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De traficante a puta (Parte II)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

“Mierda” piensa. El dinero está en el bolso. Eleonor saca el contenido, unos preservativos, las toallitas húmedas, su cartera y un recambio de ropa interior.

-Listo –dice Eleonor mientras aun sostiene el bolso

-Por favor permítame su bolso. –el guardia se lo arrebata y tras inspeccionarlo encuentra los rollos de billetes.- ¿Podría explicar esto? –preguntó.

Eleonor guardó silencio estupefacta. El oficial toca la puerta y el guardia le abre.

-¿Que tenemos aquí? Creo que tenemos a una señorita muy atrevida eh.   –pregunta el oficial.

-Encontré mucho efectivo en su bolso señor.

-Y tú ¿no tienes nada que decir al respecto? –dijo el oficial dirigiéndose a Eleonor.

-No diré nada hasta ver a mi abogado.

-Mire señora, solo hay dos formas de salir de mi pabellón. –decía el oficial, mientras caminaba alrededor de Eleonor inspeccionando su cuerpo de pies a cabeza. –una, es consiguiendo una celda en el pabellón de mujeres… y otra… por la puerta de salida… ¡PERO!… si usted está dispuesta a colaborar… -dijo de manera insinuante, mientras la punta de su macana acariciaba el interior de su muslo subiendo hasta sus nalgas bajo su vestido.

-¿Qué es lo que quiere? –dijo Eleonor.

-Solo queremos que colabore con nosotros –dijo el oficial.

Sujetó a Eleonor por la cintura y la llevó hasta la mesa, la inclinó sobre la mesa y levantó su corto vestido hasta la cintura. Sus voluminosos glúteos se abrían dejando ver un rosáceo ano, más abajo, unos labios delgados y húmedos se abrían levemente dejando ver un clítoris hermoso.

-Es exactamente lo que buscamos, lo ve “Callahan”, no es tan difícil atrapar a los malos. –dijo el oficial en tono sarcástico.

El oficial desabrochó su pantalón liberando su miembro, su verga aunque no era muy larga, era enormemente gruesa. 18 cm de circunferencia. Su glande rojo era enorme y estaba tan hinchado que brillaba goteando semen de su agujero. Gruesas venas recorrían todo el cuerpo de su verga mientras la frotaba entre los ardientes labios de Eleonor.

El guardia tomó sus grilletes, esposó las manos de Eleonor a las patas de la mesa estirándola, dejando a merced su culo para ellos, sin que ella pudiese escaparse. El oficial metió su verga en la vagina de Eleonor, su enorme miembro estiraba al máximo su conchita.

-¡Ah! ¡Ah! Es tan gruesa, me arde, arde mucho, ¡me va a romper! ¡Ah!

El oficial la embestía con fuerza penetrándola por completa. El guardia, quien se había bajado también los pantalones, ya estaba de rodillas sobre la mesa, asomando la cabeza de un pene, que aunque era más delgado, era tremendamente largo. El guardia metió su verga en la boca de Eleonor mientras ella la engullía hambrienta para satisfacer a sus abusadores. Metía su verga completa, su glande atravesaba su garganta llegando a la entrada de su esófago.

Las arcadas que le provocaba a Eleonor hacían que abundante saliva viscosa lubricara su verga como una diosa. Cada arcada también provocaba que sus esfínteres se contrajeran fuertemente provocando mayor placer a su otro abusador que le penetraba bestialmente la vagina.

-Eres una puta, que rica que estás, que bien aprietas el culo. A ver qué tal te sabe –dijo el oficial, bajando a sus nalgas, las abrió totalmente con sus manos y comenzó a saborearle el ano lubricándolo con su lengua.

-¡Mmm! ¡Ah! –gemía ella cuando ocasionalmente lograba tomar un respiro.

-Sigue así “Callahan” esta perra va a pagar su libertad ahora mismo.

El oficial soltó un grande y viscoso escupitajo en el ano de Eleonor, introdujo un dedo, luego dos, luego tres, Eleonor gemía casi en silencio mientras tragaba verga por el otro lado. Luego colocó su enorme glande en la entrada de su culo y comenzó a empujarlo lentamente. Su ano se expandió dolorosamente tratando de tragar ese enorme tronco.

-¡AH! Mierda, es enorme, no cabe, por favor, ¡no! ¡No! ¡NO! ¡AH!

El oficial no desistiría de su cometido y empujaba con fuerza. El culo de Eleonor se abrió lo suficiente para que el gigantesco glande del oficial entrara, en la punta de su verga podía sentir la calidez de su culo, apenas había metido el glande nada más y ella ya gritaba como una perra.

-Adelante “Callahan”, hazlo –indicó el oficial.

El guardia sin previo aviso metió su larga verga hasta el tronco, en la boca de Eleonor, provocándole una arcada tremenda. Inevitablemente su ano apretó muy fuerte la verga del oficial, estrujando esa enorme cabeza en su interior, los espasmos de su culo le daban el placer más intenso que el oficial jamás había sentido. Sin esperar más, introdujo el resto de su verga hasta los huevos en el culo de ella mientras continuaba contrayéndose.

El dolor cortante en su culo comenzó a apaciguarse dando lugar a una dilatación para recibir aquel descomunal verga. Su recto apretaba y succionaba dentro de sí esa verga con fuerza. Luego de casi media hora de semejante hazaña, una carga bestial de semen caliente estalló dentro de ella llenando todo su intestino de leche masculina.

La verga del guardia le llenó el estómago descargando directamente a su garganta grandes borbollones de semen viscoso, resbalando por su garganta, a su esófago y su estómago.

Esas bestias se saciaron de Eleonor hasta agotarse. Luego se vistieron, retiraron los grilletes de sus muñecas. Y Eleonor tomó asiento luego de vestirse con dificultad. Su culo ardía mientras gotas de semen y sangre escurrían de su palpitante y adolorido ano. El sabor a semen llenaba toda su boca y su aliento.

Se sentó. Los oficiales tomaron el dinero encontrado en su bolso, se lo repartieron entre ellos y le indicaron que esperara en la habitación. Salieron acomodándose los pantalones dejando a Eleonor encerrada en aquella sala.

Unos minutos después dos guardias distintos entraron al cuarto de interrogatorios. Tomaron a Eleonor para saciar sus más lujuriosos deseos. La follaron como a una perra mientras ella gemía incesante de dolor. Era extraño para ella, le daba asco ver a esos hombres tomarla y utilizarla como cualquier cosa, pero una vez que tenía las vergas dentro, una vez que sentía sus enormes troncos penetrarla con fuerza, el placer y los orgasmos se adueñaban de su cuerpo y su mente de manera inevitable.

Uno de los guardias se recostó sobre la mesa, colocando a Eleonor sobre él, cabalgando su verga, que era tan larga como la del guardia anterior. Éste penetró su vagina con avidez, cada embestida empujaba su útero fuertemente, apretando su clítoris haciéndola mojarse abundantemente.

Mientras tanto el otro guardia se acomodaba en cuclillas atrás de Eleonor, bajando su cadera, lubricando con su líquido seminal el ano de Eleonor, la empotró con fuerza, el pene de este guardia era tan grueso como largo, era realmente un tronco monumental, el ano de Eleonor, adolorido y palpitante, ya comenzaba a mostrar pequeños y leves cortes en el borde, tantas vergas penetrándola sin piedad alguna. Ambos guardias la penetraron simultáneamente. Sus vergas llenaban su vagina y su culo reventándola por dentro.

Los alaridos de Eleonor rebotaban en las paredes de la habitación sin ser escuchados por nadie más que ellos. La follaron hasta que el cuerpo de ella se convulsionaba en orgásmicos espasmos. La llenaron de tanto semen que sus agujeros estilaban de viscosos y blanquecinos fluidos al más mínimo movimiento. Su cuerpo débil y tembloroso quedó tendido en el piso de aquella habitación.

Le tomó casi una hora recuperar las fuerzas suficientes para tomar su ropa y vestirse. Luego fue escoltada por uno de los guardias hasta la salida de la prisión.

-Vuelve pronto cariño –dijo morbosamente mientras la nalgueaba al salir.

Eleonor estaba destrozada, caminaba dolorosamente, con dificultad bajó las escaleras hasta el estacionamiento. El auto de Luka ya no estaba. Eran casi las 10:30 pm. Su celular se había quedado sin pila. Estaba varada en aquel oscuro lugar, no había ninguna estación de buses ni gasolinera cercana, solo áridos desiertos, una luna llena y carretera.

Comenzó a caminar en dirección a Alamount, era el pueblo más cercano. Quedaba a 45 min en auto y no sabría cuánto le tomaría llegar caminando. No tenía dinero ni teléfono. Luego de caminar durante 15 minutos, iluminándola desde atrás, los faros de un vehículo se acercaban a ella. Esperanzada en la bondad de un buen samaritano, alzó la mano levantando el pulgar, tratando de conseguir un aventón hasta Alamount.

Unos 20 metros delante de ella, un desacelerado tráiler se estaciona para esperarla. Ella apresura el paso, acomodándose el vestido y arreglando su cabellera alborotada para no dar tan mal aspecto.

-Buenas noches

-Buena noche señorita, ¿se encuentra bien? –dijo el chofer.

-Sí lo estoy, es solo que necesito llegar a Alamount. Y quería saber si usted podría ayudarme.

-Por supuesto, será un placer, suba. –dijo amablemente, tendiendo su mano para que se ayudara a subir.

-Oh gracias, no sabe cuánto se lo agradezco.

-No se preocupe señorita. Llegaremos pronto.

Viajaron en silencio durante un rato. La noche comenzaba a tornarse fría y el vestido de Eleonor no la cubría lo suficiente.

CONTINUARÁ…

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