Me habían contado que la mujer del cuidandero de una finca, muy cerca de donde vivo tenía cuento de infidelidad, eso me excitó y empecé a buscar la oportunidad para también disfrutar de sus encantos, fue entonces cuando una tarde no más de las seis entre oscuro y claro, me acerqué por los matorrales que me llevaron hasta a la parte trasera del comedor de los de los trabajadores,
Y pude ver a Jacinta la mujer del cuidandero sirviendo los platos a el marido y a sus hijos, me escondí en detrás de las matas que estaban detrás de la cocina de una casucha de bareque y podía ver y escuchar todo que se daba, Jacinta no dejaba de mirar el patio donde ya estaba oscuro, Jacinta era una mujer de caderas anchas y nalgas demasiado pronunciada de tex trigueña, usaba faldas por las encima de las corvas, eso despertaba los instintos más bajos de los hombres y por su puesto me mantenía el pene bien parado cada vez que la veía.
-¡voy al patio a mis necesidades, cuidado se vienen para acá! -Le gritó Jacinta a su marido e hijos.
Ese momento tenía mi verga fuera del pantalón bien parada, y con liquido pre seminal en la punta de la cabeza, a causa de la excitación, cuando ella se dirigió al patio trasero, pude ver como se levantaba la falda volada de tela que le marcaban las nalgas metiéndose entre medio de ellas, mi asombro fue cuando ella se agacha y se levantaba una y otra vez, me acerqué sin que nadie me viera y pude notar que Jacinta estaba sentada en la descomunal verga de un hombre, el cual me pareció conocido, y si era el tendero que noche tras noche él se acostaba en el suelo del patio de Jacinta y ella se metía la verga dando pequeños quejidos de placer.
Al día siguiente pude notar que el tendero se enfermó y no salió fue entonces cuando yo me acosté el suelo y Jacinta no se dio cuenta que era yo. Con mi verga bien parada se sienta en ella.
-Hoy te siento la verga más gruesa y venuda, pero está bien rica. –dijo.
Yo no dije nada y ella sin saber siguió subiendo y bajando de esa verga, siempre ella le daba la espalda al tendero, para ver quien se asomaba, por esa razón no sabía que el que la estaba clavando era yo, y no su amante, cuando llego a su orgasmo temblaba y susurraba el nombre de el tendero al momento también siento que un chorro de semen salía expulsado inundando esa rica vagina, y dije “haaa haaa que sabrosa eres”, en ese momento brinca de mi verga y dijo “¿quién eres tú? yo sabía que esta verga era diferente”.
-Cállate no digas nada que yo tampoco lo diré, mañana nos vemos. Y prepárate.