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Los deseos morbosos de Verónica
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Tiempo de lectura: 5 minutos

A través de este medio he conocido a tres chicas que después de algunos correos electrónicos hemos llegado a la cama. Me sorprendió que la primera fuera una chica que apenas había cumplido sus 18 años. Pensé que al igual a otras chicas jóvenes que me follé antes, Verónica tenía una fantasía en particular de follar con un hombre maduro, pero me equivocaba; lo de ella era curiosidad por mis relatos y pensé que solo se quedaría con esos cuestionamientos a través de nuestro chat electrónico. Al principio fue hablar de mis relatos y mi sexualidad, pero cuando ya me tuvo confianza, ella me comenzó hablar de su vida íntima.

En el momento me decía que no tenía novio y que solo había tenido uno y lo que ella describió como algo breve e irrelevante. Me contó que había crecido con padres muy estrictos y religiosos y que apenas le dejaban salir a solas y era por eso por lo que miraba con gran entusiasmo ese futuro cercano para comenzar la universidad. Por esos días me había contado de cómo descubría su sexualidad y como había encontrado su primer orgasmo por puro accidente.

Recuerdo que Verónica me contó que miraba una película cuyo título no recuerdo ahora y en la cual tenía un contenido sexual y miraba esta escena que le enloqueció las hormonas. Decía que estaba a solas en el sillón de casa y que estaba un poco frío y se arropaba con una cobija y tenía un cojín entre sus piernas. Ella solo vestía una falda que le permitía acomodarse abriendo sus piernas y la combinación de la escena y el roce de la pelusa del cojín cerca de su conchita le enviaron un choque eléctrico exquisito y que siguió repitiendo porque después ella misma se empujaba el cojín hasta que en unos minutos la llevaron a la explosión de su primer orgasmo. Me contaba que no podía comprenderlo, pero no era cuestión de entender, para ella era cuestión de volver a experimentarlo. Y fue ese cojín el compañero sexual de Verónica por esos días.

Luego me contó que aprendió a encontrar los orgasmos a través de masajear su clítoris y me hacía saber que le daba pavor introducirse algún dedo en la vagina. También tenía en su mente algunos mitos populares entre las chicas que hablaban de que un médico ginecólogo podría descubrir cuando una chica se masturbaba o había perdido la virginidad. Y aquello le producía miedo a Verónica, pues su madre hablaba de llevarla a esa revisión obligada a estas alturas de su vida. Y era por eso por lo que solo se masajeaba el clítoris para lograr un orgasmo.

Con los días y con más confianza me habló de que ella deseaba que yo fuera ese primer hombre que la penetrara. Me pareció que solo era una plática para quemar el tiempo entre el fuego de la excitación, pero su plática con el tema era constante y ya nos habíamos enviado fotografías para que supiera que yo era ya un hombre mayor de 49 y ella una chica joven y muy bella que podría encontrar una pareja fácilmente. Ella insistió que deseaba que esa primera vez deseaba que fuese yo quien me la cogiera y estaba dispuesta a viajar las cinco horas en vehículo para llegar a mi ciudad. Eventualmente tuvimos ese encuentro, en el cual vivimos un maratón sexual que creo que fueron tres días consecutivos de puro sexo y en el cual Verónica involucró a su amiga de nombre Lizbeth, y fue la primera vez que hice un trío y quizá lo hice porque eran dos chicas jóvenes deseosas de tener una aventura sexual con un hombre de experiencia y mayor como yo.

Verónica aún se ríe porque literalmente al encontrarme con ella en el restaurante del hotel, le he pedido su identificación y corroborar que era mayor de edad. Apenas los había cumplido, pero si han leído mi relato titulado: Verónica, una lectora que se convierte en uno de mis relatos, la describo como una chica petit, de rostro infantil que realmente parece que fuese más joven. Inclusive, ahora que ya cumplió los 21, tiene ese rostro infantil, aunque puedo observar que tiene un poco más grandes los senos. Tiene un rostro divino, dos meloncitos redondos bien acorde a su cuerpo y un trasero sólido, redondo y precioso. En esa ocasión le rompí cuidadosamente su conchita, también le desvirgamos el culo y le enseñé como se debe mamar una verga. Creo que disfrutó todo lo que hicimos a pesar de que por unos días vivimos esa incertidumbre que no le bajaba la regla, pero al bajarle me estaba pidiendo que llegase otra vez para otro maratón sexual. Realmente quería volverlo a vivir que un día me llamó diciendo que estaba en la ciudad y que quería verme.

La vi un tanto obsesionada con vivir el sexo conmigo nuevamente y en esa ocasión me dijo que deseaba venirse a vivir conmigo. Le hablé de nuestras edades y que ahora pensaba eso, pero conforme pasaran los años y viviera otras experiencia, su mentalidad cambiaría. Cogimos un par de días cuando vino a mi ciudad y desde entonces solo nos escribimos. Este próximo diciembre se va a graduar de la universidad con una licenciatura en biología y me ha invitado a su graduación. Me sigue diciendo que no tiene novio y que desea que yo llegue, aunque sea por última vez. Que ya entendió lo que yo le hablaba de nuestras edades pero que por lo menos desea estar conmigo una vez más. Ayer le pregunté que me dijera el por qué quiere que haya otra y última vez y esto fue lo que me contestó:

– Tony, a pesar de nuestra diferencia de edades, me siento más identificada contigo que con los hombres de mi época. Contigo siento esa libertad que no encuentro con nadie más en la cama. Me dijiste que tuviera otras experiencias y que poco a poco mi mentalidad cambiaría y la verdad que ha cambiado, entiendo que tú eres un hombre que disfruta de su libertad y eso lo he descubierto a través de tus relatos y créeme, es respetable. Quiero verte otra vez porque simplemente me gustas, eres un caballero, sabes escucharme y creo que hasta intuyes mis debilidades. Quiero que haya una última vez porque me gusta tu seguridad, de cómo hablas y todos esos ademanes cuando te comunicas, me gusta verte hasta como tomas los alimentos. Me gusta tu olor, me gustan tus canas… me gusta ver ese rostro lindo cuando acabas y me llenas de ti. Te das cuenta… soy libre ante ti y decirte esto, algo que no podría decirle a nadie. Quizá nunca te lo hubiera dicho, pero porque me lo has preguntado te lo hago saber: ¿Por qué quiero verte otra vez, aunque sea la última vez? Porque me gusta cómo me besas y como tu lengua acaricia mi cuello, porque me gusta sentir tus manos que fácilmente se apoderan de mis pechos, porque es una delicia sentir y ver con la delicadeza que mamas mis pezones que me vuelves loca. Quiero verte otra vez porque tú fuiste el primero en hacerme acabar con las caricias de tu boca, porque me vuelves loca cuando te comes mi conchita, me encanta sentir tu respiración y sentir como tu lengua se hunde en mi vagina. Quiero verte otra vez y aunque sea la última, porque quiero sentir tu verga en mi boca una vez más, quiero ver cómo tu hermosa verga se hunde en mi conchita y sentir esa invasión otra vez que, aunque me causa cierto dolor, pero es más grande el placer el sentir tu verga en mi trasero. Tony, quizá no hablo mucho cuando estamos juntos, pero quiero que sepas y solo te lo digo porque siento la libertad de decírtelo: Quiero que haya otra vez, aunque sea la última vez, porque me encanta y me vuelves loca cuando me comes el culo… de solo recordarme se me eriza la piel, de solo escribir esto para ti, mi conchita está vibrando y se ha mojado de imaginar que lo volveríamos hacer. Quiero sentir esas corridas dentro de mí, quiero que me hagas sentir esa mujer deseada. Por eso Tony, quiero que haya otra vez, aunque sea la última vez, pero quiero que lo sepas… siempre te pediré otra vez y dejaré de hacerlo hasta como tú dices; te hayas convertido en un viejito indeseable.

No sé si Verónica continúa leyendo mis relatos a través de este medio, pero definitivamente estaré ahí para su graduación. Realmente es una chica muy linda y hermosa y, aunque como ella lo dice que es muy callada cuando está conmigo, realmente también me gustan sus gestos, sus gemidos, verdaderamente me gusta toda ella.

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