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El adiós de mi mujer
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Me levanta como muñeca de trapo y me pone en cuatro sobre la cama. Con toda su fuerza y grandes manos me apresa de la cintura, con movimientos de frenesí lleva mis caderas hacia su pelvis y después me aleja de él.

Ya tenemos más de treinta minutos haciendo el amor y yo cada vez me siento mejor. Quiero más y se lo hago saber con mis movimientos y pujidos. Han pasado ya unos quince minutos en que he dejado de reprimir mi voz, el proceso fue como ir en montaña rusa. Empecé sin decir nada, aguantando el dolor, aferrándome a las sabanas de la cama y mordiendo la almohada. Después de algún rato y relajándome más me ha salido un “que rico” después la ricura de su miembro dentro de mí y sus besos de pasión han hecho que suba de tono mi voz diciendo “métemelo más” en éxtasis empiezo a gritar profesándole todo mi amor carnal en dos palabras que se puede escuchar hasta el último piso del multifamiliar “TE AMO”.

Después ya más relajada, bajo mi tono a uno normal gimiendo y diciendo “si amor” a cada una de su envestidas y de vez en cuanto un “ya no pares, ya no pares”. Una de sus manos me suelta y se va directo a mis cabellos, los toma y de un jalón levanta mi cabeza. Es así que puedo ver la escena en el espejo del tocador. Un formidable espectáculo, un macho alfa de casi dos metros follando y poseyendo sin piedad a un muy afeminado beta en éxtasis. Mi ano totalmente dilatado alberga sin problema y con mucho gusto a ese pene de más de 19 cm de largo y muchos otros de grosor.

El gran tamaño de sus testículos hace que golpeen mi perineo dándome un masaje irreal y llevándome a un éxtasis extremo. A los muchos más minutos, siento que un calor enorme recorrer todo mi cuerpo acompañado de una descarga eléctrica descomunal. Ya llegue al orgasmo y estoy eyaculando, pero esta vez no es solamente esto. No, ahora la eyaculación viene con un deseo extremo de no parar, de que me sigan follando hasta la muerte.

Mis piernas ya no aguantan estar en cuatro, pero el deseo de seguir sintiendo ese place impide que me desvanezca quiero que me siga follando porque esta sensación dentro de mí me da un placer inigualable. Gotas de semen salen de mi pene, y de repente en ese mismo instante la puerta de la recamara se abre de par en par, es mi esposa gritando “así te quería agarrar, ya lo sabía, no aguantó que seas tan maricón” “no puedo creer que te estén follando en nuestra cama”.

Madre mía que lio, al verla, escucharla y con el temblor aun en mis piernas me caigo totalmente boca abajo en la cama. El sabroso pene de aquel repartidor, del cual nunca supe su nombre, salió de mi ano haciendo un sonido similar al del corcho de la botella “plug”. Para continuar con la tragicomedia él también está terminando pero no con gotas como yo. Él con chorros disparados a todos lados. Uno de ellos va a parar hasta el vestido azulado de mi mujer la cual estaba a dos metros de nosotros. Otros muchos chorros caen quemándome la espalada y bañando todas mis nalgas.

Mi esposa solo dijo “ya no puedo más esto es el fin Juan, me largo”. Me hubiera gustado tratar de explicarle lo inexplicable y salir detrás de ella para tratar de contentarla. A final de cuentas si la quería y nos llevábamos bien. Pero aquel intenso orgasmo que había tenido y todo el rato que había estado follando me había dormido las piernas y no pude moverme de la cama, pero debo confesar que si lo quise hacer.

El infeliz repartidor que me hizo muy feliz, sin decirme nada y a pesar de la escena que habíamos tenido, metió nuevamente todos los 19 cm de carne magra que colgaban entre sus piernas. Esta vez aunque me hubiera opuesto a que entraran, no habría tenido éxito tanta era mi dilatación y tanta vaselina me había untado que si un caballo me hubiera querido follar lo logra sin problema.

Derrotada por la pasión y la perdida, me dejé llevar nuevamente por el mete y saca. Sin pensar una vez más dije “así papi que rico” y por mi rostro una lágrima agridulce recorrió mi mejilla. Sabía que se había terminado todo con mi esposa pero que esa tarde ese repartidor me había hecho muy mujer.

El chico repartidor me dejó a la hora, él pudo terminar otra vez y ahora dentro de mí reclamándome como su hembra. Ni siquiera se bañó, no hubo un beso de despedida y se fue sin propina. Me dejó una comida fría e insípida junto con un placer enorme y una relajación y aceptación de quedar bien follada tal que me hizo dormir 5 horas seguidas al mediodía.

Volviendo a lo de mi esposa. Que tanto había sido culpa mía y que tanto de ella? Por favor déjenme contarles para que ustedes hagan su propia conclusión.

Mi esposa y yo teníamos 6 meses de casados. Nos habíamos conocido hacía un año. Nos conocimos en una convención de comics en la cual ella había ido vestida de stormtrooper y yo de princesa Peach. Si! O sea soy cosplay de años. Caminando por los pasillos tropezamos uno con otro yo distraído y babeando por ver a 4 chicos vestidos de Conan y ella… creo que ella por lo mismo. Nos disculpamos y nos lanzamos piropos de nuestros atuendos, salimos a tomar un café y me confesó que le encantaba que los chicos hicieran tan buenos cosplays de chicas. Desde entonces quedé flechada de ella y creo ella de mi.

La relación que empezamos evolucionó con el tiempo, hasta estar en la intimidad. A las pocas semanas teníamos sexo, no era bueno pero no era malo. Teníamos en ese entonces solo 18 años. Yo siempre había sido muy delgado, pero de caderas amplias y con culito respingo. Mis facciones son muy finas. Me gusta traer el cabello largo con rayitos, depilarme las cejas, usar pestañas postizas y pupilentes color miel. Digamos que no era la viva imagen de un macho, se me daba el ser delicado y verme como mujer.

Como les comentaba, el sexo no era tan malo para mí, solo la primera vez asumí un rol activo. Todas las demás asumían el rol de pasivo, ella era una leona en la cama, le gustaba hacerlo a todas horas, siempre quería más. Me decía que le metiera dos dedos, tres, todo el puño, mientras le metía el pene por el ano.

En fin, un día me sorprendió con un juguete (un graaan dildo) y me dijo este es Pancho. Pancho quiere ser tu amigo y tener sexo contigo, jaja me reí nervioso, pero salivando de ganas. Primero ella se lo metió en la vagina tres minutos lo disfruto hasta que me dijo, ahora métemelo tu por el ano. Ok, sin problemas para ella ni para mí, yo soy un poco corto, mi pene solo mide 10 cm erecto y es también algo delgado. Aunque ella parecía que iba a estallar, no lo logro, no pudo terminar.

Me dijo “a ver, mira así me tienes que follar” de la cajonera saco un arnés se colocó el dildo me tomo de los hombros y me aventó sobre la cama boca abajo. Me dio un gran beso, riquísimo en el ano, me lleno de lubricante y sin decir agua va, me lo metió todo de una sola vez. Obvio, no era mi primera vez, yo en casa tenía un dildo aún más grande, ya alguna vez lo había intentado con mi primo pero casi nos cacharon y solo fue un mete y saca rapidísimo. Bueno me lo metió completo y ella se puso súper cachonda tanto así que termino y yo después de ella con el simple hecho de que me penetrara. Desde ese día y hasta hace 3 semanas nuestro sexo fue así. Ella me follaba a placer y yo disfrutaba como loca.

Pero siempre me faltaba más, a mí me gustan los hombres quería uno que me tratara como mujer, que me llevara a pasear vestida de nena. Que nos besáramos, en público, que se pusiera celoso por que otros me miren las piernas cuando ande con una minifalda o que me vean el culo con unos jeans bien ajustados. Que me de flores, que me abrace de la cintura, etc. Fue así que planee todo para hacerlo con alguien.

Tuve mucha suerte porque debido a la pandemia hacia home office. Pero mi esposa no, ella salía a trabajar todos los días. Me dejaba el terreno libre 7 horas o más, algunas veces ella regresaba porque salía con sus amigos, decía que a bailar. Pero le llegué a encontrar tres mensajes de tres tipos diferentes los cuales le mencionaban que cuando follaban otra vez. A mí me daba igual yo también tengo ganas que me follen.

Fue así y con un video porno que planeé hacerlo con algún repartidor. Ya había intentado con 5, pero ni uno se animó. Hasta que llegó Juan, mi pene de una noche.

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