Esa noche no podía dormir por dos cosas, estaba preocupado por Mahia que no volvía y no aguantaba más la calentura por la misma razón, estaba deseando que volviera para que me contara cómo le había ido, daba vueltas y vueltas en la cama, hacía mucho calor y yo solo tenía el calzoncillo puesto, y por la bragueta me salía la pija totalmente al palo, al girar se me aplastaba contra el colchón, lo cual me daba ganas de moverme como si ya me estuviera cogiendo a Mahia. En un momento me monté a mi almohada pero desistí porque no quería acabar.
Mi nombre es Pablo, hacía un año que con Maiha, tratando de recuperar la pasión perdida, habíamos acudido a nuestras fantasías, y habíamos acordado proponerle mes por medio a uno que cumpliera con la fantasía del otro. Esto nos había hecho vivir momentos muy calientes a ambos, no solo por cumplir nuestras propias fantasías, sino por ser el vehículo por el cual el otro gozaba, y eso a la vez era el propio goce de saber que independientemente de lo que el otro estaba haciendo, lo estaba haciendo para darnos placer mutuamente, y cuanto más avanzábamos en este sentido, más era el placer que sentíamos, además habíamos descubierto que nos erotizaban situaciones similares, generalmente relacionadas con terceros, lo cual nos acercaba más, y nos incitaba a gozar cada vez más, aumentando nuestras exigencias para poder apagar las calenturas.
Esta vez le había tocado a Maiha cumplir con “mi encargo”, había ido a la casa de Julia, su mejor amiga, a eso de las 6 de la tarde y calculaba que iba a volver a eso de las 11 de la noche, pero ya eran la una de la mañana, yo no sabía si era porque no había podido cumplir o si le había costado mucho lograrlo, y ahí estaba mirándome la pija emergiendo del calzoncillo, imaginando cómo se iba a poner mi mujer cuando la viera así, y yo deseando que me contara como le había ido.
Por fin llegó, se apoyó contra el marco de la puerta con una sonrisa, y señalándome la pija me dijo
M: Parece que estás un poquito ansioso, no?
P: Y qué te parece? Mirá la hora que volvés, ya pensaba cualquier cosa.
M: Y qué pensabas, mirá que esta vez me la hiciste difícil!
P: Pero pudiste o no? Dale contame, mirá como estoy!
M: Y cómo te vas a poner cuando te cuente! Mirá como estoy empapada yo! -Mientras me mostraba la entrepierna de la shorts que se acababa de sacar, y ahora tiraba la musculosa que estaba toda transpirada, gateó en la cama pasándose la mano por la concha encima de a bombacha y me metió los dedos en la boca:- Y preparate porque mirá cómo vengo!
P: Podrías haber venido más rápido, así no me hacías desear tanto! -Y le llevé la mano a mi pija- por qué no me la chupas mientras contás? -No se hizo rogar, se estiró entre mis piernas y me empezó a pasar suavemente la lengua a todo lo largo mientras me contaba mirándome a los ojos con una lascivia que me enloquecía.
M: Mirá que linda la tenés! Además lo que me pediste no era fácil, yo con Julia soy muy amiga, muy confidente, pero nunca pasó nada ni ahí, salvo contarnos alguna cogida con algún tipo, así que tenía que ir preparada, en principio me fui a la casa en bicicleta, porque pensé, si pongo el asiento con la punta para arriba seguro que se mete bien en la concha durante el viaje y voy a llegar bastante calentita y entonada como para encararla. Y así fue que volaba de la calentura cuando llegué, con decirte que hasta los shorts ya estaban mojados.
P: Sos una guacha, contá.
M: Yo sabía que Julia tenía pensado salir hoy sábado de noche, o sea que a la hora que yo llegaba estaría saliendo de bañarse, y efectivamente cuando me abrió estaba con un camisolín de algodón corto mojado por el pelo recién lavado, sin nada abajo, por supuesto se le transparentaban los pezones oscuros y el triángulo de pendejos, imaginate que entre la paja de la bici y eso ya me puso a mil.
P: Y ella no se fijó en vos?
M: En principio no sé si se dio cuenta que estaba mojada, pero yo si me quedé mirándole las tetas y la concha, no quería que sospechara todavía a qué venía, a ver si todavía se me iba al mazo antes de empezar.
P: No me mirés más con esa cara de puta que me vas a hacer acabar.
M: Y como querés que te mire con esta poronga que me estoy tragando, por lo menos me podrías alcanzar el consolador así yo también me saco un poco las ganas.
Me estiré hasta la mesita de luz y saque del cajón dos, uno tamaño normal y el otro un vibrador chiquito, le pregunté cual quería.
M: Dame mejor el chiquito, así deseo más que me metas la pija, porque cuando te cuente me la vas a meter bien adentro no?
P: Dale contame y vas a ver hasta dónde te la entierro!
M: Esperá así yo también lo disfruto despacito. Lo primero que me pide Julia es que la acompañe al cuarto que se estaba probando ropa para la noche, eso ya me gustó, por lo menos me aseguraba verla desnuda. Cuando llegamos era todo un quilombo de ropa tirada por todos lados, ella se sacó el camisolín y se empezó a probar vestidos, me quedé mirándola un rato, me di cuenta que tanto me jodiste con el encargo de que querías me cogiera a mi mejor amiga, que me había pasado los últimos días mirándole esas tetas en forma de perita con los pezones grandes y me las imaginaba metiéndomelas en la boca y chupándoselas hasta hacerla volver loca, y tantas veces me hablaste lo lindo que debía ser apoyarse ese culo paradito, que parecía hecho con compás, que de solo vérselo me daba ganas de agarrarla por atrás y enterrarle la concha. Ya estaba alucinando y no veía la manera de sacarme su cuerpo de la cabeza, para dejar de pensar le pregunté si me podía probar algo.
J: Sí claro que podés, acá tengo este enterito que a vos te va a quedar bárbaro.
Me saque la remera y el short y lo doblé para que no se dé cuenta de lo empapado que estaba, y ahí se dio cuenta de cómo tenía la bombacha mojada.
J: Mirá como tenés la concha, que te anda pasando?
M: Aproveché la pregunta y le conté que últimamente no sabía que me pasaba, pero todo me calentaba, que había venido en la bici y me había pajeado con el asiento, que el otro día me había dejado apoyar en el colectivo por un tipo y había acabado. Nunca te pasó a vos? -Le pregunté.
Lo pensó un rato, me pareció que se había acordado de alguna cosa, pero lo que me contó se notó que fue otra, ella también había tenido unos meses que se pajeaba con cualquier cosa, se refregaba la concha contra los muebles, y una vez también había acabado en la bici.
Todo esto lo charlábamos mientras nos probábamos la ropa, a partir de que Julia se había dado cuenta de mi calentura noté que de vez en cuando lanzaba alguna mirada furtiva a mi entrepierna, y yo apropósito trataba de mostrársela lo más que podía, inclusive le comenté que lo que más me calentaba era sentirme así mojada.
J: Pero siempre acabás tanto?
M: Que vos no te mojabas así cuando te cogías los muebles -le dije con una sonrisa pícara.
Se ve que volvió a pensar en lo otro, lo que se le había ocurrido contarme primero.
J: Con los muebles no tanto…
M: Ah, sí, y con qué si te mojas así? -le pregunté mostrándole ahora la bombacha pero estirándola bien para que se me marcaran los labios de la concha
J: No mejor no te cuento porque te vas a enojar -me dijo sonriendo sin sacarme los ojos de la concha.
Me acerqué y le pellizqué el culo.
M: Que te vas a hacer a estrecha conmigo, que es lo que no le podés contar a tu mejor amiga?
Ella se quiso zafar y saltó por sobre la sobre la cama, yo la perseguía y la seguía pellizcando.
M: Pensando en eso que no me querés contar, te pajeabas contra los muebles? -Se puso colorada, pero no me contestó.
Imaginate, Julia estaba con el vestido a medio poner por la cintura y sin bombacha, vos sabés que ella es tan flaca como yo, lo único que tiene un poco más de tetas y el vestido le había quedado trabado en las lolas, o sea que estaba en concha, yo no podía alcanzarla porque el enterito me lo había subido recién hasta los muslos casi a la altura de la bombacha y tenía las tetas al aire. Corríamos alrededor de la cama y en una de esas la logré agarrarla del vestido y la hice caer en la cama y yo encima, le sostuve las dos muñecas contra el colchón y le trabé sus piernas con las mías y empecé a interrogarla.
M: Que era lo que te calentaba para pajearte? Te querés coger a Pablo? Andás caliente con alguien que yo conozco y no me querés decir? Porque crees que me voy a enojar si me lo contas? Imaginate Pablito la escena, a cada pregunta yo le apretaba mi bombacha empapada contra su concha desnuda. Mirá como la tengo ahora. Pablo, porque no abrimos las piernas los dos y me acercás la pija así me la puedo refregar la cabeza un poquito, pero sin metérmela, eh? Que todavía falta lo mejor!
P: Dale guacha apurate que estoy a mil, y a ella la notabas caliente?
M: Lo único que podía notar de calentura era la manera de mirarme, y la respuesta de su concha a cada arremetida mía, le seguí insistiendo: Dale decime que fue lo que te calentó, acaso fueron mis tetas? le pregunté en joda y se las hice bailar muy cerca de su boca: Fue ahí que me di cuenta que por ahí venía la cosa por la forma que se pasó la lengua por los labios y no me quitaba la vista de los pezones: Ah! Era eso, me viste en bolas un día y te calentaste? Ella asintió con la cabeza: Pero si vos me viste un montón de veces en bolas, que viste para calentarte? Ahora sabía que la tenía, y le iba a hacer pedir por favor que me chupara las tetas, la seguía seduciendo bamboleándole las tetas cerca de los labios, con la boca entreabierta y visiblemente excitada me empezó a contar.
J: Uno de los días que me quede a dormir en tu casa, habíamos estado con nuestros novios y llegaron tus viejos y las dos nos habíamos quedado sin coger, vos creías que yo estaba dormida, en un momento te destapaste y te empezaste a tocar, primero te abriste el saco del pijama y te empezaste a pellizcar los pezones…
M: Mostrame cómo me los pellizcaba? -le dije soltándole las muñecas
J: Así te los pellizcabas
M: Si, y que más hacía?
J: Tratabas de alcanzarte con la lengua el pezón
M: Cómo?
J: Así guacha, como te lo hago ahora, te gusta? Y yo mientras tanto en a otra cama me volvía loca, al principio trataba de imaginar que era mi novio el que me los estaba chupando a mí, pero después me di cuenta que lo que yo quería era darte placer a vos, era yo la que quería metérmelas en la boca como ahora, y después cuando te bajaste el pantalón y te metiste los dedos, y empecé a sentir ese enloquecedor chuf-chuf de tus dedos saliendo y entrando en esa argolla divina que tenés, y empecé a desear tu concha, que ahora debe estar encharcada e inmensa como esa noche.
M: Porque no te fijas como está y te sacas las ganas de aquella noche? -y giré a un costado mientras me sacaba el enterito y le abrí las piernas, y mientras ella se desvestía yo me refregaba la concha con la mano esperándola. Ella se puso entre mis piernas y mirándome desde ahí abajo me empezó a pasar e pulgar por el clítoris.
J: No sabés como te voy a coger hoy! Por todas las veces que me pajeé pensándote! Y vos, a que se debe que estés caliente estos días?
M: No te diste cuenta todavía? Dale linda chupámela y te cuento! Con Pablo nos proponemos uno al otro “Encargos” y el que me tocó a mí este mes fue tratar de seducirte y cogerte para contarle después a Pablo. Por eso hace días que lo único que hago es tratar de espiarte los escotes tratando de verte las tetas, o mirar cómo se te marca la concha cuando te pones las calzas, para después matarme a pajas imaginando cómo hacer para llevarte a esto guacha, y Pablo que se la pasa dándome ideas me vuelve loca. En ese momento Julia me hundió dos dedos en la concha y me sacó un quejido.
J: Qué linda que la tenés y ese olor me enloquece, tan abierta y empapada, me voy a tomar todos tus jugos… así que también anduviste caliente conmigo, y de las ideas que te daba Pablo cual te calentaba más?
M: Lo que más me calentó fue que decía que tratara de rozarte las tetas como sin querer para ver si se te paraban los pezones, o que te apoyara la concha en ese culito parado que tenés a ver si empujabas para sentirla más.
J: Hija de puta! Y lo hiciste un montón de veces, y yo pensando que era casualidad, y me calentaba tanto que dejaba las tetas para que siguieras rozando o me clavaba tu concha como si fuera una pija, deseando que me abrieras las nalgas y me llegaras al ojete. Porque no me lo haces ahora, ya, que no doy más de las ganas de sentírtela, por favor…
M: Ahí le dije que me lo pidiera otra vez, lo hizo, entonces me la monté, porque también quería sentir mi concha hundida entre sus nalgas, y ella boca abajo se movía desesperada, con el culo en pompa, pidiendo que me la cogiera, las dos estábamos enloquecidas, yo que la quería enterrar y ella ser enterrada, yo le agarraba la concha con las dos manos y en cada empujón le metía los dedos entre los labios, no sabés los labios carnosos que tiene, las ganas que te dan de chupárselos, no podíamos parar, en un momento la di vuelta y la empecé a besar apenas rozándole los labios con mi lengua, y ella mordiéndome los míos pero apenas la saliva le corría por el mentón y yo se la chupaba, y después ella me metió la lengua bien adentro, en ese momento las dos explotamos uniendo nuestras conchas en un entrechocar enloquecedor, gritando desesperadas, pidiéndole una a la otra que la coja, que la chupe, que lo vamos a seguir haciendo, que me calentás mucho, que vos también, ay metémela Pablo que voy a acabar como acabé con ella las dos juntas.
P: Así la querés adentro, ahora que probaste la concha no vas a querer más pija?
M: No ahora, voy a querer las dos juntas… y te voy a contar que ella también las quiere.