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Con mi jefa de carrera (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hola nuevamente, mi nombre es Alex y como les prometí, les traigo la segunda parte de mi relato con mi jefa de carrera. Les conté que ella me estaba ayudando a estudiar para pasar el tramo más difícil de mi carrera y que yo estaba deprimido por la infidelidad y embarazo de mi novia. Un jueves, estudiando en la casa de Daniela, sin querer vi como ella se masturbaba en la ducha y terminamos teniendo sexo desenfrenado en su cama. Al finalizar, ella no podía más de la vergüenza, yo prometí que esto quedaría entre nosotros; de pronto, ella se repuso y como si nada pasara, mencionó que prepararía café pues no me iría de ahí sin estudiar.

Ordenamos un poco el departamento, corrimos las bolsas plásticas que cubrían mesa y sillas (recuerden que estaban pintando su casa) y nos sentamos a la mesa, no sin antes ponerse un vestido de casa, con tirantes, medio ceñido y más largo que corto. Vi en su rostro la misma amabilidad y profesionalismo que antes así que me ajusté a eso y traté de poner toda la atención necesaria. Me agradaba la situación: Acababa de tener sexo descomunal con aquella mujer. Primero lo dio todo en la cama y ahora, lo daba todo para que yo aprendiera. Dieron las 22:45 horas y recién habíamos terminado de estudiar.

-Bien Alex, objetivo logrado ¿Quieres que te vaya a dejar a tu casa?

-No profe, tranquila. Tengo como irme

-¿Seguro? Tengo el auto afuera

-Seguro. También ando en auto, no se preocupe. Nos vemos mañana, o sea, si es que es necesario. Digo, siempre tiene mucho trabajo y nunca nos vemos así que no tendríamos necesidad de vernos, digo…

No sabía que mierda decir. Si bien, estaba cómodo, la despedida era muy extraña y, realmente, no habría necesidad de verla… más que una necesidad biológica jaja

-Jajaja ¿qué fue todo eso? ¿Estás nervioso? ¿Incómodo?

-Nunca me gustaron las despedidas jaja Profe Daniela, nos vemos el próximo jueves. Muchas gracias por si tiempo. ¿Ahí sí? Jaja

Esto se estaba tornando divertido. Ella me miraba con cara de no entender nada. Me encantaba su sentido del humor y me preguntaba una y otra vez dónde quedó esa diosa salvaje que me acababa de hacer perder los sentidos.

-Jajaja ahí sí. ¿Sabes? Cancelé una obra de teatro. Iba a llegar cerca de las 02:00 a mi casa y de seguro, media ebria. ¿Te tinca si, por lo menos, intentamos lo de “ebria”?

-Igual se actuar, por si prefiere la parte de la obra jaja Está como para tomar algo. ¿Hay alguna botillería por aquí?

-Sí, justo en ese mueble.

Apunta un estante y cuando lo abro me doy cuenta que no mentía. Tenía colecciones de whiskies por sobre todo. Ella trae vasos, hielos. Quitamos ahora el plástico de los sillones y nos pusimos a conversar, de todo un poco. Me contó del trabajo, de su carrera, de su familia. Era fascinante y entretenida. Muy formal. Muy elegante. Impenetrable… Ah, pero hace un rato jaja ¡Es que no podía entender cómo es que tuvimos esa clase de sexo! Yo, 26 años, un desastre. En fin. Le di detalles de mi relación, del embarazo y del real padre. Ella me comentó que estaba soltera 8 meses, que no quería una relación pues necesitaba estar sola. Ya íbamos por el tercer vaso.

-Coges bien -Dijo mirándome a los ojos mientras yo tomaba whisky que, por cierto, casi se me sale por la nariz al escuchar esas palabras. Por la cresta, no sé si me dio más vergüenza eso o mi verga parada al instante.

-Ehh jaja, gracias profe. Digo, Daniela. En este caso ¿debo llamarte Daniela, verdad?

-Jajaja estamos hablando de sexo y tomando alcohol. ¿Quieres llamarme “profe”, en serio? jaja Nunca había tenido sexo con alguien tan chico. Siempre me gustaron los hombres mayores, no sé, desde 35 o 38 años en adelante. Me sorprendiste.

-O sea, no soy chico. Tengo 26 años.

-Súper chico. Pensé que tenías 28… Por la cresta.

-Soy súper maduro, ¿eso sirve? Jaja Creo que la edad da lo mismo, mientras uno lo pase bien. Bueno, tú lo hiciste increíble. Nunca había estado con una mujer de 33 años.

No me quitaba la mirada de los ojos. Me llegó a poner nervioso. Se paró y fue a la cocina por más hielo. Volvió, puso música suave y se sentó.

-Cuéntame que es lo más rico que has hecho en el sexo. Qué te gusta. Qué te vuelve loco. Cuéntame alguna fantasía.

Se me apretó el estómago. Esa mujer sabía cómo excitar a un hombre. Hablaba con una voz suave y calentona. Estaba sentada cruzada de piernas en un sillón de un cuerpo pero amplio, frente a mí. Nos separaba una pequeña mesa. Tenía aires de una verdadera reina.

-Eh, me gustan hartas cosas (¡Estúpido, di una!) como jugar antes del sexo (¿en serio dije esa hueá?).

-¡Qué rico es jugar! Tengo ganas de jugar –me dice cerrando un ojo y mordiendo un poco su labio inferior.

-¿Sí? Eh… podemos jugar, si quiere. Digo, si quieres.

Verdaderamente no sabía que decir. Estaba nervioso, caliente, ¡por la cresta! No es que no tenga experiencia o arrastre, de hecho, siempre supe conquistar y he estado con varias mujeres pero era ella quién me cohibía, me hacía sentir que no sabía nada.

Tomó un hielo grande. Separó lentamente las piernas o comenzó a deslizar el hielo desde las rodillas hasta la casi la entrada de su vulva mientras su cabeza iba hacía atrás, sus ojos cerrados y su boca entre abierta. Suelta un gemido. Yo me deleitaba con esa excitante imagen. Comenzó a masturbarse con el mismo hielo, sobre su prenda íntima dando pequeños gemidos y cuando ya estaba todo su calzón húmedo, abrió la boca y se echó el hielo de la forma más sexy posible. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, tenía mi boca seca.

Se puso de pie y caminó hacia mí de una forma tremendamente sensual, de paso, tomó la botella de whisky de la mesa de centro. Se sacó el vestido quedando solo en calzón, abrió la botella y comenzó a verterla desde su cuello. Veía como ese líquido oscuro caía por sobre sus pezones y me tire a chuparlos. Mientras me dedicaba a uno, ella vertía sobre el otro. Y así, intercambiábamos. La apretaba entera y me llenaba del fuerte líquido. Lo que le faltaba a esa hembra, saber a whisky…

Se recostó en el sillón poniendo unas almohadas bajo la cabeza

-Quítame el calzón.

Esa prenda no podía estar más mojada. La tomé y me la llevé directo a mi cara. Quería sentir su aroma en mis fosas nasales. Mientras hago esto, ella comienza a verter el líquido desde su ombligo hasta su vulva… ¡Mierda, está loca! Y me encanta. Me tiro como si fuese un osáis en el desierto y comienzo a lamer cada gota de whisky como desesperado. Ella se toma sus pechos y los presiona tanto que se arrancan por entre sus dedos.

Se repite la escena. Mi Jefa de Carrera, desnuda, caliente, entregada a lo que pueda ocurrir. Tomo un hielo de la mesa de centro y comienzo a pasarlo por sus pezones. Ella no se lo esperaba así que gime fuerte y se contorsiona. Ese mismo hielo lo bajo por entre sus pechos y lo llevo a su cintura. Ella respira agitadamente y lleva una mano a su vulva pero la alcanzo a afirmar. Quiero jugar yo. Ella sonríe con los ojos cerrados y solita sube sus manos a su cabeza. Paso el hielo por su estómago y baja por sus caderas hasta los muslos. Con la otra mano, busco su boca. Quiero meter mis dedos en su boca y que me chupe, quiero rozar sus labios. Quiero distraerla y lo logro. En ese momento, meto el hielo a su vagina y pongo la palma de mi mano para que no se escape y a la vez, presiono su clítoris. Ella grita y gime y entre tanto movimiento, sale ahora un pequeño hielo. Respira agitada y puedo ver su excitación en sus mejillas. Paso mi lengua caliente por su vulva para quitar un poco del frío. La paso desde su ano hasta su clítoris. Escupo, y vuelvo a recorrer cada zona. Le pregunto si quiere ir a la cama.

-Si, paremos un poco… Uf. Necesito ir al baño. Mientras, revisa el último cajón de la cómoda y saca lo que llame la atención.

Dice mientras camina desnuda hasta el baño… Oh dios. No puedo con ella.

Entro a la habitación, abro el último cajón y ante mis ojos se despliega un mundo nuevo. Consoladores, vibradores, anillos, aceites… Nunca antes utilicé uno así que saque el primero que se me cruzó. Por si acaso, tomé un anillo y otro consolador. Nunca se sabe… Ella sale del baño con una bata de seda ceñida al cuerpo y me mira las manos:

-¡Ah! No quieres nada jajaja

-Te confieso que soy nuevo en esto jaja

-Bueno, este es un vibrador, se pasa por sobre el clítoris, pezones, testículos… Ven, vamos a probar.

Nos tiramos a la cama. Antes de continuar, debo decir que me tenía loco; era hermosa, sexy, simpática, divertida, inteligente… Prendió el vibrador y comenzó a pasarlo por mis pezones. La sensación era deliciosa. Bajó por mi pecho y vientre y lo pasó por el rededor de mi pene hasta que llegó a mis testículos, rozando incluso mi ano. Sentí un escalofrío y una erección mayor.

-Tu turno, juega conmigo, Alex. –dijo mientras abría su bata y quedaba toda expuesta ante mis ojos.

Seguí un poco sus pasos pero me detuve en su clítoris. Si bien nunca los había usado, algo de porno había visto. Lo movía en círculos, presionaba, lo quitaba. Ella gemía y se movía. Que delicia verla así. Podía ver sus fluidos salir de su vagina

-Basta, basta… por favor. Vamos con el otro. Uf… ¿Sabes para qué es?

-Realmente no. O sea, imagino que se introduce.

-Sí, pero ¿sabes dónde?

-¿En la vagina?

-No. Para este se necesita lubricante. Dame el rojo que está en el cajón.

Mientras yo buscaba, se dio vuelta, se puso en cuatro. Bajó su cabeza hasta poner la cara en el colchón y levanto el culo dejando una hermosa imagen de su vulva y su ano. Instintivamente, me quería tirar de cabeza a comer todo ese culo delicioso que me tenía hechizado. Me hizo entrega del consolador anal. Ahí estaba yo, mirando como imbécil con una mano agarrando el consolador y la otra el aceite, en vez de tirarme sobre ella y comérmela entera. Abrí el frasco y vertí unas gotas directamente en su culo. Tomé el consolador y rocé su ano para esparcir el líquido. Estaba tan nervioso como excitado. Ella respiraba profundo y se le escapaba uno que otro quejido.

Pase mis dedos por la zona e intenté meter uno. Entró con tanta facilidad que me asombró. Tomé el consolador y comencé a ver cómo, lentamente, iba desapareciendo dentro de su culo mientras ella gemía suavemente. Comencé a sacar el aparato de forma lenta. Su cara me traía loco. Lo metí con fuerza, pero hasta la mitad. Ella soltaba largos quejidos que me sobreexcitaban. Lo saqué lento. Podía ver su ano dilatado. No me resistí y pasé mi lengua. Eso la sorprendió y calentó, pues veía como corrían sus fluidos desde su vagina. Volví a meter el consolador pero está vez, con fuerza lo metí hasta el final dejándolo ahí y moviéndolo en círculos. Dio un grito que me dejó loco. Comencé a meter y a sacar con fuerza y rapidez el consolador. Ella gritaba como loca. Comenzó a tocar su clítoris mientras yo la penetraba cada vez más fuerte. Quería que ese aparato se perdiera en su culo.

-¡Para! ¡Para porfa!

-¿Te lastimé?

-No… ah… ah…

Hablábamos entre jadeos. Se incorporó, me besó desesperadamente y me dijo:

-Necesito… Uf… Necesito que seas tú el que me penetra por el culo.

Mierda, nunca antes lo hice. O sea, claro que lo intentaba pero casi siempre me decían que no. Con la única que lo intenté fue con mi ex pero le dolió y no continuamos. Necesitaba saber si era verdad todo esto que estaba pasando. Me acomodé detrás de ella, tomé sus deliciosas caderas y acomodé mi pene. Comencé a meterlo despacio, lento. Ella gemía suave y largo. Lo saqué despacio. Estaba disfrutando de esa vista maravillosa que era ver mi pene desaparecer dentro de su culo. De a poco fui acelerando el ritmo. No se imaginan cuanto disfrute de esa maravilla. La agarré del pelo y comencé a penetrar rápido, fuerte. Ella gritaba y agarraba las sábanas aferrándose.

Yo le daba nalgadas que resonaban en la habitación. Mi mano quedaba marcada en su tratero. Yo estaba en éxtasis. Le pedí que llamada a alguien y que se comportara como lo había hecho en la tarde. Ella rio y tomó su teléfono. No pensé que lo haría, solo estaba probando. Marcó un número mientras yo seguía penetrándola pero más lento. Me dijo que me comportara, que llamaría a su ex preguntando por el dinero que le debía. ¡Esa idea me calentó tanto! Saqué mi pene y metí el consolador. El tipo contestó:

-Dani, dime. Para que soy bueno

-Para nada, en realidad jaja

Yo metía el consolador hasta el fondo y no me perdía de las expresiones que ponía. Respiraba profundo y con la otra mano se tocaba el clítoris.

-Pero mira, me estoy organizando con las cuentas y me debes mucho dinero. ¿Te parece si nos juntamos mañana para que lo pagues? Como siempre tienes problemas con el… ¡¡¡AY!!! Con el banco… -ese grito le salió del alma.

-¿Estás bien? Dani, ¿te pasó algo?

-No, nada. Estoy bien.

Dijo mientras me miraba con una sonrisa maravillosa. Había cambiado el consolador por mi pene. Ella intentaba respirar profundo mientras el tipo hablaba. Me movía con fuerza dentro de ella. Sacaba y metía mi pene de su ano. Otro grito y le pego un nalgazo. Le susurro en el oído:

-Daniela, compórtate. Responde esa llamada.

-Ya, Jorge, disculpa. Estoy distraía… oh!.. –Decí-a… Te espero mañana en mi oficina.

Yo no podía más. Toda esa escena me tenía al borde de la locura. Cortó el teléfono y me sacó de encima. Ambos jadeábamos como perros. Ella sonreía. Le pregunté:

-¿Necesitas un descanso?

-No. Necesito tus manos penetrando mi vagina

Tomo mi mano y la posó entre sus piernas.

-¿Conoces el fisting?

-¡¿En serio?!

-A mí me gusta. ¿A ti?

-Yo… sí, obvio. Ehhh…

-Bueno, parte por masturbarme hasta que acabe

Y dicho esto, se entregó a mí. Me sentía un poco su juguete sexual, pero no me molestaba en lo absoluto. Quería complacerla en todo así que dando mi mayor esfuerzo, comencé a penetrarla con 2 dedos. Ella gritaba mientras yo metía y sacaba mis dedos de su vagina. Lo estaba entregando todo. Necesitaba otro squirting como el de la tarde así que buscaba que eyaculara.

Suena su teléfono y me pide que pare. Que es importante. Respira intentando relajarse y se va al baño a conversar mientras estoy tirado en la cama, agotado pensando que en cualquier momento puedo despertar de este sueño. Vuelve a la habitación y me dice que tiene que hacer pues algo le ocurrió a la amiga y que se viene al departamento.

-Lo siento Alex. Tenía muchas ganas de seguir, pero…

-¡No te excuses, Daniela! Comprendo.

Decía mientras pensaba… “como no iba a correrme después de todo lo vivido”.

-Hey, pero tenemos unos minutos así que ven, quiero que acabes en mi cuerpo.

Mierda que delicia. Quiero acabar en todo su cuerpo. Ella se arrodillo y comenzó a lamer mi pene como si fuera un juguete. Lo metía y lo sacaba hasta que tomé el control. Con mis manos, movía su cabeza a mi gusto. Tenía aguante, era una maestra. Estaba a punto de terminar y la saqué para seguir masturbándome mientras ella sacaba la lengua. Era demasiado excitante. 3 chorros saliendo eyectados de mi pene cayendo cerca de su boca y en sus tetas. Se mete mi pene en su boca una vez más como para limpiar hasta la última gota de semen. Sentada en el suelo, pasa un dedo por el semen que cayó en su cara y se lo lleva a la boca. Me dejó loco esa imagen y tuve una erección inmediata (Aún me masturbo pensando en eso).

Lo mismo hizo con un poco que cayó en el cuello. Se sobó las tetas esparciendo todo mi fluido y gimiendo con sus ojos cerrados. No me pude aguantar, la tomé, tiré a la cama y la comencé a penetrar con todas mis fuerzas. Me quité y me tiré a comer si clítoris hasta que siento como grita, se mueve y tiembla había llegado su orgasmo. Nos vestimos rápidamente, ordenamos un poco y nos pusimos algo más presentables.

-Ok, te llamas Alejandro. Eres un viejo amigo de artes marciales.

-¿En serio? ¿Practicas artes marciales? Era un dato importante que debía saber antes de…

-Jajaja es cierto. Te quedarás aquí esta noche porque no encontraste hotel.

-Dale. Si quieres me puedo ir. Vivo a 10 minutos por autopista y a esta hora…

-No. Tú te quedas.

Y bueno, ante esa imposición, no hay mucho que hacer. Me hubiese quedado la vida entera si me preguntan. Llegó la amiga, nos presentó, conversamos para animarla y la noche trascurrió más tranquila. Daniela, seguía siendo un misterio. Se comportaba tal como la conocía, impecable, imponente, elegante y firme delante de su amiga pero aprovechaba cada ocasión que podía para rozar mi pierna, mi pene o para besarme cuando su amiga no estaba presente. Yo aprovechaba para penetrarla con mis dedos o chupar sus pezones. No era casualidad que yo llenara el vaso de su amiga con cerveza a cada rato jaja.

Llegó la hora de dormir, eran como las 4:00 horas y tanto ella como yo, debíamos estar a las 9:00 en la universidad. Así que acostamos a la amiga en la pieza de invitados y nos fuimos a su dormitorio. No, no hubo trío si eso esperaban. La amiga estaba borracha y nosotros nos dedicamos a dormir de verdad. Cuando sonó el despertador (a las 7:00 horas, me quería morir) me dice que me esperará en la ducha, mientras se va desnudando en el pasillo del walking closet. De un salto desperté y la seguí.

Si quieren saber lo que pasó, los espero en la parte 3.

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Con mi jefa de carrera

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