Unos días después del último trio con Juan y su amigo, mi macho maduro, me llamó para arreglar e ir juntos al sauna del que me había hablado, me entusiasmaba mucho la idea de que me coja en público, a pesar de que no eran muchos los tipos con los que me había acostado, en varias ocasiones me habían garchado con otro tipo mirando, y ya había experimentado, algunas veces encuentros de a tres. La idea de dejarme coger delante de algunos desconocidos me calentaba mucho, me imaginaba la cara de los tipos viéndome gozar con mi hombre y deseándome, me excitaba muchísimo, era algo parecido a salir del clóset, solo que dejándome ver con gente desconocida y que eran todos del mismo ambiente, o sea todos homosexuales, sentía que era como confesar que me gustaban los hombres y era bien puto.
De lo que no estaba muy seguro, era de dejarme coger por cualquiera, hasta ahora no había tenido problema en encamarme con tipos que acababa de conocer en la calle, pero esto me parecía distinto.
De todos modos acepté la invitación de Juan y fui a encontrarme con él para ir a ese lugar.
Llegamos a la puerta, había que bajar al subsuelo, eso era en la calle Viamonte casi Maipú, en pleno centro de la ciudad. (Ya ese no está más, pero hay otros que se podía ir hasta que empezó la pandemia)
Tocamos el timbre y nos abrieron la puerta, nos recibió un señor, que a mi me dio la impresión que me miraba demasiado, luego entendí que no era muy habitual ver entrar a ese antro, a chicos muy jóvenes la mayor parte de los tipos que iban, eran de entre 50 y 70 años, algunos pocos de entre 30 y 50, y definitivamente casi ninguno de 20, por eso cuando aparecía muy de vez en cuando un pendejito como yo, los tipos y sobre todo los activos, se los querían comer crudos
Yo llegando con un hombre de más de 60 años y encima viendo que mi amigo pagaba las entradas, era como evidente que él era mi macho y yo el putito. Al pagarle el tipo nos entregó un toallón y ojotas, pasamos a la zona de vestuario, allí nos quitamos la ropa, la guardamos en un locker, nos envolvimos con el toallón y nos calzamos las ojotas, de allí fuimos a las duchas a darnos un baño. Había 6 u 8 duchas individuales separadas, pero sin puertas, o sea cualquiera que entraba allí, me podía ver en bolas y deducir que era puto y candidato a ser cogido, Juan quiso que le chupe la pija allí para empezar de entrada a exhibirme pero estaba muy nervioso y no quise.
Entonces cerramos las canillas, nos secamos, volvimos a envolvernos con los toallones y me llevo a recorrer el lugar para que conozca todos los recovecos, había gabinetes privados con una camilla, espejo y puerta para estar a solas, un par de salas comunes con unas 10 colchonetas, donde vi a dos pares de tipos teniendo sexo abiertamente.
También un baño de calor húmedo bien oscuro y lleno de vapor, donde había tipos teniendo sexo oral, un sauna seco con buena luz, allí había varios tipos, mirándose, tocándose solos, provocando, pero cuando pasamos por ahí, no se había armado nada, muchos iban a histeriquear haciendo como que no estaban buscando sexo, y esos eran los que seguro se encerraban en los privados y cogían sin dejarse ver. Y una sala para varios con muchas colchonetas con un televisor en el que pasaban películas porno gay. Allí se solían armar espontáneamente fiestas entre varios, donde no se sabía bien quién daba y quién recibía, un descontrol. Muchos daban vueltas por todos lados buscando cruzar miraditas para terminar en los gabinetes, tratando de no exponerse mucho, como si todos los que estaban ahí no fueran putos, al fin y al cabo, activos y pasivos, todos éramos gay.
Al principio estaba muy nervioso, era la primera vez, aunque los demás estuvieran en lo mismo, que me dejaba ver públicamente en un ámbito donde todos sabían lo que hacían ahí, (aunque algunos hicieran como que solo estaban ahí para adelgazar con el baño de calor). Con el correr de los minutos, (se puede permanecer allí todo el día desde el mediodía hasta la noche por el precio de la entrada) y con la ayuda de Juan me fui sintiendo más tranquilo, después de la ducha y dar una vuelta para conocer y ver el ambiente, nos sentamos en el sauna de calor seco, uno al lado del otro, Juan me hizo quitar el toallón porque iba a tener calor, me hizo doblarlo bien y lo utilicé como almohadón .El sauna en ese momento estaba vacío, nos sentamos y me preguntó que me parecía el lugar y el ambiente, le dije que por ahora todo bien, estaba bastante emocionado, eso era algo distinto para mí.
En eso entra un tipo y nos mira, en lugar de sentarse, se quedó parado casi frente a nosotros, pero a un par de metros, entonces Juan pasó un brazo por sobre mi hombro, atrajo mi cuerpo al de él y me besó en la boca, creí que se me salía el corazón, vi de reojo que el tipo se quedó mirando, no pude menos que responder el beso, me dio vergüenza pero no me atreví a rechazarlo, al fin y al cabo me había llevado ahí para cogerme en público y empezar con un beso y delante de un solo tipo, no estaba mal.
Juan me rodeó con sus brazos y se acercó bien junto a mi, me besaba como a una mujer, comenzó a acariciarme las piernas y la cola, tomó una de mis manos y la llevó a su bulto que estaba bien duro e inmenso como siempre, me prendí en la franela y mi corazón estaba a punto de estallar y saltar de mi pecho, me beso en el cuello y chupo mis pezones, yo alcancé a ver de reojo que el tipo nos miraba y se estaba casi pajeando, en eso entró otro tipo bastante mayor y fue más decidido que el otro, se sentó detrás mío, al ver como estábamos franeleando sin decir nada, empezó a manosearme las caderas, Juan se dio cuenta y no dijo nada, solo apretó fuerte mi mano sabiendo que el tipo me iba a tocar y no queria que me espante.
En eso mi macho me dijo al oído que me agache, puso una mano en mi nuca y me bajó la cabeza hasta poner mi boca bien cerca de su verga, mi agitación era casi incontrolable, Juan y el sereno ya me habían cogido delante de sus amigos, pero en absoluta privacidad, esto era distinto, estaba en un lugar público, en ese momento era solo un tipo tocándome un poco y otro mirando, pero podían entrar más hombres, también cabía la posibilidad de que entre algún pasivo y quiera tocar a Juan pero eso en principio no figuraba en mis planes.
No pude negarme a lo que sabía que mi macho quería y se la empecé a chupar, él comenzó a decirme para que escuchen los demás…
-vamos putito, chupala bien, cómetela toda nene, vamos mariquita, saboreala bien como a vos te gusta.
Parecía que quería dejar establecido que yo era de su propiedad, pero además estaba claro que lo hacía a la vista de todos por el placer de exhibirme o quizás también de compartirme, eso creo que interpretó el que estaba atrás mío tocándome, porque inmediatamente se mojó los dedos con saliva, no lo vi hacerlo, pero los sentí mojados, cuando empezó a meter uno y después dos en mi culo.
Mire de reojo al sacarme la pija de Juan de mi boca, al que había entrado primero y creo que vi su cara de decepción al ver que el que entró después que él, estaba metiendo mano a lo loco y ni Juan ni yo, se lo impedimos, entonces mire a mi hombre y le dije
– Ay, Dios mío papi, ¿qué me hacen?
– te está tocando putito ¿te gusta, no es cierto?
Vi como Juan le guiñaba el ojo al tipo aprobando lo que me hacía.
– vamos a un privado que te voy a coger -dijo mi macho
Nos levantamos, nos pusimos los toallones y fuimos a la zona de gabinetes privados, el tipo nos miró como sorprendido porque Juan lo había interrumpido, pero vi como le hizo una seña para que nos siga. Caminamos por un pasillo hasta los privados, el tipo nos seguía varios metros atrás.
Me hizo entrar al primero que estaba libre, y él lo hizo por supuesto detrás mío, la puerta era corrediza, la cerró pero no del todo, dejó abierto unos 15 centímetros para que cualquiera pueda vernos, me hizo apoyar en la camilla, me quitó el toallón, observó un instante mi desnudez y me dijo
– estas tan asustado, que me pareces más lindo hoy, tengo muchas ganas de cogerte y que todos vean lo puto que sos, ahora ponete en cuclillas arriba de la camilla, con la cola hacia afuera.
No dije ni una palabra y obedecí, subí a la camilla, flexioné mis piernas sentándome sobre mis talones, e incliné hacia adelante el torso, se colocó de pie detrás mío, de esa manera, mi culo quedaba bien expuesto, abierto y a la altura de su hermosa y enorme pija, acercó su glande a mi orificio y lo apoyó en la puertita, me empezó a, como se dice comúnmente, puertear, cerré los ojos sabiendo que enseguida, ese pedazo inmenso, duro y fibroso estaría dentro mío, en ese instante miré hacia la puerta y vi al tipo que me había estado tocando antes, espiando por el espacio que había quedado abierto, entonces Juan empezó a empujar y esa gran pijota, fue entrando lentamente, comencé a sentirla y a gritar.
-Ahh papi, por favor como duele, me matas amor
En ese momento, debe haberle hecho una seña al tipo para que entre, y antes de que me dé cuenta, ese hombre estaba al lado nuestro.
-Vamos putito, ya está mi amor, ya la tenés toda adentro querido, aguanta nene – dijo mi macho
-como se come esa verga, mirá como se la aguanta el puto – dijo el intruso
-Está acostumbrado, ya se la comió varias veces – le contestó Juan
-¿es tu putito fijo? Le preguntó el tipo
Juan contestó
-algo así, me lo garcho bastante seguido
-que suerte tenés, es un lindo pendejo, tiene un culito hermoso – acoto el hombre
Escuchaba como ellos hablaban de mi, como si yo no estuviera ahí, mientras Juan me estaba cogiendo y tironeando de los pezones. Entonces dijo las palabras mágicas.
– ¿te gusta el culito que tiene, te lo querés coger?
– Si claro, si él quiere – dijo el tipo
– Si dale, hace lo que yo quiero – dijo Juan
Que hijo de puta pensé, como se está divirtiendo conmigo. Entonces Juan me la sacó y le cedió gentilmente mi culo a ese desconocido, el tipo estaba al palo desde hacía un rato mirando como él me rompía el orto, me escupió el ano para lubricarme, aunque yo no lo necesitaba, después de tener la poronga de mi macho un rato, estaba tan abierto y lubricado que no hizo falta, además, su pija era más chica que la de Juan, y no prometía hacerme sentir mucho, lo único que me entusiasmaba era el morbo que me producía que mi macho me entregue a un total desconocido, entonces apuntó la cabeza de su pija a mi agujero y me penetró, la verdad que no lo sentí como siento a mi machazo, pero que Dios me perdone, fingí que me hacía gozar, aunque primero para salvar las apariencias, rogué y pedí por favor que no lo deje cogerme.
– No papi, por favor, no permitas que me coja, no quiero, hijo de puta no lo dejes hacerlo
Juan me siguió el juego y empezó a decirme que me calle
– cállate puto, a vos te encanta la pija, demostrale a mi amigo lo marica que sos, te dije que quiero ver cómo te dejas coger
Al escuchar todo esto, el tipo se recalentó y se empezó a mover dentro mío de una forma distinta, lo hacía con movimientos envolventes y eso me encantó, me estaba haciendo el culo como un maestro, no siempre coge mejor quien la tiene más grande, a Juan le encantó ver y oír como yo gozaba, un segundo desconocido, se metió y se paró cerca mío, pasó sus brazos por delante mío, me tironeo los pezones y me besó en la boca, a lo que respondí besándolo también, listo pensé, ya está, un desconocido me coge y otro me chuponea, pero Juan hizo pasar a otro más que se acomodó lo suficientemente cerca como para hacer que le chupe la pija, en eso el que me estaba garchando empezó a decir que se venía y me preguntó dónde quería la leche, Juan le dijo que tire su leche sobre mis nalgas, y me las encreme, el tipo me dejó todo el culo mojado.
Me pasé las manos por mi cola toda empapada de semen, y la desparrame como si fuese una crema humectante, entonces el tipo que había entrado en segundo lugar, se puso detrás mío y sin mediar palabra, me penetró, Juan disfrutaba viendo a su puto, mas puto que nunca y por supuesto yo gozaba como una perra, me sentía protagonista de una película porno, el tipo no era lo que se dice un gran cogedor, me la puso estilo vacuna, me penetró y casi de inmediato empezó a tener un orgasmo, fue tan precoz que ni bien me di cuenta que estaba acabando tuve que decirle que la saque y termine afuera, yo quería que mi hombre fuera el único en darme la leche adentro, a todo esto el que la tenía en mi boca, consideró que era su turno, y se dispuso a penetrarme también. Ese me cogió lindo, fue más aguantador y además tenía una buena verga que yo ya había probado con mis labios.
– Ay amor, como me coge este hombre, papu
– ¿Te coge bien putito?
– si papi, ahh amor, mmmm me encanta, ay Dios mío como me coge, ohh que linda pija papito
– así me gusta, que le muestres a todos como te gusta la pija y lo puto que sos –
Lo bueno de estas orgías, es que no sabes quiénes son los tipos, y ni sus nombres interesan.
Después de esa locura que me hicieron vivir, y que no esperaba tener en mi primera vez en ese lugar, Juan cerró la puerta y a solas, me echó uno de los mejores polvos que me dio desde que lo conocí.
Esa tarde tuvo mucha influencia en el resto de mi vida, reflexioné mucho acerca de lo que había hecho.
A pesar de mi fuerte inclinación a ser homosexual, ésta provocaba una lucha interna entre mi irrefrenable deseo de tener sexo con hombres activos y los cánones establecidos por la sociedad, mi familia y la educación.
Yo sentía la obligación de ser un hombrecito, debían gustarme las mujeres, de hecho siempre me gustaron y tuve relaciones esporádicas y estables con muchas de ellas, pero interiormente había algo que me llevaba inevitablemente a acostarme con hombres, en mi rol de hembra, era como que dentro de mi, convivían dos personas, una, la que la mayoría esperaba ver y otra, la que me empeñaba en ocultar.
Lo único que tenía claro, era que mi papel en la cama con otros tipos era decididamente el de hembra, pudiendo disfrutar como un hombre que se deja coger o como un marica afeminado, según el trato que me diera mi eventual amante, eso sí, siempre en la intimidad entre cuatro paredes o ahora a partir de esa tarde, también en público pero rodeado de otros homosexuales.
Salvo algunas épocas en donde trataba de convencerme de abandonar ese lado oscuro de mi vida, y en el que tuve períodos de abstinencia, siempre, siempre escuchaba una vocecita que me decía que quería volver a tener sexo con un hombre, (lo de la vocecita, es en sentido figurado, no estoy tan loco) pero si, siempre hubo algo que por más que luchara contra eso, me llevaba a desear a los hombres o casi lo que sería lo mismo, desear sentirme mujer.
Espero que les haya gustado y pueden dejar algún comentario o escribirme a [email protected].
Besos.