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Esclavo de ti mismo (Capítulo 10): Preludio
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Hércules Caetron dejó caer las pesas al suelo y dio por terminada la rutina. El sudor perlaba su bronceada piel, la cual destelló a la luz de las lámparas del gimnasio, mientras la música tecno sonaba fuerte en los altoparlantes.

Sergio Castelli le extendió a su amigo una toalla, el griego la aceptó y empezó a secarse el torso descubierto. -Alfonso me llamó. Hace un momento -Dijo Sergio con voz algo agitada.

Hércules volteó a ver al brasileño antes de preguntar. -¿Y qué te dijo?, ¿te comentó por qué no nos convocó esta semana?

Sergio comenzó a caminar hasta las duchas y el griego lo siguió. -Si, como apenas concluyó nuestro contrato con Neimar y Alexis, Alfonso quiso dejarnos descansar unos días. Indicó que hay un nuevo contrato para nosotros a partir del próximo mes y va a ser uno de seis meses, por lo cual quiere que nos relajemos un poco. Por ello nos invita a acampar este fin de semana

Declaró Sergio, mientras abría la puerta del área de regaderas.

-Una excelente idea. Al menos esa semana de la moda con aquel metrosexual de Alexis para mí fue un infierno- Dijo Hércules entre risas. -A ti te fue mejor. Neimar tiene a todo un club de fans. ¿Pudiste cogerte alguna?-

Preguntó el griego burlón, a la vez que dejaba correr el agua de la regadera.

-¿Acaso tú no te tiraste a alguna de esas supermodelos de la pasarela?- Inquirió Sergio acusador. -Alexis trabajó por lo menos con diez. Debiste tener vía libre para acostarte con cinco. Me consta que la rubia no te quitaba los ojos de encima. -Recalcó Sergio insinuante.

-¡Qué va! Alexis es un pedante. Me trató como si yo fuera un mayordomo, no su guardaespaldas- Indicó Hércules. -En parte con cierta razón. La rubia, Rhein, como dices, quería meterme a la cama. Trató de seducirme la noche de la fiesta de Bogue. Pero en cuanto Alexis lo notó, me reclamó y amenazó con reportarme ante Alfonso y dijo que se encargaría que yo no volviera a trabajar como guardaespaldas. -Explicó Hércules con una mueca de desagrado.

-Bueno, pero hombre, tú sabes que debemos seguir el protocolo- Dijo Sergio con sorna. -Sólo a ti se te ocurre flirtear con la modelo, ¡que tu cliente se quería tirar! -Los dos soltaron sonoras carcajadas, mientras el vapor de la ducha se alzaba a su alrededor.

-¿A dónde quiere Alfonso que vayamos a acampar? ¿Al lugar de siempre? -Cuestionó Hércules, mientras empezaba a frotar su cuerpo con el jabón.

-No, Alfonso me dijo que encontró un mejor sitio al oeste. Más allá del lago en el bosque Celefais. Un prado cerca de las montañas de sal. -Contestó Sergio, tras embadurnarse el cabello con champó.

-Me parece bien. Que nos mande la ubicación e iremos en mi Camaro. -Declaró Hércules, a la vez que lavaba sus piernas.

-No. Alfonso comentó que Sam pasará por nosotros en su camioneta a tu casa mañana, que ya tienen todo listo. -Respondió el brasileño, al enjuagar su cabello en el chorro de agua caliente.

-Bien, me caerá excelente un fin de semana al aire libre. Ya sabes que me encanta acampar. Llevaré el rifle, igual y podemos cazar algo. En esa zona hay zorros, venados y liebres. -Indicó Hércules, a la vez que se dio la vuelta para que el agua limpiara su espalda.

-Si, Alfonso dijo que lo lleves. Quiere cazar algunos conejos y asarlos en la fogata. Yo también llevaré el wínchester. -Agregó Sergio, a la vez que cerraba la regadera.

Hércules terminó de enjuagarse e igual que su compañero salió del agua. Los dos anduvieron desnudos a través del baño hasta el área de los vestidores, escurrían múltiples gotas de sus cuerpos y más de una mirada se detuvo para ver aquellos magníficos ejemplares masculinos.

Sergio Castelli era de constitución esbelta. Medía un metro noventa y tres de alto, de piernas largas y torneadas, cintura estrecha, glúteos bien proporcionados, brazos musculosos, cuello extenso, además de un torso depilado y fornido. Su piel era blanca y tersa, ojos marrones, cabello café, corto y crespo, rostro simétrico, aunque de porte elegante y mirada seductora.

Por su parte, Hércules Caetron hacía verdadera gala de su nombre, pues ostentaba una complexión digna de una escultura griega. Su tez era bronceada y lustrosa, cabello negro, largo y ondulado, ojos verdes y un rostro ovalado de firme mentón. Marcadamente musculoso, de anchas espaldas, fuertes brazos, poderosas piernas y un abdomen de hierro.

-¿Mañana a qué hora te dijo que pasará por nosotros? -Inquirió Hércules, a la vez que comenzaba a vestirse.

-Como A las 4.00 PM- Respondió Sergio. -Yo llegaré a tu casa como a las 3.30.

-Vale. Llevaré algo de alcohol. Cervezas, huisqui y ron. -Afirmó Hércules, mientras se abrochaba el pantalón y se fajaba el cinto.

-Si, yo llevaré algo de hierba y los puros que le gustan a Sam. -Agregó el brasileño que ya había acabado de vestirse y empezaba a peinarse.

-Hoy saldré con Andrea y desfogaré todo lo que retuve durante esa mierda de semana de la moda. -Afirmó seguro Hércules, mientras se colocaba la camiseta.

-Si, yo pasaré por Pam y la invitaré a cenar. Tiene tiempo que no hemos salido- Declaró el brasileño, mientras guardaba su ropa en una maleta. -Primero el contrato con Brad Pauers y luego estas semanas con Neimar. Además, no le va a gustar nada que nos ausentemos por meses.

-¿Ausentarnos? -Preguntó extrañado el griego.

-O sí, olvidé comentarte. Alfonso explicó que el contrato es una recomendación de Marcus. Parece que uno de sus antiguos clientes, necesita seguridad en un viaje al extranjero y vamos a estar fuera un par de meses. -Respondió el brasileño, a la vez que ayudaba a Hércules a doblar su ropa sucia.

-Oh, ya veo. Tienes razón. A Andrea tampoco le gustará. Sabes, ese tal Marcus no me da confianza. Siento que Alfonso le permitió muchas libertades. Cuando diseñó la campaña de márquetin y me entrevistó, no sé, hubo algo en él que no me gustó para nada. Era como si me evaluara, como si me examinara de alguna manera. -Señaló el griego, mientras terminaba de amarrarse las botas.

-Yo por el contrario considero que es un tipo muy simpático- Afirmó divertido el brasileño. -Aunque creo que tu incomodidad viene porque te examinó igual que lo hizo Rhein, la rubia. El hermano de Pam es gay y he visto como me mira, como si yo fuera un pedazo de carne. Creo que Marcus es gay y nos ve a todos como putos símbolos sexuales.

Hércules lo imitó y juntos se encaminaron a la salida del gimnasio. -No tengo nada contra los gays. Aunque espero que, por su bien, Sam no lo descubra. Él es bastante homofóbico y si Marcus lo ve como dices que el hermano de Pam lo hace contigo, es capaz de romperle la cara. -Dijo el griego tras soltar una risotada burlona.

-Si, recuerdo cuando hace un par de meses, Pam y yo salimos con Miranda y él. Nuestro auto se descompuso y un amigo del hermano de Pam fue a recogernos. Era un tipo bastante afeminado y bastante lanzado. Después de dejar a las mujeres, nos invitó a su departamento y dijo que si queríamos nos pagaba, pero deseaba una noche de sexo con los dos. Sam se le fue encima y casi nos estrellamos contra un autobús. -Respondió Sergio con una gran sonrisa.

-Yo creo que tienes razón. Ahora que lo dices Marcus me desvestía con la mirada y no quitaba sus ojos de mi cuerpo. Es un puto gay de mierda- Rio el griego divertido. -¿Vas a querer que te lleve? -Inquirió Hércules al brasileño, ya en la entrada del establecimiento.

-No, gracias. Traje la motocicleta. Iré a dejar la maleta a casa y después pasaré a la universidad por Pam. -Contestó Sergio, mientras se despedía de Hércules y atravesaba el estacionamiento

-Vale. Nos vemos mañana. ¡Invita al hermano de Pam y quizás podamos emparejarlo con Marcus! -Dijo el griego entre gritos.

Ambos se despidieron nuevamente con la mano y se encaminaron hacia sus vehículos. No obstante, ninguno notó al joven rubio que durante aquella tarde los observó y tomó múltiples fotos, mientras los dos se duchaban y conversaban.

El rubio era un muchacho de unos veinte años, atractivo, pero conservaba la mirada totalmente perdida. Subió a un auto deportivo, aunque en vez de encenderlo, cogió su móvil y marcó un número pregrabado. -Listo mi Amo… Ambos estuvieron aquí… Te envié las fotos que ordenaste… Ssi, mi Amo, acordaron esperar a tu esclavo mañana por la tarde… Hoy… Ellos dijeron que van a salir con sus novias… Ssi, Andrea y Pam… ¿Qué más?… ellos sospechan de ti… El brasileño piensa que eres gay… Ssí, lo comentó con el griego… Y bromearon sobre emparejarte con un afeminado… -Dijo el rubio a Marcus al otro lado de la línea.

No… Eso fue todo… Llevarán alcohol. Hierba y tabaco… Ssi, mi Amo… Eso fue todo… No sospechan nada más… No, no me vieron… No…- El rubio escuchó las nuevas órdenes de Marcus, antes de contestar. -Ssi, muchas gracias mi Amo… Es mi deseo ser tu sumiso… Tu esclavo… Sólo me excito cuando tú me dominas… Ssi, mi Amo… Olvidaré lo que pasó… Estaré listo para que me domines… Ssi, despertaré ahora.

El muchacho rubio abrió los ojos y salió de aquel trance. Recordaba que aquella mañana se había levantado y después… Después decidió venir al gimnasio. Los exámenes en la universidad lo traían vuelto loco. Y esas noches de juerga no ayudaban para nada. Negó con la cabeza y encendió el motor de su auto deportivo, para luego perderse entre las calles y avenidas de la ciudad.

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