Aprovechando que me encontraba como una hembra en celo, mi marido aprovechaba para hacer conmigo cosas que normalmente no se las permitía hacer. Cuando le mamaba la polla se la dejaba meter hasta la campanilla provocándome arcadas. Le dejaba follarme por el culo metiéndomela hasta el fondo sin rechistar, le dejaba eyacular en mi boca tragándome toda su leche y hasta le pedía que se mease en mi boca.
Hasta ahí todo iba bien y él disfrutaba conmigo como quería. El problema era que yo nunca tenía suficiente y debido a mi calentura permanente siempre le echaba en cara de que no me tenía satisfecha.
Así que llegó el día que mi marido decidió dar un giro a esta situación y aprovechando lo desinhibida que me volvía, ya que me paseaba desnuda por la casa sin importarme si me podía ver alguien a través de las ventanas o si teníamos alguna visita, dio el paso de darme mi merecido.
No lo he comentado antes, pero soy una mujer negra, con unas tetas enormes, un culo hermoso que no pasa desapercibido y unos labios de mamadora profesional que por cierto lo hago muy bien.
De hecho cuando la chupo y noto que van a correrse comienzo a succionar suavemente provocando unas eyaculaciones copiosas y haciendo que estas no se me escapen de la boca.
Ese día llegó, viendo que yo había bebido algo de más y que ya habíamos follado tres veces dejándome la vagina llena de leche y que yo seguía pidiéndole más, decidió buscar ayuda.
Entró en una página de contactos buscando hombres blancos que deseasen follar con una negra de campeonato, además de poder hacer conmigo las fantasías que se les antojasen.
No tardaron en llegar las propuestas de todo tipo a cual más degenerada, por lo que mi marido decidió organizar la visita a nuestra casa de unos cuantos hombres. Les propuso a tres de ellos que acudiesen a casa haciéndose pasar por amigos suyos y ya veríamos lo que surgía. Los seleccionados fueron un tal Carlos, Javier y Luis.
Llegaron a la hora acordada y les abrió invitándolos a pasar al salón donde les había dejado unas cervezas. Yo seguía en la habitación, llevando puesto un antifaz y estaba totalmente desnuda con las piernas abiertas dejando mi coño abierto de par en par.
Después de una pequeña conversación con los tres les invitó a seguirle hasta la habitación y al ver que yo seguía con el antifaz encendió la luz para que sus tres nuevos amigos pudiesen ver la hembra que tenían delante.
Los tres se quedaron embobados mientras exclamaban lo buena que yo estaba, qué tetas tenía y que chocho más rico. De manera automática se acariciaban sus paquetes ya que se estaban excitando ante esas vistas.
Volvieron al salón cuando mi marido les dijo que por ahora tendrían que pasar de uno en uno ya que no sabía cómo yo iba a reaccionar y que él estaría en la habitación por si acaso. Eso sí, podrían hacer lo que ellos quisiesen ya que yo no le hacía ascos a nada.
Y así hicieron, primero vinieron Carlos y mi marido al que le dijo que esperase en la puerta. Volvió a encender la luz y vieron que me había volteado y ahora les ofrecía la visión de mi hermoso y gran culo negro.
Mi marido se acercó a mí y cogiéndome por la cintura me colocó con las rodillas en la cama y con el culo en pompa a lo que no puse ninguna oposición.
Ahora la visión debía ser espectacular, con mi cabeza apoyada sobre la cama, mi espalda arqueada y con mi gran culo delante de ellos. Carlos no se lo podía creer mientras yo le decía balbuceando a mi marido que hacía a lo que él respondió que no me preocupase, que solo venía a follar un poco, a lo que yo sonreí a la vez que agitaba mi culo.
Para que yo no me diese cuenta de la situación y a la vez que le indicaba a Carlos que se quitase la ropa, acercó su cara a mi culo separándome las nalgas con ambas manos y se puso a lamerme el ano y el coño al unísono como a mí me gustaba, mientras Carlos que ya estaba desnudo y con su polla erecta se acercó a nosotros.
Paró de lamerme el coño y sin dejar de separarme los mofletes dejó que Carlos me introdujese un dedo en el culo mientras él me lo metía en el coño. Qué situación más morbosa la de ser la fantasía de dos hombres.
Carlos me sacó el dedo del culo y acercando su boca a mi entrepierna comenzó a lamerme el coño y el ano introduciendo su lengua como si fuese la primera vez que lo hacía.
Mi marido se separó de nosotros y le dejó hacer, Carlos me lamía con pasión a la vez que alargando una mano comenzó a estrujarme las tetas. Mi marido fue al salón e invitó a los otros dos tíos a que viniesen a la habitación, a ver lo que allí estaba pasando.
Al volver a la habitación los otros dos se quedaron de piedra al verme en aquella posición. Mi marido estaba compartiéndome y viéndolo en directo.
En eso, Carlos que estaba totalmente empalmado y colocándose de rodillas detrás de mí, me agarró por ambos lados de mi cadera y enfocando su enorme verga hacia la entrada de mi coñito me la metió de un solo golpe hasta que sus huevos rebotaron en mis labios vaginales.
Empezó a bombearme con fuerza a la vez que resoplaba mientras yo agarraba con fuerza las sábanas mientras recibía esas fuertes embestidas. Comencé a gemir y a pedir que me diese más fuerte cosa que a Carlos le excitó más y aceleró sus embestidas penetrándome todo lo que podía.
Yo me estremecía, me estaba gustando por lo que me incorporé colocándome a cuatro patas lo que permitía que mis grandes tetas se balanceasen debido a la fuerte follada a la que me estaban sometiendo.
Carlos estaba disfrutando, noté como sus huevos se contraían lo que adelantaba que pronto iba a correrse y dando unos fuertes bufidos a la vez que me agarraba con más fuerza empezó a eyacular dentro de mi vagina sin para de penetrarme. Yo notaba los chorros de esperma caliente que me iban llenando por dentro lo que me hizo gemir con fuerza.
Fueron 4 o 5 sacudidas cuando Carlos comenzó a bajar el ritmo disfrutando del roce de mi coño contra su polla y una vez que me hubo descargado toda su leche se quedó parado con la polla dentro de mi para no darla posibilidad de que el semen se saliese.
Yo no paraba de balbucear diciendo cuanto me había gustado, pero que quería más y alargando mi brazo hacia atrás agarré a Carlos por la pierna haciéndole venir hacia mi cara, este se colocó delante de mí y agarrándole la polla con la mano y sin cambiar de posición empecé a mamársela a la vez que se la succionaba limpiando todos los restos de leche.
La visión debía ser impresionante, yo a cuatro patas a la vez que se la mamaba a un desconocido. Carlos comenzó a reaccionar y su polla empezó a ganar tamaño en mi boca y yo al notarlo pasé a acelerar el ritmo de la mamada mientras le masturbaba con la mano.
Carlos alargó su brazo hacia mi culo y alargando los dedos me los introdujo en el coño, en lo que mirando al techo comenzó a resoplar de nuevo, me agarró por la cabeza y me forzó a tragármela hasta el fondo cuando volvió acorrerse de nuevo soltándome otros espesos chorros de leche que sentí como me rebotaban en la garganta, mientras yo seguía mamándole la polla con fuerza a la vez que le masajeaba los huevos casi como exprimiéndoselos. Carlos quedó totalmente exhausto y retirándose hacia atrás sacó su polla de mi boca ya flácida mientras yo saboreaba lo que me acababa de tragar.
Mientras Carlos volvió hacia el salón a descansar, yo seguía pidiendo más a la vez que movía el culo de un lado a otro. En eso fue cuando Javier pidió su turno y con la verga ya muy dura se acercó a mi cara apoyándomela en mis carnosos labios.
Yo me quedé un poco sorprendida debido a que se suponía que mi marido acababa de correrse dos veces, pero como estaba algo bebida no le hice ascos y abriendo la boca invité a que ese otro hombre me la introdujese.
Javier me agarró por la cabeza con ambas manos empujando su polla lo más dentro que podía hasta que toda desaparecía dentro de mi boca produciéndome arcadas.
De vez en cuando, Javier me la sacaba y yo me quedaba con la boca abierta a lo que Javier me respondía escupiéndome dentro lo cual yo tragaba pasando a acariciarle el capullo con mi lengua hasta que de nuevo me la empujaba hasta el fondo lo que provocaba que me entrasen temblores.
De repente, Javier sacó su verga de mi boca y colocándose detrás de mí comenzó a masajearme el ano metiéndome uno, dos y tres dedos mientras me escupía en el ojete dilatándomelo al máximo mientras yo le pedía que me la metiese ya por el culo.
Javier sacó sus dedos de mi ano y apoyando la punta de su miembro en la entrada me la fue introduciendo poco a poco mientras yo chillaba de gusto y de dolor, lo que animó mucho a este hasta que logró penetrarme hasta el fondo pasando a bombearme por el culo cada vez con más fuerza mientras yo me retorcía de placer notando como hasta sus gordos huevos rebotaban en mi vagina.
Javier estaba disfrutando de lo lindo follando mi negro culo.
En ese momento pude observar a mi marido, que agarrándose la polla le pedía paso a Javier, este la sacó de mi culito y rápidamente me la metió él y con solo tres o cuatro sacudidas soltó gran cantidad de semen dentro de mi culito.
Y rápidamente volvieron a cambiar metiéndomela Javier de nuevo siguiendo con sus fuertes embestidas. Yo estaba alucinando, pero no decía nada, simplemente alargué un brazo por debajo de mi cuerpo hasta sus huevos masajeándoselos a la vez que recibía sus penetraciones cosa que a este le puso a mil.
Al notar que sus huevos se ponían duros comencé a empujar con mi culo hacia atrás provocando que Javier no pudiese aguantar más y comenzase a eyacular dentro de mi culo a la vez que yo le embestía hacia atrás con más fuerza.
No se cuanta lefa depositó Javier dentro de mi culo, solo sé que cuando sacó su verga de mi ano comenzó a salir leche de mi marido y de Javier a borbotones resbalándose por mis piernas hasta la cama y este al ver lo que yo le había hecho a Carlos me acercó su polla para que se la limpiase cosa que yo hice con mucho agrado saboreando los restos de esperma que quedaban.
Yo sabía que estaba siendo follada por varios, pero como estaba gozando como una perra no dije nada y dándome la vuelta me puse boca arriba separándome las piernas con ambas manos pidiendo más guerra a la vez que me acariciaba con la lengua la comisura de mis carnosos labios.
Javier también se retiró al salón y ahora era el turno de Luis que parecía el más guarro. Se acercó a mí con su verga en ristre y acercando su boca a la mía comenzó a morrearme con pasión mientras yo, con una mano le agarraba de la cabeza metiéndole la lengua hasta el fondo y con la otra le masajeaba su hermosa polla.
Me volvía loca mientras notaba como este me estrujaba las tetas a la vez que me rozaba la campanilla con la punta de su capullo y esto a mi me ponía a cien.
Apreté los labios alrededor de esa verga y le animaba a que eyaculase dentro de mi boca, mis succiones eran cada vez más intensas y Luis, resoplando comenzó soltar chorros de caliente lefa en el interior de mi boca mientras yo iba tragando todo lo que salía de esa dura verga.
Este sacó su polla ya flácida y mirando a mi marido le hizo un gesto dándole a entender que había sido una pasada. Yo seguía tumbada en la cama saboreando la caliente leche en mi boca mientras me acariciaba la vagina.
Ante esto mi marido no dudo en acercarse y colocándose delante de mi me penetró por el coño ya lubricado por la leche de sus dos amigos. Sentí un gran morbo de estar siendo follada sabiendo que otros ya me habían rellenado de esperma cosa que hizo que mi marido se corriese rápidamente dándome unas fuertes embestidas mientras yo me agitaba con fuerza.
Una vez hubieron terminado, Luis y mi marido volvieron al salón donde se encontraban Javier y Carlos que esperaban con caras sonrientes. Luis les comentó lo guarra que era yo y que como me había follado por la boca. Presumían de haber rellenado de crema un auténtico bollito de chocolate.
Mi marido los dejó a los tres en el salón y volvió a la habitación a ver que hacía yo que seguía tumbada, rezumando semen de todos mis orificios y de nuevo dormida con mi abierto coño expuesto de par en par.
Volvió al salón y les propuso a sus nuevos amigos que por último, si ellos querían, podían correrse encima de mí. Él deseaba ver a cuatro pollas blancas eyaculando sobre mis grandes pechos. A ellos les encantó la idea y volvieron los cuatro a la habitación.
Se colocaron dos a cada lado de mí y comenzaron a masturbarse observando mi voluptuoso cuerpo. No tardaron en correrse, todos soltaron sus chorros de caliente leche sobre mis tetas y mi estómago.
En ese momento Luis nos sorprendió a todos pidiéndole a mi marido una cuchara y la uso para ir recogiendo la lefa que impregnaba mi cuerpo y aprovechando que estaba con la boca abierta me la introducía en ella mientras yo me relamía.
Todos volvieron al salón y dándoles las gracias los despidió.
Proposiciones a mi [email protected] y a mi marido [email protected].