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Dos cuñadas y una cama
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Tiempo de lectura: 3 minutos

-Es que no hay quien duerma, ronca cómo un condenado.

-A mí también me despertó. ¿Siempre ronca así de fuerte?

-No, ronca así después de emborracharse.

Rita y Rosa eran dos cuñadas veinteañeras. Rita era pelirroja, con el cabello largo, tetas medianas, ojos azules, anchas caderas, cintura normal y buen culo. Rosa era morena, delgada, los ojos marrones, tenía las tetas pequeñas, la cintura fina, caderas normales y culo redondo. En camisón tomaban un vaso de leche en la cocina de la casa de la primera. Rosa le dijo a Rita:

-Si quieres puedes dormir conmigo.

-No sería mala idea, así no me ronca al oído.

Había sido la fiesta del pueblo y Rosa comiera y cenara con su cuñada y su cuñado, ya que su marido se fuera a trabajar a Alemania. Al terminar el vaso de leche se fueron para cama, y allí con los ronquidos de fondo le preguntó Rita:

-¿Echas mucho de menos a mi hermano?

-Ni te puedes imaginar cuanto.

Rita le tocó el coño levemente, y riendo, le dijo:

-¿No será esta la que lo echa de menos?

-¡No me toques ahí, Rita, no me toques ahí que me pierdo!

En broma, le volvió a tocar. Rosa se dio la vuelta y le plantó un beso en la boca a su cuñada.

-¡Qué haces!

Rosa, avergonzada, le dijo:

-Perdona, es que estoy muy necesitada.

Rita estaba escandalizada.

-¡¿Lo harías con una mujer?!

-Ya lo hice de soltera.

-¡¿Te comió el coño a una mujer?!

-¡Y qué rico se sentía!

-¡Qué asco!

-A mí me gustó.

-¿Qué te gustó?

-Sentir su lengua dentro de mi boca, sentirla lamiendo mis tetas, lamiendo mi coño mojado. Me gustó sentir cómo se deslizaba por mi coño y lamía mi clítoris…

-Eras una pervertida

-Si crees eso es porque no has vivido.

Se pusieron espalda con espalda y trataron de dormir. No iban a poder, los ronquidos y los malos pensamientos no las dejaban. Rosa le dijo a su cuñada:

-Rita.

-Sí.

-¿Me dejas que te la coma?

-Duerme y deja dormir.

-Tengo ganas de correrme.

-Haz un dedo.

-Me correría mejor si al hacerlo te como el coño.

-No insistas

-¿Puedo tocarte las tetas?

-No.

Rosa se destapó y se quitó las bragas, mojó dos dedos en la boca, abrió en piernas y acarició el clítoris, luego pasó los dedos entre los labios para acto seguido meterlo dentro de la vagina y comenzar a masturbarse. Poco después se quitaba el camisón y quedaba desnuda. Sus pequeñas tetas eran redondas, tenían areolas rosadas y pequeños pezones. Las magreó. Rita se dio la vuelta y vio cómo su cuñada se magreaba las tetas, después vio cómo bajaba una mano, cómo metía dos dedos dentro del coño y cómo los metía y los sacaba. Le volvió a dar la espalda. Sintió la mano izquierda de su cuñada magrear sus tetas. Rita, sin moverse, le dijo:

-No me toques, guarra.

-Me gusta que me llames así, llámamelo otra vez.

-¡¿Te gusta que te llamen guarra?

-En la intimidad, sí, guarra, cerda, puta, zorra… Me excita que me insulten.

-Eres una enferma.

La mano dejó de magrear las tetas y de canto se metió entre las piernas cerradas de Rita, que dijo:

-Estate quieta, puta.

-Estás mojada.

-¿Y qué, zorra?

Rosa supo que ya la tenía. Su cuñada la insultaba para excitarla. La besó en el cuello, le lamió las orejas y le metió dos dedos en el coño.

-¡Cómo me estás poniendo! Deja que te la coma.

-No, y quita la mano de ahí, cerda.

-Quiero ver cómo te corres.

Rita se puso boca arriba.

-¡Te quieres estar quieta, cabrona!

Rosa dejó de masturbarse, le dio un pico y le magreó las tetas.

-Para, asquerosa.

-Déjate.

La besó con lengua mientras le amasaba las tetas. Rita se estremeció y se le erizaron los pelos de los brazos as sentir la lengua de su cuñada jugar con la suya. Jamás un beso le había resultado tan dulce. El coño se le mojó aún más de lo que ya estaba.

-¿Tanto me deseas, cochina?

-Más que a tu hermano.

-¿Qué me vas a hacer si te dejo?

Entre beso y beso, le fue diciendo:

-Comerte las tetas, Comerte el coño… Quiero que nos corramos juntas. ¿Me dejas devorarte?

-Devora.

Rosa le levantó el camisón con idea de meterse entre sus piernas para comerle el coño. Rita lo quito y quedó en bragas. Rosa magreó sus tetas medianas con areolas marrones y duros pezones y se comieron las bocas… Después la lengua de Rosa aplasto el pezón derecho para luego lamerlo mientras su mano se metía dentro de sus bragas, le metía dos dedos en el coño empapado y los masturbaba. Después chupó la areola marrón, para volver a besarla antes de repetir la faena en la teta izquierda. Rita gemía escandalosamente, mas esos gemidos los silenciaban los ronquidos para los que pasaban por el camino…

Poco después le quitaba las bragas y metía dos dedos dentro de su coño. Masturbándose metió su cabeza entre las piernas de su cuñada y lamió su coño encharcado. Su lengua se deslizó desde la parte baja al coño hasta el clítoris. Hizo ese camino varias veces, lentamente y rozando el coño cómo si la punta de la lengua fuese una pluma. Luego, cuando sintió que se iba a correr ella, fue apretándola y apurando cada vez más para que se corrieran juntas. No lo logró, se corrió ella y dejó de lamer. Encogiéndose y temblando, exclamó:

-¡Diooos!

Rita le cogió la cabeza y frotando el coño contra su cara y llenándosela de jugos con una inmensa corrida, dijo:

-¡Me corro!

Al acabar, sonrientes, se abrazaron y se besaron. Era el comienzo de una intensa relación lésbica que empezara gracias a unos ronquidos.

Quique.

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