Era un día lindo para ir al spa, hacía mucho calor como para estar en bolas con otros flacos y ver qué pasaba, aunque no tenía muchas ganas de sexo, pero sí de relajarme y descansar del trabajo. Así que me fui para allá. Había poca gente porque era temprano, estaba ideal para aprovechar un rato de sauna, ducha e hidromasaje, eso hice y de paso algo de franela con algún flaco rico que andaba por ahí, alguna charla hot con otro y un poco de paja bajo el agua compartida con otro en el hidro. Bien tranqui para lo que suele ser el spa, jaja…
Después me fui a tirar un rato en las camillas de los compartimentos privados para relajarme escuchando la música suave que habían puesto. No había nadie por el lugar, así que deje la puerta abierta de mi compartimento y me recosté en la camilla en bolas boca abajo, utilizando la toalla como almohada. Me quedé dormido por un rato hasta que me pareció ver un flaco que caminaba por el pasillo, volví a bajar la cabeza y unos minutos después, de reojo, veo que está parado en mi puerta observándome. No digo ni hago nada, no me importa que me vean, es más soy exhibicionista, me encanta el placer de sentirme deseado, lo dejo y así sigue un tiempo más.
Luego se acerca y pone su boca tan cerca de mi oreja que sus labios la rozaban, puedo ver de costado que son unos labios carnosos, una boca hermosa para ser besada y para que me chupe. Me dice al oído: “Me gusta mucho lo que estoy viendo, tenés lindo cuerpo y un culo riquísimo, pensé que me lo estabas ofreciendo, estamos solos aquí”. Le contesté suavemente que no era así, que estaba descansando y no tenía ganas de hacer nada por ahora. Volvió a susurrarme: “Bueno, pero unos masajes no te vendrían mal, soy bueno para eso, te gustaría?” Ý la verdad es que nada mejor para relajarse que unos masajes y si eran gratis, estaba bien probar que tan bueno era, así que accedí.
Dejó caer su toalla y quedó en bolas también. Comenzó a masajear mi cuello y luego mi espalda, primero suavemente y luego más fuerte. Cerré los ojos y me dejé llevar. Lo hacía muy bien, sentía sus manos grandes y calientes recorriendo mi cuerpo, bajo por mis piernas y las masajeo de arriba a abajo tomándolas con firmeza. Cada vez que pasaba por mi culo, sus manos se deslizaban por mi raya y rozaban mi orto. También tocaba mis bolas y mi pija que las tenía tiradas hacia atrás. A esta altura ya estaba excitado. Después empezó a masajearme el culo con mucha dedicación, tocaba mis cachetes en círculo o completamente con su mano abierta o me los separaba con ambas manos… mientras que yo permanecía todo el tiempo inmóvil y con los ojos cerrados, sólo disfrutando.
De pronto, sentí sus labios besándome el orto, su boca carnosa recorriendo y mordiendo un poquito mis cachetes, su lengua subiendo y bajando por mi raya y deteniéndose en mi orto para abrirlo con fuerza, sentí su lengua tan fuerte como sus brazos, entrando como si fuera una pija. Yo mordía la toalla de placer y él seguía afanado con mi orto, lo chupó por un tiempo largo, no puedo saber cuánto tiempo pero lo hizo maravillosamente tanto que lo dilató como nunca antes. Cuando dejó de hacerlo, sentí que su lengua era reemplazada por su glande y comenzó a penetrarme despacito. Se subió por completo sobre la camilla y me montó. Yo continuaba sin moverme y con los ojos cerrados, ahora sintiendo todo su cuerpo en contacto con el mío.
Era fácil darse cuenta que era un hombre atlético, de buena musculatura, brazos y piernas fuertes. Su pija se sentía muy ancha y cabezona, aunque por primera vez no me dolió en ningún momento. Estaba tan dilatado, tan relajado y entregado que pudo meterme toda su verga con facilidad. Gozaba teniéndola entera adentro mío y con sus huevos grandes rozándome la entre pierna, esa parte entre los huevos y el orto. Los imaginaba llenos de leche para mí.
Se mantuvo arriba mío, no cambiamos de posición, de a ratos me culeaba más lento y luego aceleraba el ritmo y bombeaba con todo, produciendo un excitante sonido al chocar contra mi cuerpo. No podía creer como su pija se movía en mi orto tan fácilmente, siendo tan gruesa y cómo me había abierto de tal manera porque hacía mucho que no me cogían. Manteniéndonos en la misma posición y con un ritmo parejo, debemos haber parecido una perfecta cópula entre animales. Su cuerpo me dominaba por completo, a veces me apretaba con sus piernas, a veces extendía sus brazos y entrelazaba sus manos con las mías…
Culeamos por un buen rato hasta que se extendió a lo largo, encima de mí me mordió la nuca y sentí en mi orto los latidos de su pija, los leves movimientos que anunciaban que estaba por darme su leche, esa sensación y todo lo que estaba gozando, hizo que acabáramos juntos por lo que fue más hermoso todavía. Nunca había acabado así, sin haberme tocado la pija ni un instante. Mi orgasmo fue pleno, increíble. Su rico pedazo encontró mi punto g. Permaneció adentro mío unos minutos, parecía que su eyaculación no terminaba. Siguió acariciándome y luego se retiró. Se bajó de la camilla, se acercó y me dio un enorme beso con mucha lengua.
Observe su hermoso cuerpo cuando se iba y me quedé tirado, relajado, con el orto reabierto que me latía y con la chota toda mojada. No quería dejar de disfrutar el momento que había pasado.
Hoy, al escribir este relato estoy en bolas, pajeándome y metiéndome un dedo en el orto, al palo como cada vez que recuerdo esta experiencia. Soy versátil, me gusta disfrutar del sexo con un hombre de todas formas, pero aquella tarde solo lo dejé hacer. No puedo recordar su rostro porque apenas lo vi, pero no puedo olvidar las sensaciones que me provocaba su cuerpo, lo hábil que era para hacerme gozar así. Simplemente me entregué como nunca, dejé que me hiciera suyo. Fue muy rico sentirse completamente poseído por un macho.