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Mi jefa de carrera: El culo para el final
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Seguí a Daniela hasta su habitación y pude ver a Sofía tirada en la cama, tocándose.

-Sofía, ponte en cuatro. Alex te va dar. –dijo mientras sacaba un preservativo de su cajón.

Sofía se acomodó dejando a la vista su exquisito culo.

-Póntelo y penétrala –me ordenó Daniela mientras ella se podía tras mío.

Una vez puesto el condón, me hinqué en la cama y me puse tras Sofía. Puse mi pene en la entrada de su culo pero Daniela no me dejó.

-No cariño, eso es para el final –me dijo en el oído.

Tomó mi pene y me empujó hasta la vagina de su amiga. Mientras la penetraba, Daniela, hincada tras mío, me susurraba el oído:

-Rompe a Sofía, Alex. Piensa en cuando me estaba masturbando y no te dejaba tocarme. Piensa en cómo me chupaba las tetas, me metía los dedos en la vagina. ¿Recuerdas el chocolate que compraste?, ¿el que me metía dentro y luego se lo comía? Ahora rómpela por zorra.

Sus palabras me tenían loco. Todo era una locura. Mientras más me hablaba, más fuerte le daba a Sofía y más gritaba ella. Agarré las manos de Sofía por su espalda y la penetré con tanta furia que el condón se rompió. Daniela por otra parte, me rasguñaba la espalda, me tocaba los testículos, piñizcaba mis pezones, gemía en mi oído y chupaba mi oreja y mi cuello. Era una salvaje.

De pronto, gateo hasta la cabecera de la cama, lo que me dio tiempo para bajar un poco la intensidad, ponerme otro preservativo y respirar un poco. Daniela levantó la cabeza de Sofía y la puso entre sus piernas. Sofía como por instinto comenzó a lamer cada rincón como si fuera un jugoso fruto. Volví a penetrar a Sofía de un golpe fuerte y ambas gimieron. Ahora veía la cara de placer de Daniela mientras agarraba de las caderas a Sofía y se lo metía sin parar. Era una escena increíble que repetiría mil veces más.

-Sofía, voltéate. –dijo Daniela como si fuese, no sé, su dueña.

Esperaba las órdenes de Daniela cuando la veo subirse sobre la cara de Sofía así que tomé sus piernas y volví a penetrarla mientras tocaba su clítoris suavemente. Estaba disfrutando como nunca antes. Los tres estábamos disfrutando muchísimo. Daniela y yo gemíamos, los tres estábamos envueltos en sudor. La habitación estaba tan caliente como yo.

Sofía me quitó la mano y comenzó a tocarse mientras Daniela avanzó lentamente hasta poner su mojada vagina sobre uno de los pechos de Sofía.

-Mira Alex. Siempre quise hacer esto. Masturbarme con unas tetas. Sentir un pezón duro en mi clítoris –decía mientras se tocaba sus propios pechos, cerraba sus ojos y echaba la cabeza hacía atrás.

Inmediatamente me salí de Sofía, saqué el preservativo y me subí sobre su vientre. Me tiré a bezar y lamer los pechos de Daniela mientras ella agarraba con fuerza mi cabeza y pasaba toda su vagina sobre los pechos de su amiga sin intensión de parar. La agarré de la cintura y metí mi pene entre su vagina y la teta con la que se masturbaba. Era la escena más caliente que jamás había imaginado. A todo esto, Sofía gemía como loca mientras pasaba todo mi pene por sus tetas y la vagina de su amiga. Terminó en un gran orgasmo mientras yo tiraba a la cama a Daniela.

Ahí estábamos los tres. Tirados en la cama, agitados y sin poner movernos. Daniela se puso en mi pecho y me agradeció mientras Sofía se paraba a buscar cervezas. Yo no sabía que decir. Nunca pensé que mi jefa de carrera estaría tan loca. Era deliciosa, una diosa. Nos tomamos un par de cervezas. Eran cerca de la 1:00  cuando la amiga dice que entrará a la ducha. Con Daniela conversamos sobre lo ocurrido. Todo en ella era muy sexy: su risa, su mirada, su forma de hablar o sus gestos faciales.

Poco a poco nos fuimos calentando una vez más. Acomodé las almohadas en la cabecera para que me sirvieran de apoyo y tomé a Daniela poniéndola de espalda a mí. Se sentó sobre mí y comenzó a moverse en círculos. Lentamente, suavemente. Yo agarraba sus tetas y chupaba su cuello. Ella gemía tan rico que más loco me volvía. Comencé a tocar su clítoris entonces ella se pegó a mi cuerpo quedando semi acostada. Sofía salía de la ducha y se encontró con esa escena.

-Sofía, trae chocolate, whisky y las esposas –dije desafiante mientras apretaba a Daniela contra mi cuerpo, sin que pudiera zafarse.

Al regresar, esposó a Daniela con las manos por sobre mi cabeza. La levanté y gracias a los fluidos que corrían desde su exquisita vulva hasta su culo, la penetré de un golpe en su hermoso culo sin problemas. Daniela dio un feroz grito mientras tiraba su cabeza hacía atrás.

-Esto era para el final, ¿lo recuerdas? –Dije en su oído mientras pasada mi lengua por él.– Sofía quiero que metas chocolate en su vagina como si fuera un consolador.

Sofía, evidentemente excitada, abrió una de las barras, cortó lo necesario e introdujo el chocolate mientras yo pellizcaba los deliciosos pezones de Daniela. Ella gemía como una perra en celo. Yo no me estaba moviendo pero sentía los dedos de Sofía cuando metía trozos de chocolate en su vagina.

-Sofía, saca del último cajón, el consolador más grande que encuentres y quiero que la penetres fuerte y sin parar hasta que yo diga.

Daniela intentaba zafarse pero atrapé sus piernas con las mías. Estaba tan abierta que podría haber cumplido la promesa del fisting que me hizo la noche anterior. Estaba vuelto loco. Sentir mi pene en su culo, esperando el trozo se plástico que meterían por su vagina me hacía sentir dueño de ese cuerpo. Sofía llegó con un gran consolador. Incluso dudé si entraría en la vagina que de todos modos, se veía delicada.

-¿Puedes retirar los trozos de chocolate? Eso, ahora, penétrala justo cuando yo saque mi pene de este culito.

Y en ese momento, retire lentamente mi pene de su orificio y Sofía metió solo la punta del consolador. Daniela gemía y gemía. Así estuvimos unos minutos. Dándole de forma lenta.

-Ahora mételo con ganas. Hasta el fondo. Fuerte. –le dije mientras metía mis dedos en la boca de Daniela y ella los chupaba como si de varios penes delgados se tratase.

El grito que dio Daniela, gracias a al tremendo trozo de goma que metían por su vagina de forma violenta y seguidas, me calentó tanto que solo bastó un par de minutos dándole con fuerza en su apretado culo para llenárselo.

-Aprieta ese culito. Te llenaré de mi semen, preciosa –Le decía de forma lasciva al oído mientras apretaba sus caderas y me movía con intensidad dentro de ella.

-¡¡¡No puedo más, Alex!!! ME ESTÁS ROMPIENDO –gritaba tratando de zafarse.

-¡Aguanta un poco más, preciosa! Sofía, más fuerte que esto se siente de maravilla.

Sin poder aguantar y dando las últimas estocadas, terminé dentro de ella. Sofía, al ver esto, comenzó a chupar, con muchas ganas, la vagina abierta y mojada de su amiga. Con un leve gesto, saco mi pene de su culo y ahora, intercalaba sus mamadas; un poco para la vagina de Daniela y otro para mi pene que, a pesar de la tremenda cogida, no quería perder dureza. De esa forma, Daniela, aún sobre mí, tuvo un sonoro orgasmo con la lengua de su amiga y mis manos tirando de sus pezones.

¿Ya dije que fue una locura? Quedé tirado en la cama sin poder moverme mientras ellas se fueron a duchar…

Si te gustó este relato, puedes revisar mi perfil en donde están las partes 1, 2 y 3 de esta historia.

Puedes escribirme a [email protected].

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