Laura formaba parte de la delegación organizadora del congreso. Pertenecía al grupo joven del partido desde hacía tres años. Ahora a sus veinticinco recién cumplidos y con la carrera de derecho terminada estaba convencida de sus ideales políticos. El plato fuerte del fin de semana era la presencia del secretario general del partido en la comunidad.
Rodolfo era el futuro candidato a las elecciones. El tipo tenía cuarenta y un años y una imagen muy del partido. De complexión fuerte y rasgos marcados no era tan atractivo como carismático dado su don de palabras. Entre los jóvenes gozaba de gran tirón. En parte debido a su edad y en parte debido a su discurso moderado dentro de un partido tan conservador. Sin salirse del guion marcado por la dirección sí mantenía una línea menos radical. Estaba separado y tenía un hijo de diez años.
Desde el primer día Laura había ocupado una de las primeras filas del auditorio muy cerca del candidato y demás personajes importantes. A lo largo del fin de semana Rodolfo había requerido su presencia varias veces. El último día y en medio de una euforia generalizada, el hombre hizo subir a Laura al estrado donde alabó su buen hacer durante todo el fin de semana. La agarró por la cintura y la apretó contra él antes de plantarle dos besos y guiñarle un ojo. Ella le miró embobada con sus grandes ojos azules y su rubia melena suelta. Se estremeció y se ruborizó.
Un mes después, Laura recibió una llamada de su padre a su oficina en una gran empresa de telecomunicaciones. Le comentaba que requerían su presencia en la sede del partido a petición del candidato. Ella se quedó fría y sin reacción.
Cuando llegó a la sede, la secretaria de Rodolfo le estaba esperando. Laura se sintió muy nerviosa. Lidia, la secretaria, le dio la buena noticia. El candidato había pedido expresamente que Laura formara parte del equipo encargado de preparar las próximas elecciones. La chica se emocionó y abrazó a la secretaria.
Durante los siguientes meses Rodolfo y su equipo trabajaron codo con codo preparando una campaña muy dura. La relación de amistad entre el candidato y la mujer fue estrechándose hasta terminar en relación de pareja, justo después de que se perdieran las elecciones por escaso margen.
Siete años después de aquellas elecciones, la pareja vivía en una urbanización en La Moraleja. En un chalet de 250 metro cuadrados. El paso del tiempo había sentado de diferente manera a ambos. Mientras al candidato se le notaba el desgaste de la política, había engordado y las entradas en su frente pronto serían indisimulables, Laura era una guapa mujer de treinta y dos años. Con un buen cuerpo moldeado a base de ejercicio y una preciosa cara de piel blanca y suave donde destacaban sus ojos azules. El político se disponía a preparar otra campaña donde volvía a ser candidato, en cambio la mujer se había apartado de la política y vivía volcada en su trabajo.
Hacía tiempo que echaba en falta algo de acción en su matrimonio y sobre todo ser madre. Lo habían intentado desde siempre ya que nunca tomaban precauciones a la hora de hacerlo pero ella empezaba a sospechar que a la edad de su marido sería muy difícil.
Jose, el hijo de Rodolfo vivía con su madre pero los fines de semana se acercaba por la urbanización para estar con ellos. También porque en esta vivía su mejor amigo del instituto, Gabriel. Ambos tenían dieciocho años y estaban en el último curso antes de ir a la universidad. Un día Rodolfo anunció a su mujer que el domingo irían a ver el partido de baloncesto del equipo de Jose y Gabi en el instituto. La importancia del juego era vital ya que si ganaban jugarían un play-off en el pabellón de la comunidad con los juveniles de los grandes equipos de la ciudad.
Llegado el domingo, en la grada de la pista del instituto estaban los padres de todos los jugadores. Incluidos ellos y los de Gabi que eran buenos amigos del candidato y su mujer. Tras unos segundos finales apasionantes se llegó a una jugada definitiva. Jose penetró por la zona y luego sacó el balón a Gabi que clavó un triple lateral sobre la bocina que les daba la victoria por un punto. El jolgorio en la grada y en la cancha era notable. Los jugadores se abrazaban mientras que los padres de los protagonistas lloraban de la emoción.
Cuando los jugadores se retiraron al vestuario Rodolfo cogió de la mano a Laura y tiró de ella rápido. Se dirigieron por los vomitorios de la grada hacia el pasillo de los vestuarios. El suelo estaba todo mojado y ella temió resbalar con sus tacones. Se detuvieron frente a una doble puerta metálica enorme donde un “segurata” impedía el paso. Dentro se oían gritos de júbilo y vítores a los héroes del partido. Tras negociar con el hombre de seguridad y éste reconocer al candidato le dejó pasar. Abrió la puerta de par en par y se coló dentro, su mujer se quedó fuera esperando por respeto a los jugadores. Desde fuera miraba inocentemente al interior. En ese momento vio como Gabi el hijo de sus amigos salí de la ducha desnudo camino de la sala para secarse y vestirse. Lo que vio le dejo estupefacta. El chico andaba mirando al suelo con todo su cuerpo mojado. Un cuerpo que pese a estar sin formar como el de un adulto se le definía una buena musculatura. Pero sobre todo al andar se le balanceaba de un lado a otro un pene exageradamente grande. Ella abrió los ojos impresionada, luego miro al hombre de seguridad que se había dado cuenta de todo y se ruborizó desviando la mirada. De repente la puerta se cerró de golpe.
Durante unos minutos que le parecieron eternos permanecieron en silencio los dos. Ella pensaba en la visión y en que podría pensar ese hombre. Cuado salió Rodolfo fueron a buscar a sus amigos que les esperaban en la calle. Estuvieron comentado fases del partido hasta que llegaron los jugadores. Hubo felicitaciones y saludos. Pero cuando Laura vio a Gabi ya nada era igual. Le besó pero sin poder dejar de pensar en cómo y qué le había visto. Le miró a los ojos y el beso fue más lascivo que cariñoso.
Transcurrieron las semanas y el recuerdo de aquel chaval desnudo se había convertido en casi un obsesión. No le podía imaginar de ninguna otra manera que no fuera desnudo. La curiosidad de cómo sería aquel miembro en estado de excitación le empezaba a dominar al punto de tener fantasías sexuales con él mientras lo hacía con el candidato.
Un día en el club de golf donde se reunía con algunas vecinas entre las que se encontraba la madre de Gabi, salió el tema de los estudios de los niños. La madre comentó que Gabi con el baloncesto había descuidado mucho el inglés y que si no aprobaba en septiembre tendría problemas. Laura casi de pasada comentó que ella hablaba perfectamente inglés. Su amiga le miró y le propuso la posibilidad de que le echara una mano. Ella disimulando el entusiasmo aceptó.
Gabi, era un chico de casi metro noventa. No era muy guapo, pero si apuntaba a tener un buen cuerpo además de estar muy bien dotado. No le hacía mucha gracia el hecho de que fuera Laura la que le diese clases. Sí, estaba muy buena pero, joder era la madrastra de Jose.
Durante la primera semana de estudios la relación fue bastante buena. Laura era una tía sencilla de muy buen carácter y Gabi era un chico con mucho sentido del humor que le hacía reír con sus cosas. La química fue inmediata entre ellos. En la segunda semana, Laura le recibía con ropa más informal sin la rectitud del principio y al empezar a hacer calor el chico también vestía menos ropas.
Una mañana Laura se vistió con sus mallas y su top negro ajustado para ir a correr temprano alrededor de la urbanización antes de que llegara Gabi a las doce. Su marido estaba ya en plena campaña y no venía a comer. Se puso una gorra y sacó su melena rubia recogida en una cola a través de ella. Durante la carrera de cuarenta minutos no dejó de pensar en Gabi y su tremendo miembro. Esto, unido al tiempo que llevaba sin sexo debido a la campaña, la estaban poniendo “muy burra”. Decidió acortar el camino y volver rápido a casa.
Se desnudó frente al espejo del baño. Se miró, tenía un cuerpo realmente precioso. Se cogió las tetas con las manos y se las acarició. Sus pezones se endurecieron. Siguió mirándose al espejo, una fina capa de vellos rubios cubría por completo su monte de Venus. Cerró los ojos y se metió en la ducha.
El agua salía con fuerza. Era muy placentero notarla caer sobre la cabeza y la espalda. Con su melena mojada y echada hacia atrás se volvió a mirar. Pasó sus manos por sus pechos de nuevo mientras el potente chorro de agua golpeaba sobre ellos. Bajó su mano derecha y se palpó el coño. Tenía los rizos rubios mojados y la raja le ardía. Cerró los ojos y pensó en Gabi al tiempo que comenzaba a masturbarse. El agua caliente quemaba su piel mientras que sus dedos aceleraban el ritmo sobre su clítoris. Con la mano izquierda tomo la alcachofa de la ducha y la dirigió directamente hacia su vagina de manera que todo el caudal de agua que salía golpeaba directamente sobre su pipa. Sentía que se iba a correr. Le fallaban las piernas, se apoyó con la mano derecha en la pared y con la izquierda acercó más la ducha a su coño hasta que llegó al orgasmo pensando que era Gabi quién le producía semejante placer.
Sobre las doce del mediodía llegó Gabi vestido con unas bermudas de baloncesto y una camiseta. Ella le recibió con un short muy pequeño y una camiseta muy amplia de Rodolfo. Se saludaron con un beso y Laura aprovechó para rozarle sus tetas. Gabi la miró extrañado. A lo largo de toda la clase la mujer se arrimó mucho al chico. Y se apoyaba con sus codos en la mesa de manera que dejaba ver por el amplio escote sus preciosos senos. Todo esto estaba provocando en Gabi una terrible erección. Una de las veces que se levantó para ir al buscar algo no pudo disimular el bulto de sus bermudas. La mujer se le quedó mirando: “Hijo de mi vida que, ¿qué tienes ahí?”.
El chico sintió un poco de vergüenza pero antes de que pudiera decir nada Laura se había arrodillado ante él y le bajaba el pantalón. Ante ella se erguía una polla de proporciones descomunales. Gorda y dura como una barra de acero, con una cabeza en forma de bola roja, caliente. Sin pensarlo arrimó sus carnosos labios y comenzó a introducírsela hasta poco más de la mitad. Gabi permanecía de pie con las bermudas en los tobillos y acariciando la cabeza de su profesora mientras ella le pegaba una mamada que la firmaría una profesional. Tras unos minutos, Laura, tuvo que parar para descansar los músculos de la cara y seguir haciéndole una paja con la mano: “Joder, vaya pollón gastas, Gabi” a lo que él solo podía contestar con gemidos. Volvió a chuparle la polla buscando que el hijo de sus amigos se corriera. Esto sucedió de manera abundante y sin previo aviso con lo que parte del semen se esparcía por su boca, sus dientes y una buena cantidad cruzaba su cara.
Tras limpiarse con la camiseta que tenía puesta se tumbó en el sofá esperando a su amante quién no se hizo esperar. Gabi se arrodilló entre sus piernas y le quitó el pequeño short negro que llevaba puesto y que marcaban tan bien sus labios vaginales. Se sorprendió al comprobar que no llevaba bragas y disfrutó unos segundos de la visión de su coño cubierto de rizos rubios. Laura abrió las piernas dejándole ver una hendidura rosada y abundantemente inundada de fluidos. Gabi procedió a un lento cunnilingus. Introduciendo la lengua muy despacio en aquella maravillosa raja caliente. Saboreando ese néctar dulzón que manaba de su interior a borbotones. Ella llegó a un escandaloso orgasmo al tiempo que presionaba la cabeza de su alumno contra su sexo. Quedó rendida sobre el sofá. Pero Gabi con sus vigorosos dieciocho años estaba otra vez listo para la batalla. Cosa que ella agradeció.
El chico se puso sobre la mujer y le comenzó a comer los pezones. Con la mano fue acomodando su polla en la entrada del coño: “Con cuidado que la tienes muy grande.”. Despacio empezó a introducirla. Laura cerraba los ojos y gemía: “Aaahhh…” De un fuerte empujó se la calzó entera en aquel volcán hirviendo. La penetración se produjo sin esfuerzo debido a la abundante lubricación que la excitación le provocaba: “La tienes enorme, Gabi”, decía ella casi sin voz mientras él comenzaba un incesante movimiento de cadera sobre su amante. No le daba tregua y ella no la pedía. Abrazada a su cuello con los brazos y rodeando su cuerpo con sus piernas, recibía las terribles embestidas de su tremenda verga. Hasta volver a eyacular e inundar el interior de sus entrañas con su semen. Al sacársela restos de este cayeron sobre los rizos rubios. Mientras ella notaba como su vulva estaba totalmente abierta dado el tamaño de su invasor.
Rodolfo esta vez ganó las elecciones y se convirtió en presidente autonómico. Tras el discurso de investidura fue felicitado doblemente por todos. Una por su estrenada presidencia y la otra por su futura paternidad. Ya que su mujer estaba embarazada… por fin…