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SOS: Necesito una buena polla que me haga sentir mujer
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Tiempo de lectura: 17 minutos

El título de este relato es el mismo título que tenía el perfil de Isabelle en esa red social donde por primera vez supe de su existencia. Por pura casualidad al entrar a esta red me llamó la atención lo que leía de ella, pero además de que su descripción o nota sonaran a una invitación directa de erotismo, supe de que detrás de esas primeras palabras realmente había una mujer desesperada en busca de ayuda o una salida. El principio me llamó la atención y le hice clic a la pestaña para poder leer el resto de su nota de presentación. La nota decía algo así:

-Me puedes llamar Isabelle, soy una mujer recién casada de 26 años y necesitada de una buena polla que me haga verdaderamente sentir mujer. Creo ser una mujer atractiva, quizá la naturaleza no me agració de los mejores pechos, pero siempre me han dado cumplidos por mis alargadas piernas y un decente trasero. Uso brasier de copa B, (que no suenan nada espectacular) pero tengo bonica cintura y unas caderas de 92 centímetros. Me siento tan frustrada con mi matrimonio y la falta de sentir a un verdadero macho que al menos me use como mujer…

Su perfil decía que medía 1:65 de altura, pesaba 135 lbs., y se describía como una mujer de mente abierta. Aparecía con una minifalda blanca y donde se podía apreciar un cuerpo de una mujer esbelta y de cabello negro y largo. Su rostro tenía los efectos para no ser reconocido, pero sí verdaderamente alguien estaba interesado, ella podría enviar por correo fotos recientes una vez el sistema de esta red haya comprobado que el interesado es real y que llena algunos requisitos de seguridad. El resto de la nota me iba a pasar desapercibida, pero luego leí que decía: -Haz clic para seguir leyendo. – Hice clic y se abrió toda su página donde leí lo siguiente y lo cual voy a abreviar.

-Me casé hace un poco más de un año y por el momento mi marido no me ha provocado un orgasmo tan siquiera. No sé si está acomplejado por el tamaño de su miembro, pero para provocarle un orgasmo a una mujer no se necesita una polla de 20 o 28 centímetros… me podría hacer correr con la punta de su lengua. Desafortunadamente hemos crecido en un mundo religioso y el sexo en sí es un tabú en nuestras familias y más que todo la familia de mi esposo, quienes son los pastores de nuestra iglesia. No puedo hablar del sexo oral, mucho menos del sexo anal, pues mi marido me vería como a una cualquiera. No llegué virgen al matrimonio, pero con mi esposo no tuvimos sexo hasta casarnos. La noche de nuestra luna de miel me lo hizo dos veces y no creo que haya durado ni cinco minutos en terminar. Pensé que era el cansancio de todo un día y ya eran las 3 de la mañana, pero el siguiente día por la tarde me lo hizo dos veces más y siempre en esa aburrida posición del misionero e igual solo duró cinco minutos cada vez. Su pene no ha de llegar a los seis centímetros y no exagero, pero pensé que podría usar sus manos, su boca o algo para calmar mi excitación y hasta el momento esto no ha pasado.

Realmente se sentía el dolor de esta chica que, en vez de concentrarme en sus partes más eróticas de la nota, me llegaba su voz de frustración de lo que vivía. Estaba indeciso en comunicarme pues, aunque esta red dice que es gratis, la única forma de comunicarse con otro perfil es de una manera interna de correo y te cobran la estampía de una forma metafórica de $5.00 hasta $35.00 dependiendo el contenido. En los requisitos o lo que ella buscaba sentía que me excluía, pues sobrepaso los 50 años, pero su contenido erótico me mantenía leyendo a considerar enviarle un correo. Esto es lo que ella buscaba:

-Busco un caballero entre 30 a 45 años, que por lo menos mida 1:70 y de cuerpo atlético, pero no obeso. Que sepa dar placer a una mujer pues, aunque he crecido en ese ambiente religioso de mis padres, yo llevo una puta escondida adentro de mí. Quiero sentirme como una mujer o que me usen como una mujer… que me pongan como quieran, que me enseñen a dar una buena mamada y que me den placer oral o anal. Estoy tan desesperada, que estoy dispuesta a descubrirlo todo en ese momento. No busco compromisos y aunque estoy segura de que con lo de mi marido no va durar mucho tiempo, tampoco busco una relación extramatrimonial a largo plazo. Si te intereso, envíame un correo.

Los que entramos gratis a esta red social podemos dejar comentarios y sí que ya tenía cientos, pero no se pueden dejar correos electrónicos o números de teléfono. Sin sentir que tenía muchas posibilidades le envié un correo que me costó $35.00, pues solo de esta manera le podría enviar mi correo electrónico para un contacto directo, como también algunas fotos para ver si me consideraba. Le escribí una nota que decía así:

-¡Hola Isabelle! Mi nombre es Antonio, leí tu nota de perfil y verdaderamente mi simpatía hacia ti por lo que estás viviendo. Tengo 50 años y me excluyo de antemano a lo que tú buscas, pero no pude dejar de escribirte, pues realmente tu nota me hizo sentir tu frustración. Si buscas a alguien con quien hablar, alguien con quien canalizar tus frustraciones, puedes contar conmigo. Creo que eres una chica linda, aunque no he visto todavía tu rostro, pero no dudo que ya tengas algunos candidatos. Te envío mi foto para que conozcas quien es el que escribe y espero verdaderamente que encuentres lo que en este momento buscas. Atentamente Antonio.

Pensé que se trataba de un robot, pues un par de minutos después me llega un correo que no pensé tenía nada que ver con Isabelle, pues su verdadero nombre es otro. Dudando que se trataba de un humano le dije que me llamara y le envié un número de teléfono que generé a través de google. Sorprendentemente a los cinco minutos me llamó:

-¡Hola Antonio! Soy Isabelle… gracias por haberme escrito.

-¡Mucho gusto Isabelle! Disculpa, por un momento pensé que un robot me enviaba ese correo.

-Entiendo… acabo de enviarte otro correo con mis fotos.

-Isabelle, no sé si leíste en total mi nota, pero tengo 50 años.

-Si… leí tu información y pensé que estabas mintiendo… te miras mucho más joven y eres muy guapo. ¿De veras ese eres tú?

-¿Gustas confirmarlo hablando por video?

-Podemos hablar por video si gustas, pero lo debo hacer por mi celular… esta es una línea generada por google… por seguridad tú sabes.

-Entiendo… yo también te di una de esas líneas, pero déjame darte mi número de celular y me marcas.

Esperé por unos minutos y me quedé viendo sus fotos que me había enviado por correo electrónico. Realmente es una chica bonita de rostro y el cual aparenta esa edad de 26 años. Me gusta su sonrisa en la foto y para esto diez minutos han pasado y no recibo ninguna llamada. Pensé que era alguna broma, pero luego sonó el teléfono y veo que es una llamada video. Isabelle se disculpa por la tardanza, pero me decía de una manera de broma que debería maquillarse un poquito… no quería asustarme. Hablamos por una hora y media y al principio me dio como advertencia que si colgaba que por favor la entendiera. E Isabelle me habló de sus fantasías como también de sus frustraciones.

Me habló de que había tenido mala suerte con los dos únicos dos hombres de su vida. El chico que la desvirgó a los 18 años con la puesta del condón había acabado, así de breve me lo describió. Lo hicieron dos veces más y siempre con la misma presión de ser pillados y nunca creyó que haya durado más de tres minutos. Lo de ella, como me lo decía en forma de resignación y con una risa era el jugar consigo misma. Lo de su marido me dijo que no lo estaba exagerando, literalmente me dijo que un infante tiene la verga más grande que la de su marido. Me lo dijo riendo:

-Sabes, estaba tan ilusionada, pues con mi marido no tuvimos sexo hasta casarnos… un noviazgo aburrido, de esos donde siempre estaba mi hermana cuidándome y donde siempre salíamos acompañados de alguien. Él es grande, mide 1:70 y se mira fuerte, potente, aunque es un tanto callado, no muy sociable. Siempre había escuchado que el tamaño del pene tiene mucho que ver con lo grande de los pies, pero yo creo que tiene mucho que ver con la medida de las manos… él tiene las manos pequeñas. No te miento, es el pene más pequeño que existe. Busqué en el internet la medida más pequeña de un pene, mi marido tiene uno de ellos. Tú dices que tienes una altura de 1:88, ¿tienes manos pequeñas? -E Isabelle reía.

-No… las mías parecen ser grandes. -y continuaba riendo.

Isabelle me hablaba de sus frustraciones, pero también me hablaba de sus fantasías y cómo se habían incrementado al conocer a su nueva amiga a la que le dio el nombre de Rocío. La había conocido en la lavandería un día que su lavadora se había dañado y por esto de la pandemia tomó tiempo para que llegaran a reemplazarla. Rocío es vendedora de esas vitaminas y remedios populares y con el tiempo se mostró muy abierta. Isabelle me lo decía de esta manera:

-Me hablaba de que con cierto producto mi marido se convertiría en el semental de mis sueños. Alardeaba de cómo su marido se la cogía hasta tres veces por noche casi todos los días de la semana. Era tanta la actividad sexual de esta mujer que amanecía adolorida de tanto follar. Me dijo que desde que le había dado el culo a su marido y tomando estas píldoras, este no para de pedírselo y que como le saca los más intensos orgasmos desde que le perfora el ano con una polla que esta mujer le describía gruesa y larga. Me habla de las mamadas que le da su marido, de cómo él le come el culo y la hace vibrar sexualmente. Yo con la boca abierta escuchándola solo imaginando que es su marido el que me folla, pues hasta me voy a masturbar con esas tabletas de pastillas que hasta parecen más grandes que el pitito que tiene mi marido.

Realmente no pude dejar de reír cuando me lo decía y hasta le pedí disculpas. Isabelle se perdía en sus frustraciones que creo olvidaba que éramos todavía dos desconocidos. La sentía desesperada y le pregunté si lo había hablado con su marido. Me sorprendió su respuesta:

-Sabes, con los meses y con más confianza intenté seducirlo a que por lo menos me hiciera acabar con un sexo oral. El chico es delicado y me sorprendió diciendo que el sexo era algo sagrado y que no se debería ensuciar con nuestras aberraciones. Un día mi madre que sentí me daba algo de confianza se lo confieso y terminé en un juicio familiar con los pastores de la iglesia y quienes son los padres de mi marido. Oraron por semanas para que ese espíritu perturbador se alejara de mí. Según ellos yo soy la que tengo un problema y ese día me sentí humillada, la mujer sucia ante ellos. Sé que me voy a divorciar, pero esto de la pandemia me ha bloqueado un poco, pues es difícil encontrar un buen trabajo. Dejé de trabajar, pues ellos tienen un taller mecánico y yo de tonta renuncié al trabajo cuando todo esto empezó. Pero como dice mi amiga y no sé si lo intuye pues yo no le hablado de todo lo que vivo, pero ella tiene un dicho: Uno debe buscar lo que uno quiere.

-¿Y qué es lo que verdaderamente buscas Isabelle?

-Pues por de pronto… una buena follada. – me respondió sin tapujos.

Ese día quedamos que nos encontraríamos un jueves, pues es el único día que su marido está obligado a estar en el taller sin poder salir pues el padre de este debe preparar su discurso semanal de la iglesia. Le pregunté si estaba en control de fertilidad y me había dicho que si, que ella no quería tener un hijo con su marido y complicar su divorcio. También me dijo que su marido no lo sabía y se había sorprendido el por qué no salía embarazada. Quedamos en comunicarnos por los teléfonos generados por google para evitar cualquier sospecha y nos encontramos en un restaurante local por la mañana.

Venía una tanto maquillada vistiendo un vestido de una sola pieza de un color celeste, el cual me sorprendió pues le quedaba la falda por sobre la rodilla y bastante ceñido a su cuerpo. Ella me lo aclaró minutos después… esta era la Isabella que se solía vestir provocativa antes de casarse, aunque me contaba generaba algunas rabietas con sus padres. Me dijo que estaba nerviosa y que no deseaba comer nada, que solo tomaría un café. Ella iba más al grano, mientras yo imaginé llevarla con tacto:

-¡Qué! ¿Te gusto?

-Desde que vi tu foto y hablamos en video, supe que eras una mujer muy hermosa. Estaba más pendiente si yo había llenado las expectativas.

-¡Ya lo ves! Estamos aquí y es porque me pareces un hombre elegante y me pareces muy seductor. ¿De veras tienes 50 años? Dudo que tengas esa edad… te miras muy juvenil a pesar de tus flecos de color gris.

-¡Gracias por tu cumplido! Si tengo esa edad. -le mentía, soy mayor que eso.

-Me gusta tu seguridad… sabes, eres un hombre muy guapo. Imagino a cuantas mujeres te habrás follado.

-No a muchas… no he tenido la suerte que tú te imaginas.

-¿Cuándo fue la última vez que te follaste a una?

-Uf… no recuerdo… ocho diez meses… antes de esta pandemia.

-Entonces te gusta jugar contigo mismo, como a mí. – E Isabelle reía.

Le había contado que era viudo, pero que había enviudado recientemente y que no tenía ningún compromiso y que no buscaba ninguno. Ella buscaba salir de su nerviosismo y sentir un poco más de confianza. Habíamos quedado que aquella reunión era sin ningún compromiso y que pasara lo que pasara no nos volveríamos a contactar. Yo terminé con mi jugo de naranja y ella con su café y me preguntó de una manera ambigua:

-¿Qué crees?

-¿A qué te refieres?

-¿A que si se te antoja follarme?

-Desde que leí tu perfil te me antojaste… y tú. ¿Quieres follarme?

-Déjame ver tus manos. – me dijo y se las extendí.

-¿Qué te dicen mis manos?

-¡Que sí quiero follarte! – me contestó con una mirada directa y profunda.

Le dije que había visto un motel en el camino cerca de ahí, que me siguiera. Nos pusimos de acuerdo y que tan pronto obtuviera las llaves de la habitación que le enviaría un texto por medio de ese número de google, el cual se puede desechar fácilmente. Pedí que me dieran una habitación al lado de atrás del edificio y de preferencia en el primer nivel. Así lo hicieron y llamé a Isabelle quien llegó cinco minutos después. Sentí esas mariposas que siempre me dan en el estómago y hasta entonces me sentía sorprendido que me iba a coger a esta bonita mujer. Entró y le digo en forma de broma:

-¿Estás verdaderamente lista en sentir un buen pollón en tu culo?

-Sorpréndeme… úsame como quieras… quiero que me folles como a una puta.

Parecía que sus nervios se habían evaporado, se miraba una Isabelle dispuesta a follar a morir. Le bajé el cierre de su vestido y mientras lo hacía le besaba el cuello. Tenía un aroma muy agradable sobre su piel y ya abajo el cierre en su totalidad le subo el vestido para removerlo por sobre su cabeza. Ella me había sonreído y me decía que se notaba que sabía hacer lo que hacía. Llevaba unas bragas cacheteras de color azul más intenso y verdaderamente tenía un culo precioso en el cual descubría algunas pecas. Como decía Isabelle, no había sido agraciada con unos buenos pechos, pero era los típicos pechos sólidos y parados de una chica de copa B. Isabelle se describía al pie de la letra de bonitas piernas alargadas, pero se quedaba corta al describir su trasero, realmente hacía babear a cualquiera. Con vestido se miraba pronunciado, pero totalmente desnuda solamente usando esos calzones cacheteros, se miraban divinos. Le quité el brasier, le di unos cuantos besos a sus pezones, luego le pedí asistencia para que me desabrochara los pantalones, los cuales bajó en su totalidad, me asistió con quitarme la camisa deportiva que llevaba y ya solo en nuestras prendas íntimas la invité a que nos diéramos una ducha. Nos metimos a la tina e Isabelle usaba esa gorra plástica para cuidar su larga y negra cabellera. Cuando le removí su calzón cachetero, ya tenía mojado su calzoncito y ella me removió el bóxer con una exclamación: ¡De veras, que rico pollón tienes y lo más lindo, sin ningún pelo!

Me lo masajeaba con su mano y nos comenzamos a bañar. Isabelle tiene coñito de Barbie bien depilado y solamente se le mira una delicada raya como que si se la hubiesen dibujado. Nos enjabonamos y nos restregamos con esa pasión de sentir el uno el cuerpo del otro. Ella me hizo la observación siguiente: ¡No pareces un hombre de 50 años! Creo que me mientes, tienes un cuerpo espectacular que cualquier chico de 20 quisiera lucir lo que tu tienes. – Realmente me hacía sentir bien, pues realmente conforme pasen los años, encontraré al viejo que sé ya no podrá atraer a una chica joven y quizá solo lograré tener una, en forma de renta. Por el momento ya pasando los cincuenta, todavía he logrado conquistar el sexo de chicas en sus veinte y créanme, eso me provoca buena estima. Y créanme, haré todo de mi parte para hacer sentir bien a cualquier mujer, y no solo en el sentido sexual, tiene mucho que ver en estimular el espíritu de cualquier ser humano y creo más que todo, en eso siempre ha radicado mi éxito, en dedicarme a llenar sus necesidades y eso hace llenar las mías.

Salimos de la tina y nos secamos mutuamente. Isabelle me mostraba ese deseo de llevarse mi polla hacia su boca, sabía que la quería sentir ahí, se la quería comer, pues ella me había dicho que nunca había mamado una en su vida. Me senté al filo de la cama y ella se hincó ante mí y comenzó a besarla. Se metía lo que podía y me comenzó a dar una mamada que parecía de experta. Yo le hacía plática entre algunos gemidos que me provocaba:

-¡No pareces una novata mamando! ¡Que rico como lo haces! Parece que fueras una experta… ¡De lo que se pierde tu marido!

-¿De veras no lo hago tan mal?

-Debo de tener cuidado de ti o me harás hacer acabar prematuramente. ¡Lo haces divino! -le dije.

-Ya ves… aprendí mirando alguna película porno.

-¿Te gusta el porno?

-A escondidas… es como me desahogo algunas veces. Por lo menos no quiero ser una decepción para ti.

Se volvía a tragar lo que podía de mi verga y me dejaba llena de saliva las bolas que también chupaba. Se escuchaba ese chasquido cuando me mamaba la verga agresivamente y su rostro se distorsionaba y quedaba embarrado de la combinación de mi líquido pre seminal y su saliva. Esa es la ventaja a mi edad, uno puede controlar mejor esa necesidad de eyacular y le di el placer a Isabelle a que me mamara como quisiera pues sabía que ella lo gozaba también. A los 15 o 20 minutos me paré, me limpié el pene con una toalla que tenía en mano, le limpié el rostro a esta linda chica y le dije que se pusiera en cuatro. Ella decía en su perfil que estaba cansada de esa posición del misionero. Recordando eso, la puse en cuatro en medio de la cama, le pedí que recostara sus pequeños pechos sobre la cama y que elevara su rico trasero. Creo que pensó que le iba dejar ir mi verga, pero se sorprendió que cuando me puse de cuclillas, toqué su conchita que estaba totalmente mojada y se la abrí con los dedos delicadamente y le lancé mi lengua también de una manera delicada pero firme.

Isabelle solo gimió del placer y no se aguantó en decirme: ¡Qué rico… que divino se siente! -Creo que a sus 26 años probaba por primera vez sexo oral. Ese fue el primer día que se comía una verga y que le comieron su delicado y tierno coñito. En los minutos mi boca estaba llena de sus jugos vaginales y creo que se sorprendió cuando sintió mi lengua chupándole su ojete. Solo escuché un gemido y algo que dijo así: ¡Uh… qué rico! Definitivamente sabes lo que una mujer quiere. – Podía ver como sus nalgas se le erizaban y le di una nalgada que la hizo reaccionar: ¡Uh… que rico, hazlo otra vez! De esa manera lo hice varias veces siempre considerando no dejarla tan marcada, pero una vez más, me recordaba que su marido no se tomaba ni siquiera el tiempo de disfrutar de ver su cuerpo, pues según me contaba Isabelle, lo hacían envuelto en las cobijas y cree que era para que ella no le mirara la diminuta pajita que tenía.

Sabía que Isabella lo estaba gozando y chupaba a los minutos su clítoris y ojete de una manera más violenta y creo que de esa forma le gusta el sexo a esta mujer, sus gemidos se elevaron y literalmente podía ver como su ojete y conchita se contraían al borde de un grandioso orgasmo. No pudo más y se corrió como nunca lo había hecho en su vida. Le comí el culo y su conchita hasta que logró un segundo y tercer orgasmo. Paramos y ella me limpió la cara y me dijo de esta manera: ¡Me vas a matar del placer y luego te verás en problema de deshacerte de este cuerpo! Se le miraba una sonrisa y rostro de satisfacción. Me fui a limpiar con jabón la cara y con una toalla húmeda limpié mi verga, la cual estaba mojada de tanto liquido pre seminal. Regresé a la cama donde me esperaba y le pregunto:

-¿Qué se te antoja hacer? ¿Qué te gustaría probar?

-Me gustaría que usted se coma mi conchita mientras yo me como su polla.

-¿Quieres hacer un 69?

-No estaba segura como le llamaban… si, eso me gustaría.

Creo que descubrir o experimentar por primera vez sexo oral, una chica o persona de 26 años, donde los sensores a esa edad están de lo más agudos, debe de ser una experiencia para recordar. Yo también recuerdo esa primera vez que la gata Sonia se metió mi verga por primera vez en su boca. Parece que uno está en el cielo, donde los sentidos te juegan a distorsionar si lo que uno vive es fantasía o realidad. Esto era lo que sentía Isabella y quería seguir sintiéndolo y comenzamos a hacer un 69 donde ella estaba por sobre mí… quería que sintiera que ella también podría estar por encima de un hombre. Mamaba rico a pesar de que era su primera vez y no sé si ella lo sabía o ese mismo día lo descubría, esta chica era multiorgasmica y de repente sin mucho pre ambulo se corrió de una manera breve y simple. Luego al minuto me frotaba su conchita contra mi boca al sentir la corriente de otro. Esta vez se sonrió y me dijo: -No sé qué me pasa… siento ese placer tan rico como cuando a veces uno se orina y que siente placer. Solo se me ocurrió decirle que eran todos esos orgasmos frustrados que hoy liberaba. Nos incorporamos y ella me dijo:

-Sabe, quizá le suene extraño, pero sabe que me gustaría que me follara bien por la boca. Me gustaría sentir como que me ahoga… que me trate como una puta y que se corra en mi boca. Nunca he probado una corrida o ver a un hombre correrse en mi boca.

-¿Realmente quieres sentirlo así? No me gustaría causarte daño… lo mío no es lo más grande, pero te puede causar daño.

-Inténtelo… si me hace sentir mal, yo se lo digo con pellizcarle las nalgas.

Le dije que se acostara por sobre sus espaldas y que dejara su cabeza colgando al filo de la cama. Ella creo que lo intuyó y medio flexioné mis piernas e Isabelle comenzó a mamarme las bolas. Le tuve que decir que le bajara a la violencia de su mamada, pues no soy de los que aguantan que me aprieten con fuerza los huevos. Ella en esa posición aprovechó en chuparme el ojete y sabía que estaba dispuesta a todo. Le metí la verga en la boca y comencé a taladrarle calculando no lastimarla. Tomé un ritmo semi lento y solo escuchaba su desesperación por respirar, pero luego ella me decía: Más… más…

Llegó el momento que se la empujé toda y le embestí su boca como me imaginaba embestir su conchita y culito. Le di un taladreo de unos dos minutos consecutivos y le dejé ir mi descarga que sabía había sido abundante y ella se atraganto y me pegó en las nalgas desesperada. Me tuve que pajear la verga para terminar de sentir la excitación, pero de su boca no salió una gota de semen… literalmente la corrida había quedado ya en su esófago. Me mamó la verga y me exprimió la última gota de semen. Nos fuimos a bañar.

En el baño, de tanto tocarnos y enjabonándonos mi verga tomó volumen otra vez y la puse con el culo parado y comencé a follarle el coñito. Ella es una chica esbelta, así que su coño se siente apretado por más lubricado que se encuentre. Ella no hace mucho movimiento y de tanta embestida que termina literalmente con las manos apoyándose en el piso. Pienso acomodarla de nuevo, pero ella dice que así siente placer, que está a punto de correrse de nuevo. Sigo con el taladreo y me dice de esta forma: No pare… deme, deme, que me vengo. Pude sentir que su piel se le erizó por toda su espalda y disfrutando el orgasmo estaba cuando le llegó un calambre en una de sus piernas. Se rio por lo irónico de las dos sensaciones y cargando me la llevé a la cama y le di masaje a su pierna acalambrada. En eso hacíamos plática y le pregunté:

-¿Pensabas pasarla así?

-¡No así de rico!

-Antes de que entráramos al motel, ¿qué es lo que más querías hacer? ¿Qué es lo que más querías experimentar?

-La verdad que venía con la mente pensando en el sexo anal. Quizá por lo que me dice mi amiga, a como ella dice que lo disfruta.

-¿Lo has intentado con tus dedos?

-No… nunca.

-Para algunas mujeres puede también ser doloroso.

-Me gusta el dolor… de hecho, cuando me abrió la conchita por primera vez sentí el dolor cuando me la metió toda. Me dolía, pero me gustaba… no sé cómo explicarlo.

-Voy a intentar no causarte mucho dolor.

-No se preocupe… si me quejo no me haga caso. Quiero sentir esa hermosa polla enterrada en mi trasero. Créame que verdaderamente la quiero.

Masajeaba su pierna acalambrada mientras pensaba en qué posición le iba a perforar ese precioso culo. Vi una silla rotatoria que también ajustaba la altura y pensé que esa sería una buena opción. Nos incorporamos para acomodarnos y le pedí que se pusiera en cuclillas sobre la silla después de encontrar la altura apropiada. Estábamos listos cuando Isabelle me hace la siguiente petición:

-Antonio, le puedo pedir un favor… ¿podría tomarme algunas fotos mientras me folla el trasero?

-¿Quieres tomar ese riesgo? Alguien podría encontrarlas y meterte en problemas.

-Tan pronto salga de aquí las sube a la nube. Tengo una cuenta que solo es del conocimiento mío. Quiero tener ese recuerdo de la primera vez que alguien me folla el trasero.

-Yo no tengo problema, solo espero que tú no los tengas.

Me puso su celular cerca del tocador donde apoyábamos la silla y donde su imagen se reflejaba en el espejo y así poder ver sus expresiones faciales mientras me la follaba. Nuevamente comencé a comerle el culo y dejárselo lubricado. Isabelle solo gemía del placer rodeada quizá de esa ansiedad que sabía lo que estaba por venir. Su conchita rebalsaba de sus jugos vaginales y le metí la verga en ese canal, para que estuviese también lubricada y mitigar el dolor de la penetración anal. Siempre pienso en el dolor, pues por experiencia he visto las reacciones y gritos de algunas chicas con quienes lo he experimentado y creo que soy más que consciente que quizá exagero, algunas chicas asimilan el dolor y lo asocian al placer y, ese era el caso de esta hermosa mujer.

Gimió y por el espejo vi su expresión de dolor, pero en vez de decir: alto o no siga, o algo por el estilo, Isabelle se limitó a decir: ¡Uf… que rico! -Supe que lo asimilaba bien pues, aunque el anillo de su ojete me rechazaba expulsando mi glande, se lo volvía a hundir y podía sentir literalmente cómo me apretaba la cabeza de mi verga. Una vez mi glande se sostuvo en su rico ano, comencé a tomar las fotos. Luego eventualmente le tomé videos cuando mi verga entraba y salía de su culo. Isabelle solo me repetía con una voz erótica y temblorosa: ¡Que rica se siente su verga! – Le pompeé el culo en esa posición por unos cuantos minutos, pero no podíamos hacer ese vaivén violento pues parecía que la silla no iba aguantar con mis embestidas. Le pedí que nos fuéramos para la cama y me quedé sentado al lado del espaldar de la cama y le pedí a Isabelle que se sentara frente a mí y la acomodé para seguirle perforando el trasero en esa posición que creo le llaman “el clip”. Nos daba otro diferente ángulo para filmar y a la vez yo o ella podría masturbar su conchita mientras le follaba el culo. Ya con su trasero bien abierto, ya la penetración fue mucho más fácil. Filmando la escena estaba cuando suena el celular con el cual estaba haciendo el video. Isabelle me hace la señal con su índice que calle y ella contesta el teléfono, pues en voz baja me dice: ¡Mi marido! -Escucho la conversación, mientras mi verga está sembrada en el culo de esta linda mujer:

-¡Hola! ¿Qué haciendo?

-Limpieza y lavando la ropa. -le contestó Isabelle.

-Recuerda que hoy cenaremos en casa de mis papás.

-Si lo sé… en algunos minutos salgo a comprar algún postre para llevar.

-Isabelle… ¿Me extrañas?

-¿Por qué lo preguntas?

-¡No sé! Últimamente te he sentido ausente.

-Figuraciones tuyas… en este momento me recordaba de ti. -le dijo irónicamente y me parpadeaba el ojo.

-Bueno… nos vemos más tarde.

Quizá podría sonar algo que nos hubiese distraído, pero creo que esa trivial plática como que llenó de morbo a Isabelle, pues mientras hablaba con su marido, ella me apretaba la verga deliciosamente con su culo y también me llenó de morbo. En esa posición que les describí, era Isabelle la que podía hacer mejor movimiento y me dio un vaivén divino mientras con una mano se chaqueteaba su clítoris. No tardó mucho en encontrar el siguiente orgasmo que creo que es el que más vivió intensamente y minutos después le dejo ir mi segunda corrida y con mucho cuidado ella se sentó sin sacarse la verga y seguimos así haciendo pequeños movimientos y creo que son contadas las veces que sigo con mi verga erecta hasta alcanzar otra eyaculación consecutiva. Tenía ya algún tiempo de no vivir esa experiencia sin realmente pensar o intentar vivirla.

Muchas veces después de una buena corrida me ha quedado todavía la verga erecta y llega a la flacidez quizá porque la chica en turno no continúa concentrada o viviendo el acto. En este caso Isabelle continuó sin pensar en ello, y continuaba porque ella es una mujer multiorgasmica y sintió la electricidad de un nuevo orgasmo que estaba a punto de explotar. No nos movíamos violentamente, pero verdaderamente era un sexo anal erótico, donde Isabelle sentado frente a mí, con mi verga hundida en su rico culo nos besábamos y le mamaba el cuello y sus pequeñas tetas. Sus gemidos, alaridos me mantenían la verga erecta y me corrí esa segunda vez consecutiva y no sé cuántos orgasmos ella habrá tenido.

Habían pasado tres horas y esta chica creo que lo había disfrutado. Ella había puesto la hora de las 12:00 p.m. como el tiempo que ella tendría que partir. Yo estaba más que satisfecho después de haber inducido ese placer en tan hermosa mujer y se fue para su carro a traer una bolsa donde traía otro vestido. Se bañó en esta ocasión ella sola y se vistió de una manera más conservadora y con un calzón regular. El calzón cachetero estaba todo mojado de sus jugos vaginales y me dijo que lo iba a tirar, que lo había comprado especialmente para vestirlo para ese día. Ella me lo insinuó con una sonrisa: ¡A menos que te lo quieras llevar de recuerdo! – Platicamos un poco mientras le ayudaba a vestirse y me preguntó curiosamente:

-¿Tú usas viagra?

-¡No! Nunca he tenido problemas de erección.

-¡Es que tienes un aguante que me has dejado sorprendida!

-Creo que mi dieta y mi ejercicio tiene mucho que ver en ello.

-Sé que quedamos que después de hoy ya no nos hablaríamos… pero realmente me gustaría repetirlo.

-A mí también. -le contesté.

-¿Quieres que nos veamos el siguiente jueves?

-¿Te espero en el mismo restaurante?

-No… llámame cuando ya estés aquí.

Se despidió con un beso, me dejó su calzón cachetero para que la recordara y se fue con la promesa que en nuestro próximo encuentro vestiría alguna tanga. Le recordé que borrara las fotos y los videos y solo me dijo: Ya los he borrado y solo están en la nube y aquí, que los llevo en la memoria y hoy estaré soñando despierta de cómo esa hermosa polla me partió el culo… Hasta la próxima semana Antonio. -Se fue con ese rostro feliz de la satisfacción y esto debe ser una advertencia para muchos hombres que debemos considerar los deseos de nuestras parejas, pues si no eres tú quien le provoca ese orgasmo a tu mujer, será uno como yo que siempre estará buscando esa oportunidad de follarse a una chica que busca urgentemente la necesidad de liberarlos. Y creo que eso es lo que más me encantó de esta chica, quien llego en busca de encontrar su orgasmo aunque fuese con un desconocido.

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