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Exhibicionismo y masturbación en el autobús de noche
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¡Hola! Les voy a contar del primer día, en el que probé la exhibición y me encantó.

Recuerdo que tenía en ese entonces 23 años, tenía problemas con mi chica y nos dejamos de ver por un año; nuestra vida, se había hecho rutina; de hecho hasta en el sexo, nos faltaba algo, algo que ni uno de los dos sabíamos y aunque ya lo estaba superando, me sentía un poco solo, ya me había acostumbrado a su compañía.

Me sentía ansioso todo el tiempo y a veces, triste, aburrido, confundido; sentía que me faltaba algo. Decidí tratar de distraerme con los amigos, pero, todo fue en vano; porque el alcohol, las fiestas, los juegos etc.; provocaban ese vacío cuando estaba solo.

Fue hasta que un día, viendo pornografía por la red, encontré algo que llamo mi atención, un vídeo de un tipo masturbándose en público en un autobús, me excitó tanto, ver cómo la mujer que lo observaba; tenía la lujuria, el deseo dibujado en el rostro, que deseé tanto ser yo, el protagonista de ese vídeo.

No podía quitarme de la mente ese rostro, el rostro de esa mujer cachonda, suplicante por tocar ese pene, lo pensé mucho, antes de decidir hacer realidad esa fantasía, que no me dejaba en paz.

Salí una de esas noches en las que hace mucho calor, eran como las 9 pm y abordé un taxi, pedí que me llevara al paradero de autobuses de cuatro caminos, ahí esperé a que saliera el último camión de las 11 pm, dejé que subiera toda la gente que estaba formada y se acomodara en sus respectivos asientos; eran pocas personas; como unas 7 mujeres y 5 hombres, subí al camión y observé donde colocarme con estrategia; todas las personas estaban ocupando un solo asiento, en diferentes lugares, pero, habían dos en particular que llamaron mi atención; hasta el fondo había una chica sola, como de unos 25 o 30 años de edad, bastante gordita, de cabello lacio y largo; delante de ella, pero del mismo lado, una joven, de entre 18 y 20 años, delgada y bastante bonita.

Ellas estaban sentadas en el lado derecho del autobús, junto a la ventanilla y yo decidí sentarme del lado izquierdo, también junto a la ventanilla, en el penúltimo asiento, con la intención de que las dos me vieran masturbarme; el autobús empezó a avanzar y encendió las luces tenues, con poca luz, me coloqué mi chamarra encima de mis piernas y esperé que el autobús avanzará unos minutos.

Ya en la carretera, todos iban dormitando y escuchando la música que el chófer, había puesto en su estéreo, deslicé mi mano y desabotoné mi pantalón, bajé el cierre de mi pantalón y saqué mi miembro, lo empecé a sobar, para que este, se erecta más.

La chamarra evitaba que se viera mi miembro, pero mis movimientos no, la primera chica en darse cuenta, fue la gordita, me miraba extrañada y confundida, yo miraba de reojo y mi corazón palpitaba fuerte, después la chica de al lado volteó a verme, me observó por unos segundos y giró su cara hacía la ventanilla, sacó su celular; como simulando chatear, pero yo podía observar que de reojo me miraba, excitado recorrí la chamarra, a modo que saliera mi pene, lo tenía totalmente erecto, sentía que me iba a reventar de tan parado qué lo tenía.

Seguí masturbándome, y noté que la muchacha gordita tragaba saliva y con cara de sorpresa, de pena y excitación, no dejaba de verme, la chica bonita me miraba de reojo, pero con timidez; lo malo fue, que después de tres calles, ella se levantó, se acercó y como echándole la última miradita de cerca, dio la vuelta, tocó el timbre y se bajó, en ese preciso momento la mitad del autobús se bajó, casi estaba vacío y todavía faltaba hora y media para llegar a su destino final.

Aproveché que ya no había tanta gente y me quité por completo la chamarra, bajé mi pantalón hasta las rodillas y me empecé a masturbar más rápido, mi corazón palpitaba más fuerte, mi excitación creció, giré descaradamente mi cabeza, para observar a la chica de atrás, la muchacha me miraba excitada y ya no se le notaba nada de timidez, miraba para todos lados, como asegurándose que nadie la viera, se lamía los labios, como saboreando mi pene, quería venirme de tan excitado que estaba, pero esperé, le di unos golpecitos a mi pito, para que se tranquilizara, giré la cabeza nuevamente y me sorprendí de lo que vi.

Ella también se estaba masturbando, se había quitado la pantaleta y la falda la tenía remangada hasta la cintura, se podía apreciar su rica y sabrosa rajita, depilada y carnosa, su rostro era totalmente de lujuria, entre los dedos escurría un líquido transparente y viscoso, se podía escuchar su fuerte respiración aún con la fuerte música del chófer y el chacoteo que hacía al masturbarse.

Me entre subí el pantalón y decidí, sentarme hasta atrás; al otro extremo de ella, bajé rápidamente mi pantalón y seguí masturbándome; aunque esta vez, mirándonos fijamente los dos, ella se retorcía y gemía bajito, se me quedó mirando unos segundos, giró la cabeza para observar a su alrededor, comprobando que nadie nos prestaba atención y se acercó junto a mí, me empezó a chaquetear la verga, primero suave y después rápido, pero delicadamente.

Sin dudarlo, se agachó y empezó a lamerlo, lo succionaba con mucha experiencia, sentí la gloria en ese preciso momento, mi excitación creció más y le dije que se sentara junto a la ventanilla, me subí el pantalón, me arrodillé, le abrí las piernas y le empecé a lamer su rica cosita, la tenía mojadísima y su rica miel escurría de entre mis labios, lamí su ano y después la hice venir, ella gemía en voz baja “haaa, haaa, comete mi lechita, cómetela, papito por favor, por favor papi”.

Con su cara suplicante y sonrojada, cerró los ojos y se empezó a convulsionar de placer, después me bebí toda su miel agridulce, que brotaba de su sabrosa verija, le bajé la falda y le pregunté si le había gustado, ella contesto que sí, que no le habían dado nunca un oral tan excitante, también le pregunté que si era casada o vivía con alguien y me respondió que no, me preguntó el porqué y le dije, que tenía muchas ganas de cogérmela.

Me miró con lujuria y me dijo “¿en tu casa o la mía?”

Pero esa es otra historia que les contaré después, si te gustó mi anécdota, coméntame o escríbeme a mi correo electrónico:

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