Estaba a punto de salir a almorzar cuando el sargento y detective Jones me llama por teléfono diciendo: -¡He vuelto a localizar a su chica! – Al principio no sabía de lo que me hablaba, pero luego me clarificaba los detalles. Resulta que nuestra compañía venía con una misión comunitaria y le habíamos dado cierto espacio para que los agentes de policía que trabajan al lado de nuestra ciudad no tuvieran que atravesársela para administrar sus reportes diarios; les dimos un espacio y la logística y desde ahí hacían ciertos operativos. Y es de esta manera que conocía a muchos detectives y oficiales de la policía.
Tres meses antes a esta última llamada del detective Jones, él mismo me había interrumpido cuando caminaba cerca de estas instalaciones y de lo único que usábamos era un enorme auditorio donde conllevamos algunos entrenamientos. Recuerdo que en son de broma me decía:
-¡Mire a todas esas lindas chicas que nos hemos conseguido!
-¿Y esto de que trata?
-Son edecanes… o prostitutas de la alta clase. -me explicaba.
Todas parecían chicas muy guapas y bien vestidas y de repente me llamó la atención una chica alta de cabello largo y oscuro cuyo rostro me parecía familiar. Enfoqué mi mirada en ella y tenía la seguridad que la conocía, aunque en esta ciudad nunca hasta ese momento había tenido la oportunidad o necesidad de haber contactado a alguna prostituta. Le pregunto al detective Jones:
-¿Sabe cómo se llama esa chica del vestido café?
-La chica alta… ella se llama Adele M. – me contestó y me preguntó: -¿La conoce?
-Creo conocerla… Detective Jones, me puede hacer llegar la foto de esa chica por favor.
-Con mucho gusto… en este momento le hago llegar su archivo.
No tenía que hacerlo, pero creo que el oficial sabía que, gracias a mí, ellos contaban con estas instalaciones que eran mucho mejor de cómo se encontraba su departamento policial. Me trae el archivo y viendo la foto que le acaban de tomar a esta chica corroboro que se trata de la misma. Es la misma Adele M. que había conocido unos tres meses atrás para las vísperas de navidad del año anterior. Pensé que ella seguía trabajando con nosotros, pero indagando con recursos humanos, me hacen saber que tiene dos meses de haber renunciado. Llamo al detective y le hago hacer saber mi petición:
-¿Podría hacerme un favor muy confidencial detective? ¿Podría dejarla en libertad y solamente darle una advertencia?
-¡Ningún problema Sr. Zena! En este momento hago desaparecer el archivo y la pongo en libertad.
-¡Le agradezco mucho! -terminé diciéndole.
Adele M. me la habían presentado tres meses atrás en esos eventos de fin de año. La habían contratado como vendedora y en ese momento era la primera mujer hispana que se unía a esta fuerza laboral en lo que era tradicionalmente un territorio de solo hombres. Cuando hablé con mi amigo Rivas quien era la persona que la había contratado y me la había presentado, me dijo que no había llegado a las expectativas y que según él se miraría con la pena de despedirla y en cambio fue ella la que le presentó su renuncia. Me dijo que Adele le había dicho, que había aceptado un trabajo donde su salario se incrementaría al 100%. Y es todo lo que me dijo y yo pues no le mencioné nada de lo que acaba de suceder en ese entonces.
Cuando el detective Jones me dijo que nuevamente la había localizado, pensé que la tenía arrestada, pero él me explicaba que la habían localizado en una revista donde se promueve este tipo de negocios clandestinos y me hace llegar la revista donde puedo ver a esta chica de nombre Adele y que en este mundo no cambia su nombre; continúa llamándose Adele. El detective Jones me hace saber que pronto volverán a hacer otra redada y aunque no me dice que día ni a que hora, solo le dije lo siguiente: ¡Bueno, intenté ayudarla, ahora que asuma las consecuencias!
En el tiempo que tuve la revista en mis manos puede memorizarme el teléfono que mostraba. Tan pronto se fue el detective y lo apunté en un pedazo de papel y comencé a fantasear disfrutando del cuerpo de esta bella mujer. En la revista se describía de un metro setenta y de 140 libras. No tenía que describir su cuerpo pues las fotos mostraban dos hermosos melones y un suculento trasero, el cual lo mostraba totalmente desnudo. Su conchita estaba depilada totalmente y mostraba dos tatuajes; uno en su área lumbar y el otro en la parte de su abdomen casi llegando al monte venus. Dice que tiene un arete en su conchita y el cual no se advierte en la foto y luego después le encontraba un cierto parecido a Roselyn Sánchez, esa actriz que creo es de descendencia puertorriqueña, aunque Adele tiene mucho más melones y mucho más trasero, y creo que es más bella que la actriz.
Esa tarde estaba debatiendo sí llamarla, sí en verdad me la quería follar. Sí enredarme en algo así y que me reconociera que yo era el vicepresidente de la compañía donde ella trabajó meses atrás. Me ganó la tentación y esa tarde ya para salir de mi oficina hice el primer intento de llamarla. Dejé mi número de teléfono, pues ella no contestó y a eso de las cinco de la tarde me llama:
-¡Hola! Usted dejó un mensaje requiriendo de mis servicios. ¿Usted no tiene que ver con ninguna agencia policial verdad?
-No… solo busco compañía y algo de diversión. -le dije.
-¿Y cuánto tiempo usted desea y cuando… que zona de la ciudad?
-Hoy esta noche, una hora y media y estoy en el hotel xxx.
-Bueno, eso le costará $550.00 más el costo del taxi.
-¿Haces fetiches?
-¡Si… soy de mente abierta! Pero eso lo hablamos personalmente.
-¡Está bien! Te espero a las siete.
Reservé la habitación del hotel, me llevé unas seis cervezas, compré unas saladitas y un paquete de tres condones. Llegaron las siete y ella me llamó diciendo que el taxi se había tomado más tiempo, aunque sé que me mentía, pues la vi bajar desde mi balcón de un todoterreno de lujo. Me llamó de un lugar cercano y me pidió que le enviara una foto mostrando el número y la puerta de mi habitación. Así lo hice y minutos más tarde alguien tocaba la puerta. Vi por la mirilla de la puerta y veo que se trata de Adele.
Llevaba un vestido azul claro escotado, donde se podían ver en algo esos preciosos melones. El vestido estaba tan tallado a su cuerpo que se podía ver la majestuosidad de su suculento trasero. Zapatos negros que le hacía ver más alta y verdaderamente Adele se mira muy hermosa y pone su cartera en el buró donde está el televisor. Me mira y pienso que me va a reconocer, aunque creo que ella nunca me había visto vestido de una manera deportiva pues las dos veces que me vio y nos saludamos, siempre estaba con mis trajes ejecutivos. Creo que tiene un debate interno, pero no me dice nada. Lo único que me dice que es una bonita habitación y por cuanto tiempo voy a estar en la ciudad. Hacemos una pequeña conversación, pero como aquí se trata para ella de hacer dinero y yo obtener placer por minuto pagado, ella va al grano y me pregunta cuál era mi fetiche.
-¡Sexo griego! -le contesto.
-¡Ah… te gusta el sexo anal! Bueno, bueno… Eres un hombre alto. ¿Un metro noventa?
-Un metro ochenta y ocho. -le digo y sonríe.
-Bueno, no sé qué tan dotado eres todavía, pero sin ver nada y sin echarme hacia atrás… ¿Qué te parece $200?00 más?
-$750.00 por una hora y media.
-Si… nos olvidamos de la cuota del taxi y te acompaño por dos horas.
-¡Esta bien! -le dije.
Ya para esas instancias Adele se me había acercado lo suficiente y mientras ella me hacía aquella plática me ponía sus dos hermosas tetas contra mi pecho y yo le tomaba de la cintura. Pude aspirar ese perfume dulce de mujer aventurera y me la imaginaba como la había visto vistiendo casi nada o nada en la revista por la mañana. Me puso su labios rojos cerca de mi cuello y me susurró: ¿Qué te pasa por esa mente diablillo?
Debo decir que Adele tiene una sonrisa muy linda, de dentadura perlada y perfecta. Usa poco maquillaje y su manicure y pedicura son notables en lo que es su estética. Usa un reloj color oro y un anillo color plata, pero que no insinúa que es de matrimonio. En ese momento terminaba de darle el último trago a mi cerveza y le pregunto:
-¿Tienes novio o estás casada?
-Si… tengo novio. – me dijo, alargando la vocal “i”.
-¿Imagino que él no sabe nada de esto?
-¡Por supuesto! ¡No fuéramos novios si lo supiera!
-¿Y por qué te dedicas a esto? ¿Por qué esto?
-Siendo honesta… curiosidad. Yo solo lo hago de vez en cuando pues tengo un trabajo regular.
-¡De veras! ¿Y qué es lo que haces en ese trabajo?
-Soy representante de ventas. Aunque usted no lo crea, tengo una licenciatura en mercadeo.
-Ah… claro que te creo. Tienes una aptitud y un vocabulario de una persona educada.
Ella se comenzó a quitar su zapatos de tacón alto sentándose en un sofá cerca de la cama y pude ver que su vestido que le llegaba por sobre las rodillas eran de esos que están abiertos de en medio y me permitía ver sus dos hermosas piernas y en el final una prenda íntima de color oscuro pues también vestía medias oscuras que hacían ver más morenas sus piernas y más sedosas. Ella me sorprendió hipnotizado por su belleza y me hacía plática:
-Y usted… ¿Es un hombre casado me imagino?
-Te equivocas… tengo un hijo ya mayor, pero sigo siendo soltero.
-Creo que usted es de esos hombres que piensan que se ahorran al pagar para que les limpien sus casas, que les hagan la comida y pagar por sexo una o dos veces a la semana que, tener una mujer de planta o una esposa. – me lo decía sonriendo.
-Quizás tengas razón.
-¿Y que edad tienes si se puede saber?
-En un par de meses cumplo 44.
-Yo tengo 26 años… ya muy mayor para usted ¿verdad? -volvía a sonreír.
-¡Pensé que eras menor de edad! -también le sonreí.
-¡No! Ya tengo mi años. Dígame, le gustaría que tomáramos una ducha juntos.
-¡Me parece una buena idea! -asistí.
Me pidió que le desabrochara el vestido y le bajara el cierre. No necesitaba sostén, no llevaba. Luego le asistí con remover sus pantimedias, las cuales casi las rompo, pero finalmente Adele me queda solo en un diminuto bikini del mismo color de su vestido, pero que las pantimedias hacían ver más oscuros. Ella se puso de pie sin permitir que le removiera su prenda íntima y me comenzó a ayudar a remover mi camisa polo y mi pantalón de vestir. Me removió los zapatos y calcetines cuando me senté en la cama y al igual que ella me quedo solo con un bóxer del cual ella descubre que tienen ya una zona húmeda, pues es una delicia ver a esta chica con, y mas rico verla sin vestido.
Caminamos hacia la regadera donde ella se pone una bolsa plástica que ya yacía en el baño y me da un abrazo y me comienza a besar los pectorales mientras con sus dos manos me masajea las nalgas y con los segundos me baja el bóxer y luego me dice: ¡Le voy a dar el honor que me remueva mis calzoncitos! – Y nuevamente me sonreía con esa mirada picara y sensual que tiene esta linda y hermosa chica. Nivela el agua a una temperatura adecuada y ambos nos metimos a la tina.
Me enjabonó completamente y me pidió que yo hiciera lo mismo mientras la regadera caía distorsionando su rostro entre el agua. Me di gusto masajeando sus dos suculentas nalgas y acariciaba sus pechos y ella hacía lo propio con mi pene el cual se mantenía completamente erecto sintiendo las pequeñas manos de esta chica de nombre Adele. Cerró el grifo del agua y pensé que en ese momento nos secaríamos para pasar a la cama, pero Adele se agachó y me tomó la verga con su dos manos y comenzó a hacerme un oral erótico y muy delicado. Cuando hizo una pausa me dijo: Sabe… si hubiese visto esa verga antes de cobrarle, le hubiese cobrado mucho más… ¡Tiene un pedazo de carne muy grande!
Después de un erótico oral de unos diez minutos, donde me chupó los huevos, Adele abrió de nuevo los grifos y nos aseamos nuevamente, me secó, yo le ayude a secarse y me tomó de la mano y me llevó a la cama. Ella tiene el cabello seco y se acuesta primero y desde esa posición sentada me pregunta:
-¿Qué se le antoja hacer? ¿Qué le pasa por esa cochina mente?
-¿Puedo saborear esos pezones, esa conchita?
-Seguro que si puede… puede saborear todo lo que usted quiera. Lo único, que no se admire si me hace acabar rápidamente. Ya me tiene tan excitada de solo ver esa hermosa verga que tiene, que siento que es solo de segundos para que me haga correr.
No sé si era un cumplido o artimañas de una chica que se especializa en mercadeo, pero la verdad que cuando le abrí las piernas, pude ver como le brillaba su conchita de húmeda y comencé a besarle el cuello y pronto llegué a esos hermosos melones los cuales ya me recibían bien erectos y Adele solo me dijo mientras se le escaba un gemido: ¡Carajo! ¡Que rico como me estás mamando las tetas! -Supe que Adele es de esas chicas comunicativas en el sexo, pues no solo te da expresiones o gemidos, te hace saber en palabras lo que va sintiendo. Cuando bajaba mi lengua por su abdomen por su monte venus, me tomó de las manos y me las puso en sus dos hermosos pechos y me dijo: Masajéamelas y apriétame halando el pezón… me encanta, me enciende.
Llegué a su conchita y descubrí ese arete que su perfil en esa revista erótica mencionaba. Adele no mentía en lo que a lo excitada estaba. Sus jugos humedecían toda la entrada de su vagina que incluso en el canal de sus nalgas, se miraba como sus jugos se deslizaban por allí. Una conchita joven, con olor fresco y de sabor salado y comencé a invadir su cálido y ardiente orificio y ella solo me dijo: ¡Me vas a hacer acabar! Siento que me tiemblan ya las piernas. – Pensé que eran solo palabras para encender mucho más el ambiente, pero haciéndole el oral de una manera delicada, Adele comenzó a elevar sus caderas, haciendo ese vaivén para sentir el choque y calor de mi lengua. Le iba a hacer su primer masaje por el clítoris y se corrió diciendo: ¡Por Dios… que rica corrida! -Y me tomó la cabeza entre sus piernas y me la empujaba con sus dos manos como queriendo sentir mucha más presión y expandir la electricidad de su orgasmo. Pareció que se le calmaba la sensación y yo seguí chupándole el clítoris y de repente volvió a hacerlo y me decía: ¡Por Dios… me estás haciendo correr otra vez! ¡Que rico… méteme la verga en la conchita! -me gritó. Me fui por sobre ella y le taladré la concha con todas mis ganas con embestidas potentes y profundas que Adele solo gritaba del placer y aquello me llevó a explotar con una poderosa corrida que llenamos las sabanas de la cama. En eso sí no habíamos quedado de acuerdo, si el sexo iba a ser al natural o con protección. Adele solo me dijo al recobrar la normalidad de la respiración: ¡Qué rico me has hecho acabar y veo que tú también te has corrido! -Me limpió con unas toallas higiénicas húmedas que ella sacó de su bolso al igual que un par de condones y me dijo:
-¡Olvide ponerte el condón! No te preocupes que yo me cuido.
-Estaba tan excitado y cuando me pediste que te penetrara, pues ya no pensé en el condón. -le dije.
-¡No te preocupes! Al igual yo, estaba tan excitada que ni me pasó por la cabeza. ¿Estas listo para follarme el culo?
-¿Tú que crees?
-Veo que necesita ayuda, pero creo saber que hacer para que esté lista.
Me acostó a la orilla de la cama y ella se puso de rodilla y comenzó a darme más oral, donde sentí que mi verga tomaba volumen adentro de su boca. A los minutos solo podía con la mitad de mi verga y volvía a darme un oral delicado y en esa posición me volvía a chupar los testículos y masajeo eróticamente mi zona de perineo. Sacó de su cartera un tubo de lubricante y me dijo: -¿Quieres aplicármelo? -lo tomé en una de las manos, pero pensándolo se lo pregunté: ¿Te puedo comer el culo? -ella me volvió repetir lo que minutos antes me había dicho al empezar: ¡Usted puede probar todo lo que usted quiera!
Ahora era yo quien la dirigió en ponerse de perrito o en cuatro y allí tenía el suculento trasero de Adele y podía divisar ese tatuaje por su espalda baja y comencé a comerle y pasarle la lengua por todo alrededor de las nalgas. Al principio gemía tímidamente, pero luego al paso de algunos minutos me fui acercando al canal de sus nalgas y de repente sintió la invasión de mi lengua en su ojete. Podía ver como lo contraía del placer y entre gemido y gemido me decía: ¡Carajo, tú si sabes lo que haces! – Continué invadiéndole el ojete, hasta que llegué a insertar el falange proximal de mi dedo índice y luego también el de mi dedo medio. Ella gemía cuando le hacía la invasión y me lo volvía a pedir: ¡Cómeme el culo! ¡Quiero sentir como me metes esa rica lengua en mi culo! -pasé comiéndole el culo otros diez minutos más y podía ver como su concha emanaba esa miel salada que caía empapando las sabanas.
Llegó el momento de perforar ese rico culo y Adele había sentido mi glande llegar a su orificio. Ella solo dijo: ¡Que rico! Ve despacio que tienes una verga grande y cabezona. – Intentaba sumergir mi glande, pero su esfínter me lo rechazaba. Volvía a intentarlo y cuando lo hacía Adele solo gemía y me decía que no me moviera mucho. Me llené el falo con el lubricante que ella me había dado y volvimos a intentarlo, pero incluso con mucho lubricante parecía imposible. Adele tiene unos glúteos firmes y suculentos, pero en sí su entrada, su esfínter es muy reducido. Ella, al igual que yo no desistimos y creo que para mí era mas grande el morbo de ver cómo el esfínter de esta bella mujer me rechazaba. Finalmente lo sostuve con mis manos y empujé con más presión con mis caderas y sentí que entró una buena porción, pero pensando que igual me lo rechazaría, he empujado más, mis 22 centímetros entraron y mis huevos se acercaron a su jugosa panocha. Adele solo había exclamado con un gemido más alargado: ¡Carajo… tienes una verga que sí se hace sentir! No te muevas mucho, que me duele.
Con los minutos le estaba haciendo un vaivén y con embestidas más sostenidas. Podía escuchar como Adele se masturbaba la conchita y de vez en cuando me masajeaba por algunos segundos los testículos. Ella estaba en posición de perrito sobre la orilla de la cama y por mi altura y mis brazos largos, podía llegar a apretarle los pezones, pero le encantó que le chaqueteara la conchita. Ella me lo decía posteriormente: No es lo mismo masturbarse a que lo masturben. – Le hacía un chaqueteo frenético en su conchita y me concentraba a estimularle su clítoris cuando hacía pausas al follarle el trasero. Ella me lo volvía repetir: Usted si sabe lo que hace, me va a hacer correrme de nuevo. Pude sentir como me mandaba ese mensaje al contraer su culo y yo no dejé de masturbarle la conchita cuando me lo gritaba: ¡No pares! Dame, dame, dame… que me vengo. Me vengo… me vengo. -Se fue de bruces por no poderse ya sostener y me he ido junto con ella y le arremeto contra su culo con embestidas violentas y Adele solo gemía y gritaba como loca. Al recuperar la respiración solo me dijo: ¡Me mató de placer! Usted si sabe coger. Terminando de decir eso estaba cuando le dejo ir mi corrida en su rico y cálido culo. Se sorprendió diciendo: ¡Se corrió en mi culo! ¡Qué caliente y rico se siente eso!
Esta era mi segunda corrida y ella me había corroborado lo que yo intuía, que se había corrido cinco veces. Nos fuimos a dar una ducha de nuevo y en esta ocasión lo hicimos de manera separada pues Adele expulsaba mi corrida de su ano en el inodoro. Ella se duchó y salió con otro bikini de color rojo que era llamativo y se le miraba bien sensual. Tenía unas caderas de ensueño y al ver ese rico trasero en posición de perfil, se podía notar lo suculento de tan rico manjar. Ya me lo había follado, ya lo había disfrutado y lo único que no había hecho con ella era venirme en su linda boca. Yo salí con mi bóxer y todavía faltaban 45 minutos para la hora acordada. Adele me hacía plática, solo cubierta por ese diminuto bikini rojo, con cierta textura al frente y con un moño pequeño de color blanco como un adorno. Me preguntó:
-¿Se siente satisfecho… he llenado sus expectativas?
-Todas. -le dije y continué diciendo: -¡Cómo envidio a tu novio! Tener ese rico postre todos los días.
-¡Quizá uste lo aprecia porque no lo tiene todos los días! Sabe, usted es un hombre muy guapo, que puede conquistar a cualquier mujer que usted quiera. Le voy a ser sincera… yo pagaría por una culeada como la que usted me ha dado… quizá yo le deba. – y reía.
-¿Por qué lo dices?
-Se mira que se cuida, viste bien, luce bien. Honestamente tiene un cuerpo que atrae a cualquier mujer. Desde que lo vi, verdaderamente me encantó y en el sentido sexual, nunca me esperé encontrar un miembro tan potente… Miré que con todo eso uste me ha sacado cinco orgasmos que me han hecho vibrar de la emoción.
-¿Tu novio te satisface sexualmente?
-¡Podría decir que si! Pero no podría decir que llegan al nivel que usted me ha hecho vivirlos.
-¿Quizá porque radica en lo prohibido?
-Quizá esa sea una de las razones, pero su posición física, lo que proyecta como hombre… esa seguridad, la manera como habla y esa bonita carita, a cualquier mujer vuelve loca en la cama.
-¡Creo que verdaderamente eres una vendedora!
-No… no me lo tomé a mal. Realmente dan ganas de complacerlo como usted quiera. Dígame… ¿Qué se le antoja ahora mismo?
-¡Me gustaría sentir tu boca mamando mi verga!
-Yo se la chupo hasta que se venga. ¡Vengase cuando quiera!
Se quedó en su bikini rojo y me bajó el bóxer cuando estaba sentado en el sofá. Mi verga reaccionó al contacto de sus labios y miraba como desaparecía en parte cuando intentaba tragársela lo que mas podía. Me la pajeaba, me la mamaba, me hacía gestos sensuales, me la besaba cariñosamente y le anuncié que me venía. Ya era mi tercera corrida y aun así le salpiqué sus tetas. Adele solo me dijo cuando salía de nuevo al baño: ¡Hasta tu corrida sabe rica… tiene un sabor dulce!
Llegó el momento que quizá Adele nunca esperó. Me estaba poniendo los pantalones y a ella ya le había asistido en poner su vestido azul celeste y sus pantimedias. Nos estábamos preparando para despedirnos cuando yo le dije:
-¡Sabes, desde que entraste me he estado rompiendo la cabeza, pues creo que te había conocido antes!
-¡Qué curioso! Yo también tenía esa sensación. Usted se parece a unos de mis primos… pero creo haberlo visto en algún otro lugar.
-¿Tú eres casada verdad… y no solo es que tienes un novio? -Ella cambió el semblante.
-¿Quién es usted? -me preguntó con una voz nerviosa.
-¡No te preocupes… eso es irrelevante! Creo que conozco a tu madre Myriam, a tu pequeña hija de nombre Rocío y tu esposo Roger.
-¿Quién es usted? ¿Es acaso usted un policía?
-No… no te preocupes, pero mira ese expediente. Abre la puerta del buró y verás un archivo. Ve y revísalo.
Adele se rehusó abrir el buró y me hizo saber con sus movimientos que saldría de la habitación. Yo la hice parar en un instante sin tocar su cuerpo: -Si sales de aquí, te juro que tu madre y esposo verán ese archivo. Te conviene verlo. -le dije. Ella dio la vuelta y se dirigió hacia el buró, no sin antes darme una mirada de odio. Vio el archivo y lo dejó caer al buró y me dijo:
-Dígame… ¿Qué es lo que usted quiere?
-Nada en realidad… Yo te busco en casa cuando tu marido salga a trabajar. Yo te voy a decir lo que quiero de ti.
-Si lo que usted quiere es sexo, usted me tiene en sus manos, aunque también a usted se le puede convertir en algún escándalo.
-¡No te preocupes de mí! Yo no tengo esposa, no tengo hijos menores, no tengo una madre, ni nadie que sienta pena por mí. Sabes Adele, ¿ves ese cargador de celular conectado ahí? Pues es una cámara que ha grabado todo lo que ha pasado aquí. Yo puedo salir como el hombre que busca el placer y tu una prostituta que debe explicar a su marido, madre y quizá un día a su hija, esto que hemos vivido hoy. No te preocupes… escúchame y realmente quiero ayudarte.
-¿Ayudarme? Me ha cogido y me está extorsionando y dice que me quiere ayudar…
-No lo entiendes ahora, pero si no venía hoy, quizá en esta semana te atraparía la policía. Te dejaron ir esa vez que te atraparon por petición mía. Eres una chica hermosa que a cualquier dan ganas de follar y puedes hacer dinero mientras no te atrapen. Tú ya estás en la mira de la policía y mi consejo es que te alejes del todo de esto.
-¿Cómo? Debo un vehículo que no podre pagar y muchas cosas que no sabré como explicar.
-¿Qué es lo que sabe tu esposo?
-¡Nada! Según él, sigo trabajando en la misma compañía como vendedora. Y eso me daba la oportunidad de salir tarde y llegar en la noche.
-Esta bien… vete a casa y relájate. Intentaré ayudarte.
Aquella mujer salió cabizbaja y casi se le salían las lágrimas. Realmente me dio mucha lástima y en cierto sentido me sentía culpable de haberme aprovechado de ella, pero ciertamente quiero decir que, si alguno de ustedes hubiera estado en mis zapatos, igual se la hubieran follado. Es muy difícil resistirse a coger a esta mujer. La verdad llegué con una idea diferente donde no pasaba la idea de follármela. Una vez vi ese hermoso culo entrar en esa habitación de hotel, se me fue imposible. Me la cogí y ambos disfrutamos del sexo. Adele se fue y me dejó los novecientos dólares que había hecho un puño al salir del cuarto de hotel. Los recogí y me fui a mi casa.
Tres días después la fui a buscar a su casa cuando sabía que su marido no estaría. Su madre abrió la puerta y salió vistiendo unos ceñidos pantalones vaqueros y una blusa muy ajustada. Me miró con desdén, pero calmó su furia para no dar una mala impresión con su madre. Estábamos en el patio frontal cerca de la acera y de una manera tosca me cuestionó:
-¿Qué es lo que quiere?
-Que vayas a aplicar para el puesto de vendedora a este lugar.
-¡Lo sabía! Ya me recordé…. Usted es el presidente.
-Si… ve y Rivas tiene por orden mío aceptar tu reintegro. Te dará el mismo salario y yo te ayudaré con lo que debes al concesionario.
-Eso mucho… son más de mil dólares el pago de ese carro mensuales. ¡Nunca podría pagárselos!
-Adele, no te preocupes del pago… algo imaginaremos.
-¡Usted quiere sexo!
-¡No sé… quizás!
-¡Esta bien! Seré su puta, si eso es lo que usted quiere.
-Adele, este es tu secreto y mi secreto. Si tú haces tu parte, yo haré la mía y nadie sabrá nada de esto.
Por ese tiempo cogimos como locos y Adele fue hasta reconocida como la vendedora del año. Yo nunca tuve que ver con ese reconocimiento, pues estaba ya retirado de esa compañía. No cogemos tan seguido como en esos primeros meses, pero de vez en cuando le doy una llamada para ponernos de acuerdo. Hoy ella tiene 34 años y ese tremendo culo no deja de ser espectacular. No sé si sea mentira con ese talento de vendedora, pero me ha dicho que gusta más de coger conmigo, que con su propio marido… que, si yo lo quisiera, ella estaría dispuesta de dejar a su marido y vivir como mujer mía. Y ella me lo recuerda en son de broma… una mujer de planta sale más cara que los placeres de una puta tres veces por semana y de las sirvientas que ayudan a limpiar la casa. Hasta el momento, le dejo ir algunas cuantas corridas por año y ella se sigue corriendo de esa forma tan erótica y espectacular.