back to top
InicioSexo con madurosSin arrepentimientos

Sin arrepentimientos
S

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Esto que les cuento ocurrió después de casi 3 meses sin sexo, sin poder pegarme una escapada para nada, trabajando desde casa por la pandemia, he aguantado todo ese tiempo masturbándome casi todos los días, de tanto en tanto tenía video llamadas con Juan para masturbarnos en la distancia.

Después de un mes aproximadamente, ya no me satisfacían mis juguetes, necesitaba sentir que me aprieten, me chupen el clítoris, que me agarren fuerte de la cintura mientras me penetran, necesitaba chupar un pene real y oler el semen corriendo por mi rostro, estaba ardiente por dejarme coger por cualquiera, entonces me acordé del vecino del cuarto piso, es un señor de unos 60 a 65 años, lo recordé porque siempre me anduvo detrás desde que enviudo, me hacía regalos, siempre me decía lo hermosa que estoy y algunas otras cosas sucias cuando estaba pasadito de copas, obviamente me las decía cuando estábamos solos o en el ascensor, yo nunca las tomé a mal, en ocasiones hasta me gustaba pensar en lo que supuestamente me haría.

Como prácticamente quedan 6 departamentos ocupados en el edificio, la mayoría fue saliendo por no poder pagar más el alquiler, solemos salir a charlar entre los vecinos por el pasillo, no hay otra cosa que hacer, estábamos confinados, en una de esas coincidí con Don Roque, como lo conocemos, hablando y hablando me preguntó si que haría a la noche, "Ay Don Roque, voy a poner una película, me tomaré unas copas de vino y me dormiré" contesté, "y tu novio?" me preguntó, "hace años que no tengo novio" le respondí de vuelta, "pero suelo ver algunos que vienen junto a vos" me dice, "son todos amigos y con esta cuarentena ya ni podemos juntarnos" le dije, me invitó a cenar a su departamento esa noche, "dale" le dije, quedó algo sorprendido ya que nunca había aceptado anteriormente, les comento brevemente, no me desagrada el señor, es más, medio me gustaba luego, pero no me iba a meter con mi vecino para evitar problemas, pero en esta ocasión y aprovechando que las chismosas del edificio ya no están, acepté.

Llegó la noche, me fui al natural, con un poco de brillo en los labios, un perfume suave, el cabello suelto, un short decente con una blusa decente y mi carterita de mano con lo esencial, preservativos siempre y las pastillas anticonceptivas.

Sigilosamente llegué hasta su departamento, toque timbre y me abrió, no paraba de decirme lo linda que estaba, me senté en el sofá, me sirvió vino, él lucía impecablemente vestido, "te gusta la pasta" me preguntó, "me encanta" respondí, luego del vino me pidió pasar a la mesa, sirvió la cena, tuvimos una muy buena conversación durante ese tiempo, me preguntó cosas mías, me contó sobre su vida, me dijo que desde que falleció su esposa ya no estuvo con nadie más, que no pudieron tener hijos, me tocó el alma realmente todo lo que le tocó vivir, así transcurrió la cena, luego nos levantamos y fuimos a la sala de estar, bebimos unas botellas de vino y cuando sentí que se estaba poniendo triste por lo de su esposa con los tragos, me senté a su lado y lo abracé, para hacerlo pasar le conté sobre mi vida, que tengo pretendientes, pero nada serio con nadie, "cómo se entiende nada serio?" preguntó, ya con las copas de más le contesté "puro sexo, nada más", "me habría gustado ser uno de esos amigos" me dijo riendo, se levantó a servir más vino y me trajo una caja con un moño, "esto es un regalo para vos" me dijo, sorprendida obviamente, lo abrí y era una cadena con una hermosa placa que rezaba "Para la mujer más bella", "muchas gracias, está hermoso" le dije, me contó que se la pensaba regalar a su esposa, pero justo falleció sin poder entregársela, no pude contener las lágrimas, me disculpé y fui al sanitario.

Me repuse y le dije "también tengo un regalo para vos, ahora mismo salgo a llevarte, cierra los ojos", me saqué la ropa, me puse por el cabello el moño y salí junto a él, me paré frente a él "ahora podés abrir los ojos, espero te guste" le susurré, apenas abrió los ojos quedó sorprendido, casi duro, tomó un buen sorbo de vino y me estiró más a él, empezó a sobar mis pechos, me apretaba la cintura y recorría con sus labios mis pezones mientras me apretaba las nalgas me daba ricos mordiscos, se detuvo y mirándome preguntó "estás segura de esto?", "Sí, no solo toques el regalo, tenés que abrirlo" contesté mientras me recostaba en el sofá abriéndo mis piernas, "un regalo como este es como para abrir todos los días" contestó mientras acomodaba su rostro entre mis piernas, me abría los labios de la vagina y me daba besos y lamidas en rico sexo oral, lo dejé chuparme un buen rato apretando su cabeza contra mi sexo gimiendo de lo bien que me lo hacía, me salí y lo senté de vuelta en el sofá, le apretaba el pene sobre el pantalón, desabroché el cinto, bajé la bragueta y se la chupé mirándolo a los ojos ayudándole a sacar la camisa, le hice garganta profunda y entre suspiros me tomó de la mano y me llevó a su habitación, estaba mojadísima.

Ya en la habitación, lo recosté en la cama y entre suspiros fui metiendo su rico pene en mi hambrienta vagina, él me chupaba los pechos mientras me movía en el vaivén típico de empuje cuando me penetraba, no tardé en llegar, estaba tan caliente que me vine en pocos minutos en tanto mis labios rozaban los suyos en medio de mi gozo, gemidos y pequeños gritos sobre grueso y canoso pedazo de carne, pero no salí de él, me dejé caer a un costado suyo y lo estiré sobre mí abriéndole mis piernas mientras seguía con sus bombeos deliciosos besando mi cuello y mordiendo mis orejas.

El sonido de sus testículos golpeando mi entrada vaginal se hicieron más rápidos, constantes y pude sentir que me llenaba de semen bien en el fondo, volví a gemir como loca moviendo mis caderas en círculo para sacar hasta la última gota de esperma, eran apenas las 23 horas de ese día sábado, se salió y me recosté por su pecho empapada de placer y súper contenta, nos quedamos casi dos horas acostados, volvimos a trenzarnos en besos y bajé hasta su miembro para volver a engullirlo, ya estaba duro de vuelta, me puse de cuatro y tomándome de la cintura bien fuerte como me gusta, me penetraba la vagina una vez más, los gemidos se hicieron sentir de vuelta en cada estocada de mi nuevo amante, mi vagina en contacto con sus testículos parecía aplaudir la escena, mis manos frotaban el clítoris hasta que ya no aguante más y tuve otro hermoso orgasmo.

Me quise salir, pero me tomó fuerte de la cintura mientras sus movimientos se hacían intensos, "avísame cuando vas a terminar papá" le pedí gimiendo, unos pocos minutos después "ahhh, estoy por largar" dijo, me salí y se la empecé a chupar de vuelta y le hice eyacular sobre mis pechos, el olor a semen tan potente se olía en toda la habitación, una vez más se recostó en la cama y yo sobre su pecho tocando ese grueso y canoso pene.

Como a las 2 am me vestí, así sin bañarme, quería llevar su olor conmigo, el semen se secó por mis pechos y cuello, tomé mi cartera, lo despedí con un "chau rico" en tanto él no paraba de repetir "riquísima es poco, hermosa", abrí la puerta, miré a todos lados y subí a mi departamento, al llegar me duché, aún bajaba semen entre mis piernas, complacida me acosté desnuda y sin arrepentimientos pensando en volver a hacerlo seguido con él ese misma noche de vuelta, sin dudas, ya no necesitaría salir a buscar sexo porque en el edificio ya encontré quien me haga suya siempre.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.