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Noche de placer sin límites
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Tiempo de lectura: 3 minutos

En la cama ambos nos acostamos de costado mirándonos de frente, yo empiezo a tararear la canción de Aerosmith que se escucha de fondo mientras cierro los ojos. Siento que me acaricia el pelo quitándomelo de la cara 2 veces, y en la última vez se acerca y me da un beso suave en la boca de esos que te humedecen los labios, son perfectos.

Empieza a sonar mi tema preferido, entonces me acerco a él para sentir su calor, con una mano lo rodeo por la cintura como abrazándolo mientras mi boca busca su cuello para darle besos cortitos. Él pasa su brazo para abrazarme y de un momento a otro quedamos nuevamente frente a frente con esa pequeña distancia. Vuelve a besarme, pero ahora sosteniendo mi cabeza para asegurarme que no me voy a ir. Mis manos recorren su espalda de arriba hacia abajo y viceversa. Meto mi mano por debajo, ¡necesito su piel!

Se da vuelta para quedar boca abajo y su piel irresistible me anima a llenarlo de besos por la espalda, pero comienzo a acariciar su cabezada y recorro su espalda con las yemas de mis dedos (ese contacto mínimo pero necesario). Le doy la espalda y él hace lo mismo conmigo hasta que me sujeta por la cintura y se acerca para quedar pegados, en ese momento me doy cuenta que las caricias surtieron otro efecto.

Me hace cosquillas entre el oído y el cuello solo para molestarme entonces me doy vuelta y lo beso más apasionadamente. Mientras está distraído con el beso voy insinuándole que me haga un lugar y me coloco arriba suyo. Éste es el momento de quitarle la remera y recorrer su pecho con besos bajando hacia su pelvis. En el borde de su bóxer me detengo y comienzo a bordearlo con la lengua para generarle cosquilleo.

Mientras ese cosquilleo sucede, mi mano busca su miembro para tocarlo por arriba de la ropa (me gusta hacerlo humedecer con la ropa puesta). Una vez que lo logro, sigo mi descenso y le quito la poca ropa que le queda. De la misma manera, me desnuda de las caderas para abajo. Solo conservo la remera solo porque me gusta que me la quite él.

Comienzo a practicarle sexo oral, mojar su miembro entero, estimularlo bien, sentir su leve jadeo, él me lo hace saber acariciando mi cabeza y sosteniéndome el pelo.

Cuando mis ganas no aguantan más y necesito su contacto vuelvo arriba y sin rodeos me coloco arriba para que me penetre lo más profundo que pueda. Con leves movimientos voy acomodándome al placer, el busca sentir más piel y me quita la remera. Frota mis pechos y me pellizca los pezones provocando movimientos más enérgicos.

Suena “Dream on”, apenas puedo reconocer la música porque el momento me distrae. Mi pelvis necesita más de él y el ritmo se empieza a acelerar. Con mi lengua recorro sus labios y lo muerdo levemente (sé que lo hace enloquecer y querer más). Sujetándome el cabello me lleva a un beso pidiéndome más. Yo logro llegar a una posición en la que puedo disfrutar de que me chupe los pezones mientras mis movimientos son más repetitivos. Mi clítoris quiere más y no quiero parar porque sé que me voy a venir.

De pronto él quiere llevar el control y me mueve quedando atrapada abajo suyo. Sus penetraciones son cada vez más duras y constantes cortándome la respiración.

Por un lado deseo que no pare nunca, pero me voy a correr. Entonces le digo que me acabe así lo hacemos juntos.

La situación de placer explota, siento sus fluidos tibios dentro de mí y cómo todo se comienza a relajar. Cae desplomado arriba mío y mi gula no se contiene. Con él arriba mío empiezo con unos leves movimientos para seguir estimulando mi clítoris hasta acabar nuevamente.

Ambos tomamos un respiro y disfrutamos el aire frio que toca nuestros cuerpos hasta que logramos recomponernos. Se acuesta a mi lado, le vuelvo a practicar sexo oral saboreando los restos hasta que su miembro queda dormido en mi boca. Amo sentir como su piel se vuelve más suave.

Me pongo la remera y mi ropa interior para meterme en la cama extasiada, lista para dormir.

De costado, ya con los ojos cerrados, le digo buenas noches y con mi mano busco su oreja para tocarla hasta caer dormida.

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