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Conquistando a mi suegra
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Mi nombre es Gabriel, tengo 25 años y soy chileno. En este relato hablaré de Karen, mi suegra, y como pequeñas indirectas se terminaron transformando en unas ganas insaciables por conquistarla y hacerla mía. Antes que todo, debo mencionar que este relato, en primer lugar: Es muuuy largo y descriptivo, porque siento que es la manera correcta de ver el transcurso completo de nuestra relación. En segundo lugar: La idea de este relato es sentir cada pequeña cosa, ya sea un gesto, un beso, un abrazo, de recordarnos aquella vez que intimamos con esa persona que tanto deseábamos, acordándonos de los acontecimientos previos y de todos esos pequeños detalles y cosas que hacen interesante ese coqueteo.

Para adentrarnos en situación debo comentar que llevo 3 años con mi pareja actual. Mi relación con ella es fenomenal, la pasamos muy bien haciendo las típicas cosas que los jóvenes realizan a esta edad (ir al cine, comer rico, salir a bailar, tener buen sexo, etc.). Por esas cosas del destino, se dio que la relación que tengo con mis suegros es buenísima. No fue muy difícil entablar buenas conversaciones con ellos, mal que mal tengo gustos parecidos con mi suegro, y a la vez una buena relación con mi suegra, ya que nos gustan las mismas series y también el fútbol.

Ante esto debo mencionar que mi suegro es un hombre honroso, muy trabajador y a la vez misterioso. Han sido muchas ocasiones en donde él se ha visto involucrado en situaciones sospechosas de infidelidad, razón por la cual su relación con Karen ha ido menguando y se ha ido perdiendo la confianza y la pasión. En tanto Karen, no creo que sea una santa, a pesar de que es católica y siempre ha repetido que sólo ha tenido un hombre en su vida. Ella es una mujer trabajadora también, de más de 40 años, bajita, morena, pelo negro, unos ojos misteriosos, no tan cariñosa, sí una mujer con carácter, que siempre deja entre ver que tiene una sexualidad reprimida, algo oculto que necesita ser domado.

Muchas veces hemos estado almorzando sin su esposo, cuando aparece el tema del sexo y también de la separación de su matrimonio. Ella dice que mejor busca a algún amante o amigo con ventaja, mientras me mira a los ojos y se ríe de una forma picarona. Menciona también que hace tiempo que no tiene sexo, y que a pesar de eso está tranquila, aunque desearía que la saquen a bailar y encontrar un poco de motivación a su monótona vida. Debo decir, porque la he visto en acción, que es una excelente bailarina de rock y salsa. Las indirectas y comentarios que he intentado descifrar durante estos años han sido variados. A veces me ha dicho que cuando tenga un auto debo llevarla a bailar, o al menos llevarla en el auto, ser su chofer. En eso de otra conversación que tuvimos en una cena nos da a entender que detrás de esa rectitud religiosa es una mujer sin tapujo, y abiertamente menciona que depilarse es algo cansador, pero que dada la ocasión especial ella estaría bien preparada.

Durante estos años las visitas a su casa fueron aumentando, quedándome varios días, pudiendo deleitarme con su actitud, un tanto pesada a veces con su familia, pero muy amorosa y atenta conmigo, creciendo en mí más las dudas, ya que ella no tiende a ser tan selectiva y siempre mantiene una línea. Una de esas noches la escuché follar con mi suegro. Se sentía el movimiento de la cama, y unos ricos y suaves gemidos de ella. Tan empaquetada no puede ser si folla con gente en casa, sin importarle que la escuchen, a pesar de que sus gemidos eran muy sutiles. Yo estaba muy caliente, y al parecer mi pareja no había escuchado nada de lo que pasaba en la pieza de sus padres.

Aproveché el momento para acariciarla y empezar a besarnos. La cosa se fue volviendo muy apasionada, tanto así que terminamos follando también. Estábamos los dos desnudos, ella boca abajo de la cama entregada a nuestra calentura. La tenía bien jalada del pelo y con la cara bien pegada a la cama. Sólo podía pensar en Karen, en esos gemidos tan sensuales y sutiles, en su vagina húmeda, desesperada porque un pene se metiera en ella. Acabé rápidamente y me fui directo al baño para mojarme un poco, estaba exhausto y transpirado. Al pasar fuera de su cuarto escuché un par de movimientos, pero lamentablemente no percibí más sonidos que incitaran a mi mente.

Al día siguiente fue todo normal, ella actuaba desinhibida, se le veía muy juguetona y feliz. Al acercarme a ella sentía a esa hembra sedienta, exudaba erotismo, en su mirar, en sus sonrisas, estaba muy coqueta en sus movimientos. En mi caso no podía contenerme, sentía cada vez más una tensión sexual, y a pesar de que ella se había mostrado distinta conmigo, no podía dar fe de que eso fuera un deseo oculto por mí, y que esas eran indirectas para que ocurriera algo más entre nosotros.

En la tarde de ese mismo día, Karen se alistó con unas ajustadas calzadas deportivas negras y un top deportivo. Iba a la junta vecinal a practicar un poco de zumba. Si bien Karen no es la mujer más agraciada físicamente (en cuanto a estereotipos), tiene unas piernas muy bien trabajadas, fruto también de que ella se ejercita a diario en casa. Mi sed por ella iba en aumento, era mirarla y automáticamente mi pene se erectaba ante esta estupenda mujer, que me tenía ya loco viéndola con esas calzas tan apretadas. No me resistí y tomé como excusa ir a comprar las cosas para la cena. Al devolverme pasé a la junta vecinal, y ahí estaba ella, moviendo su culo y caderas, ya un tanto agotada.

Aun así era un espectáculo para mí, imaginarme con ella bailando también, con nuestros cuerpos juntos excitándonos mutuamente. Al terminar ella se dio cuenta que estaba ahí, me excusé diciéndole que pasé a buscarla para que fuéramos a tomar la cena. Al llegar a la casa ella fue directamente a darse una ducha. Sin pudor alguno salió con una toalla blanca, que dejaban ver sus morenas piernas. Bajo esa toalla estaba obviamente desnuda, y mis únicos deseos en ese momento era verla por un momento sin esa toalla, que se le cayera si fuera posible. Entré al baño inmediatamente también para ducharme. El baño emanaba su perfume, un rico aroma que en su cuello debiese oler aún mejor. Entré a la ducha y para mi gratísima sorpresa me encontré con sus calzones colgados, remojados y esperando a secarse. O eso al menos pareciese, generando aún más dudas en mí. Ella es muy cuidadosa con esas cosas, y en su casa tienen una lavadora con secadora incluida, y si no, al patio le llega bastante sol para secarse.

Sea cual sea la verdad, sus calzones estaban ahí, colgando ante mis ojos. Prendí el agua y agarré sus calzones, que al estar aún mojados era la coartada perfecta para usarlos. Me los llevé directamente a mi nariz, quería sentir ese olor a mujer, su aroma de vagina impregnada. Aún quedaba un resto, y era muy excitante pensar que ahí reposaba su vagina que tanto quería conquistar. No podía no imaginármela desnuda, sudando, entregándose a mí, gimiendo fuerte, desesperada y de una forma salvaje. Puse sus calzones en mí pene, quería sentir esa textura particular, quería imaginarme que la sentía a ella directamente. Luego de un rato masturbándome eyaculé en ellos, sentía así que la había marcado por primera vez, y que esta no sería la última ocasión.

Mis visitas siguientes no fueron tan fructíferas, pero sí se fueron repitiendo miradas, patrones, su conducta hacia mí, siempre bromeando, riéndonos, con una complicidad muy especial. A pesar de que las cosas parecían estancadas y mis dudas se iban diluyendo con el pasar de los meses, se me ocurrió una idea para probar ciertas cosas. Y bueno, fue una idea bastante arriesgada, pero dado la casualidad de las cosas, aproveché ese factor para intentar algo nuevo. Llegando su cumpleaños se me ocurrió invitarla a ver un partido de Chile al Estadio. Excusas tenía de sobra de porqué no invitar a mi pareja, amigos, o a toda su familia. Su marido trabaja hasta tarde, mi pareja no disfruta mucho del fútbol, no como mi suegra. Además, sería un regalo sin más, si alguien sospechaba mal de mí pues emitía un juicio erróneo, ya que sólo es invitarla así como puedo salir con mi suegro a beber alcohol a un bar, no?

Compré las dos entradas en el sector popular. El día de su cumpleaños había una fiesta en su casa, con amigos y familiares invitados. Sería un momento perfecto, ya que con el tumulto y buen humor de la celebración, sumado a que ella estaba bebiendo un tanto. Tenía que esperar el momento perfecto, y este llegó cuando ella fue a buscar un par de cosas a la cocina. Yo me ofrecí a ayudarla. Me dijo que era muy caballeroso y atento, además de que se dio cuenta que tenía la barba retocada, lo cual me piropeó diciéndole que le gustaba como me veía. Todo iba muy bien, hasta que ella me mira y me dice:

-Ahora recuerdo bien que no me has dado ningún regalo. Sabes que no soy tan exigente, pero un regalito a tu suegra no estaría mal. Al menos esta vez si me saludaste por adelantado Whatsapp.

Me reí internamente y dejé entrever esa sonrisa.

-¿Qué es lo que te causa risa? ¿Acaso tan chistosa soy?

-No es eso -le dije- ya que lo mencionas, te daré el regalo, espero que te guste. Antes eso sí, quiero que lo guardes y lo abras cuando estés sola.

-Ssshh, tanto misterio, ¿acaso es plata? – se rio.

-No es dinero, pero es algo que creo que te podría gustar. Además de que lo abras luego, quiero que me respondas por Whatsapp con un emoji feliz y un "si quiero". Sé que parece mucha exigencia, pero así tiene más onda.

-Ya jajaja… dudo que vaya a decirte que no a ti.

Le pasé el sobre con las entradas, ella se lo guardó en su chaqueta. Luego de eso llevamos las cosas restantes al patio para seguir la celebración. Fue una buena fiesta, con buena música, alcohol y bailes. Esa noche noche noté a Karen más voluptuosa, sensual, demostrando sus dotes de bailarina con sus primos y primas. Me incitaba a seguir bebiendo alcohol, hasta me llenó un par de veces el vaso. Yo disfruté verla, analizar sus gestos y movimientos, esperando que en algún momento me llegara el tan ansiado mensaje a mi celular aceptando mi invitación.

La fiesta parecía no acabar nunca, las personas seguían bailando y a esa altura gritando ya de tanto alcohol. Parecía que esa noche no iba ser tan fructífera, hasta que de pronto Karen se para de su silla. Su prima Joanna le pregunta a donde va de manera tan súbita. Ella dice que tiene algo importante que hacer, que no se demora mucho y que la esperen motivados para seguir con la fiesta. No pasaron ni 5 minutos cuando de repente vibró mi celular. Era ella. Desbloqueé disimuladamente el celular y me alejé un poco de los invitados. Abrí su chat y fue ahí cuando mi sonrisa cambió para bien y mis esperanzas crecieron de golpe. El mensaje era directo: Obvio que quiero ir (y al lado el emoji de una carita feliz y la del emoji mandando un beso). Inmediatamente Karen volvió con una sonrisa picarona, siguió bailando y mirándome cada vez con más ganas.

Al siguiente día me fui temprano a mi casa, por lo que me perdí ver como se comportaba Karen conmigo luego de aceptar mi invitación al partido. De todos modos, mi pareja me dijo que Karen le comentó "Se pudo haber despedido al menos el Gabriel, mándale saludos de mi parte". Ese mensaje era fácil de descifrar conociendo bien a mi suegra. Ella estaba decidida, y esa era otra indirecta para mí. ¿Para qué mandarme saludos si nos veremos en dos días? Ella lo estaba llevando ocultamente, para que nadie sospechara nada. Llegó el día tan esperado, el domingo, día de partido y de nuestra "cita". Karen me escribió después de almuerzo:

-¿A qué hora y dónde nos juntamos?

-Donde el pilucho, en la entrada del Estadio.

-Ok, sé puntual (Seguido nuevamente del emoji mandando un beso).

Me duché, perfumeé y vestí de una manera elegante, con camisa y botines, además de mi chaqueta de cuero. Quería estar totalmente irresistible para ella en lo visual.

Llegué un poco antes que ella, ya que vivo más cerca del Estadio. La esperé por unos 10 minutos en el pilucho, hasta que de la multitud apareció ella, con su pelo alisado, sus labios bien pintados de rojo, con unos pantalones negros bien ajustados. Sumado a esto, unos botines bastante bonitos y sensuales, coronando todo con su chaqueta de cuero rockera. Mi emoción aumentaba con cada paso que daba, mis dudas también se acrecentaban, ¿tan elegante y sensual se ha puesto para mí, para nuestra cita? Y creo que la respuesta era sí. Su aroma me chocó de golpe, tenía ese aroma que tanto me gustaba. Nos saludamos con un beso en la mejilla, que por eso del destino llegué a sentir un poco de sus labios, pues justo ella corrió un poco su cara. Luego de eso me miró y sonrío de forma pícara.

-Tengo la noche libre para mí, así que supongo que después me invitarás a comer alguna cosita por ahí… tu sabes que no soy exigente -Me dijo de manera coqueta.

-Jajaja, por supuesto, el partido es sólo lo primero, tengo en mente un lugar perfecto para ir después.

Ya con esto mis dudas se empezaban a esclarecer, sólo quería que el partido pasase rápido y para al siguiente destino. Todo iba de forma favorable, Chile por suerte marcó 3 goles, en los cuales en dos ocasiones nos abrazamos celebrando. Noté muchas veces que ella me miraba de reojo y sonreía de manera coqueta. Fuimos soltando tensiones, y aproveché el hecho de que el estadio es muy helado para abrazarla en algunos momentos. Ella se dejaba y me decía que estaba muy calentito.

Terminado el partido y ya saliendo del estadio, ella me tomó del brazo como el padre llevando a la novia al altar. Nos fuimos caminando hasta que me preguntó a donde iríamos ahora. Le respondí que a un bar que a ella le encantaba en la plaza de la comuna.

Llegamos ahí y comimos algo tradicional, un bajón después del partido: papas fritas y unos sándwiches. Eso obviamente sumado a unas cervezas, que luego se le sumarían un par de piscos. La charla iba cada vez mejor, estábamos muy compenetrados, riéndonos y contándonos anécdotas, omitiendo que nuestra relación real era la de yerno-suegra.

-¿Te tinca ir a bailar? -me dijo Karen súbitamente.

Realmente esto me tomó por sorpresa, pero analizándolo rápidamente, ella lo había solicitado, por lo tanto tenía ganas y estaba dispuesta.

-Me tomas por sorpresa, ojalá que no se nos pase la hora nomas.

-No te preocupes, les avisé que no iba a llegar esta noche.

-Chuta, en serio? Y qué les dijiste para eso?

-Nada po, que voy a celebrar mi cumple en casa de una amiga y que me iba a quedar allá nomas -Me dijo sonriendo coquetamente.

No podía creerlo, ya esta sorpresa caló hondo en mí. Sentía que con esto ya tenía todo resuelto. Ella había aceptado mi invitación y aunque sin saberlo, ella ya se había tomado la atribución de pasar la noche fuera de su casa, sin que nada importase. Me paré y la tomé de la mano, nos fuimos directamente a la pista de baile.

Era música rockera de los 80', rock británico y latino. En principio mantuvimos la distancia, mientras observaba como sus piernas y caderas se movían, como su pelo se agitaba de forma lenta, sus ojos y los míos se entrecruzaban en ciertas ocasiones. Por suerte mía, pusieron rock and roll del antiguo. Ella me agarró de las manos y comenzamos a bailar. Había mucha química, la daba vueltas, nos mirábamos, reíamos, era todo perfecto. Sus movimientos eran brutales, gozaba ver como se movía de forma tan natural, sentía que estaba siendo feliz, que por fin se quitaba el estrés de su vida cotidiana, sentía que por fin podríamos llegar a algo más. De pronto la música cambió de golpe.

Al parecer el dj se puso romántico y decidió colocar lentos clásicos. Esta oportunidad era única. Ella de inmediato atinó a agarrarme de las manos y acercar su cuerpo para bailar. Estuvimos así un rato, hasta que ella se apegó más y más a mí. Tenía ya su cabeza en mi pecho, mientras que la abrazaba por su espalda. Me sentía muy cálido al tenerla así, podía sentir el aroma de su colonia, teníamos más confianza que nunca, una confianza que iría en aumento con el pasar de la noche. A la siguiente canción, Karen levantó su cabeza.

Nuestras miradas se cruzaron directamente. Ambos esbozamos una sonrisa. Ella sonrío y soltó una risa nerviosa. No dejábamos de mirarnos, nos movíamos de un lado a otro, lentamente al ritmo de la música. Con mis manos sujetaba su cintura, mientras que ella hacía lo propio con la mía. Era cuestión de segundos para que nuestros labios se conectaran, para que finalmente besara su boca, poder sentir su saliva, su lengua, y todo lo que ella quisiera entregarme en un beso.

De a poco se fue acercando a mí, nuestras narices estaban a punto de chocar. Ella giró levente su cabeza mientras sus ojos brillaban al verme. Yo hice lo propio y me acerqué a sus labios. Finalmente pude saborear esos hermosos labios rojos, sentí su labial, seguido de su boca abriéndose lentamente y apasionada. Sentía su saliva, su respiración se agitaba lentamente, yo la sostenía fuertemente de la cintura. Sentía como iba moviendo su boca con la mía, iba lento y devorando mis labios, sin parar. Sentí un leve gemido que fue acallado con su lengua entrando en mi boca.

Conectamos nuestras lenguas mientras ella agarraba con sus manos mi cabeza por detrás, manteniéndome firme y apegándome más hacia ella. El beso duró unos segundos más mientras seguíamos moviendo nuestros cuerpos. Ella se despegó de mí y me miró a los ojos, se acercó y me dio un piquito fuerte. "Voy al baño y vuelvo" me dijo. Por un instante dudé, pensé rápidamente que se había arrepentido y que sacaría un discurso desalentador para mis siguientes propósitos. Me fui a sentar a nuestra mesa esperando que llegara. La vi llegar con una sonrisa coqueta, de esas que tanto me derriten. Fue suficiente eso para que apaciguara mis dudas.

-Ya estoy lista -me dijo.

-¿Lista para qué?

-Lista po… para que sigamos carreteando esta noche, vamos al siguiente lugar, o acá se termina mi fiesta? -me lo dijo con una cara, podía ver la excitación en su rostro, vi cómo se mordía su labio y como sus ojos irradiaban deseo. Finalmente esta diosa sería mía.

Pagamos rápido y pedimos un taxi. En la espera de este ella se apegó a mi hombro y me dio su cálida mano. Hacía mucho frío, pero los dos estábamos lo suficiente caliente como para capear eso. Antes de que llegara el taxi se volteó hacia mi y me besó nuevamente. Mi pene estaba duro, ella me enardecía con solo besarme, con sólo comerse mi boca. Dentro del taxi comencé a acariciar sus piernas, me encantan porque ya se sentía un poco el efecto de los ejercicios. Sentía como ella se reía tímidamente mientras el chofer le hablaba.

Yo aproveché el momento para acercar mi mano a su vagina, presioné firme mis dedos para que ella sintiera. Ella continuaba hablando con el chofer, cuando de pronto soltó un evidente gemido que trató de disipar metiéndole más conversación al taxista. Ella en vez de quejarse por mi acción, acercó su mano a mi pene y empezó a sobarlo. Puede ver como sus hermosos ojos sobresaltaban, su cara de deseo era muy obvia, no podía mantener la boca cerrada, creo que de ser por ella me habría hecho correr ahí mismo.

Finalmente llegamos al motel. La señora de recepción nos miró con extrañeza, pero no le importó. Nos dio las llaves de la habitación y nos dirigimos de la mano con Karen. Esta era la última pieza, bastante grande. Tenía un jacuzzi incluido, lástima que no tuviera la silla del amor para practicar ciertas poses. Dejamos nuestras chaquetas en la cama y nos dispusimos a besarnos de pie. Paré un poco para poner unos lentos, recordando lo que fue hace unos minutos atrás nuestro primer beso.

Me entusiasmaba que ella estuviera tan feliz, tan candente, que sus besos fueran apasionados, que sus manos estuvieran inquietas agarrándome la cara, que se dejara agarrar ese rico culo que tanto quería tener. Su lengua tampoco paraba, era choque tras choque de lenguas en nuestros besos, era una salvaje besando. Jamás pensé que fuera tan apasionada, que sus besos fueran tan adictivos. Tanta excitación estaba causando la música, los besos, la pasión que se emanaba de nuestros cuerpos, que me levantó el cuello con sus manos para poder chuparlo. Y bien que lo hacía, succionaba mi cuello y luego lo lamía, me agarraba la cara ahora para seguir besuqueándome. La agarré como un koala y me la llevé a la cama.

Ahí la dejé suavemente para ponerme encima de ella y continuar besándola. Acariciaba con una mano, mientras que con la otra me dirigía lentamente desabotonando su camisa, sintiendo su piel y sus pechos. Metí mi mano debajo de su brasier sintiendo sus ricas tetas, grandes y suaves. Seguía besándola mientras jugaba con su pezón con mis dedos. No pasaron ni 10 segundos cuando este ya estaba duro. No aguanté y bajé a lamer sus pezones, a poder chupar sus ricos pechos. Abrí completamente su camisa, bajé su sostén y me dispuse a lamer sus pezones.

Ella ya estaba entregada, comenzó a gemir paulatinamente hasta que empezó a quejarse repetidas veces, cada vez con más excitación y más fuerte. Tiraba sus pezones con mis dientes, mientras que mi mano libre ya comenzaba a bajar rápidamente a su vagina. Sigue chupando!! Me gritaba, mientras tenía su cabeza bien pegada a la cama, moviendo sus caderas de la excitación. Desabotoné su pantalón, bajé su cierre y toqué sus calzones. Bajé y me cercioré de inmediato que estaba húmeda, se sentía empapada. No sólo eso, estaba depilada!! Era una vagina suave, recién depilada, que sólo dejaba un poco de vello en la parte de arriba.

Seguí chupando como loco sus tetas hasta que finalmente mis dedos hicieron contacto con su clítoris. Sus labios estaban completamente mojados, mis dedos se resbalaban en esa vagina que estaba ya a mi disposición. Comencé a frotar su clítoris, a moverlo de manera circular. Karen no se guardaba nada, gemía como una puta diosa. Quería retribuir todo eso que me estaba entregando, así que bajé mis dedos para percatarme que estaba lista. Dos dedos entraron de forma inmediata, podía sentir lo mojada que estaba por dentro, lo dilatada que estaba por mí. Acto seguido se montó encima de mí, abruptamente desabrochó su brasier y me puso a chupar sus tetas, pegando mi cabeza a ellas para disfrutar de esos ricos senos.

Los agarraba con mis dos manos, los lamía, los dejaba bien salivados, inclusive un chupón que a ella no pareció importarle. Súbitamente se bajó de mí para bajar al piso. Se sacó su pantalón y botines, quedando sola en calzones. Me besó a la orilla de la cama y bajó para quitarme mi pantalón. Ahora estaba desnudo, con mi pene durísimo y palpitando por ella. Cuando bajó mis bóxer noté su cara de excitada. Sus gestos delataban sus ansías por comerse mi pene, de poder dejarlo mojado para que luego pudiera conquistar su vagina. Lo agarró con una de sus manos y empezó a masturbarme.

Estaba entusiasmada, sólo piropeaba mi pene hasta que comenzó a lamer mi punta. Fue de arriba hacia abajo pasando su lengua, dejándolo mojando en un instante. Lo agarró firmemente desde abajo y se lo metió a su boca. Realmente chupaba como una diosa con ganas, su saliva caía por los costados mientras que seguía lamiéndolo por todos lados. En una inclusive lo agarró firmemente desde arriba para lamer mis bolas, y no sólo eso, si no que comenzó a succionar una de ellas llevándome de inmediato al éxtasis.

Era ver a una puta en su estado más salvaje con mi pene, tanto así que le dio un par de mordidas debajo de la cabeza. Subió a mi boca para besarme y se dio vuelta dándome su culo. Se pegó a mi pene y empezó a frotar su culo con él. Movía sus jugosas caderas de un lado para otro, se agachaba dejándome toda su espalda a mi disposición. Seguía moviéndose en mi centro mirándome de reojo y sonriendo de forma coqueta. A estas alturas ya quería meter mi pene dentro de ella y ella también lo dejaba entrever. Le dije que iba a buscar los condones que tenía guardados en la chaqueta (siempre hay que estar preparado).

-No te preocupes… tomo pastillas. Además que quiero sentirlo así, sin nada.

Fue decir eso y automáticamente la agarré y acerqué hacia mí, moví su cabello para besar su cuello, corrí su calzón y sin pensarlo dos veces metí mi pene en su húmeda vagina.

-Aaaah!! -soltó un fuerte gemido Karen.

La agarré firmemente de su cintura y empecé a penetrarla fuertemente. Su jugoso culo chocaba con mis piernas. Veía esa hermosa espalda desnuda ante mí, ese cabello liso moviéndose descontroladamente.

Nos subimos a la cama bien pegados, en ningún momento mi pene salió de ella. La tenía arriba mío, bien pegada, besándonos apasionadamente, mientras yo agarra sus senos y masajeaba con mi otra mano su clítoris.

-Aaaah!! aaah, amor… qué rico -gemía Karen.

-¿Te gusta mi amor?

-Ufff… me encanta que me digas mi amor, obvio que me gusta, aaah!! qué duro está tu pene!!

-Eres un sueño de mujer… soñaba con poder hacerte mía…

-Aaah!! yo igual quería entregarme a ti, que me hicieras tuya!!!

-Eres preciosa, hoy te haré el amor, te daré hasta que nos corramos

-Ufff, me matas… lo quiero dentro de mí, dame ese regalo

Sudábamos y gemíamos sin parar. Karen se paró para quitarse sus calzones, me besó y se dispuso a poner su hermosa vagina en mi cara. Mi boca agarró sus labios y los besó sin parar. Los abrí para encontrar su clítoris para moverlo rápidamente con mi lengua. Sentía esos precisos movimientos pélvicos encima mío, sentía lo excitada que estaba mirando al techo, descontrolada pedía que no parara.

Agarré sus tetas que no paraban de moverse, las apreté firmemente mientras ella sensualmente se movía en mi cara. Bajó hacia mi pene dándome la espalda, se paró un poco mientras lo agarraba con sus manos para luego ir metiéndolo dentro de su vagina. Apenas entró dentro de su vagina comenzó a gemir como la perra que estaba hecha. Sus gemidos eran poesía pura. Empezó a moverse violentamente, con su culo bien pegado a mí, moviendo rápidamente mi pene dentro de ella. Se paró un poco para deleitarme con la vista.

Era hermoso ver como mi pene entraba y salía de su vagina, mientras su culo se movía fuertemente. Ahora era ella la que se adueñaba de mí con sus ricos movimientos sin freno, paraba y seguía moviéndose, a veces apoyándose y saltando sobre mi pene, haciéndolo completamente suyo. Finalmente, agotada, paró su marcha. En eso aproveché para acercarme y besar su espalda, haciendo que su piel se enchinara y comenzara a gemir de forma desesperada.

Nos fuimos parando hasta que ella quedo en 4. Comencé a besar desde su cuello, pasando por su espalda, hasta llegar a su rico culo. Tenía un culo apetecible, dulce, jugoso. Abrí sus dos cachetes para lamerlo y besarlo. Karen estaba vuelta loca, cada vez que mi lengua entraba en su agujero ella gemía como loca. Estaba ido en su culo, lo lamía todo, a la vez que bajaba para testear su rica vagina con mi lengua. "Ahora serás mi perra", me monté encima de ella, pegándome bien a su trasero.

Le jalé fuertemente el cabello mientras seguía embistiéndola fuertemente. Sus gemidos no cesaban. Le daba cachetadas a su culo, dejándolo bien rojo. Ya sentía que me iba a correr en cualquier momento, y ella también parecía estar cerca de culminar. Dejé de penetrarla en 4 para dar paso a nuestra pose final, una más íntima, romántica, en donde terminaríamos por llegar a nuestro clímax. Karen se puso debajo, abrió bien sus piernas, invitándome a penetrarla y hacerla mía. Acerqué mi pene a su clítoris para jugar con él un rato, se volvió loca y casi se corre ahí mismo.

Introduje lentamente mi pene en su cálida vagina, nos besamos apasionadamente mientras ella abría sus piernas, agarrando con sus manos mi espalda y posteriormente mi trasero. Ocupé todas mis fuerzas en hacerle el amor como le había prometido. Con cada embestida sentía como en cualquier momento mi semen salía disparado. Era una locura, tenía su pierna en mi hombro, mientras la lamía, la besaba. Me apegué hacia ella y continuamos besándonos apasionadamente, estábamos con nuestras bocas bien pegadas, botando saliva y metiéndonos nuestras lenguas de forma violenta.

-Ya me voy a correr amor!! -gritó Karen

-Uff amor, ya voy yo también!!

Me erigí un tanto para darle más fuerte aún, hasta que los dos comenzamos a llegar a nuestro orgasmo. Me acerqué a ella, Karen subió sus piernas en mi espalda y las cerró apretándome.

-Me encantas!!! Dámelo todo porfa!! -gritó Karen

-Ufff amor, estoy listo para llenar tu vagina!!

Fueron gritos al unísono, besos que no paraban, sus gemidos en mi oído que hacían que perdiera el control, sintiendo escalofríos en mi espalda, embistiéndola fuertemente, depositando todo mi semen en su vagina que finalmente pude conquistar.

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