Marga había pasado su pubertad y parte de su adolescencia como el patito feo de su pandilla de amigas. En comparación con Genia, la auténtica belleza del grupo, una morenaza de precoz desarrollo, y Pili, una chica con un magnetismo sexual indiscutible además de su carisma y liderazgo. Ahora, recién cumplidos los 18 años, Marga ha evolucionado hasta convertirse en una chica espectacular. Ya no lleva ni corrector dental ni gafas y su pelo ya no está cardado. Se ha convertido en un bombón rubio de rasgos felinos y belleza nórdica.
Lleva medio año con David, un compañero de facultad, con quien forma una pareja principesca. Parecen sacados de una serie de adolescentes americana. Los chicos más populares del “insti”. Él es alto, guapo, educado y está totalmente enamorado de ella. Suelen salir con los amigos de la pandilla de ella pero siempre se mueven juntos, comiéndose a besos. Se miran, sonríen y se besan. El resto de amigos no dejaban pasar la oportunidad para hacer comentarios y bromas sobre su relación tan empalagosa.
David, un par de años mayor que Marga, la había desvirgado. Una noche que salieron de copas, se encontraban especialmente cariñosos. Se excusaron ante sus amigos con una coartada improvisada que nadie creyó y se marcharon en coche hacia el parking de un centro comercial. Allí, en el asiento trasero de un Seat León, se estuvieron comiendo a besos mientras la pasión les llevaba a desnudarse mutuamente. David se lanzó a comerle las preciosas tetas a su chica. Tenían un buen tamaño y su aureola y pezón formaban un conjunto rosado que el chico succionaba con pasión desmedida. Marga gemía agarrada al cuello de su chico dejándose hacer.
Sobre el regazo de David notaba como el bulto que crecía en el bóxer golpeaba de manera sensual sobre su tanga, ya empapado por sus flujos. Sentía como su clítoris palpitaba y como latía su vagina ardiente:
-Házmelo, David.
Por fin el chico oyó lo que llevaba tanto tiempo esperando. Que su novia de 18 años accediese a tener sexo con él. No habían pasado de besos y tocamientos por encima de la ropa. Alguna vez, de manera esporádica, ella se había dejado sobar las tetas por dentro del sujetador. Y lo más cercano al sexo había sido una semana antes cuando Marga se dejó masturbar permitiendo a David introducir la mano por dentro de su pantalón para masajear su clítoris con el dedo. Pero hoy, por fin, David se la iba a follar. Y sería el primero en su vida.
Marga se levantó un poco para permitir a David bajarse el bóxer y liberar su polla. A la chica le pareció enorme. Era de una textura suave pero con las venas marcadas. Estaba coronada con un glande gordo de color violáceo en forma de bola que apuntaba al techo del coche. David se colocó un condón para evitar sustos y ella se retiró a un lado el tanga y fue bajando sobre aquel ariete ardiente. Sus labios vaginales se abrieron al paso del capullo hasta que topó con su virginidad.
Intentó seguir profundizando pero sentía un dolor agudo que le impedía la operación. David la besaba para tranquilizarla pero la operación parecía imposible. El chico la tumbó en el asiento y se colocó sobre ella. Marga, con las piernas abiertas, se sentía más expuesta pero más cómoda. Su novio apuntó la punta de su polla hacia la entrada de su vagina y comenzó a presionar. La estrechez de aquel coño y el calor que desprendía le resultaban tremendamente excitantes. Marga le pedía que parase ante el dolor que le producía hasta que sintió como el miembro de su novio la penetraba hasta el fondo de su vagina. Acababa romperse su himen perdiendo con él su virginidad.
Desde ese día, y durante los siguientes meses, follaron muchas veces. A Marga le seguía doliendo al inicio pero a medida que su coño se lubricaba con abundante flujo la sensación de ser penetrada era algo que la volvía loca.
Durante los siguientes meses Marga y David lo hacían casi todos los días, cada vez que tenían una posibilidad follaban como conejos. Marga estaba encantada con la polla de David. Y su libido estaba a unos niveles nunca conocidos.
En el mes de agosto, Marga quedó son sus amigas para ir de camping a Benidorm. David quedó un poco triste porque él se quedaría en Madrid, y es que aquello era una quedada entre amigas. La despedida fue tan sexual como los últimos meses.
En el camping, las cuatro amigas se dispusieron a montar sus tiendas cuando fueron visitadas por cinco chicos, tres italianos y dos norteamericanos. Desde el principio, Genia y Pili, tenían claro que entre los planes de ese fin de semana estaba ligar con chicos. Algo que no se planteaba Marga, tan enamorada de David como estaba. Pero la atracción con Sam, un chico de raza negra, fue casi instantánea.
El tipo tenía un cuerpo de escándalo. Universitario y jugador de baloncesto, su musculatura no tenía nada que ver con la de los chicos que ellas conocían. Sam superaba el metro noventa y cinco, con el pelo muy corto, de rasgos marcados y muy guapo. A Marga le pareció que podría ser modelo. El contraste de piel de ambos hacen que formen la pareja perfecta.
El resto de la tarde la pasaron en la playa, jugando al vóley, tomando el sol, riendo y hablando y haciéndose entender con el conocimiento básico de los idiomas de los otros. Volvieron a quedar en un chiringuito por la noche para tomar unas copas.
Las amigas llegaron al lugar donde han quedado con los chicos. Venían todas vestidas con ligeros vestidos de colores claros que realzan el bronceado que les ha provocado la tarde en la playa. El lugar era un chiringuito muy grande con un suelo de madera. Tenía un pequeño escenario donde una banda aficionada versionaba muy buena música de Dire Straitrs, The Eagles, U2. Entre caipirinhas, risas y bailes van pasando las horas y se van volviendo más cariñosos todos.
Transcurridas un par de horas decidieron ir a la arena de la playa. Es una preciosa noche estrellada, donde el rumor de las olas rompiendo en la orilla y la música de la banda del chiringuito a lo lejos, acompañaba a los nueve jóvenes. Una vez allí, nadie sabe de dónde, uno de los italianos saca una guitarra y comienzan a tocar. Otro trae unas botellas de Jack Daniels y sirve chupitos para todos.
Poco a poco el grupo se va separando mientras desde el bar de la playa llegan las notas de Sweet child o´mine quedando unido para siempre en la memoria de las chicas el tema de Axel Roses a este inolvidable momento de disfrute. Los primeros en irse son Marga y Sam. Cogidos de la mano se alejan descalzos por la orilla hacia unas dunas.
La noche es calurosa y en un estado de semi embriaguez, deciden desnudarse y darse un baño en la playa. Dentro del agua, la pareja se abraza y se besa apasionadamente. El miembro de Sam comienza a alcanzar un tamaño mucho mayor que el de su novio David. La erección del chico es impresionante y Marga la siente sobre su abdomen. Caliente, dura, deseable.
Deciden volver a la duna y sobre una toalla se tumban ambos. El chico recorre con su boca la nacarada piel de Marga que suspira notando el aliento de Sam sobre su cuerpo. Se besan. Ella le agarra por la nuca y aprieta su cabeza contra la suya. Él acaricia, con su mano, las tetas de ella que reaccionan endureciendo sus pezones rosados. Sam los busca y los muerde arrancando de Marga un gemido de placer. La chica busca con su mano el miembro erecto de Sam. Le resulta inabarcable y se excita.
Sam se incorpora sobre sus rodillas y Marga acerca su boca a la polla. Es descomunal. Le pasa la lengua desde la base hasta un capullo increíblemente gordo. Siente como su coño se inunda de flujos al pensar que la de David parece la de un niño. Abre la boca todo lo que puede y trata de engullir aquel trozo de carne dura. Es como una barra incandescente. El chico le acaricia la cabeza mientras se deleita con el bello cuerpo de la chica desnuda. Marga hace un sobre esfuerzo hasta conseguir que el glande del americano entre en su boca pero es incapaz de metérsela entera pero sabe que le está dando placer. Sam alaba en inglés la mamada que le está dando ella.
El hombre la para y la coloca boca arriba. Se tumba sobre ella y acerca su polla a la entrada de la vagina de Marga. Los labios laten deseoso de abrazar aquel trozo de carne. Su vagina lubrica de manera exagerada ante la excitación de poder engullir semejante “big coock” como dicen los americanos. Y es que, en toda su vida volverá a catar un pollón tan grande como el de Sam. Marga está desatada. Quiere ser penetrada por aquel guapo americano dotado de manera casi animal por la naturaleza.
Sobre ella, Sam le da un puntazo fuerte y le clava media polla. Marga grita de dolor que se oye hasta el chiringuito. Sus amigas deben estar follando también. Un nuevo puntazo del chico y le incrusta la polla al fondo de la vagina. Sus labios se dilatan de manera excesiva para dar cabida a aquel intruso negro y cabezón. Marga siente un dolor agudo en su cuello uterino que recorre por su espina dorsal para estampar en su cerebro y convertirse en un placer inmenso.
Abierta de piernas, abraza con ellas a Sam que se mueve cada vez más rápido sobre ella. Le está pegando la follada de su vida. Su respiración suena entrecortada y Marga grita desesperadamente por el placer que siente:
-Dame fuerte cabrón. Reviéntame el coño, joder.
-Fuck, fuck, fuck.
El despliegue físico del chico americano en esta sesión sexual deja a Marga asombrada. Sale de ella y la coloca a cuatro patas. La agarra por la cadera y sin avisarla le vuelve a clavar la polla hasta dentro. Ella nota como los cojones de Sam hacen de tope a para que la polla no se entre más de la cuenta, cosa que la partiría literalmente, piensa Marga en un estado de excitación irrepetible. Ella ha colocado la cabeza sobre la toalla ofreciéndole a él una exposición mayor.
Marga no deja de gritar. Aquellos gemidos que emite cuando folla con su novio se quedan cortos para el placer que le está dando este recién conocido amante de polla descomunal. Por momentos cree que su coño nunca volverá a un tamaño normal. Y es que se siente totalmente dilatada y su conducto vaginal ha tenido que dar de sí para acoger el increíble grosor del pene de Sam.
Ha perdido la noción del tiempo, ahogada en tanto placer, cuando Sam anuncia que se va a correr. Para entonces ella ha disfrutado de dos orgasmos increíbles. El tercero llega cuando nota que el semen de Sam inunda su coño. El tipo sigue bombeando haciendo que la lefa caliente se salga entre el poco espacio que queda entre sus labios y la polla. Ella nota como resbala por sus muslos. La cantidad de leche que tiene en sus entrañas es una barbaridad.
Cuando Sam sale de su interior la sensación de vacío es incómoda. Su coño trata de volver a un tamaño lógico una vez se ha dilatado en exceso. La leche caliente del chico sigue saliendo de su interior. Ambos están ahora tumbados. El alcohol y el polvo hacen que la pareja caiga en un profundo sueño.
Sobre las 7 de la mañana se reúnen todos en torno al chiringuito para volver al camping. Los chicos se despiden de ellas ya que se tienen que volver a casa. Ellas duermen en sus tiendas hasta tarde. Poco a poco, las cuatro amigas se van levantando con una sensación de satisfacción y placer que les dibuja una amplia sonrisa en sus caras. Tras coger unos bocatas se van a la playa. Resacosas por los excesos de la noche anterior tienen la intención de pasar lo que resta del día tumbadas al sol comentando los detalles de la orgía nocturna.
Marga se siente mal. Primero por haberle fallado a David, su novio. Y después porque en medio del calentón se le olvidó por completo usar protección y Sam se corrió dentro de su coño.
A su vuelta a Madrid, queda con David y corta con él. No entra en detalles pero le dice que hay otra persona. El chico no comprende nada y pide explicaciones pero Marga no quiere hacerle más daños con unos detalles que hundirían su autoestima para siempre. Aunque sigue temiendo que haya podido quedar embarazada.