Sarah bajaba por las escaleras cuando Matt preparaba el desayuno en la cocina. Se quedó prendado viendo con la sensualidad natural que tenía para bajar las escaleras, llevaba una bata de seda roja que le quedaba muy por encima de las rodillas, dejando entrever sus muslos, cosa que hacía que Matt no pudiera quitarle ojo.
-Mmm, ¿es mi cumpleaños? –dijo Sarah al percatarse que Matt estaba preparando el desayuno.
-Este finde eres mi princesa, te lo mereces… -respondió Matt rodeándola con el brazo antes de darle un cariñoso beso de buenos días.- ¿Cómo has dormido? –preguntó.
-¡Genial! Estaba entre tus brazos. –Respondió Sarah acariciando el brazo de Matt.– Y tú, ¿has descansado?
-La verdad es que he dormido como un bebé, nos quedamos exhaustos… -dijo Matt con una sonrisa.
-Mmm, a mí me queda aún gasolina. –susurró Sarah andando de forma sugerente hacía el otro extremo de la cocina mientras dejaba caer la bata al suelo.
Matt tragó saliva al ver la lencería roja de encaje que descubrió Sarah. Hipnotizado por el contoneo de sus caderas se acercó hacia ella. Sarah se giró ondeando su melena y encontró a Matt a unos centímetros de su boca. Se besaron de forma tan pasional que parecía la escena de una película, Matt tenía una mano enredada en el pelo de ella y la otra rodeando sus caderas, Sarah paseaba su mano por el torso desnudo de Matt mientras con la otra acariciaba su mejilla. De tal manera que pareciera que no querían separarse nunca.
Matt agarró a Sarah por la cintura para subirla en la encimera y seguir con ese beso, ella lo rodeó con sus piernas para sentirlo más cerca. Pronto el bulto que se intuía en los pantalones de pijama de Matt comenzó a crecer, Sarah lo notó y empezó a bajar su mano por el torso hasta introducirla en el pantalón.
Efectivamente Matt no le defraudó. Empezó a acariciarla de arriba abajo notando como la respiración se les aceleraba poco a poco. Matt comenzó a besarle el cuello, ella echó su cabeza hacia atrás descubriendo el camino a su pecho, camino que Matt siguió beso a beso. Desabrochó el sujetador de encaje rojo con una mano liberando así sus preciosos pechos.
Seguían acariciando y besando sus cuerpos al ritmo de la respiración, cuando Matt empezó a bajar con su camino de besos, hasta que se situó delante del culot rojo, miró hacia arriba, sonrió y le guiñó un ojo antes de quitarle lentamente la última prenda que le quedaba.
Sarah apoyó sus piernas sobre los hombros de Matt para recostarse un poco sobre la encimera, Matt ya había empezado, pronto no sería capaz ni de controlar su cuerpo.
Cerró los ojos y se dejó llevar, Matt estaba siendo cuidadoso con cada detalle, acariciaba los puntos exactos, al ritmo perfecto, cada caricia, cada rocecito que daba con la lengua la transportaba un poco más y más al nirvana. Creía estar flotando, nada le importaba, sentía las manos de Matt acariciar sus muslos, su pecho, su boca…
De repente un agradable calor le sube por sus piernas y le baja del pecho en dirección a donde Matt estaba haciendo su magia, intuía que iba a ser grandioso y se dispuso para disfrutarlo. La respiración se aceleraba más y más y la lengua de Matt acompañaba ese ritmo acelerado. Se acercaba el clímax, rodeó a Matt con sus piernas y arqueó la espalda, ya no tenía control sobre su cuerpo, sintió la explosión de calor y placer al tiempo que gemía tan fuerte que pensó que le habrían escuchado en toda la montaña. Su cuerpo se relajó completamente y sintió que fluía como un líquido. Era la primera vez que había sentido algo así…