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Los 22 centímetros de la polla de mi tío
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Hola, desde hace unos días tengo algo que me oprime el pecho, tengo un secreto, un gran secreto que nadie sabe, un secreto que necesito contar.

Me llamo Lara y tengo 24 años, soy una mujer del montón normalita en cuanto a físico se refiere, tengo el pelo largo de un rubio oscuro, ojos grandes de un color avellanado, bonitas piernas, delgada, caderas no muy anchas y cintura estrecha, los senos siempre he pensado que los podría tener un poco más grandes, pero la verdad que no me quejo, mis areolas grandes y de un color clarito terminado en unos pezones puntiagudos, mido 1,67 y lo que más me gusta de mí, es mi sonrisa con los labios carnosos y una dentadura blanca perfecta.

Como os decía hace más de dos años oculto un secreto, una infidelidad, una locura y no una locura cualquiera, no eso sería demasiado fácil, hasta hace unos días no he querido ver las grabes consecuencias que esto podría acarrear, pero todo ha cambiado, llevo dos años mintiéndome a mi misma no queriendo reconocerlo y por fin lo he hecho, todo empezó aquella semana tan calurosa del mes de julio antes de coger vacaciones, había tenido unos días muy estresantes en el trabajo, unos días para olvidar cuando llego por fin el fin de semana, tocaba relajarse y salir con los amigos, decidí bajar al jardín para hacer algo de yoga, darme un baño en la piscina y leer tranquilamente aprovechando que tenía toda la casa para mi sola, tanto mis dos hermanos como mis padres se habían ido ese día temprano.

Después de hacer una hora yoga me quité las mayas para nadar un poco, me encantaba ese tipo de días donde me podía relajar sola en la piscina y tomar un poco el sol sin que nadie me molestase, ni mis padres, ni mis hermanos haciendo el bruto con sus amigos, un día de esos que te llaman a estar en paz y poder tumbarte tranquilamente leyendo un buen libro, o simplemente descansar tomando el sol mientras que sientes esa ligera brisa que viene del mar, donde solo oyes el trino de los pájaros o quizás, las risas de los niños al jugar en la lejanía en una de las casas aledañas a la nuestra, la verdad que esos días no tenían precio y más después de una semana como la que había pasado.

Me senté en el césped mojado y mientras secaba mi melena un poco pensaba en Javier, mi novio, el muy tonto no se había querido venir porque tenía cosas que hacer, con mis dedos peinaba mi pelo y pequeñas gotas caían sobre mi cuerpo recordando la última vez que estuve con él en casa, como recorría con sus besos mi cuerpo desnudo recién levantada después de haber tenido una noche bastante apasionada, empecé a sentir como esas pequeñas gotas que caían de mi pelo sobre mi cuerpo, sobre mis pezones hacían que estos empezaran a endurecerse, como mi cuerpo reaccionaba con aquellas imágenes en mi cabeza, apretando mis muslos, presionando mi sexo sintiendo el calor de mi interior humedeciéndose.

Mi mano izquierda empezaba a acariciar mi vientre y los dedos se metían por debajo de la braguita del bikini, un bikini de color rojo anudado en ambos lados de las caderas, mis dedos buscaban y acariciaban el vello de mi pubis, estaba empezando a estar muy caliente, muy excitada y abrí un poco las piernas dejando de presionar mi sexo, bajé la mano izquierda hasta mi vulva apretándomela tanto que metía parte de la braguita en mi vagina y partir de ese momento las imágenes con Javier se multiplicaron.

Mis dedos ya no buscaban solo el monte de venus, querían ir más allá, mi mano se introdujo más allá de mi bikini tocando mi clítoris, bajando por mis labios húmedos me empezaba acariciar mis pechos con la mano derecha, subiéndome el top y liberando uno de mis senos pellizcándome el pezón, haciendo que este se endureciera y el otro todavía atrapado en su cárcel de tela, parecía querer agujerearla y ser libre también.

Me tumbé sobre el césped abriendo más mis piernas desatando uno de los laterales del bikini para estar más libre y separar la tela totalmente empapada en su parte interior al contacto con mis labios vaginales, mis dedos pasaban una y otra vez sobre ellos acariciándolos, presionando mi clítoris, ahora bajaban por mis labios menores separándolos, resbalando y metiéndose entre mis falanges, subiendo y bajando por ellas mi respiración en esos momentos ya se había acelerado cuando el líquido que salía de mi vagina, transparente y algo lechoso se unía a mis dedos y a mis gemidos.

Mi boca se abrió expulsando un pequeño grito sordo cuando mi dedo corazón y anular se metían en mi vagina, entrando y saliendo de ella, subiendo por mi vulva resbaladiza acariciando mi clítoris circularmente, mis muslos se cerraban y abrían, los dos pechos por fin estaban liberados, apretados por mi mano cada vez que sentía mi cuerpo temblaban, mis dedos entraban y salían de mi vagina hasta que con los ojos cerrados mirando al cielo, el grito dejo de ser sordo, espantando a los pájaros que se habían posado para ver mi espectáculo y mis dedos empapados pararon después de haberme corrido, así en esa posición con mis dedos todavía sobre mi sexo, mi mano derecha sobre mi vientre, mis muslos entreabiertos ladeados un poco hacia el césped descanse durante un breve momento mientras que el sol acariciaba mi piel.

Me incorporé atando nuevamente mi bikini, recogí todo y me dirigí a casa para darme una ducha cuando me di cuenta de que los pájaros no eran los únicos espectadores, había un pájaro más grande aunque no se espantó, empecé a oír unos aplausos y un pequeño silbido que no sabía de donde procedían, pero eran muy cercanos a mí, miré a mi alrededor, hacia un lado y hacia otro, no había nadie, los aplausos continuaban y miré hacia arriba y fue cuando vi a mi tío que aplaudía desde uno de los balcones de la casa justo enfrente de donde yo había estado, mi querido tío había visto como me masturbaba, había visto toda la sesión en primera fila, estaba tan avergonzada que salí corriendo mientras que él seguía aplaudiendo y diciendo bravo.

Estaba tan avergonzada y tan molesta con mi tío, me había molestado no solo que me hubiese aplaudido sino también que me hubiera visto y no decirme nada, un ruido, algo para que me alertara de su presencia, pero nada, no hizo nada, solo se limitó a observarme.

Ya en la ducha iba perdiendo fuerza en el enfado y me iba poco a poco excitando, no sé muy bien por qué, pero que mi tío me hubiera visto masturbarme y me aplaudiera por ello me estaba poniendo muy, muy cachonda.

Al salir de la ducha mi tío se había ido, volvía a estar sola en la casa, así que me prepare algo para comer, ley un poco y empecé a vestirme para salir por la noche, un vestido corto azul cielo fue el elegido para esa noche, un vestido corto que llegaba a la mitad de mis muslos, bien ceñido a mi cuerpo algo de escote y unas tiras de tela cruzaban en equis mi espalda dejándola prácticamente desnuda, terminaba con unas manoletinas negras y un bolso del mismo color que el vestido con herrajes dorados, una base de maquillaje suave, brillo, la raya de los ojos en negro, algo de sombra y los labios con un color rojo vivo.

Cogí mi Audi A2 del mismo color casi que mi vestido y atravesé toda la ciudad tardando un poco en llegar, pero por fin alcance mi destino en donde me esperaban unos amigos y amigas con los que se encontraba mi novio Javier, bailamos, reímos y con el segundo gin-tonic vi aparecer a mi tío con su novia y unos amigos, me empecé a sentir incomoda, inquieta con su presencia sobre todo cuando se unieron a nuestro grupo, pero como me paso también en casa empecé a sentirme excitada al poco tiempo.

Mi tío era un hombre corpulento, guapo, inteligente y con mucho sentido del humor y poca vergüenza, tenía 8 años más que yo con lo que no era extraño que nos encontráramos cuando salíamos, seguimos bebiendo y brindando por cualquier tontería, mi tío no le había dado más importancia a lo de esta tarde, así que desde ese momento me empecé a aliviar, pero la excitación seguía por dentro y en un brindis, nuestras manos se rozaron y una sensación de placer recorrió mi cuerpo, nuevamente esa sensación, esa calentura profunda y por lo que pude ver era recíproco.

Ahora en cada brindis nuestras manos y nuestros dedos intentaban disimuladamente buscarse entre todos los demás, miradas de complicidad entre ambos, le pillaba mirándome fijamente recorriendo mis curvas por el vestido, desnudarme y comiéndome con los ojos, realmente me estaba haciendo el amor con la mirada y yo me dejaba y me derretía como si fuera una adolescente pensando en ello.

Llego la hora de las canciones lentas como era costumbre en aquel garito y tras bailar con Javier muy íntimamente, mi tío le pidió permiso para bailar conmigo, su novia había salido fuera a fumar con unas amigas y evidentemente nadie podía pensar nada malo de que bailara con mi tío, pero fue una mala idea que yo aceptara.

-Estás muy guapa hoy sobrinita.

-Anda tonto, además si me dices eso, es que algo quieres o me equivoco.

-Que no Lara, que hoy te veo muy guapa, es que no te lo puedo decir.

En esas apoyé mi cabeza sobre el hombro de mi tío pasando mis brazos por su cuello y él con sus manos en mis careras que poco a poco se fueron subiendo hasta mi espalda desnuda notando como se iban deslizando con suavidad, recorriéndola entera con ternura y derritiéndome a cada centímetro hasta notarlas otra vez abajo sobre la tira de mi tanga, estaba realmente excitada, notaba como mi entrepierna empezaba a humedecerse, como mi tanga iba absorbiendo esa humedad, su perfume, su mano sobre mi cuerpo, no sabía si era yo sola la que estaba excitada o era recíproco porque notaba como por debajo de su pantalón algo había crecido y supe que él también estaba excitado cuando inconscientemente o quizás no tan inconsciente nuestros cuerpos se juntaron más rozando y uniendo nuestros sexos.

Bailábamos al son de una música lenta, mis ojos cerrados y mi cabeza apoyada en su pecho, era una sensación extraña, me quería ir de allí y por otro lado estaba disfrutando tanto el momento, mi tío subió una de sus manos hasta mi espalda y en esos momentos con simplemente el roce de su palma miles de voltios atravesaron mi cuerpo, entonces fue cuando lo sentí más fuerte, le deseaba, deseaba tanto a mi tío que el simple roce de su mano me hacía despegar y volar.

Me separe bruscamente de él, le mire a los ojos y vi en ellos el mismo deseo, sabía que mi tío me deseaba como yo a él, mi cuerpo temblaba y era incapaz de oír la música, la gente a mi alrededor había desaparecido, solo estaba él y eso me asustaba, tanto que eche a correr al baño, pero antes de entrar en el baño de chicas mire hacia atrás buscándole, como invitándole.

A pesar de la multitud que había en el garito el baño estaba vació, me mire al espejo y eche agua fría sobre la cara, sobre el cuello y sobre mi pecho, levante la mirada y vi su reflejo en el espejo, mi tío estaba entrando en el baño de chicas, cerrando la puerta con cerrojo tras de sí.

Me sentía nerviosa tan excitada que mi tanga mojado no podía retener más flujo, le miraba por el espejo y veía como se acercaba despacio, al llegar a mí sus manos se apoyaron en mis hombros mirándome fijamente a través del espejo, le sentía igual o más nervioso que yo, sus manos fueron bajando por mis brazos muy suavemente a la vez que sus labios empezaban a besarme los hombros desnudos mientras yo me quedaba quieta, con mis manos apoyadas sobre la fría encimera del baño le miraba apasionadamente, disfrutando de sus caricias cuando empezaba a respirar hondo por la boca frunciendo el ceño de la excitación, sus manos seguían bajando hasta mis muslos y sin dejar de besarme empezaron a subirme el vestido.

Mi tanga negro apareció en el espejo, mi vestido entre sus manos hasta que cayó al rodearme con sus brazos por mi cintura abrazándome y mordiéndome el cuello, estaba a su merced, observaba todos los movimientos de mi tío a través del espejo, cerré mis ojos cuando sentí que apartaba las tiras del vestido de mis hombros cayendo este a mi cintura a la vez que ponía sus manos sobre mis senos desnudos, apretándolos, mi respiración se había multiplicado y salían de mi pequeños jadeos, en ese momento sabía que no había marcha atrás, sabía lo que iba a pasar y yo por lo menos lo deseaba tanto, quizás empezó con un enfado por la mañana por lo que vio, pero luego el deseo de algo que no sabía el que, pero que ahora lo tenía claro, quería que mi tío me poseyera que me follara.

Me di la vuelta y mirándonos a los ojos sin decir nada nos empezamos a besar, fue la primera vez que sentí sus labios sobre los míos, su lengua bailando con la mía y su polla buscando y frotándose con mi vulva, a partir de ese momento las caricias suaves, el tiempo pausado para los besos desapareció y apareció el momento de pasión descontrolada, del deseo, besándonos con fuerza, acariciando nuestros cuerpos como si no hubiera un mañana, tenía que ser mío sin ningún tiempo que perder, mi tío bajo sus manos hasta mi cintura subiéndome nuevamente la falda, cogiendo mi tanga y bajándomela bruscamente a la vez que yo le quitaba el cinturón, desabrochaba su pantalón y se lo bajaba bóxer incluido, dejando ante mí y cogiendo entre mis manos esa polla tan hermosa que tenía, una polla suave, venosa, dura de unos 22 centímetros.

Mi tanga se quedó entre mis tobillos, con los pies intente retirármelo, pero al final me agache para quitármela de mi pie derecho, haciéndole un ovillo deje mi tanga en la mano, estaba tan mojado de mi sexo que me parecía imposible, mi tío estaba besándome bruscamente mis pechos, mi vestido era ahora una tela enrollada en mi cintura, tenía mis pechos desnudos cubiertos por sus manos y su boca y mi vulva buscaba la polla de mi tío que rozaba mis muslos, rozándose con mi clítoris y mientras en el exterior del baño la música seguía sonando a gran volumen, no era menos cierto que en el interior había otra música, música hecha por nosotros con nuestros besos y gemidos que ya no cesaron de escucharse.

Mi tío me cogió por el culo, me levanto en vilo y me sentó en la fría encimera, mis manos seguían apoyadas en ella con mis dedos sobre el borde de esta y en mi mano izquierda apretaba con fuerza mi tanga, eche el cuerpo hacia atrás apoyándolo en el espejo cuando mi tío pasaba su lengua por mis labios vaginales empapados de flujo, bebiendo ese líquido viscoso que salía de mi vagina, su lengua subía y bajaba recolectando todo el néctar y sus dedos presionaban y acariciaban mi clítoris, metió su lengua en mi coño dejándola profundamente en ella y moviéndola de un lado a otro, con su pulgar presionaba y acariciaba mi clítoris y su dedo índice se metía en mi vagina, entrando y saliendo de ella mirándome como gritos sordos y no tan sordos salían de mi garganta.

No tardo en incorporarse, sabía que estaba más que preparada para recibir su polla dentro de mi coño, se echó sobre mí besándome, con sus manos apretándome los pechos con fuerza y de un solo empujón, su polla me penetro y los dos soltamos un grito de placer cuando él sintió su polla envuelta por mi vagina y yo al sentir como me llenaba hasta el fondo, su polla entraba y salía de mi cuerpo fácilmente a pesar de sus 22 centímetros, salía empapado de mis flujos vaginales, empujaba con mucho vigor, penetrándome, taladrando mi coño, llenándome por completo con su cuerpo sin dejar ningún resquicio en mi interior.

Mi cuerpo subía y bajaba por el espejo gimiendo y gritando de placer, mis manos se adherían al borde de la encimera con más fuerza, mi brazo izquierda con mi tanga bien apretado entre mis dedos le abrazo por su cuello besándole, su mano derecha dejo de apretarme el pecho para separarme de él y taparme la boca, mis gritos eran cada vez más altos cuando sentía su polla entrar una y otra vez, sus penetraciones cada vez más profundas y fuertes hacían que mi cuerpo temblara al paso de su polla por el interior de mi vagina hasta terminar los dos explotando en un tremendo e intenso orgasmo.

Nuestros gritos cesaron, ahora solo gemidos cuando todavía con pequeños empujones la sentía dentro de mí, en mi vagina se empezaban a retirar nuestros fluidos, resbalando por mis muslos al ponerme de pie, nuestros labios no se separaban y su polla rozaba y se limpiaba con mi vestido, mi tanga seguía en mi mano cuando me empecé arreglar, metiéndome en el servicio para limpiarme un poco y oía como mi tío habría el cerrojo y salía por la puerta.

Al poco salir todavía con mi tanga en mi mano izquierda antes de meterlo en mi bolso, me preguntaban si ya me encontraba bien, mi tío se había adelantado a decir que estaba indispuesta y que le había pedido que me llevara a casa para que no condujese, una idea genial.

Aunque esa.

Esa es otra historia.

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