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Contando las horas hasta sentirte dentro de mi otra vez
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hoy me encuentro triste y melancólica, tumbada en el sofá boca abajo con la televisión encendida sin hacer caso de lo que emiten, mirando por la venta y viendo caer la lluvia sobre los tejados inclinados de las casas de Brujas.

Me encuentro triste, echándote tanto de menos Tomás que pienso que estarás haciendo ahora, desvió la mirada al reloj de la pared que cómpranos juntos en aquel mercado nada más mudarnos a esta hermosa ciudad de Bélgica, me acuerdo de lo que me dijiste entonces, “solo son unas manillas, una corta y otra larga que te indican a cuanto estoy de ti”, y pienso que mientras que aquí son las cuatro de la tarde sé que allí te estarás despertando, me siento sola y vacía sin ti.

Es una sensación que no había tenido nunca, siempre rodeada de amigos y amigas hasta que tú te cruzaste y te clavaste como una espina en mi corazón, cuando llegaste a mi envuelto de caballero andante armado solamente con un paraguas para salvarme de una tormenta como la de hoy, pero allí en nuestra Valencia natal, haciéndome el amor y despertando en mí sentimientos ocultos que hasta entonces no veía, desde entonces mi cama no estuvo vacía, la pasión la envolvía cada noche y el amor cada mañana despertando a tu lado, echo de menos tus besos cuando te vas a trabajar, las rosas de papel que me dejas en la almohada al partir, sé que dentro de dos días estarás aquí, sé que para navidad estaremos nuevamente juntos, pero estos dos meses se han hecho eternos, demasiado largos.

Triste y melancólica, tumbada en el sofá viendo como llueve, recuerdo que no hace ni cinco meses eras tú quien estaba tumbado aquí, aquel sábado durmiendo boca arriba descansando de la dura semana mientras yo terminaba de recoger la cocina, te recuerdo con los ojos cerrados, la televisión encendida, no es el calor de España, pero ese día se nota más calor de lo habitual, las persianas semicerradas para protegernos del sol que entraba por la ventana, te miro, te amo con los ojos, tienes una mano sobre tu pecho desnudo y la otra cayendo al suelo, allí tumbado solo con tu bóxer recuerdo que me acerque para besarte en la frente.

Hasta hace poco estábamos hablando de lo que íbamos a hacer por la tarde, saldríamos a cenar, al teatro quizás o simplemente a pasear por la ciudad abrazados, cogidos de la mano como tantas otras tardes por los canales de esta hermosa ciudad, por sus puentes y plazas, hasta que deje de oírte, hasta que caíste en las dulces manos de Morfeo, yo no pretendía despertarte, pero mis labios no entienden de eso, mis labios empezaron a besarte la nariz que mueves dormido de un lado a otro por las cosquillas, te bese los labios recorriéndolos con cuidado para que me siguieras soñando.

De rodillas en el suelo mis manos acarician tu cuerpo mientras miro embelesada tu rostro, mis besos van detrás de mis caricias, separo mi melena y me hago una coleta para que no esté cayendo continuamente por mi cara o sobre tu cuerpo, mis besos se acercan a ese espacio donde acaba tu carne y empieza tu ropa interior separándome de ti, con cuidado desabrocho los botones del bóxer, con cuidado busco tu pene sacándolo, acariciándolo, sintiendo como cambia de tamaño, despertándolo con la suavidad de mi lengua mojada al pasar por tu glande, ya no oculto las caricias, ya mis manos recorren tus muslos mientras devoro tu pene haciendo que su tamaño crezca como a mí me gusta dentro de mi boca.

Te siento mover, te siento gemir, giro la cabeza con tu pene entrando y saliendo de mi boca y te veo mirarme con esos ojos azules y sonriéndome te sonrió.

-Perdona amor, siento haberte despertado. –Te dije sonriendo con cara de pícara.

-Estaba despierto Lara, no te preocupes, ven aquí y bésame.

Recuerdo que me incorpore y me tumbe sobre tu cuerpo, besándote y apoyando mi mejilla sobre tu pecho, nos quedamos así un largo rato, cargándome del calor y del amor que desprendía tu cuerpo, recuerdo como me acariciabas la mejilla con la yema de tus dedos pasándola por mis labios que te besaban al pasar, recuerdo que me quitaste la goma que sujetaba mi pelo y extendiéndolo empezaste a acariciármelo peinándomelo con tus dedos, a pesar del sonido de la televisión… silencio, los dos estábamos en silencio sintiendo como mi cabeza subía y bajaba con tu pecho al respirar, el silencio se había apoderado de nosotros y ninguna imagen, ningún pensamiento por nuestras mentes, solo tú y yo.

Me acuerdo que empezaste a besarme la cabeza, abrazarme y rodearme con tus fuertes brazos, mis dedos pasaban una y otra vez por tu pezón, besándolo de vez en cuando, me fui incorporando y empecé a cubrirte con mis besos, ahora mi melena se deslizaba por él detrás de mí hasta llegar nuevamente a tu bóxer, la aparte con mi mano pasándola hacia atrás, hacia un lado y mirándote a los ojos me volvía a meter tu pene en mi boca, besándolo, estaba tremendamente duro y erecto subiendo, bajando sobre él lo envolvía con mi saliva dentro de mi boca.

Me senté a horcajadas, con mis rodillas a ambos lados de tu cuerpo sobre el sofá, sintiendo tu pene sobre mi sexo oculto por mis bragas dejándole sentir la humedad de estas, moviéndome y frotándome contra ti con mis manos sobre tus pectorales, mi melena rubia sobre tu cuerpo como un pequeño velo por el que casi no podíamos vernos, apartándola continuamente con mis manos, el corazón y la respiración se me aceleraba, de los dos salen los primeros jadeos, gemidos que empezaban a resonar en nuestro salón.

Empecé a quitarme la camiseta despacio por encima de mi cabeza subiéndomela con las dos manos, estirando mi cuerpo y dejándote ver mis senos con mis pezones duros y erguidos, fueron los primeros en sentir tus caricias, tus dedos como pinceles dibujaban mis areolas y mis pezones, tus manos se llenaban con mis pechos apretándolos mientras que seguíamos frotando nuestros sexos.

Con una mano aparte la tela de mis bragas que me estaba separando de ti y cogiendo tu pene lo deje a las puertas de mi vagina, despacio la iba sintiendo entrar dentro de mí, mi cabeza se echaba hacia atrás cerrando los ojos cuando la iba sintiendo entrar, tu pene se deslizaba por mi vagina abriéndose paso en mi interior llenándome por completo, mi cuerpo empezaba a subir y a bajar, mis caderas se movían hacia delante y hacia atrás, mi vagina le daba la bienvenida, abrazaba y besaba tu pene, cubriéndolo de mi flujo.

Tan excitada desde que te empecé a besar dormido que ahora con tu pene recorriendo mi vagina una y otra vez no tarde en recibir un delicioso orgasmo, llenando y mojando mis bragas y tu bóxer por los fluidos que salían de mí, los dos cogidos de la mano gemíamos de placer, gritos sordos mientras seguías entrando dentro de mí, paraste con tu pene en mi interior, esperaste a que terminara de temblar y luego cogiéndome de la cintura me diste la vuelta, dejándome boca arriba con mis piernas abiertas y tú entre ellas, tumbado, metiendo y sacando tu pene de mi vagina y yo disfrutando de ti emitiendo gemidos y gritos cada vez más altos.

Mi interior tan mojado que tu pene parecía un barco navegando, deslizándose suavemente sobre un lago de placer, rozando cada centímetro de tu pene con cada centímetro de mi vagina, mis paredes vaginales te recibían gustosas, esperando que explotaras y me cubrieras con tu semilla, nunca pensé que pudiera tener orgasmos tan seguidos hasta que estuve contigo, era algo nuevo también para mí, no sé si la excitación de estar contigo, tu pene enorme, tu resistencia, tus movimientos o simplemente tú, no sé, pero un nuevo orgasmo, tan delicioso e intenso como el de antes llenaba mi vagina de flujo, mis piernas temblaban a la vez que ahora si explotaste, disparando chorros de tu esperma en mi interior, nuestros gritos de placer ensordecían la televisión y solo nuestros besos eran capaces de aplacarnos y callarnos.

Tomas mi amor, me acuerdo que te desplomaste sobre mi cuerpo sudoroso, besándonos nuestra piel salada, mirándonos enamorados.

Algo me ha hecho volver a la realidad, una sirena, una más en estos tiempos tan aciagos ha hecho que mis ojos se vuelvan a fijar en los tejados de la ciudad golpeados por la lluvia, me ha despertado del recuerdo de aquella tarde de verano y vuelvo a mirar el reloj, a contar las horas y los días para tenerte nuevamente en mi cama.

Sé que tu trabajo puede hacer que nos separemos durante algunos días, no tantos como esta vez, pero sabes que todas las noches, todas las mañana estaré buscándote a mi lado y cuando no te tenga solo el consuelo de una triste pantalla de ordenador me alegre el día, tu mano sobre la mía en la pantalla aunque triste y llorando por dentro por no poderte tocar.

Sé que serán unas navidades diferentes, lejos de todos aquellos a los que queremos, que nos quieren y nos echan de menos, deseándoles que se cuiden en estos días tan difíciles, ya habrá más navidades, más abrazos, más besos, a ellos no los tendré este año, pero me queda el consuelo que por lo menos a ti te tendré a mi lado, junto a mí dándome calor en la cama, abrazándome y protegiéndome cuando estemos en la calle, sé que a finales de marzo estaré otra vez sin ti, espero que no por mucho tiempo, pero quiero que sepas que al volver estaré esperándote en nuestra cama para recuperar los días perdidos.

Hoy es domingo y ya solo cuento las horas para que me puedas volver hacer el amor, a amar.

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Deseo de corazón a todos los lectores una Feliz Navidad y cuidaros, cuidaros mucho.

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