un charco. La mano que tenía en mi verga empezó a perder su sincronismo, estaba lenta, temblorosa. Pude escuchar su respiración agitada, que ya no podía contener, y el chapoteo de sus dedos dentro de su vulva, frenético. Su mano derecha me agarró fuerte la pija, la apretó y pude escuchar cómo su respiración se detenía, cómo ahogaba los gemidos, hasta que su orgasmo le llegó como un tren de frente y dejó escapar un largo gemido en tono agudo y bajo, apenas audible.

Como yo no solamente estaba despierto sino que también estaba con todos los sentidos puestos en la situación, al oír su orgasmo no pude soportar más. Moví la mano derecha y rocé sus tetas por encima de la remera que tenía puesta como piyama. Ella se sobresaltó y me soltó la verga de inmediato. Seguía agitada, se notaba su respiración, y ahora también se notaba nerviosismo.

-Esto tampoco se lo vamos a decir a Romina, te parece? -le dije en voz baja, casi susurrando.

Mica se quedó inmóvil, paralizada, muda. Pudo articular dos palabras después de balbucear un poco.

-Estabas despierto? -dijo en tono de vergüenza infinita

-Estaba durmiendo, y me desperté cuando empezaste a tocarme -le respondí suavemente en tono bajo

-No quiero que pienses cualquier cosa, no sé ni por qué lo hice, perdoname -Dijo, un poco angustiada e intentando levantarse.

-Esperá, Mica, no te vayas. Vení, sentate acá

Le ofrecí un lugar al lado mío en la cama para que se siente, al tiempo que encendía la luz de la mesita de noche. La luz le bañó la cara y fue como ver un ángel sentada en el borde de mi cama. Tenía los ojos tristes, llorosos, las mejillas coloradas en parte por la vergüenza y en parte por el orgasmo que había tenido hacía segundos. La remera le tapaba apenas debajo de su cola y sus pezones se notaban muy duros debajo de la tela. Era obvio que no usaba corpiño y eso me ponía a mil.

Le agarré la mano y le hablé casi como un padre.

-Cambiá la cara, no pasa nada. Sos una mujer que recién sale de la adolescencia, hay mucho que no tenés claro todavía y estas cosas te pueden pasar. No digo que esté bien, ni mal, sólo que puede pasar.

Ella miraba hacia abajo, no podía sostenerme la mirada.

-Yo soy la pareja de tu mamá, es cierto. Y te conozco desde que tenías 11 años.

-Ya sé, Juan, lo que pasa es que…

-No me digas nada que pueda sonar a excusa, Mica. Lo que pasó es que entraste y me tocaste pensando que estaba dormido. Y sabés qué más?

-Que?…

-Además te tocaste vos mientras me tocabas a mí. Y hasta tuviste un orgasmo

-Cualquiera!

-Esta humedad en tus dedos me dice que tengo razón, Mica. No lo ocultes, no está mal, es sólo que la situación es rara.

-No te puedo mentir -Dijo bajando nuevamente la vista

Me quedé acariciando sus dedos todavía empapados de flujo. Ella me miró fijo, y luego bajó la vista pero esta vez, me miró la pija, que seguía estando estallada de excitación.

-Hagamos esto -Le dije -No quiero que te vayas con la idea que esto me enoja o cambia algo entre nosotros. Hagamos de cuenta que no soy la pareja de tu mamá. Y va a ser solamente esta vez, y me lo tenés que prometer

Y dicho esto guie su mano hasta mi pija. Su primer impulso fue el de retirar la mano, pero se la retuve y apoyé su manito sobre parte de mi pija y parte de mis huevos. Mica me miró de nuevo. Su forma de mirarme había cambiado, ya no tenía angustia y había deseo en esos ojos. Saqué mi mano de la suya y noté que no sacó su mano de mi sexo.

Sin darle ninguna indicación, Mica empezó a mover su mano en forma de círculos. No me sacaba la vista de mi pene desnudo, que a esta altura ya estaba pasando de rosado a colorado, venoso y húmedo. La dejé que haga su juego tranquila, que me mire la pija, que haga lo que sienta en ese momento.

Mica estaba ensimismada con la situación. Sin darse cuenta de lo que hacía, separó un poco las rodillas y llevó su mano a su vulva. Inmediatamente me miró sobresaltada, como buscando aprobación de lo que estaba haciendo.

-Tranquila, hermosa, hacé lo que quieras, no hay límite por mi parte.

-En serio? -preguntó, mordiéndose el labio inferior con gesto de duda y deseo al mismo tiempo

-Si, en serio. No ves cómo me ponés con las cosas que hacés? vos pensás que a mi no me pasa nada?

-Tenés la p… el pene muy duro

-No le digas pene, es como tratarme de usted. Pija, verga, poronga, chota… pero pene parece una clase de educación sexual.

-Tenés razón -me dijo sonriendo tímida -Tenés la PIJA muy dura… y grande.

No respondí a eso. Simplemente me limité a estirar mi mano y apoyarla sobre su muslo derecho. Aplicando un poco de presión, aún mínima, logré que ella fuera abriendo sus muslos de a poco. A medida que se separaban y la luz inundaba la zona, pude empezar a ver parte de su vulva, lampiña, rosada, con un clítoris que sobresalía de los labios mayores, muy grande para el tamaño de su concha, y muy sobresalido. La concha le brillaba por la humedad que la cubría. Corrí mi mano despacio hacia su entrepierna y Mica cerró los ojos sintiendo el contacto de mi mano en el interior de su muslo.

Llegué con mis dedos a la entrada de su sexo y noté su humedad y sobre todo su calor. Era una caldera. Al tomar contacto mi mano con su vulva, Micaela jadeó y pronunció como un silbido largo, indicando que estaba muy a gusto con lo que pasaba. Con mi dedo pulgar comencé a dibujar círculos abarcando sus labios y su clítoris, abriendo un poco su vagina para poder verla en todo su esplendor.

-Estás bien? -Fue más una pregunta de compromiso que otra cosa, se notaba que estaba disfrutando ese masaje

-Muyyy -Dijo tragando saliva y con los ojos entreabiertos -Qué me estás haciendo?… ahh…

-Disfrutá y relajate

Mantuvimos ese tratamiento mutuo durante un minuto o dos, y entonces ella empezó a balancear la cadera, buscando su propio placer, empujando su concha contra mi mano. El flujo que chorreaba de su vagina había empezado a escurrir por su ano y mojaba parte del colchón. La pija me empezaba a palpitar y sentía que estaba llegando a un punto sin retorno. No podía aguantar mucho, aún con los movimientos lentos de la mano de Mica.

Retiré la mano de su concha y la agarré de los hombros, la acerqué a mí y la besé en los labios. Su boca se abrió apenas, besándome muy despacio y con cautela. Recorrí su boca con mis labios y mi lengua, tomándome el tiempo necesario, cuidando el momento, sin apuros. Eran las 2:50 am y estábamos en mi habitación, solos. No había apuro alguno para hacer nada.

-Si mamá se entera de esto nos mata. Se muere. Pobre… -Dijo con voz de mala hija

-No se va a enterar y esto va a quedar siempre entre vos y yo. Nunca se lo vas a contar a nadie, ni siquiera a Lu ni a Vicky, ok?

-Ay… vos escuchaste lo de esta tarde?? Me quiero morir

-Escuché una parte, son cosas de chicas, pero esto nos puede traer problemas o ser una experiencia única. Hagamos ese pacto y te prometo que esta noche está todo permitido, porque todo lo que pase entre nosotros va a pasar entre ahora y el momento en que salga el sol, y nunca más

-Nunca más?

-Nunca más. Esto es una fantasía tuya y mía, llevada a la realidad. Pero no tiene que volver a pasar. Lo que pase entre nosotros, nace y muere hoy.

-Entonces a la verga con todo, voy a disfrutarte, JC.

Y me besó con más fuerza, con mucha lujuria. Se separó de mi, se quitó de un tirón la remera y quedó completamente desnuda delante mío. La poronga me cabeceaba ya sin que nadie la toque. Tenía las tetas firmes, de aureolas y pezones rosados, intactos. La cintura delgada y las caderas de deportista, firmes y bien colocadas. Las piernas largas y la espalda perfecta. La concha lisa y despojada de vello, producto de que Romina les había regalado a las 3 los tratamientos de depilación definitiva.

La empujé de a poco a la cama, dejándola con la espalda apoyada en el colchón. Bajé a besar su cuello, su pecho, le pasaba la lengua por su oreja, volvía a sus tetas. Pasaba la lengua muy rítmicamente sobre sus pezones que estaban apuntando al techo, amenazantes. Con mi lengua me deslizaba por su estómago, su panza, jugaba en su ombligo hasta llegar a su pelvis. En este punto, Micaela me agarró una mano y el pelo, apretando ambas. Había empezado a jadear de nuevo.

De a poco recorrí los pliegues de su pubis con la pierna, pasando la lengua de un lado a otro. Sus piernas estaban cerradas, quizás por pudor. Su clítoris asomaba como un monumento en el medio de su vagina y pedía a gritos atención. Yendo con mi lengua de izquierda a derecha lo acariciaba como sin querer y ella levantaba la cadera para ayudar el encuentro. El olor dulzón de su sexo me quemaba la cabeza. Mica abrió sus piernas perdiendo toda la vergüenza que le podía haber quedado y toda la concha abierta de par en par quedó frente a mi cara.

-Chupámela, por favor… no puedo más de caliente, chupame la concha… -Gemía Micaela

No me hice rogar. Pasé la lengua unas 10 veces alrededor del clítoris, que notaba exageradamente grande y duro. Y además, descubrí que era muy sensible, porque la nena había empezado a tener pequeños espasmos y sobresaltos cuando pasaba todo el largo de mi lengua por ese timbrecito.

Con los pulgares abrí su sexo todo lo que pude, sin forzarla, pero sí todo lo que permitía su elasticidad, y le dediqué varios minutos a pasar la lengua desde la puerta de su vagina hasta el clítoris, hacia arriba y hacia abajo. De a ratos me detenía en el clítoris y metía uno de los pulgares en su concha. Cada vez que hacía eso, Mica daba un respingo y arqueaba la espada. Me concentré en su clítoris, lo metí entero en mi boca y lo repasé firmemente con la lengua, mientras al mismo tiempo le metía los dedos medios en la concha hasta hacer tope con la mano. Los dedos buscaron el techo interno de la vagina y ubicaron un espacio rugoso, donde comenzaron una embestida final camino al placer.

Mica ya no contenía sus gemidos. No paraba de jadear y preguntar "qué me hacés?" todo el tiempo. Hasta que sus manos me agarraron la nuca, sus piernas me apretaron la cabeza y sentí mi boca llena de su fluido orgásmico, mientras me tiraba el pelo y se deshacía en gemidos. Un líquido blanco y espeso me inundó la boca y me dejé llevar, lo recibí con deseo y placer. Tenía la boca llena de su orgasmo.

-Pará por favor, Juan, no me puedo mover… pará

-Te gustó?

-En mi vida tuve semejante orgasmo. No entiendo qué me hiciste… al principio me dolía y después estallé. Fue un flash, hermoso

-Y hay mejores

-No creo… casi me muero.

-Te juro que hay mejores, hermosa

Subí a través de sus piernas, pasando como por un valle por sus caderas, rozando la pija terriblemente dura por la entrada de su concha, y yendo más arriba, hasta quedar sentado con la verga entre sus tetas. Mica me miraba como preguntando qué iba a pasar.

-Todo lo que pase entre nosotros, pasa hoy o no pasa más

-Cómo me gusta tu verga, JC

-No sabés… porque no la probaste todavía

Se rio, pícara, la agarró en sus manos y levantando la cabeza un poco, se la pasó por los labios cerrados, recorriendo la cabeza con su boca cerrada y húmeda. Sin sacarme la mirada de mis ojos, sacó apenas la lengua y me sacó una gota de líquido de la punta de la pija y se la llevó a la boca. Me estallaba la pija, sentía el esperma desde los huevos hasta la punta misma, y de hecho, estaba chorreando solo ya.

Me tiró la piel de la verga lo más atrás que pudo y abrió la boca lo suficiente para meterse la punta de la pija en la boca. Veía las estrellas, estaba tan excitado que perdía la noción del espacio. Micaela se había metido la mitad de mi verga en la boca y se notaba que hacía un esfuerzo por conseguir más. Me miraba con los ojos brillosos llenos de placer y deseo. Me sacó de su boca y jugó con la cabeza de mi pija en sus pezones.

-Decime que te gusta lo que te hago, decime que te gusto yo -Me pidió casi en tono de ruego

-Me estás quemando la cabeza, me vas a hacer acabar en segundos si seguís haciendo eso…

Al escuchar esto, Mica se metió nuevamente la pija en su boca y empezó a subir y bajar la cabeza rítmicamente, con una cadencia mucho más veloz que antes. Yo estiré mi mano hacia atrás y busqué su concha. Estaba tan mojada que chorreaba las sábanas. Metí nuevamente dos dedos dentro de ella y acompañé su ritmo. Mica me chupaba la pija de una manera demente, tenía la cara y el cuello lleno de saliva que chorreaba de su boca, y gemía sin sacarse la pija de la boca.

-Me vas a hacer acabar de nuevo…

-Y vos a mi, no aguanto más, CoiCoi

-Acabame toda, no te aguantes más

Y le tuve que dar la razón, estaba tratando de demorar el momento. Me dejé llevar y sentí cómo su lengua y su garganta me envolvían la pija, con tanta saliva y tanto calor que fue imposible resistir más. Sentí que la pija se me hinchaba, los huevos se me contrajeron y de entonces comencé a tirar un chorro tras otro de leche en la boca de Micaela. Ella abrió los ojos enormes y volvió a cerrarlos, se ahogó y tiró la cabeza para atrás, dejando la cabeza de mi pija apenas entre sus labios. Dos chorros más le llenaron la boca de semen y se le empezó a escurrir por la comisura de los labios. Yo seguía acabando y moviendo mis dedos muy profundo en la vagina de Mica, que abrió la boca para dar un alarido de placer cuando sintió su tercer orgasmo llegar como un tsunami y pasarnos por encima. Con la pija apuntando a su cara, varios chorros de semen le cayeron en las mejillas, el cuello y las tetas. Sencillamente no podía dejar de acabar, debido al juego realizado con Romina esa mañana, mis huevos rebalsaban y Mica terminó por vaciarlos.

Nos quedamos los dos inmóviles, yo encima de ella, con mi mano en su concha y la pija todavía chorreando apoyada en sus tetas. Su cara, su boca, el pecho, el cuello, toda ella estaba cubierta de semen tibio, y mi mano estaba empapada de sus líquidos orgásmicos. Lentamente abandoné mi posición y me recosté junto a ella en la cama.

-Es cierto que no estuve con muchos hombres, pero… nunca me habían acabado de esta manera

-Y yo jamás vi una mujer que se moje y chorree como hacés vos, Mica. Es increíble

-Fue hermoso

-Voy a buscar una toalla y a ducharme -le dije -Quedate si querés, ahora te traigo una toalla para vos también

-Me puedo duchar también? estoy hecha un desastre -dijo mientras sonreía y pasaba su mano por el semen que tenía en sus tetas.

-Si, me ducho rápido y te dejo

Le di un beso dulce y tierno, que devolvió de la misma manera.

Entré a la ducha y comencé a asearme. A los pocos segundos sentía la mano de Mica que acariciaba mi espalda. No me sorprendió en lo más mínimo, supe que iba a acompañarme cuando la besé. No iba a esperarme sola.

No me di vuelta, sonreí y le dije "Bienvenida". Ella me abrazó desde atrás, su boca se pegó a mi espalda y me empezó a besar en medio de una lluvia tibia. Yo me dejé besar, disfrutando de esas caricias. Bajó su mano derecha por mi cintura hasta mi pierna, y volvió a subirla pasándola por adelante, llegando a tocarme la pija que en ese momento estaba a media erección

Haciendo acuse del juego propuesto, busqué con mi mano su cadera y una vez ubicada, la llevé hasta su entrepierna. No era agua lo que tenía en su vulva, era aceitoso y viscoso. Mica nunca había dejado de chorrear flujo y mi mano lo comprobó perfectamente. Sentir su concha y el enorme clítoris a flor de piel aceleraron el proceso de erección y yo quedé parado, con Mica a mis espaldas manoseándome la pija dura.

Giré sobre mis pies y la abracé. Mi pija quedó apuntando a su vientre, como amenazante. Ella sintió el contacto y se apretó más fuerte. Nos enjuagamos el uno al otro, nos pasamos jabón por nuestros cuerpos, nos investigamos nuestros recovecos y todo nos llevaba a iniciar todo de nuevo.

Nos secamos y la llevé de la mano otra vez a la cama. Mica se tiró boca abajo y yo me quedé mirando su desnudez, la cola redonda y de glúteos ligeramente separados su piel a contraluz que tenía esa pelusa delicada de vello ligeramente rubio.

Me coloqué detrás de ella, sentado sobre sus piernas, dejando la punta de mi verga apoyada en su cola. Me recosté sobre ella y le besé la nuca, los hombros, la espalda… bajé por la curvatura de su espina dorsal para llegar con mi boca hasta el comienzo de la raya de su cola. Mordí sus glúteos con delicadeza, mientras notaba que Mica empujaba su cola hacia arriba, buscando más y mejores sensaciones. Con las manos separé ligeramente su cola para tener una mejor visión de su esfínter. Era una postal. Rosado, pequeño, inmaculado. Me acerqué a su ano con calma y me invadió su aroma femenino, que para nada era agresivo, sino que más bien era el olor más delicado que jamás le sentí a una mujer. Una mezcla de sexo reciente y pubertad, juventud e inocencia.

Con la punta de mi lengua fui rodeando las cercanías de su entrada trasera, viendo de reojo cómo Mica apretaba la almohada con ambas manos. Recorría toda la línea de su cola, le daba pequeños chupones a sus cachetes, jugaba a pasarle la lengua por su agujerito, sin llegar a hacerlo.

-No seas malo… chupalo, por favor… ay Dios…

Separé con más fuerza sus glúteos y su ano se abrió apenas. Me dediqué a pasar la lengua en largos tramos, comenzando desde la entrada de su concha hasta bien arriba del ano, con la lengua bien flexible, acariciando su intimidad con paciencia. Micaela tenía su cara hundida en la almohada y jadeaba ahogada, moviendo en círculos la cadera. Mi lengua empezó a ponerse más rígida al pasar por el esfínter y de a poco iba relajando la entrada de su culo. Cada pasada de lengua, se enganchaba en su ano de manera más ensañada, hasta que en una pasada le introduje la lengua casi entera en el ano. Sentí un gemido intenso, ronco. Mica levantó la cola contra mi cara y mi lengua quedó incrustada en su cola, y la movía en círculos dentro de ella. Mica gemía, se quejaba, aullaba… levantó la cadera y llevó una mano a su entrepierna. Metió un dedo en su vulva que a esta altura había perdido su color rosado pálido y estaba de un rosa rojizo intenso, con los labios engordados de sangre y placer. Un dedo más, mientras mi lengua le hacía el amor a su ano. Yo, perdido en su cola y en sus gemidos, la agarré del pelo con una mano, tirándole la cabeza hacia atrás, y con la otra mano le seguía separando los glúteos. Micaela no paraba de moverse, de empujar… su brazo derecho estaba tenso y su mano ya había perdido tres dedos dentro de su concha.

-Si seguís… voy a… me vas a hacer acabar con la lengua en el orto… Por favor, no pares!!

Ni pensaba parar. Le saqué la lengua y sólo dejé la punta haciéndole cosquillas en el esfínter, y enseguida volví a meterle la lengua. Una y otra vez. Cada vez más rápido, cada vez más hondo. Cuando me di cuenta, Micaela había metido cuatro dedos en su vagina y con el pulgar frotaba su clítoris. Gritando, y dándole cabezazos a la almohada, Mica tuvo un orgasmo tremendo, que le hizo estallar la concha en una violenta eyaculación. "Otra herencia de la madre", pensé sin dejar de cogerla con la lengua. Mica se retorcía, lloraba, puteaba… pensé que se iba a desgarrar la vulva por la fuerza que hacía para meterse casi toda la mano en la concha. Seguía tirando fluidos que mojaban todo mi cuerpo. El olor a sexo llenaba la habitación, junto a los jadeos de Micaela. Finalmente su mano dejó de moverse, sólo temblaba con los dedos dentro de su vulva. Toda ella temblaba, derrumbada sobre la almohada y su propio brazo, atrapado por su cuerpo.

Saqué despacio la lengua de su cola, sintiendo cómo tensaba el cuerpo a medida que salía de él. Subí nuevamente por su espalda besando cada centímetro de piel, sintiendo sus temblores, sus espasmos post orgásmicos, su respiración agitada. Llegué a su nuca y separando su pelo desordenado y transpirado, le di pequeños mordiscos alternando nuca, cuello y orejas. Mi cuerpo había quedado subido al suyo, de manera que toda mi pija había calzado perfectamente en la raya de su cola, y mientras mordía su cuello y besaba su nuca, frotaba mi verga contra su culo, que completamente mojado por mi saliva y sus fluidos orgásmicos no ofrecía resistencia alguna a la fricción. Resbalaba todo a lo largo de su culo semiabierto, y comencé a hacer los movimientos más largos y más lentos. Micaela separó un poco las piernas y mi pija encalló en la entrada de su concha violentamente abierta por la reciente masturbación.

-No, JC, esperá… no me cuido… No podemos hacer esto

-Entiendo -dije, medio aturdido por la noticia -Entiendo y… acepto que… no tenemos que hacer… esto -trataba de articular palabras mientras empujaba despacito, sabiendo que definitivamente no debía hacerlo.

-Ay… JC… No está bien esto… ahhh… -Mica gemía mientras sentía que la cabeza de mi pija empezaba a abrirse paso entre los labios de su concha.

-No… no tengo que… hacer esto. Tenés razón… cómo me estás haciendo exprimir la cabeza, nena…

-No, es ver… dad… no tenemos que… cogernos así… ayyy… Por Dios… -Levantaba su cabeza y arqueaba la espalda al mismo tiempo, tratando de reprimir lo que estaba pasando, pero rindiéndose al placer. -No aguanto más… -Y empujó hacia atrás con fuerza.

La cabeza de mi pija se metió de lleno en su vagina, que a esta altura estaba inundada de flujo. Yo hice la otra parte del camino y terminé de meter poco a poco los 22 cm de pija, hasta que mi pelvis descansó en la cola de Micaela. La sola idea de que no teníamos que estar haciendo eso me volvía un enfermo sexual. Era su padrastro, ella no cuidaba, estaba traicionando a Romina, yo era el adulto de la situación… cualquier de esas razones era suficiente para cortar esa escena inmediatamente. Y como consecuencia, saqué de golpe la pija de las entrañas de mi hijastra.

-Perdón. No podemos hacer esto, si hubiera un forro en la habitación sería distinto, pero con tu mamá no usamos…

Micaela giró en la cama y me miró con los ojos extraviados. Yo estaba de rodillas en la cama, con la pija apuntando al cielo y los huevos pesados llenos de esperma. Mica se abalanzó hacia mí, me escaló, se abrazó con brazos y piernas a mi torso y fue cuestión de anatomía la nula distancia que quedó entre nuestros sexos. Con una mano me agarró la pija y la puso en la entrada de su concha, que era un lago, y se abandonó a su suerte, bajando lo suficiente para meterse nuevamente toda la pija en la argolla.

-No puedo… pensar. No puedo… Te tengo que coger, Juan… tenerte adentro me está matando… ahhhh

-Pero no podemos… si tenemos un accidente sería…

-No, cuando quieras… ahhh… acabar… avisame, por favooor…

-Prometo -Le dije, entregándome a esa locura.

Micaela subía y bajaba infernalmente, quebrando la cintura y cabalgando mi pija como pocas veces recuerdo que me hayan hecho. Era esa juventud y la vitalidad de los casi 20 años. No se cansaba de ese ejercicio. Yo simplemente estaba de rodillas, con el torso ligeramente tirado hacia atrás, y con las dos manos en el culo de mi nena. Ella, con su cabeza en mi hombro y el pelo que le cubría la cara, gemía y llorisqueaba, agitada. Sus uñas se clavaron en mi espalda y supe que iba a tener que explicar esos arañazos a mi novia. Ni ese pensamiento me apartó de lo que estaba pasando. Sentía la pija en la profundidad de la concha de Mica, que saltaba sobre mis piernas y mis huevos, mojando todo lo que tenía debajo. Micaela transpiraba y se mezclaba con mi sudor. Estábamos mojados de sudor, fluidos, saliva… Éramos animales buscando lo primitivo. De repente se separó de mi cuerpo, dejando las tetas delante de mis ojos. Me uní a ellas de inmediato, chupándole los pezones sin soltarle los cachetes de la cola. Ella se retorcía, mientras daba rienda suelta a sus instintos.

-Ahhhh… Hijo de puta… me vas a… hacer… ACABAR!!… AHHHH!!! -y acabó sobre mí una vez más, bañándome la pija en fluidos blancos que chorreaban por mis huevos y caían al colchón.

Se quedó quieta un instante y yo respetaba ese momento de reset, estando quieto, pero todo metido dentro de ella. Se abandonó y cayó hacia atrás, llevándome con ella abrazado. Caí sobre ella penetrándola con fuerza, ya que ahora estaba encima de su cuerpo, mirándola a los ojos, teniendo su boca a centímetros de la mía. La besé con pasión, metiendo la lengua en su boca y la suya en la mía de forma exagerada. Comencé a moverme dentro de ella con movimientos largos y parejos, casi sacando la pija, dejando sólo la punta de la verga entre sus labios vaginales, y entrando de nuevo hasta hacer tope con los huevos en su ano.

En la típica posición del misionero, Mica no tenía una expresión compuesta, sus ojos iban de un lado a otro, su labio inferior temblaba, jadeaba sin poder articular palabra.

Tomé sus piernas por sus muslos y llevé sus rodillas a mis hombros, de forma que tomé distancia de su rostro, dejando una imagen que nunca podré, ni querré, olvidar. Los ojos de Micaela entreabiertos, la boca jadeante, húmeda, las tetas que se balanceaban en cada embestida y el pecho agitado. Su concha lampiña y completamente explotada de flujo y orgasmos, con mi pija recorriéndola de punta a punta. No podía soportar ese vaivén. Vi que Mica estaba extraviando los ojos nuevamente y supe que llegaba a otro orgasmo inminente. Saqué una de mis manos de sus piernas, que descansaban en mis hombros, y la llevé a su sexo. Con el dedo pulgar empecé a dibujar rápidos círculos en su clítoris, que a esta altura era enorme y de color rosa rojizo.

-Paraaa, por favor… no puedo más… Si me hacés… acabar de nuevo me… desmayo… paráá…

-Me calentás, Mica, no puedo parar…

-Por favor… porfav… ahhh… voy a… otra vez voy a… voiaaacaaabaar…. ahhh….

Sentí su concha apretarme la pija con fuerza, palpitando el orgasmo que sacudía a Mica con violencia. Sus líquidos volvían a fluir sin control y me mojaban la panza, la pija, las piernas… salpicaban su propio cuerpo, su cara… Con la boca completamente abierta y dando pequeños gritos de placer, Micaela probaba sus propios jugos.

Demasiado para mi. Empecé a reconocer los pasos previos a mi propio orgasmo. Saqué la pija de la concha de Mica, que quedó abierta como si todavía estuviese adentro de ella. Pude ver su canal vaginal, completamente abierto, invitándome a llenarlo. El esfínter de Mica estaba cubierto de líquido blanco, y los fluidos de sus orgasmos cubrían mi cuerpo y su panza, sus piernas, todo. No tuve ni que agarrarme la pija para comenzar a soltar chorros y chorros de semen sobre la panza de Micaela. Mi pija era una manguera sin control y los disparos de semen alcanzaban sus tetas y el cuello. Mica agarró mi verga y me la sacudió tirándome la piel toda hacia atrás. Dos chorros de semen salieron volando aterrizando en su cara y su pelo, al tiempo que ella abría la boca para poder atrapar al vuelo mi leche. Conté siete chorros completos de semen y después mi pija quedó palpitando, latiendo como un corazón en la mano de Micaela, que la miraba jadeante y con los ojos entreabiertos, llenos de lujuria y placer.

Caí al lado de Mica, exhausto, transpirado, cubierto de fluidos sexuales de ambos. Pasé una mano por debajo de su cabeza y la traje hacia mí. La besé a boca abierta, con ganas, con intención. Cada vez que besaba su boca de adolescente me invadía una sensación extraña y hermosa. No podía dejar de besarla, era hipnótica. Poco a poco sentí cómo Mica se apretaba a mi cuerpo, pasando su brazo derecho por sobre mi pecho y su pierna sobre me cadera. Sentía su pierna sobre mi pija emblandecida, frotando despacio, mientras sus besos me empezaban a violar la boca. Envié una señal a mi verga para ver si reaccionaba a todo ese estímulo. Sin respuesta. Qué feo eso de pasar los 40 y no tener la recuperación de los 20… Sin embargo nada me impedía seguir jugando con ella, besarla era un acto sexual en sí mismo, así que seguimos con esos besos durante incontables minutos. Mi semen había empezado a ponerse acuoso y transparente en su pecho, y en el abrazo y las caricias, todo ese enchastre era compartido para ambos.

-No quiero parecer una enferma, pero… te la puedo chupar? -Preguntó casi con vergüenza

-Como poder, podés. Pero tené en cuenta que hace 5 minutos me vaciaste por segunda vez -Me atajé antes de tiempo, por si mi amigo no volvía a la acción

-Soy una mujer moderna, no me asustan los desafíos y confío en mi capacidad -dijo guiñando un ojo y con los ojos llenos de picardía

-Soy tuyo toda la noche, vivo o muerto

Nos reímos de eso, nos besamos de nuevo, nos manoseamos, nos insinuamos… y sin embargo, mi amigo había decidido que era suficiente. Pero había que darle crédito a las palabras de Mica; era perseverante! Apoyó su cabeza en mi abdomen y se dedicó a jugar con la cabeza de mi verga, que en ese momento estaba en el reposo absoluto. Con su lengua acariciaba la parte de atrás del glande, jugando en círculos y atrapando las gotitas que se escurrían todavía de la punta. Mientras ella jugaba, yo puse mi mano en su cintura y la acariciaba. Tenía la piel muy suave, esa piel que las mujeres sólo tienen a los 19 años, y todavía tenía vestigios de humedad en ella.

-Qué rica que está tu pija, todavía le sale juguito de adentro -dijo riéndose -Te jode que te la chupe cuando está así?

-No mi am… No, Mica. No me jode, me gusta sentirte

-Casi me decís mi amor! ja! Eso tampoco se lo vamos a contar a mamá!

-No seas cruel, me volaste la cabeza y lo sabés

-Y te la quiero volar de nuevo

Había empezado a pajearme con una mano mientras me seguía pasando la lengua por la puntita. De repente, puso su otra mano en mis huevos y empezó a masajearlos. Noté que mi pija de a poco daba señales de vida. Uno de los dedos de su mano empezó a resbalarse hacia abajo, intentando alcanzar mi ano. No era una zona inexplorada para mi. Con Romi habíamos explorado esa sexualidad y era alucinante, a pesar de nunca haber alcanzado los orgasmos que proponían los videos que habíamos visto. Sin embargo, los masajes anales me ponían por lo general la pija como un bate de béisbol.

Mica se metió la cabeza de mi pija en la boca y jugaba a pasarla de un lado a otro de la boca con la lengua, mientras sus dedos ya habían alcanzado mi ano definitivamente.

-Te molesta? -Me preguntó, sacándose un segundo la pija de la boca

-Nada de lo que hagas… me molesta… te dije que soy tuyo

Siguió con su tarea y, teniendo luz verde para hacer lo que quiera, empezó a forzar la entrada de mi esfínter con su dedo índice. Yo no dije nada y redoblé la apuesta. Bajé la mano desde su cintura a su cola. Abrí sus nalgas con los dedos y con mi dedo medio empecé a acariciar su ano. A diferencia del mío, ella tenía su ano completamente lubricado por sus sucesivos orgasmos, que todavía escurrían su líquido espeso y lechoso. Sentí que eso también la animó, sacó su mano de mi zona anal por unos segundos y luego volvió, con los dedos completamente mojados en sus fluidos. Sin mucho preludio, me penetró con un dedo que ni siquiera tuvo que hacer mucho esfuerzo para entrar. Yo relajé mi esfínter y dejé que hiciera su juego, al tiempo que yo también forzaba la entrada de su puerta de atrás. Ella gimió con la boca llena de mi verga cuando le metí un dedo en su ano. Y casi sin darme cuenta, mi pija había cobrado vida dentro de la boca de Mica, aunque todavía sin estar completamente dura.

Rítmicamente, ambos estimulábamos la cola del otro. Entonces mientras quise llevar uno de mis dedos a la concha de Mica, noté que ella ya se había encargado de eso. Estaba metiéndose dos dedos en la concha mientras yo le metía una falange en el culo. Al notar eso, empujé más mi dedo y lo metí por completo en su culo, sintiendo cómo sus propios dedos escarbaban el túnel vecino. Eso fue lo que terminó por ponerme la pija al palo otra vez.

No me iba a quedar con las ganas y tomé la iniciativa. La agarré por la cadera y la subí de un empujón arriba mío, dejándola sentada encima de mi cara. Comenzamos a hacer un 69 perfecto, ella chupándome la pija, metiéndose toda la verga hasta la garganta, metiéndome un dedo en el culo, intentando llegar a la próstata, yo cogiéndole la concha con la lengua, con un pulgar en su ano y con el otro pulgar masajeándole el clítoris.

No pasó mucho tiempo hasta sentir cómo su cuerpo volvía a temblar. Ahogada por mi verga en su garganta, Micaela gemía y jadeaba sin dejar de chupar como una profesional. Tenía toda la pija adentro, le llegaba a la garganta y seguía tratando de meterse más. Con su mano libre me clavó las uñas en mi muslo izquierdo, justo cuando yo metí lengua y casi mentón dentro de su vagina. Micaela explotó en un torbellino de líquidos que salían de la concha en forma descontrolada, me inundaban la boca, me hacían arder los ojos y me ahogaban. Era la versión sexual del submarino seco. Y me llevaba a un nivel de excitación sexual más allá de lo experimentado hasta ese momento. Mica subía y bajaba su cadera mientras acababa sin parecer tener fin. Aplastó su vulva contra mi boca, obligándome a tragar todo lo que de ella salía. El sabor metálico de su orgasmo y su líquido espeso corrían por mis labios, chorreaban a mi cuello, mi pelo… era la escena sexual más erótica que había tenido jamás.

Mica se había quedado quieta, sintiendo todo un huracán de placer concentrado en su concha, su cola y su boca, con mi boca cubriendo toda su vulva, mi dedo pulgar completamente metido en su cola y mi pija a un lado de su boca, que yacía casi desarmada sobre mi panza. De a poco, sin pedirle nada, fui apuntando mi pija hacia sus labios nuevamente. Ella reaccionó.

-Me vas a desmayar… -dijo con voz de cansancio y gata mimosa -Pero no me pierdo esto por nada del mundo.

-No nos perdamos esto -le dije, mientras le sacaba el dedo de su pequeño ano. -Todo lo que pase, pasa hoy o no pasa.

-Por favor, JC, qué más puede pasarnos hoy?… estoy muerta

-Pero mirá cómo me dejaste la pija… Probemos más cosas

-Qué querés probar? -me dijo mirándome de reojo

-Vos confiá en mi, si no te gusta lo dejamos de lado

-Confío en vos, sino esto no habría pasado nunca

Tenía razón. Todo lo que estábamos haciendo era una cuestión de mutua confianza. La recosté a un lado, boca arriba, mientras me miraba curiosa. Agarré una almohada, la doblé al medio para hacerla más alta y se la coloqué debajo de la espalda.

-Me estás acomodando de medida? -me sonrió con una expresión erótica y hermosa

No le contesté. Tomé sus piernas, las subí a mis hombros y me coloqué detrás de ella, arrodillado, con la punta de la pija apuntando directo a su concha. Estiré mi mano a la mesa de luz, donde guardaba aceite para masajes que ocasionalmente usábamos con Romina. Mica seguía mirando y estaba expectante. Destapé el aceite y comencé a tirarlo sobre su sexo abierto, pubis, muslos, esfínter… con mis manos comencé a untarle el aceite y por toda la zona. Micaela cerró los ojos y se entregó al disfrute del masaje que estaba recibiendo. Coloqué el dedo pulgar derecho sobre su clítoris y empecé a presionarlo, con movimientos ascendentes y descendentes, mientras usaba la mano izquierda para acariciarla entera. Vi que sus pezones se habían vuelto a poner muy duros y grandes, y su boca ya estaba entreabierta, gimiendo en voz muy baja.

Agarré mi verga, la aceité de punta a base, y empecé a puertear su vulva sin dejar de masajear el clítoris de la pendeja. Noté que ella empujaba su cadera para poder meterse la pija adentro, pero mis planes pasaban por otro lado. Con apenas la puntita de la cabeza metida en la concha de Mica y mi dedo ensañado con su clítoris, Micaela empezaba a volver a jadear más profundamente. Se llevó sus manos a las tetas. Sus dedos se adueñaron de sus pezones y se los pellizcaba con delicadeza y fuerza.

-Metemela, JC, no aguanto más, me estás quemando la cabeza.

-Te la voy a meter, pero cuando y donde yo quiera.

Mica abrió los ojos. Se quedó quieta y yo aproveché su confusión para acelerar el masaje en su botoncito. Con mi mano izquierda me agarré la verga y la apunté directamente a su esfínter.

-No, JC, por favor, no. Me va a doler, por favor… -Me miraba con ojos implorantes.

-Dejame, teneme confianza

-Es que con Manu lo intenté y me dolió mucho… hagamos otra cosa…

-Vos decime si te molesta y yo paro

-Me prometés?

-Con el alma

-Ok, probemos…

-Algo hasta ahora no te gustó?

-Me estás explotando la cabeza, JC, y se me nota, perdí la cuenta de los orgasmos que tuve.

-Entonces vamos…

Le apoyé la punta de la pija en el culo y empecé a empujar sin intención de entrar, más que nada para que su ano empiece a dilatar. Mi pulgar nunca había dejado de presionar su clítoris y eso hacía que Mica pierda un poco el foco de la situación. Frotaba mi glande contra su culito rosado y eso me estaba volviendo loco. Mica había agarrado la almohada con ambas manos sobre su pecho, en clara intención de aguantar el dolor.

De a poco, muy despacio, fui empujando mi verga contra su culo, que entre el aceite y sus jugos ya estaba más que lubricado. Estaba tensa y su ano no se relajaba lo suficiente. Le dije que se concentrara en su placer, mientras llevaba una de sus manos a su vagina. Mica hizo caso y empezó a tocarse despacio. Con ambas manos libres, pude alternar jugando en su cola un poco con mis dedos y un poco con mi pija. De a poco, el esfínter de Mica iba poniéndose más elástico, más carnoso. El ritmo con el que Micaela se masturbaba había empezado a crecer. Aproveché para dar el primer paso. Apunté mi cañón a su puerta trasera y empujé apenas. Grande fue la sorpresa cuando de repente el culo de Mica me tragó la cabeza de la pija. No puso casi resistencia y recibió mi verga como una experta en el tema. Mica dio un grito corto, y apretó los dientes. Me quedé quieto, a la espera de una negativa inmediata. Pero a continuación del grito ahogado, Mica dejó escapar un suspiro largo y progresivo, de alivio casi.

-Salgo?

-No, esperá, no te vayas…

Mica llevó otra mano a su vulva y metió en ella dos dedos propios, sin dejar de frotarse el clítoris. Miré su cara, estaba con los ojos apretados, sintiendo dolor y placer en su justa medida.

Embestí un poco, haciendo que la pija le entre dos centímetros más. Ella acompañó empujando la mano y metiendo el resto de la longitud de los dedos que faltaba para tenerlos completamente dentro de sí misma. Saqué apenas un poco la pija, dejando siempre la cabeza adentro, y volví a meter algunos centímetros más. Y así, con ese trabajo de paciencia y placer, en unos minutos pude pegar mi panza a su vientre, dejándole absolutamente toda la pija dentro de la cola, y haciendo que la pendeja balbucee cosas inentendibles, completamente fuera de sí.

Me abalancé sobre ella y la besé, estaba en un estado como si estuviera muy borracha o drogada. Babeaba al besarme, al tiempo que con una mano retorcía su pezón izquierdo. Mica me abrazó con las pienas, empujándome lo más adentro de ella que pudiera, besándome como una poseída. Me incorporé, abrí sus piernas lo más que pude y la postal fue una imagen imborrable: Yo metiéndole la pija en la cola a una pendeja de 19 años, completamente abierta de piernas, con 4 dedos metidos en la concha, que a esta altura chorreaba líquidos de todo tipo, y con los ojos volteados hacia atrás, en blanco. Me hamaqué frenético en su culo sintiendo cómo ella taladraba con sus dedos esa concha que no paraba de chorrearle. Mica gritaba en un pseudo lenguaje que había inventado en esa locura, pedía más pija, más fuerza.

-senaaamee el culooo de lesheee… por fav… ooor… -Era una gloria escucharla pedírmelo

-Quedate así, no te muevas, estoy a punto de acabar… y no quiero todavía…

-me vas a … matar… me vas a… ahh… hacer acabar por la… colaaa… ahhhh… ahhh!!! ayyyaaah!!!

Micaela se retorció y un chorro de líquido volvió a estallar de su sexo. Literalmente, me bañó en su orgasmo, sentía cómo sus flujos femeninos se estrellaban contra mi pecho y mi cara, mientras ella recibía todo el largo de mi verga en su cola y parecía estar convulsionando en la forma que se movía. Pude ver el contorno de mi poronga haciendo un bulto en el vientre de Mica cada vez que empujaba hacia adentro. No tuve más control de mi cabeza, ni mucho menos de mi pija, que después de 3 o 4 estocadas más, reventó en el recto de Micaela llenándole el último agujero que le quedaba por llenar de leche. Sentía cada bombazo dentro de ella como si se me fuera a desgarrar la pija y quedar para siempre en ese agujero caliente y húmedo. Chorro tras chorro sentía que las fuerzas me abandonaban y me dejaba llevar… Micaela mantenía los ojos clavados en mí, semicerrados, en éxtasis total… Sintiendo cómo se iban llenando sus intestinos con mi semen y cómo yo quería meter hasta los huevos en ese culo.

Quedamos ambos inmóviles, sin fuerza para hacer nada. De a poco, mi pija fue muriendo en el interior de Mica, que no quería que le sacara nunca la pija del orto. Con los minutos, retiré mi verga en semierección de su ano y Mica suspiró, con gesto alegre, satisfecho

-Esto que pasó… no sé si pueda cumplir eso de que no se va a repetir -Me dijo en voz baja, susurrando

-No se va a volver a repetir, Mica. No podemos arriesgarnos a jugar con esto. Está tu mamá de por medio

-Ya sé… la re cagaste! jajaja

-No seas mala, sabés que todo pasó porque tenía que pasar y fue solo esta vez

-Me abrazás?

-Claro, vení, quedate acá

Y nos dormimos abrazados, ella delante mío, yo a su espalda, con una mano en sus tetas.

A la mañana siguiente, Mica ya no estaba conmigo al despertar. La habitación era un desastre, todo olía a sexo y había fluidos corporales por donde mirara. Me duché y me puse a ordenar todo. Camino al lavadero me crucé con Mica (que llevaba su pelo atado con una colita, como de costumbre) que muy suelta me dijo "hola, JC, buen día" y me dio un beso. En mi cabeza sonó un "eso es todo lo que me vas a decir después de lo que vivimos anoche???" pero no le dije nada, obvio. Por la tarde entrenamos, ayudé a las gemelas con tareas de matemáticas y miramos películas. Juana se quedó dormida, y yo estuve muy cerca. Mica sin embargo estaba concentrada en terminarse el pochoclo. Cuando intentamos agarrar pochoclos al mismo tiempo, noté que Mica se había cortado las uñas. Ya no tenía esas uñas filosas que me había hundido en la espalda y el muslo. De sólo pensarlo se me ponía gomosa la pija. Le empecé a hacer caricias en el pelo mientras miraba la película. Me miró, nos miramos, y me desconcertó. En sus ojos había algo raro.

-Qué onda? -Me dijo

-Qué onda qué? te hago un mimo en la cabeza. Está prohibido?

-No, sólo que me resulta raro, nunca fuiste muy cariñoso. Y me resulta raro que después de lo de ayer lo seas. No estás enojado, seguro?

-No, cómo voy a estar enojado? -le dije, incrédulo -A vos qué te pasó con eso?

-Nada, bah, qué se yo… onda que sos el novio de mi vieja y… estabas ahí en pija! jaja

-El problema fue el después…

-El después?

En ese momento se escuchó la llave de la puerta de calle, entró Daniela y la conversación se cortó

Eso noche Romina volvió a casa y cenamos todos juntos. Las miradas entre Mica y yo no mostraban en absoluto nada de lo que había pasado hacía horas. Sin embargo, Juana me miraba raro. Mi cara de poco dormir y cansancio me delataba, si, pero culpaba a una mala noche de insomnio solamente.

-Menos mal que anoche me pasaste por whatsapp el número de la farmacia de turno -le dijo Romina a su hija

-Si mamá, igual, la próxima fijate la hora, eran las 3 y media de la mañana cuando me sonó el celular.

-Bueno, tu abuela se descompuso a esa hora. No lo elegí yo para molestarte eh…

Evidentemente Romina le había pedido a Juana el celular de la enfermera de la farmacia para tomarle la presión a su madre.

-Si ma, te estoy cargando. No pasa nada.

-Siempre lo mismo con vos, Micaela!

Confusión fuerte al instante. El mundo se frenó un momento.

-Ella es Juana -Le dije a Romina, sabiendo que nada estaba bien.

-No, amor, me corregís cuál es mi hija… -dijo socarronamente Romina -Ella es Mica! Mica tiene los ojos más redondos y para que las reconozcas mejor, Mica se come las uñas, siempre las va a tener mochas. Así que no, no es Juana, es Mica

En mi cabeza me retumbó el nombre mil veces. Las uñas largas, las miradas cómplices, la confusión de Mica esa tarde… La noche anterior había tenido sexo con Juana!! Después de que Mica me viera desnudo!!

Las gemelas habían hablado entre ellas y Mica le había contado a Juana que me había visto desnudo y excitado esa tarde. Sin darse cuenta, a Juana le excitó tanto la idea que terminó entrando a mi habitación esa noche y pasando conmigo la mejor noche de mi vida. No le importó que la confunda con su hermana, y de hecho creo que siempre fue su intención.

Romina jamás se enteró de esto y lo único que le llamó la atención fue que esa noche, cuando finalmente terminó lo que había empezado aquella mañana lejana en mis recuerdos, la cantidad de semen que obtuvo no fue tanta como esperaba.

-Quizás ese juego cause el efecto contrario -le dije, pensando firmemente en las 3 veces que había volcado mi semen en Juana.

-Ah si? veremos la próxima -dijo amenazante y risueña

Pero eso era parte del futuro. Y yo preferí siempre volver a esa madrugada con la chica de 19 años, aunque haya sido la única que tuvimos.

FIN

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.