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La pasión de Silvia
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Han pasado 5 años desde mi último beso con Silvia, ella era una mujer de caderas semi-anchas, de tetas cortas pero con sonrisa contagiosa. En ese entonces ya la conocía por más de 10 años y siempre me pareció atractiva, incluso en el periodo cuando engordó resultando en un culazo que admiraba cuando su “esposo” no me veía. Silvia de lejos era una mujer recatada, buena madre, fiel a su religión y con mucho gusto a los dulces, lo que no me esperaba más adelante fue que en sus propias palabras, sea “una puta en la cama”.

Todo comenzó como un juego en días/meses en que los dos estábamos cachondos. Ella me lleva 10 años y a sus 43 estaba divina, durante 4 meses la saludaba con un beso en la mejilla que cada vez se acercaba milímetros hacia su boca. Tenía la fantasía de robarle así un beso y esperar una sonrisa o una cachetada. Quería mostrar que la deseaba. Ella ni idea de mis intenciones, siempre andaba concentrada en su trabajo o sus hijos. Siempre noté algo raro cuando estaba con su esposo, ellos interactuaban de una forma compleja que no podía descifrar. Éramos “amigos” a pesar que el esposo me caía mal cada día más, quizás porque envidiaba que este con tremenda mujer siendo el… ni feo ni guapo. Me gustaba que me visitaran, por ver a ella.

Eran finales de año y la conquista de otra mujer madura se cayó, dejando a Silvia como último foco de mis intenciones. Comencé haciéndome amigo en su social media, y a pocos hubo la suficiente confianza de comentar en sus fotos y hablar en privado. La hacía reír según ella “como no lo hacía en años” dándome a entender entre otras conversaciones, que la relación con su esposo estaba muerta.

Seguimos conversando en privado, muchas veces en doble sentido. Ella le entraba al juego y cuando venía a visitarme con el esposo, estaba mejor arreglada y apretada. No era el único en casa, ella se quedaba conversando con mi prima y yo tenía que soportar al esposo mientras sus niños jugaban. Miradas de lejos, conversaciones privadas. Teníamos un secreto erótico. Pero ni tan secreto, porque la tonta le comentó a su “esposo” que yo era muy divertido y no se esperaba que la hiciera reír tanto. No me importo mucho que compartiera eso con él, pero fue algo muy extraño.

Pasaron las fiestas de fin de año, ella después de muchas pruebas que me hacía para ver si me atrevía a ponerle los cuernos a su esposo, resultó ser que ellos ya estaban divorciados, pero viviendo juntos. Llevando una vida a aparentemente perfecta, pero sin ninguna relación, solo para que los niños tengan padre y madre. El ex, le había puesto los cuernos a ella 4 veces y la cuarta fue la vencida, a pesar que él lo sigue negando hasta ahora. Ella me contaba que nunca se le había pasado por la mente tener otro hombre, dormía bien abrigada y el ex, dormía desnudo, pero nunca en esas noches de calentura tuvieron más sexo (según ella). Fueron 4 años que ella no sentía una polla dentro y comenzó a tener sueños calientes dónde se mojaban sus braguitas y moríamos los dos por vernos.

Era casi imposible vernos, ella en casa con los hijos y yo trabajando, cuando teníamos libre los dos, el ex salía con novedades de última hora (Después descubrí que tenía hackeado todas sus cuentas de email, Facebook y teléfono). El ex la controlaba al máximo, pero el si se daba sus escapadas (Meses después tuve una confrontación con el ex, en la cual casi llora porque según él, quería volver con Silvia. Me valió pelotas).

Una noche me llamó estando en la sala de su apartamento, el ex había salido con sus hijos bien de noche. Ella sonaba que ya no podía más y deseaba tener una polla en su boca, dentro de ella o ambas. Comenzó a susurrarme por teléfono, estando abierta de piernas, y con 3 dedos dentro de su jugosa chucha. No aguanto más ese nuevo deseo sexual que había despertado en ella… necesitaba un hombre que la haga gemir de placer. Yo con mano en polla, me masturbaba lento al compás de sus gemidos provenientes de mi celular, quería que se la metiera fuerte pero lento, para desquitarse de esos 4 años de abstinencia. La quería en la boca, en la chucha y hasta en su culo virgen. Nunca había tenido sexo anal, pero tenía un deseo sexual desenfrenado a sus 43, que se sentía toda una adolescente y casi se mete un dedo en su maravilloso ano mientras la otra mano sobaba su clítoris hasta alcanzar el orgasmo, echada en el sillón de su sala sin importarle que sus hijos aparecieran por la puerta. Quiso sentirse llena de polla la muy cachonda, quiso sentirse mujer otra vez. Después de esa noche, ella decidió que era hora de sacar al ex de su apartamento. Yo feliz.

Me visitaron el viernes, ella estaba con un pantalón café claro apretadísimo que no dejaba nada a la imaginación cuando se le veía de frente. Podía ver sus grandes y jugosos labios que se meneaban cuando caminaba hacia mí. Ella siempre tenía un pretexto para venir a la oficina de mi casa cuando yo conversaba con su ex. Se ponía coqueta y me hubiese gustado mirarle el culo cuando lo meneaba al irse. El ex, sabía todo lo que nos habíamos escrito con ella, pero no importaba, yo quería que esa cola y vulva sean solo mías. No importaba el resto, solo de imaginármela desnuda frente a mí me ponía a mil. Siempre me masturbaba pensando en ella y ella lo sabía. Hasta me pedía no darme una paja porque era quería que ver toda mi leche encima de su cuerpo. Me despedí esa noche casi besándola en la boca. No me importo que a espaldas de sus hijos le diera un abrazo pellizcándole su cola descaradamente.

Pasaron 2 días, y ella vino por consejos a mi prima que vivía conmigo. Ya siendo mayor mi prima y de esa generación que se escandaliza por todo, no le habíamos contado nada. Ese día llego Silvia sola, más guapa que nunca, apretada que daba la impresión de estar desnuda. Estaba regia y brillante, jugando con su boca al hablar y contándole todo a mi prima de la mentira de vida perfecta que estaba viviendo y lo de poco hombre que era su ex, Andrés. Quería que el esposo se vaya, y yo la ayude a crear nuevos emails y desactivando todo de su teléfono para que no la espíen. Mi prima se enteró un poco de lo nuestro, pero no todo el cuento. Nos quedamos solos en la sala y le metí un beso tan apasionado que se quedó fría… No pensó que me iba atrever en ese momento y me lo devolvió.

Nos estábamos comiendo la boca, dejándome carta blanca de acariciar lo que quería. Comencé por su rico culo, redondo y suave, trate de meterle un dedo en el culo, pero el pantalón apretado no me dejo, le acaricie sus “tetitas” y pase mi mano por su chucha que estaba caliente del deseo mientras ella jugaba con su lengua dentro de mi boca. Fue una pasión increíble, no pensé que esta mujer tan seria se haya vuelto tan loca de pasión y me encantaba. Convertirla en mi puta era mi fantasía, pero ella ya lo era. Después de haberla recorrido toda, quedamos en vernos este fin de semana en su apartamento a solas. Para esa fecha Andrés debería estar fuera…

Continuará.

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