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Tiempo de lectura: 3 minutos

Algo cansado desperté aquel día tan memorable. Sin dudas, no será fácil de olvidar. Sucedió recientemente. Fue un martes, día habitual de reunión de trabajo por videollamada. Como de costumbre preparé el desayuno y me dispuse a sentarme frente a la computadora en el cuarto de trabajo. Teniendo en cuenta que aún estaba desayunando inicie mi participación en la reunión con la cámara apagada. No era motivo de preocupación tener la cámara apagada si podía seguir presente en la reunión escuchando lo que sucedía.

Al terminar mi café pude escuchar abrirse la puerta detrás de mí. Doy la vuelta para verificar si no era mi hijo que recién se despertaba. Para mi sorpresa, era mi mujer, quien vestía el pijama que se había comprado recientemente. Fue una gran dificultad realmente contener el suspiro, pero solté un resoplido de placer al contemplarla de esta manera. El short corto y ajustado resaltaba sus atributos femeninos de forma espectacular, convirtiendo sus piernas en un lujo para la mirada. Su remera blanca que finalizaba a la altura de sus cinturas, provoco que mi atención se desviara totalmente hacia sus pechos prominentes.

Ella entró discretamente, pero su mirada y su andar decidido me advirtieron que ella se acercaba por algún motivo que me resultaba completamente inesperado. Intente decir alguna palabra, pero ella coloco su dedo índice en mi boca y me indico con un gesto certero que hiciera silencio. Con una iniciativa y disposición nunca antes observado por mi en ella, corrió mi asiento giratorio hacia el costado y se inclinó ante mi poniéndose de rodillas.

Una suerte de distintas sensaciones y pensamientos me impidieron decir palabra alguna o realizar cualquier gesto. Entre atónito, temeroso, y excitado por la situación en la que me hallaba, Alejandra me miro elevando la comisura de sus labios expresando una sonrisa que jamás había visto en mi vida. En su mirada pude notar el resplandor de una convicción muy profundo. Su boca entreabierta y su rubor me causaron un vértigo en el estómago tan placentero que no podía más que quedarme inmóvil. Con decisión desabrocho el cierre del jean y con cuidado comenzó a sacar mi miembro erecto que se erguía con una fuerza y vigor que nunca antes había sentido. Mi mujer me estaba a punto de dar un oral mientras estaba en reunión laboral por zoom.

Intente silenciar el micrófono que aún seguía encendido, pero me lo impidió el hecho de sentir con enorme placer como su boquita, con esos labios tan delicados y gruesos atrapaban la punta humedecida de mi verga. Fue realmente extraordinario verla así, ya que ella por lo general cuando me la chupaba lo hacía con la luz apagada o debajo de las sabanas.

Pude ver como con enorme entusiasmo se devoraba mi verga completamente. Sus labios se deslizaban con una profunda sensualidad. Su cabeza se movía con una parsimonia que me hacía estremecer de placer. Como succionaba y bombeaba mi verga con enorme entusiasmo no podía evitar contener los jadeos. Aunque intentaba aguantar no podía controlarlo. Me agarraba de los pelos mientras me quedaba inmóvil en la silla. Ella continuaba haciéndolo de una forma tan increíble y poco a poco intercambiaba succión con lamida de lengua mientras me miraba a los ojos.

Una mirada que jamás había visto en ella. Era una mirada que expresaba una mezcla de ternura, perversión y goce total. De repente comenzó a hacerlo con mayor energía, los ruidos que provenían de la fuerza que aplicaban sus labios a cada chupada se hacían más fuerte. De fondo se oyó desde la computadora que alguien pregunto: “que es ese ruido?”.

Intenté nuevamente silenciar el micrófono, pero no pude, quería seguir disfrutando, ya que jamás había sentido tanto placer. Mi verga con enorme potencia empezaba a palpitar, la contención de la descarga de semen se hacía más difícil soportarla. Pude notar una mirada casi desafiante de mi mujer que tenía toda mi verga en la boca. Sujete muy fuerte su cabellera porque con mucho entusiasmo y velocidad ella comenzó a tragar todo mi miembro erecto. Con un profundo jadeo e inclinando mi cabeza hacia atrás descargue con enorme potencia toda la leche.

Derramé cada chorro de leche en su boquita mientras ella tragaba gimiendo muy complacida. Con la cara sonrojada y su lengua lamiendo la punta de mi verga me miro y me guiño un ojo. Se fue despacio con un lento caminar muy sensual. Así fue como disfrute del mejor oral de mi vida. Poco me importo las preguntas que realizaban mis colegas ante tamaño espectáculo de sonidos, así que decidí abandonar la reunión e ir tras mi mujer.

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