El viernes no tardó en llegar, y se hizo bastante ameno. La empresa ya estaba sondeando dónde ir a hacer la cena de empresa de navidad, y lo más afines a la festividad organizaron el típico amigo invisible, donde cada uno se regala cosas que no sirven para nada a gente que a veces ni conoces, o no tratas y se acaba convirtiendo en el juego de las sillas pero con los papelitos y acaba teniendo de invisible lo mismo que Sarah de monja.
—Yo no participo— le dije a Ángel cuando se acercó con una gorra llena de papelitos.
—No seas muermo— dijo meneando la gorra en mi cara—. Todos juegan, compra alguna chorrada por 5 euros y pásalo bien.
Me redimí y cogí un papel suspirando con hartazgo.
—¿Quién te ha tocado?
—¿No se supone que es secreto?— contesté. Ni había desdoblado el papel todavía.
—Claro, claro, "secreto"— dijo Ángel acentuando las comillas con los dedos, y se fue a engatusar al siguiente.
Me tocó Eva, la MILF petite a la que ya le había echado un ojo. ¿Qué demonios podría regalarle? Guardé el papel y aplacé el problema para más tarde.
Llegada la hora fui a casa. Tenía ganas de noche libre y no tener que madrugar el sábado. Fue un viernes como antaño. Pedimos pizza y vimos un par de películas, con la diferencia de echar un echar un polvo durante la publicidad. Como el compañero de piso no estaba, aprovechábamos el sofá, que aún no habíamos mancillado. Tenerla encima estando en el sofá era un gozo, tenía sus maravillosas tetas en mi cara y podía jugar con ellas como quería. Además colaboraba con ello alzándose y arqueando la espalda para que le mordiera bien los pezones. Después de un par de pases de publicidad, le escocía el coño y se acabó la fiesta.
—Tendrás que conformarte con mi boca— me dijo traviesa.
—¡Vaya! ¡Qué pena!— dije con sarcasmo mientras me acomodaba en el sofá tirando una almohada al suelo.
Se deslizó del sofá al suelo y se puso frente mío haciéndose una coleta, y me agarró el pene con la mano, masturbándome lentamente mientras me miraba fijamente. Añadió la lengua, recorriendo todo el tronco, de arriba a abajo y deteniéndose en el glande donde hacía círculos.
En cierto modo, era la primera mamada que me hacía. Hasta ahora siempre había sido yo el que le follaba la boca, a mi ritmo y voluntad, y ahora era ella que controlaba el ritmo y mi placer.
Seguía jugando con la lengua y su mano antes de metérsela completamente en la boca, haciéndome sufrir cuando se la sacaba. Podía ver como daba espasmos, y seguía jugando alternando largas lamidas con su húmeda boca.
Cuando ya no podía más, abrió la boca y apoyó la punta sobre su lengua, que seguía moviendo mientras me hacía una paja rotando con la mano.
Vi como cada chorro de mi semen aterrizaba en su boca. Ni se inmutó y siguió estrujándome hasta sacar la última gota, rematando con la lengua. Me quedé mirándola unos segundos mientras repasaba con la lengua en busca de los últimos restos, dejándome ver toda la carga en su boca, y haciendo un gesto exagerado, se lo tragó todo relamiéndose.
—¿Te gustó?— preguntó lamiéndose la mano en busca de una servilleta.
Asentí mientras tomaba largas bocanadas de aire.
Se volvió a sentar en el sofá y seguimos viendo la película, que se había reanudado hace rato. Cada vez ponen menos anuncios.
Al día siguiente estaba expectante de noticias de las chicas para quedar a la noche. Después de comer me sonó el teléfono.
Mensaje de Carol:
Hola guapo! Quedamos a las 21 h?
Claro, cuando quieras, tengo la tarde libre
Puedes llevarte el coche?
Que luego volver de noche es un coñazo…
En verdad no quería llevarme el coche, por lo de beber y tal, pero quería caer bien, así que dije que sí.
Bueno, si no hay más remedio…
Va, que valdrá la pena!
Nos lo pasaremos bien
Claro que sí!
Os recojo dónde el otro día a las 21h
ok!
******
Tenía un buen presentimiento, y a los pocos minutos me sonó el móvil de nuevo.
Mensaje de Erica:
Hola! Como quedamos hoy?
Quedé con Carol a las nueve donde el otro día
No te dijo nada?
Si, pero tienes que quedar conmigo también
Haces algo antes?
Nada en especial
Quedemos antes y hacemos la previa
No puedo hacer la previa
tengo que conducir
Ay, es verdad!
Pues nada, ya hago yo la previa y quién sabe
Una chica borracha y un chico dispuesto…
jejeje
Tentador
A ver si te tendré que llevar a casa y nos vamos de fiesta Carol y yo solos
Si hombre!
Aquí todos o nadie!
O follamos todos o la puta al río
Exacto!
Acabamos quedando a las 19:30, una hora y media antes que con Carol. Tenía una curiosa sensación, pero no le di importancia hasta quedar con Erica. Se presentó con una camiseta apretada escotada que sugería un bonito pecho blanco y unos tejanos negros que le hacían un culo estupendo. Se mostraba tímida, pero a medida que avanzaban las cervezas, se soltaba. Su tema de conversación básicamente era, que ella era mejor que Carol, y movidas que habían tenido y que mejor que no me acercara a ella.
—¿Y a ti si me puedo acercar? — le sugerí. Estaba ya contentilla, si no no creo que le hubiera hecho esa pregunta.
—Bueno, antes que con ella— dijo sonrojada.
Yo me seguía sintiendo un cabrón.
—Tengo un gusto un tanto peculiar para el sexo.
—¿Ah sí?
—Si. Solo me corro follando por el culo. Si no no hay manera— dije en clave de humor—. Así que si Carol me deja follarle el culo y tú no, pues le tocará a ella.
Erica soltó un bufido y volvió a su discurso que ella era mejor que Carol.
—Carol no se deja follar el culo. Le da miedo.
—¿Y tú sí?— pregunté incrédulo.
—Yo sí, me encanta— dijo dándole un trago a la cerveza. No me terminaba de convencer ese "me encanta", muy seco. No era consciente que me acababa de ofrecer su culo indirectamente, me divertía pero no me lo creía mucho. Ya trataré de sacar el tema cuando esté serena.
Se iba acercando la hora de quedada y fuimos a buscar a Carol. Cuando nos vio llegar juntos, miró a Erica con desdén.
—¿De dónde venís?
—Como no teníamos nada que hacer fuimos a hacer la previa mientras salías de trabajar.
—Yo no— desmentí enseguida al estar conduciendo.
Se hizo un silencio incómodo y Carol parecía molesta. Iba vestida prácticamente igual que Erica, pero su camiseta estaba recortada y desgarrada.
—¿De qué trabajas?— le pregunté intentando romper el hielo.
—En una cafetería, nada del otro mundo.
—No, pero da para pagarte tus cositas ¿no?
—Si, eso si.
Erica se estaba quedando frita.
—¿Siempre es así bebiendo? Quiero decir, ¿tanto?
—Le va a ratos, tranquilo, que cuando lleguemos ya estará dando saltos otra vez.
Me acordé del polvo con Sarah mientras se hacía la dormida. Fantaseé brevemente en sobarla mientras seguía durmiendo, pero me disuadí de esa idea, eso es un camino quería volver a recorrer.
Cuando aparqué, tal como predijo, Erica se espabiló y fuimos al bar. Se pasó todo el camino agarrándome del brazo. Cuando llegamos y nos sentamos, lo primero que hizo fue ir al baño. Mientras tanto, el camarero vino a tomarnos nota a Carol y a mi.
—¿Es usted mayor de edad?— le preguntó el camarero.
—Claro, tengo 19— le dijo enseñando el carné.
—¿Y la pelirroja?
—También, 20. Si quiere esperar a que vuelva y te enseñe…
—No hace falta, te creo— interrumpió el camarero. Yo estaba sorprendido que Carol fuese menor que Erica, pues me pensaba que era al revés.
—Un vodka negro con lima— pidió Carol.
—Para mi un Ron cola y a la pelirroja una cerveza sin alcohol, pero se la pones en una copa y no traigas la botella.
—Entiendo— dijo el camarero con una sonrisa cómplice.
—Y si puedes, que siga así cuando la pida ella.
Le di cinco euros de propina por el favor.
—Claro, ahora aviso en la barra.
Carol se estaba aguantando la risa y me miraba divertida.
—¡Qué cabrón eres!
—Si sigue bebiendo así en una hora tenemos un aguafiestas. Se lo pasará bien igual.
—Seguro.
Cuando llegó Erica del baño se percató de nuestra risa y mirada cómplice.
—Eeeh, ¿qué ha pasado?
—Te pedimos una cerveza— le dije—. Para que no mezcles.
Se mostró conforme y Carol se partía la caja y me contagiaba la risa. Erica se empezaba a molestar, pero se le pasó cuando trajeron las copas.
Pasamos el rato charlando hasta que llegó más gente y se hicieron las presentaciones. Lo divertido en realidad era Erica haciéndose la borracha, porque todo el mundo sabía que llevaba toda la noche tomando sin alcohol, excepto ella. Hasta le fui a preguntar al camarero y me confirmó que no le había puesto nada de alcohol.
—Tu amiga es un poco…
—¿Competitiva? Me interrumpió Carol.
—No iba a decirlo así, pero me vale.
—¿Y cómo lo describirías?
—No encuentro la palabra, pero competitiva está bien. Todo el rato parece que quiera demostrar que es mejor que tú.
—Si, se hace pesada al final, pero la amistad pesa.
—Eres una buena amiga— le dije levantando la copa y brindamos—. ¡Por la amistad!
—Por la amistad— repitió un poco más desganada, pero con un brillo cómplice en sus ojos.
—Voy al baño— dije.
Cuando volví, estaban discutiendo. Uno de sus amigos me dijo que era habitual, que rara es la noche que no la liaban. Me acerqué a ellas a ver qué decían.
—Le dije que le querías follar el culo pero que me lo follarás a mí— dijo Erika haciéndose la borracha.
—¿Perdón?— me sorprendió divertidamente. Carol estaba molesta diciéndole que dejara de hacerse la borracha, que lleva toda la noche bebiendo sin alcohol, pero ella seguía en su papel.
Le dije que fuera a tomar el aire. Por suerte, la música había camuflado el comentario y había quedado entre nosotros tres.
—Lo siento, fue una broma que hice antes que parece que no ha…
—¿Una broma? — contestó Carol notablemente molesta, no sé si por la discusión o por mi supuesto comentario.
—Si, una tontería— dije con indiferencia para quitarle hierro al asunto—. Me preguntó con cuál de las dos me acostaría y le dije que la que me dejara darle por el culo.
Carol ahogó una risa.
—¿En serio? Seguro que dijo que entonces lo harías con ella, pues le encanta y vete a saber qué sandeces más.
—Exactamente, y que tú no te atreves, blablabla. La respuesta que esperaba era "ah, pos entonces con ninguna".
—¿Y cómo que no estás yendo detrás de ella para cobrarte la oferta?
Sonreí y hubo un cruce de miradas.
—No sé, era una broma. No me lo tomé en serio, además, es un poco difícil de tratar.
Carol se quedó en silencio, mirando al vació mientras bebía por la pajita. Cuando se decidió qué decir, dejo la copa en la mesa con un notorio golpe.
—Pues mira, es totalmente al revés — suspiró Carol, esperando no arrepentirse de lo que iba a decir. Ya hablaba con un par de copas también—. Lo que esa niñata en vez de buscarse su camino intenta ser como yo.
—¿O sea que es ella la que tiene miedo? No me sorprendería.
—Si. Le conté mi experiencia y la animé a probar, pero no quiere. Me haría gracia ver qué haría si llega el momento.
—No me la tomé en serio— insistí— llevaba ya un par de cervezas encima. Si mañana se lo propusiera otra vez se echaría atrás.
—No lo admitiría pero te pondría excusas. No pierdas el tiempo.
—No lo hago — le dije acercándome a su oído. Giró la cabeza sonriendo y empezamos a comernos la boca. Mientras se entrelazaban nuestras lenguas, caí en la cuenta que nunca me he besado con Sarah.
Carol me sonrió traviesa.
—Así que me eliges a mi porque me dejo follar el culo, ¿no?
—No, porque no eres una niñata escandalosa que pretende ser otra persona.
Carol se rio y echó mano a mi paquete notando la erección.
—¿Quieres ir al baño?— le propuse.
—No, conozco un sitio mejor y más tranquilo.
Me encogí de hombros. Me da igual dónde.
—Hay que salir sin que nos vea Erica, si no se nos va a pegar como una lapa — advirtió Carol.
Al lado del bar hay un parque y nos metimos entre los arbustos que al final daba a un muro, del mismo edificio del bar.
—Algo me dice que no soy el primero ni el último en venir aquí— bromeé mientras nos abrazamos y besamos.
—Tonto.
Ya estando escondidos empezamos a meternos mano. Le bajé la camiseta desgarrada hasta la cintura y le aflojé el sujetador dejando su pecho libre, pequeño pero con encanto. No por ello me gustaba menos que las tetas de Sarah, me gustaba diferente. Este era más firme y más duro.
Me desabrochó el pantalón liberando mi erección. Escupitajo en mano me empezó a masturbar mientras nos miramos frente con frente. Le desabroché el pantalón y me hizo hueco por dentro de sus pantys hasta agarrarla bien de las nalgas, acabando por bajarle todo dejandole el culo al aire.
Unté un dedo en saliva y fui a tantearle el ano.
—Hay un problema— dije en un momento de serenidad.
—¿Qué pasa? ¿Hice algo mal?
—No, qué va. Pero no tenemos lubricante…
—Habla por ti— dijo mientras se sacaba del bolsillo un potecito de vaselina.
—Se supone que es para labios, pero para un caso de emergencia, sirve.
Me entregó el pote y seguimos donde lo habíamos dejado, ella masturbándome y yo metiéndole un dedo por el ojete.
En ninguno de los escenarios que contemplé para esta noche estaba el de follar a Carol por el culo en el parque. Ni siquiera follar, o cualquier otro tipo de contacto, una felación o cualquier cosa. Este polvo lo patrocina el alcohol y la adolescencia.
—Así estará bien— dijo mientras se daba la vuelta y se apoyaba contra la pared con el culo en pompa. Me apetecía que me la chupara un rato, pero ya bastante suerte tengo ahora como para pedir más.
Me unté bien el nabo en vaselina y me preparé para la acción. Ella se encontraba la cabeza apoyada en el brazo contra la pared, y la otra mano apoyada en sus lumbares y controlando mi penetración.
Se la empecé a meter suave, la vaselina facilitaba mucho el trabajo. Seguía entrando mientras ella siseaba de dolor, pero como no me decía de parar, seguía sin miedo.
El placer era enorme, apenas se la estaba metiendo e igual que con Sara, ya quería correrme.
Cuando la tuve toda metida, la avisé y lo comprobó con sus manos. Satisfecha, se incorporó un poco hasta conseguir comerme el morro mientras empezaba a mover la cadera.
Movimientos suaves, sacaba un poquito y cada vez más. Me encanta esta postura para sobarle los pechos. Cuando ya empezamos a coger ritmo y ella empezó a gozar, se volvió a apoyar en la pared y me dejó casi todo el trabajo a mi. Se mordía el brazo intentando ahogar los gemidos que le producía mi polla en su recto, y yo intentaba aguantar un poquito más con cada embestida.
—¡Pero bueno!— exclamó Erica—. Supuse que os encontraría aquí.
Mi polla seguía en el culo de Carol, palpitante y mis manos agarrando sus caderas, inmóviles.
—¡Lárgate Eri!— le grito Carol casi ladrando.
—¡Yo también quiero follar!— le contestó
—Ignórala— me dijo Carol queriendo seguir. Me estaba desconcentrando y perdiendo la erección, cosa que debía notar y me animó a centrarme y a seguir de nuestro disfrute.
Retomé el ritmo y conseguí recuperar la dureza necesaria.
Carol escondió se cara entre su brazo izquierdo mientras se masturbaba con la derecha, no estaba viendo el juego de miradas que tenía con Erica, que estaba a poco más de un metro de mi. Se movía traviesa y jugueteaba con la pajita de su cubata, como si fuera una mamada. Le hice un gesto con la mano para que se levantara la camiseta, lo que amplió su sonrisa de satisfacción. Se dio la vuelta para dejar el cubata en el suelo, dejándome ver su culito en pompa. Era extraño pero divertido follarme a una chica mientras hacía un juego de miradas con su amiga.
Había conseguido estabilizar el ritmo para no correrme. Volví a pensar en Sarah. Si no hubiera estado toda la semana follando con ella, no habría llegado tan lejos. Por un lado sentía curiosidad por donde iba a salir todo esto, y por otro lado tenía unas ganas de llenarle el culo de leche que no podía más. Cualquier sobreexcitación marcaría el final.
Erica se volvió frente a mí y empezó a juguetear con su camiseta, se la acabó levantando "flasheando" sus tetas, un poco más grandes que las de Carol, blancas como la nieve y pezón de botón. Se la clavé más honda a Carol, que soltó un gemido cual bramido anunciando su orgasmo. Me mantuve allí quieto con la polla palpitante a la puerta de la eyaculación, tratando de mantener la compostura contemplando las tetas de Eri.
Carol trató de recuperar la respiración, y al levantar la mirada miró con asco a Eri, que ya se había puesto bien la camiseta.
—¿Aún estás aquí?— resopló con desprecio, con mi polla todavía dentro. Se me iluminó la bombilla.
Me incliné sobre ella alcando su oído para hacerle una proposición. Tenía que elegir las palabras adecuadas o podría mandarlo a la mierda todo. Aunque mi yo cabrón me decía que si se molestaba y se iba, podría terminar con Eri y sus tetas de pezón de botón. Pero no me interesaba quedar mal ni empezar siendo un capullo en mis primeras relaciones sociales.
Entre un suave balanceo de caderas disfrutando, le hice la proposición, que por mi sorpresa, aceptó encantada, aunque al principio su cara la delató. Eso sí, puso una condición que por mi era estupenda.
Le saqué la polla del trasero y miré a Eri.
—Ven— le dije.
Se acercó traviesa con mirada victoriosa. Quería que la eligiera a ella sobre su amiga.
—Arrodíllate— le ordené.
—¿Eh?— resopló haciendo una mueca, contemplando mi pene lleno de vaselina que debía saber literalmente a culo. Me miraba negando con la cabeza.
—Ella me la chupó antes de follar.
Mentira, pero ella no lo sabía.
—Ya per…
—Sabía que no tendrías huevos — la interrumpió Carol, poniéndose de nuevo contra la pared ofreciéndome su culo para acabar. Esa era la condición, acabar con su culo y no en la boca de Eri, si hubiera aceptado chupármela.
—Espera— dijo Eri cuando estuve a punto de penetrar de nuevo el culo de Carol—. Lo haré.
No esperábamos que aceptara. ¿Hasta qué punto está dispuesta a defender su estúpido ego y que es mejor en todo? No creíamos que estaría dispuesta a comer mierda, pero en el caso de que aceptara yo me llevo una mamada y Carol el deleite de humillar a Eri haciéndole comer su culo indirectamente.
Se arrodilló y me acerqué a ella rabo en mano hasta que el glande tocó la comisura de sus labios. Con cierta cara de asco, sacó la lengua tímidamente y cerró los ojos mientras me lamía la puntita. Empujé un poco tratando que abriera la boca para metérsela bien, pero no había manera.
—Si no lo vas a hacer bien, aquí queda la cosa— dije apartándome un poco.
—No, espera— dijo, y tomó un largo trago del cubata, suspiró y me la empezó a comer como dios manda, aunque poco duró.
Cuando empecé a acompañarla, le entraron arcadas, se incorporó con los mofletes hinchados y se metió entre los arbustos a vomitar. Carol y yo nos empezamos a reír.
Me acerqué a Carol, le di un beso.
—¿Quieres chupármela tú?
—No— me dijo sonriendo, en otro momento, quizá— dijo estrechándose de hombros. Me acarició la cara y se dio la vuelta —. Acaba ya, antes de que vuelva.
No necesitaba mucho tiempo. Llevaba una excitación encima que un breve soplido podría provocar la eyaculación.
Se la clavé de nuevo en el culo y empecé a darle sin límite, ella me acompasaba moviendo sus piernas. Le cogí de los senos, poniendo su espalda contra mi pecho y buscaba su boca. Entre un beso largo y húmedo y mis manos sobando su pecho, culminé en su ano con una eyaculación violenta hasta un poco dolorosa, y seguí apretando hasta perder la dureza.
Nos quedamos unos segundos inmóviles. Mis manos repasaban todo su cuerpo, como confirmando que seguía allí, esto es con lo que acabo de correrme. Finalmente nos despegamos, y nos miramos con vergüenza.
—¿Quieres una toallita?— me preguntó.
Asentí, y me limpié el pené de toda la vaselina y restos que habían quedado allí. Me hicieron falta un par más. Ella hizo lo mismo.
Cuando ya estábamos listos como si no hubiera pasado nada, fuimos en busca de Erica. Había vuelto con el grupo al bar. Cuando nos vio, hizo como que no había pasado nada.
—¡Hombre! ¡Os estaba buscando! ¿Dónde os habíais metido?
La miramos con condescendencia e intentó disimular soltando una sonrisa.
—Blanco y en botella, leche— le dijo un amigo—. Estaban a sus cosas, déjalos tranquilos. ¿Una copa?
Miré la hora que era y cuando tendría que conducir.
—¡Venga!
La noche pasó sin más incidencias. Alguno de los chicos trataba de arrancarme información, que qué tal el polvo con Carol, que qué cabrón en la primera noche. Yo me limitaba a desmentir que no había pasado nada y que solo fuimos a fumar un porro al parque. Prefería ser discreto que no convertirme en el centro por haber tenido relaciones esa noche.
Llegada la hora, emprendimos el camino de vuelta. Carol y Erica no se dijeron ni mu. Erica estaba serena pues no había bebido nada más después del mal gusto que se llevó. Carol si que estaba tocadilla, mirándome con una sonrisa inquebrantable.
—Gracias por no alardear— me dijo. Aunque para mi es bastante lógico y una cuestión de respeto, sabía que bastantes hombres presumen enseguida de sus victorias sexuales.
—No es nada, me gusta ser discreto. Es más divertido tenerlos entretenidos con la duda.
—Eres un tío… guay— dijo haciendo énfasis en la última palabra.
—Gracias. Ya estamos llegando.
Paré en el portal de su casa y me aseguré que podía llegar hasta arriba por sus propios pies y nos despedimos con dos besos.
Subí al coche de nuevo y Eri seguía detrás.
—¿No prefieres ponerte delante?
Se estrechó de hombros e hizo el cambio, brusco. Parecía estar harta de la noche. Arranqué el coche y la marcha.
—Oye — le dije. Mi yo cabrón se estaba poniendo al mando—. ¿Sigues queriendo follar?
Se giró bruscamente hacia mi, y aunque amaneció una leve sonrisa, trató de disimularla con indiferencia.
—Bueno.
—No le digas nada a Carol.
Me miró como si fuera estúpido.
—Claro que no.
—Ven aquí — le dije aprovechando un semáforo y nos empezamos a comer la boca.
En mi cabeza resonaron las palabras de Carol hace un momento.
"Eres un tío guay."
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Gracias por leerme,
AleX