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Mi marido llega cansado y le recibo con una mamada
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Mi atractivo marido es arquitecto en una oficina, soporta bastante estrés y le gusta llegar a casa y que le reciba cada día comiéndole la polla solícitamente.

Nada más entrar por la puerta, deja su maletín en la entrada, se quita la chaqueta y viene a buscarme. Me da un beso y sabe que dejaré lo que esté haciendo e iré tras él, obediente, sumisa y le haré una buena mamada en el sofá, sin mediar palabra. Él está demasiado excitado para hablar. Quiere lo suyo, sin más.

Se sienta en el sofá, y sin decirnos nada, me arrodillo en el suelo frente a él, le desabrocho el pantalón y su enorme verga ya se ve prieta y gorda bajo el slip. Sé que viene empalmado todo el camino con muchas ganas de tenerla dentro de mi boca. Lleva horas esperándolo. Se la saca y me empuja la cabeza hacia su polla gorda. Siempre me sorprendo de lo dura y firme que está sin haberla apenas tocado.

Me subo al sofá para poder comérsela entera, casi no me cabe en la boca de lo gorda y grande que es. Juego con ella, me explayo especialmente en el capullo, lo sorbo, lo repaso con la lengua y bajo hasta el final, comiéndomela entera, no sin algo de esfuerzo. A fuerza de mamársela, me he ido acostumbrando a su tamaño pero al principio me costaba bastante que me cupiera toda entera. Él me aprieta contra él para ayudarme y me mantiene unos segundos con mi boca sobre la base de su tremendo pollón. Eso noto que le excita mucho.

Se pone muy cardíaco. Se nota que espera su mamada de media tarde muy ansiosamente y así liberar el estrés del día y me coge fuerte del pelo, me hace un poco de daño y me folla la boca fuertemente, arriba y abajo, arriba y abajo hasta que se corre dentro de ella. Le gusta que me trague su semen. Yo me trago su semen y mantengo su polla dentro de mi boca, con movimientos lentos y besos en su hermoso glande. Él gime de placer y va aflojando la fuerza con la que me tiene cogida la cabeza por el pelo, y aún después de correrse, va moviendo mi cabeza lentamente sobre su polla. Tira su cabeza hacia atrás de puro placer y yo subo a besarle y me siento a horcajadas sobre él para preguntarle si le ha gustado su mamada de media tarde y que me dé su aprobación.

Es bastante exigente con el sexo. Por las mañanas también le gusta que le despierte cada día, antes de irme a trabajar a mi oficina, poniéndome su polla en descanso en la boca y jugar con ella hasta que va creciendo dentro de mi boca y noto por sus movimientos que se ha despertado y empiezo a comérsela cada vez más ansiosamente hasta que él se va despejando.

Normalmente se incorpora súbitamente y me folla a cuatro patas con energía, apretando mis caderas contra él fuertemente y le gusta cogerme mis tetas saltarinas y apretarme los pezones hasta hacerme un poco de daño. Algunas veces me mete el pulgar en el culo mientras me folla. Cuando acabamos, tras una ducha rápida y un café con leche, nos vamos a trabajar.

Cada vez tenemos más veces sexo al día. Cada mañana, mamada y follada. Por la tarde no le puede faltar su comida de polla al llegar del trabajo. Mientras preparamos la cena, debo ir con un vestidito ligero y sin ropa interior. Espero ya el momento en que me mira con cara de deseo, muy serio, con los ojos algo entrecerrados, me coge y me sienta en la encimera, me abre las piernas y me come el coño tras embadurnarme con alguna hierba aromática, o un poco de mayonesa, o lo que haya por la cocina, hasta que un orgasmo me deja agotada. Normalmente me lleva en brazos hasta el sofá, me penetra a cuatro patas hasta que se corre y acaba él siempre de preparar la cena.

La cena suele ser tranquila, comentamos cómo ha ido el día, hacemos planes para el fin de semana, mientras el telediario está de fondo en la tv. Tras recoger y lavarnos los dientes, nos acostamos y leemos algo en la cama.

Él siempre tiene papeles que leer y yo siempre tengo una revista con la que entretenerme o veo alguna serie en la tablet pero él no puede estar tan cerca de mi, sabiendo que estoy casi desnuda a su lado y siempre acaba encima de mi, diciéndome guarradas al oído, como que una buena puta le pondría el culito en la cara para que se lo comiera y se lo penetrara. Que las buenas esposas hacen esas cosas. Que si yo quiero ser una buena mujercita complaciente con su pobre marido necesitado de sexo… Al final siempre acaba tumbándose boca arriba, sabiendo que voy a obedecerle en sus deseos, que me voy a incorporar solícita y a tumbarme sobre él en la posición del 69, y a colocarle mi culo en la cara para que me lo coma con ansia, mientras le como la polla y los huevos pensando en la enorme verga que me va a introducir en el culo.

Cuando ya está muy excitado, y para aguantar sin correrse un rato más, me mueve a su antojo, se sienta en la cama y me coloca sobre sus rodillas, boca abajo. Me separa las piernas y tras meterme los dedos en el coño, repasarme el clítoris y meterme 3 dedos en el culo, me va azotando con palmadas secas y fuertes mientras me va narrando, con la voz ronca de deseo, los motivos de ese castigo: por no haberle comido la polla con suficiente deseo. Porque esta mañana al despertarle, me he olvidado de comerle los huevos. Porque hace un momento no se la había comido tan profundamente como otras veces.

Entonces abre el cajón de la mesita y saca el aceite corporal, el lubricante anal y varios dilatadores anales de diferentes tamaños. Yo estoy boca abajo oyendo su preparación y sabiendo lo que estoy a punto de recibir. Él va colocando todo el material cuidadosamente, con mi culo tan presente, tan cerca de él.

Me unta todo el culo de aceite y me lo masajea, aprovechando cualquier movimiento para meterme sus dedos en algún orificio. Luego me unta el agujero del culo con mucho lubricante anal, me mete 2 dedos para untarlo también por dentro, retorciéndolos, y también embadurna el dilatador mediano, que me introduce cuidadosamente, forzando suavemente para que entre todo. Vuelve a azotarme y va apretando ahora ya fuertemente el dilatador sobre mi culo. Lo mete y lo saca, lo mete lo saca, hasta quedar satisfecho y pasar entonces al dilatador grande y ver mi agujero cada vez más preparado. Es consciente del tamaño de su polla.

Cuando cree que ya estoy lista me levanta y me coloca a cuatro patas apoyada sobre mis brazos, ofreciéndole mi culo por completo. Se lubrica el pene lentamente, mi agujero nuevamente, me coloca la punta de su pene y ya en un movimiento lento pero constante, me introduce por completo toda la extensión de su verga gorda, dura y caliente mientras me tira de los hombros hacia atrás para sentirla más adentro.

Es un momento de máxima concentración. Mi culo está aún muy prieto y su excitación es máxima. Se queda unos segundos parado, apretándome contra él con fuerza. Yo casi no respiro. Él tampoco. Podría correrse en este momento pero aguanta con todas sus fuerzas y empieza a moverse despacio, sintiendo cada ligerísimo movimiento. Mi culo necesita adaptarse a semejante polla.

Yo estoy muy callada, sintiendo todo el pollón de mi marido por completo dentro de mí, un poco asustada por si se moviera bruscamente antes de que mi culo se acostumbrara a su tamaño pero siempre lo hace de manera progresiva, poco a poco, ahora moviendo su cadera con pequeños golpecitos y cada vez más alegremente hasta que yo me voy relajando y entonces soy yo la que marca el ritmo del movimiento durante un rato, hasta que ya entra y sale con suavidad y entonces es él quien vuelve a coger el mando y sé que va a prepararse para embestirme duramente, sin piedad, con golpes rápidos y secos, con ansiedad, apretándome mucho contra él, cogiéndome los brazos como asideros y tirando de ellos contra él, yo con el culo en pompa y la espalda arqueada, me embiste quince o veinte veces hasta que grita de placer cuando se corre y mi culo recoge todo su semen.

Nos quedamos unos minutos extasiados. Se tumba sobre mí con la polla dentro durante un rato mientras me da un beso en la nuca empapada y me acaricia el pelo.

Antes de dormir, me dice un alegre "hasta mañana".

Continuará.

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