El sonido amortiguado del timbre de su teléfono móvil la despertó. De repente, Nuria abrió los ojos y no supo donde se encontraba. Un calor recorrió su cuerpo y enrojeció su cara. Miró a ambos lados, no reconocía nada. Junto a ella un hombre dormía. Se incorporó y se descubrió desnuda, miró bajo las sábanas y comprobó que el hombre también estaba desnudo. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Su cabeza daba vueltas. Su boca pastosa sabía a una agria mezcla de tabaco, alcohol y semen.
A su mente llegó un recuerdo vago de la noche anterior. Sentada en la cama cubrió su cara con las manos antes de echar su melena negra hacia atrás y seguir haciendo memoria:
“Julia, su compañera, y David, el director, iban de su brazo cuando llegaron al fotocool del salón donde se celebraba la gala de los premios. Después de dos temporadas en antena el programa matinal El café de Nuria, era líder de audiencia de la radio nacional y habían sido galardonados.
Tras la recogida del premio todo el equipo del programa había acabado en la fiesta privada de la emisora, en un hotel. La cena había sido escasa en comparación con la barra libre. Pese a las recomendaciones de David y sobretodo de Julia, Nuria no había reparado en la cantidad de copas que se había bebido. Requerida por todos los invitados que querían felicitarla estuvo más de dos horas atendiendo compromisos con los que compartió diferentes cócteles hasta diluir por completo su sobriedad.”
Un bostezo del hombre que permanecía a su lado la hizo volver a la realidad y girar la cabeza en su dirección cuando éste se estiraba con los brazos abiertos y los puños cerrados:
-Hola preciosa. –Fue el halagador saludo.
Nuria no daba crédito, era Ignacio. Nacho, el becario. Un joven veinte años menor que ella. Su cara de asombro se congeló con la boca abierta cuando un recuerdo volvía a su mente:
“En mitad del salón todos bailaban desenfrenados, cuando Julia advirtió a Nuria, en un claro estado de embriaguez que estaban siendo objeto de un marcaje por el grupo de técnicos informáticos donde se encontraba el joven becario:
-Pues el niño ese tiene un polvo. –Había comentado Nuria.
-Ya te digo –le confirmó Julia –pero a nuestra edad… Reconozcámoslo, Nuri, ya somos dos puretas cuarentonas casadas con cuarentones con barriguita.
-Pero coño, nos podíamos dar una alegría, que hemos ganado, Julia. –La cadencia alcohólica y la calada al cigarro fueron el preludio de aquella disparatada idea. –Pues yo lo voy a sacar a bailar, y si no lo cato por lo menos lo manoseo. -Mirando a Julia anunció -estoy muy caliente…
Nuria acomodó su generoso busto en el no menos generoso escote de su vestido negro y se fue derecha hacia Ignacio que no se intimidó ante la iniciativa de su superiora. Tirando de su mano Nuria sacó a bailar a Nacho. Al ritmo de Kyle Minogue la pareja se movía perfectamente sincronizada. Ella comenzó a darle la espalda y a restregar su maravilloso culo por la entrepierna de él. Con los ojos cerrados tiraba su cabeza hacia atrás facilitando a Nacho que le diera pequeños mordiscos en el cuello al tiempo que disimuladamente acariciaba su figura.
Nuria se giró y le rodeo el cuello con sus brazos mientras se miraban a los ojos con las frentes unidas. Nacho la atrajo hacia sí con la mano en su espalda que lentamente descendió hasta su culo y agarró las prietas nalgas de la periodista. Cuando ella se lanzó a besarle nadie reparaba en ellos y todos bailaban Al ritmo de la noche.”
No pudo evitar excitarse con el recuerdo y sus pezones respondieron. Tratando de borrar aquel recuerdo de su mente saltó de la cama cubriéndose las tetas con la sábana, destapando el cuerpo desnudo del becario que se deleitó con la imagen desnuda del culo de ella mientras abandonaba la habitación.
En el salón de aquella vivienda extraña para ella, Nuria recogía su ropa esparcida por la estancia rememorando como la había perdido:
“Tras el calentón del baile y con la ingesta de alcohol ella se dejó arrastrar por Nacho hasta un taxi que les condujo hasta el pequeño apartamento del becario. Durante el trayecto la pareja se comía a besos en el asiento trasero mientras el taxista les echaba una mirada lasciva por el espejo retrovisor.
En el ascensor ella comenzó a desabotonar la camisa de su joven compañero para morder y lamer su lampiño pecho. En el salón, y camino del dormitorio, él tiró del vestido negro forzando una de las costuras y liberando dos maravillosos pechos redondos que comenzaban a perder la batalla contra la gravedad. Como si lo necesitase para vivir, Nacho, se lanzó a morder los pezones oscuros arrancando gemidos de placer de la cuarentona.
Una Nuria excitadísima y tan sola vestida con un tanga de encajes negro y unos zapatos de tacón de aguja fue levantada en vilo por los musculados brazos del veinteañero. Tumbada sobre la cama, la periodista se dejó recorrer por los carnosos labios del becario que lamían la piel morena de ella, cubriéndola de saliva caliente desde el cuello, bajando por los pezones endurecidos de placer. Siguiendo por el abdomen, recorrió cada encaje de la ropa interior con la punta de la lengua embriagado por el maravilloso aroma a sexo, para acabar mordiendo el interior de los muslos.
Nuria se pellizcaba los pezones sintiendo el hormigueo que le producía la lengua de Nacho, el becario, recorriendo su anatomía. Su sexo latía a punto de explotar como un volcán en erupción, su flujo manaba como lava ardiente. El éxtasis llegó cuando Nacho apartó el fino tanga que cubría la cuidada mata de vello púbico de su vulva y la demoníaca lengua ardiente surcó cada pliegue de su sexo abriéndose paso desde su ano hasta su clítoris para llevarla a la gloria donde entró con un grito orgásmico agarrada a la cabeza de su amante.”
Como pudo se introdujo el vestido por los pies descubriendo que estaba roto por una de sus costuras, se olvidó colocarse antes el tanga. Sentía una contradictoria sensación de cabreo consigo misma y excitación por lo prohibido, mientras buscaba sin suerte su teléfono móvil:
-Donde coño estará el puto móvil… –Blasfemaba fuera de sí.
De repente apareció por la puerta del salón Nacho totalmente desnudo, con el iPhone de ella en su mano:
-Toma, aquí lo tienes. –Le dijo con suficiencia mientras se lo ofrecía.
La periodista, admiró, de arriba abajo, el definido físico lampiño de surfista que gastaba su joven compañero del que pendía un miembro provocador. Tratando de disimular la atracción que le producía le arrancó el móvil de la mano y confirmó las llamadas y el what´s app. Cuando Nacho se volvió a la habitación, ella volvió a echarle una mirada. No pudo evitar una sonrisa al comprobar que se acababa de tirar a un yogurín espectacular. A su mente regresaban secuencias sueltas de la noche de pasión prohibida:
“Sentada a los pies de la cama besaba la tableta de chocolate de Nacho al tiempo que desabrochaba el pantalón y liberaba el sexo erecto de su amante. El glande violáceo la invitaba a dirigir el miembro a su boca. No era excesivamente grande, tampoco tenía el grosor de un actor porno, pero le pareció precioso. Totalmente recto y con la piel tersa lo recorrió con su lengua desde la base hasta el glande antes de introducírselo entero en su boca y demostrarle al joven becario como era una estupenda feladora, Nacho de pie le acariciaba el pelo. Su cabeza se movía hacia delante y hacia atrás mientras con la mano hacia un movimiento circular para facilitar la masturbación. A medida que el becario suspiraba y se precipitaba hacia el final, ella se deleitaba acariciándole las musculosas piernas y el duro culo. El cuerpo del hombre se tensionó antes de eyacular un primer chorro de semen que la mujer no quiso evitar y se tragó sin reparos ni dificultad. Nacho retiró su polla de la boca de Nuria y dirigió a su cara los tres siguientes chorros. El becario cubrió de semen la cara de la periodista radiofónica de más audiencia del país. Ella recibió la corrida con satisfacción sobre su cara.”
Tratando de borrar aquella morbosa imagen de su cabeza, Nuria retiró con su mano izquierda su melena hacia atrás.
Por fin logró ver que las llamadas en su móvil eran de su marido y que su amiga Julia le informaba por whatsapp que ya había hablado con él para decirle que ella se había quedado a dormir en su casa y que aún dormía. El marido quedó tranquilamente convencido y le dejó encargada que le llamara en cuanto se despertara. Por último, la amiga le preguntaba:
-¿Qué tal folla? –Nuria, sintió una punzada de culpa. Se le había ido la cabeza por un niñato de veinte años. Pero no pudo contener una sonrisa de satisfacción al recordarse poseída por el miembro de su becario:
“Nacho se tumbó sobre Nuria que le recibió con las piernas abiertas y los tacones aún puestos. El hombre dirigió su pene a la entrada de su vagina y se mantuvo durante unos interminables segundos entre los labios de su jefa que no podía soportar tal tortura y exigió que la penetrase. El becario la miró a los ojos y se la clavó hasta el fondo de un solo golpe de cadera, Nuria mordía, arañaba y pellizcaba cada parte de aquella anatomía masculina. Desde los hombros hasta los glúteos mientras el incesante golpe de riñón de Nacho le hacía sentir en lo más profundo de su vagina un placer infinito. Notaba como el glande llegaba hasta el cuello de su cerviz provocándole escalofríos en su columna. Ella le animaba con insultos a que no parase mientras, él obedecía sin tregua en su bombeo al tiempo que mordía su cuello hasta el límite de la marca. Volvió a sentir que su amante estaba a punto de correrse y cruzando las piernas por su espalda le aprisionó para que no saliese. Nacho, apoyado en sus brazos mantuvo su pene todo lo dentro que pudo hasta que entre alaridos se corrió en las entrañas de su jefa. Abrazados y sudorosos rodaron por la cama mientras la mezcla de fluidos salía de la vagina de Nuria manchando las sábanas.”
Mirando a los ojos de su becario, que la observaba apoyado en el quicio, con los brazos cruzados marcando bíceps, preguntó:
-¿El baño?
El hombre con sonrisa de satisfacción le indicó con un leve movimiento de cabeza en dirección al excusado. Sentada en la taza del váter se ruborizó avergonzada cuando una punzada caliente en su ano le hizo recordarse aferrada a las sábanas y alentando a su subordinado:
“A cuatro patas y con la cabeza en el colchón, la periodista, se agarraba a la tela mientras Nacho la sodomizaba violentamente agarrado a sus caderas.
Ella le insultaba pidiéndole más a lo que él aceleraba el ritmo de sus embestidas sabiendo el daño por desgarros que provocaba. Nuria no pudo más y cayó boca abajo mientras el becario continuó con el castigo anal hasta volver a descargar el semen que quedaba en su reserva dentro de sus intestinos. La locutora, excitada por la situación, se masturbó hasta el orgasmo con el miembro latente de Nacho incrustado en su ano.”
Después de recomponerse y refrescarse la cara, salió al salón y sin despedirse corrió hacia la calle. Acomodada en un taxi que la llevaba de vuelta a su casa llamó a su marido dando por buena la coartada que Julia le había preparado. Su marido en su oficina bancaria quedó convencido de que su mujer había dormido en casa de su amiga dado el mal estado etílico en que había acabado la noche.