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Sheriff mano dura (Partes 1, 2 y 3)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Después de varias jornadas a caballo el sheriff había llegado a la pequeña localidad de Carson City, le habían encargado una misión de incognito para resolver los problemas que tenía esta ciudad con la familia dominante del pueblo, habían recibido varias denuncias siempre anónimas.

Se dirigió al salón, lugar donde en este tipo de pueblos era posible enterarse de todo.

Entró en el salón, su entrada llamó la atención, su gran altura y complexión fuerte no pasaban inadvertidas, se acercó a la barra y pidió un whisky.

Sheriff: Que tal es este pueblo?

Cantinero: Es un pueblo tranquilo, dentro de lo que cabe.

Sheriff: Dentro de lo que cabe?

El cantinero ignoró la pregunta y siguió con su trabajo, el sheriff insistió y el hombre tras mirar a ambos lados le contestó en voz baja.

Cantinero: La familia Carson dueña de la práctica totalidad del pueblo es caprichosa y domina a toda la población, la cual no tiene más remedio que someterse a sus caprichos.

Sheriff: El señor Carson es muy duro con ustedes?

Cantinero: El señor Carson murió hace ya años, son sus herederas las que nos tienen sometidos, su viuda, hija y nieta.

Sheriff: Tienen pistoleros a sus órdenes?

Cantinero: No los necesitan, como le dije son los dueños de medio pueblo y la otra mitad trabaja para ellas, nadie se atreve a enemistarse con ellas, el loco que se atreviera a hacerlo tendría que irse del pueblo. Solo tienen a un viejo capataz que es un buenazo y algunos hombres que trabajan en su rancho. El alcalde y el sheriff son familia suya, así que nos toca callar y obedecer…

El sheriff acabó su trago y salió del salón, ya sabía cuánto necesitaba saber.

Según salió, su mirada se dirigió a un pequeño revuelo que había al final de la calle. La gente estaba arremolinada alrededor de un pobre anciano caído, entre el gentío destacaba la figura de una joven montada en un precioso caballo alazán.

Joven: No le he visto venir y llevo prisa, tengo que ir a probarme el vestido para la fiesta del gobernador así que apártense que voy a seguir galopando.

Pico espuelas, pero el caballo no se movió, el fuerte brazo del sheriff sujetaba las riendas manteniendo al caballo parado.

Joven: Que hace? Suelte inmediatamente las riendas.

Sheriff: Creo que antes de irse debería pedir disculpas a este pobre anciano.

Joven: Eres forastero, está claro, y no sabes con quien estás hablando.

Sheriff: Lo sé perfectamente, estoy hablando con una niña malcriada necesitada de un buen castigo.

La gente se calló de repente, asombrada ante las palabras del forastero.

Joven: Soy Mary Carson y suelta las riendas antes de que te cruce la cara con mi fusta.

Sheriff: Lo haré cuando pidas perdón al anciano.

Mary: Muy bien tú lo has querido…

Levanto la mano con la fusta y la descargó con fuerza hacia la cara del forastero, este en un rápido movimiento esquivó la fusta y sujetó firmemente el brazo de la joven, apretándole la muñeca hizo que soltara la fusta con un gritito de dolor, de un fuerte tirón del brazo descabalgó a la joven haciéndola caer encima de su hombro.

Sheriff: Con lo fácil que hubiera sido pedirle perdón al pobre hombre, pero has elegido el camino del castigo, te mereces unos azotes por tu comportamiento y te aseguro que los vas a recibir ahora mismo.

Mary: Bájame ahora mismo cerdo!!! La joven pataleaba y golpeaba con sus puños la espalda del sheriff.

El sheriff con gran parsimonia se dirigió a un banco de madera con la joven en su hombro como si fuera un fardo, la gente veía la escena con una mezcla de temor e incredulidad. Los hombres no perdieron la ocasión de mirar el pequeño y respingón culito de la joven con una sonrisa.

Dejo a la joven en el suelo y se sentó en el banco, de un tirón la hizo caer bocabajo en sus rodillas, levantó la mano y…

Plas plas plas… ayyy ayyy suéltame bruto!!! No me pegues, suéltame maldito!!!

Mary pataleaba y se retorcía en las rodillas del forastero intentando soltarse, pero era inútil el fuerte brazo izquierdo del sheriff le sujetaba la espalda mientras la enorme mano derecha no paraba de azotar el pequeño culito, dándole a la pobre Mary la primera azotaina de su vida.

Finalmente la soltó, la joven estaba roja de furia nadie se había atrevido jamás a tratarla así y menos en público.

Mary: Eres un cerdo y un animal!!! Te arrepentirás de esto -dijo haciendo ademan de sacar el revolver que llevaba en su costado.

El sheriff rápidamente le sujetó la mano desarmándola.

Sheriff: Esta claro que nunca has recibido disciplina, imaginaba que con esos azotitos no sería suficiente. Ahora vas a recibir una auténtica azotaina para que aprendas.

Dicho esto sujetó a la joven contra su cuerpo inmovilizándola, mientras su mano derecha se dirigió al cinturón de la joven desabrochándolo, lo mismo hizo con la bragueta tirando de los vaqueros hacia abajo hasta los tobillos, quedando la joven en unas preciosas braguitas rosa con dibujitos. Giró el cuerpo de la joven colocándolo en sus rodillas y empezó a azotar el redondo culito solo cubierto por la pequeña braguita.

Ayyyy!!! Ayyyy!! A cada azote que recibía en la parte más carnosa de su cuerpo Mary chillaba como una condenada, intentaba entender que estaba pasando, su cabeza se negaba a aceptar que a sus 20 años estaba siendo castigada como una niña mala, escuchando las risas de la gente del pueblo que presenciaban excitados la escena.

Sentía que su culo ardía y pataleaba y se revolvía, pero todo era inútil, la dura mano del sheriff azotaba su lindo culito sin compasión, era tal el tamaño de la mano que cada azote abarcaba la totalidad del pequeño culin.

Sheriff: Estoy seguro que es tu primera azotaina, te aseguro que no la olvidaras…

Diciendo esto metió los dedos por el elástico de la braguita tirando de ellas y bajándoselas hasta medio muslo, la joven intentó evitarlo sujetándolas, de dos fuertes manotazos hizo que las soltara y siguió dándole su primera zurra a la pobre Mary….

Desde que empezó a azotarla con el culo desnudo, la joven se había rendido, ya no luchaba, permanecía quieta recibiendo el castigo sollozando como un bebé.

Acabado el castigo el hermoso culito de Mary presentaba un color rojo intenso, soltó a la joven la cual rápidamente se subió las bragas y el pantalón, saliendo corriendo a su caballo. Montó con dificultad por el terrible dolor de culo y salió disparada hacia su rancho.

-Forastero se acaba de ganar unas malas enemigas -le dijo el cantinero que había salido de su local ante el alboroto- yo que usted me iría del pueblo.

Sheriff: No tengo la menor intención de hacerlo, me alojaré en una de sus habitaciones.

Parte 2:

El sheriff estaba sentado en una mesa del saloon dando buena cuenta de un enorme filete con patatas, la larga cabalgada y el castigo a la joven le habían despertado el apetito.

Las puertas del saloon se abrieron violentamente, entrando Mary Carson acompañada de otra mujer de unos 43 años ligeramente más alta que ella y de un hombre alto de más de 60 años, al cual el sheriff identificó como el capataz del que le había hablado el cantinero.

La mujer era atractiva, ligeramente entrada en carnes, grandes pechos y rotundas caderas que marcaban la camisa a cuadros y los vaqueros ajustados. En su mano llevaba una fusta.

Mary: Este es mamá, este es el animal que me pego!!!

La mujer se acercó a la mesa, soy Liz Carson dijo.

Liz: Así que usted es el cobarde que ha abusado de mi hija.

Sheriff: Abusar? Yo no he abusado de nadie, solo le he enseñado educación a una cría maleducada.

Liz: La educación de mi hija es cosa mía, cerdo!!!

Sheriff: Viendo cómo se comporta usted, entiendo que no haya educado a su hija correctamente, tenga cuidado con los insultos no vaya a tener que enseñarle también a usted, ya está mayorcita para no saber comportarse.

Liz Carson se puso roja como la grana ante la amenaza del forastero, los nervios la hacían hablar atropelladamente.

Liz: Como se atreve!!! Me está amenazando con darme unos azotes en sus rodillas?

Sheriff: Es solo un aviso para que modere su lenguaje, es usted una mujer madura y no soy partidario de que su hija viera como le pongo el culo caliente a su madre, así que haga caso de mi recomendación y márchese.

Liz sintió que la ira la dominaba, que se había creído ese imbécil para amenazarla a ella, a Liz Carson dueña y señora de ese pueblo con castigarla en su regazo.

Liz: Maldito hijo de puta quedaras marcado para toda tu vida!!!

Dijo esto abalanzándose fusta en mano hacia el forastero, este esquivó el golpe, ella alzó la mano nuevamente, pero no pudo completar el golpe, el sheriff había atrapado su mano y retorciéndosela en la espalda hizo que soltara la fusta.

Teniéndola bien sujeta se dirigió al capataz.

Sheriff: Parece usted un buen hombre y no me gustaría tener que romperle la cara, le aconsejo no intervenir.

El viejo capataz comprendió que no tenía ninguna oportunidad ante ese mastodonte, y con disimulada satisfacción se dispuso a contemplar una escena que el mismo, que llevaba toda la vida trabajando para la familia Carson, en más de una ocasión sintió las ganas de hacer.

Liz: Suélteme ahora mismo!!!

Sheriff: Le avisé y como mujer rica y caprichosa no me ha hecho caso, así que ahora recibirá el castigo que ha venido buscando.

Manteniéndola sujeta por detrás, el sheriff empezó a desabrocharle el pantalón, Liz contoneaba su cuerpo para dificultar la acción, ante lo cual el sheriff le propinó tres fuertes azotes que la hicieron saltar.

No sin dificultad dado lo ajustados que llevaba los vaqueros, se los bajó hasta los tobillos, dejando a la vista unos muslos poderosos y la sombra que el vello púbico marcaba en las bragas de algodón blancas que llevaba la señora.

Cogió una de las sillas, se sentó y colocó a la madura bocabajo. Los azotes resonaban en el saloon vacío, la Sra. Carson apretaba los labios para no dejar escapar ningún grito de dolor, a pesar de que sentía cada azote como si un hierro ardiente fuera, no estaba dispuesta a darle a ese animal la satisfacción de verla quejarse.

Mary contemplaba horrorizada la escena, viendo a su madre en las rodillas del forastero recibiendo una terrible zurra, ella que siempre la había visto mandar y dominar a todo el mundo, tanto hombres como mujeres… para su vergüenza notó que la escena la excitaba… sintiendo húmedo su sexo mientras se acariciaba su dolorido trasero.

El rollizo culo maduro era firme y la dura mano del sheriff notaba algo de dolor, de un tirón le bajo las bragas, Liz intentó sujetarlas en vano, la humillación que sentía era mayor que el dolor, girando la cabeza pudo ver como gran cantidad de gente del pueblo estaban en las ventanas viendo la escena… viendo su culo desnudo y a ella en esa postura tan ridícula.

Sheriff: Parece que resistes el castigo, así no aprenderás, tendré que aplicarme más.

La azotó con más fuerza, ella seguía apretando los dientes, pero las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, le dolía mucho, su culo saltaba a cada azote y la mano del forastero era como una piedra, su culo ardía…

No estaba satisfecho tenía que oírla quejarse, así que cogió la fusta del suelo y empezó a azotar el hermoso culo con ella… la resistencia de la Sra. Carson llego a su fin, al sentir el duro cuero de la fusta no pudo evitar gritar, patalear y lloriquear pidiéndole que parara…

Liz: Dueleee muchooo ayyy para por favor paraaa!!!

Sheriff: Por fin veo que estas aprendiendo la lección y dejas tu actitud soberbia, si lo hubieras hecho antes no habrías recibido la fusta, ahora no podrás sentarte en una semana.

Liz: Ya aprendiii, para por favor, no me pegues maaas.

Aun le dio unos cuantos fustazos más y la soltó.

Sheriff: ahora que has aprendido la lección, vete a ese rincón y ponte cara a la pared con las manos en la cabeza.

Liz obedeció por el camino se fue subiendo el pantalón, de dos fuertes azotes el sheriff le dijo que no le había dado permiso para hacerlo, se los bajó hasta los tobillos, le subió la camisa dejándola con el culo maltrecho bien a la vista.

Luego se dirigió a Mary.

Sheriff: Así que además de maleducada, chivata… creo que mereces otro castigo.

La volvió a bajar la ropa esta vez sin oposición y la dio una buena azotaina en el culo ya dolorido por la anterior, Mary volvió a llorar como una niña.

Cuando acabó, le dijo que ocupara su sitio junto a su madre, en la misma postura. Ambas gemían de humillación.

El sheriff mando pasar a la gente que había fuera para que las vieran en esa posición humillante y comprendieran que las cosas iban a cambiar en Carson City.

Detrás de la gente entraron hechos una furia el alcalde y el sheriff, este último llevaba la pistola en la mano.

Sheriff Carson: Levanta las manos forastero, te vas a arrepentir de haber tratado así a esas damas!!!

Ayy!! Exclamo el sheriff al recibir un certero disparo que le hizo soltar la pistola, fue tan rápido que nadie pudo llegar a ver cómo había desenfundado tan rápido y desarmar con esa precisión al sheriff.

Sheriff Carson: Ya puedes huir maldito serás colgado por disparar a un agente de la ley!!

Sheriff: Agente de la ley? Aquí el único agente de la ley soy yo, sheriff del condado en misión especial para acabar con la corrupción y abusos de su familia en este pueblo.

Quítese la estrella del pecho. Cuáles son los dos hombres más justos del pueblo pregunto al gentío.

Le dijeron que eran el viejo Tom y Martin, les nombro a Tom nuevo alcalde y a Martin sheriff, con la primera misión de encerrar a los dos pájaros en una celda, vendrían a buscarlos para llevarlos ante el juez de Tucson. También le dijo que preparara otra celda para las damitas de la pared, que el mismo las llevaría esta noche, después de darles otro par de castigos en sus hermosos culetes.

Parte 3:

Cuando el sheriff y el alcalde corruptos fueron llevados a la cárcel, el Sheriff se dirigió al capataz.

Sheriff: Usted puede marcharse para llevarle un mensaje a la viuda Carson, mañana la quiero a primera hora en la oficina del sheriff. Espero que sea obediente y venga, dígale que como me haga ir a buscarla su culo pagara las consecuencias. Qué edad tiene?

Capataz: 62 años fue madre muy joven.

Sheriff: Usted ha visto que no hago distingos de edad, sexo ni clase social para aplicar mis castigos, dígaselo así a la viuda, ella decidirá si viene por las buenas o quiere acabar en mis rodillas con el culo ardiendo.

A la mañana siguiente el sheriff esperó en vano la llegada de la viuda, bastante contrariado cogió su caballo y se dirigió al rancho Carson. Cuando llegó el capataz salió a recibirlo.

Capataz: Buenos días Sheriff

Sheriff: Buenos días ¿dónde está?

Capataz: No está, no quiso hacerme caso, se ha marchado, afirmó que de ninguna manera le iba a dar al pueblo la satisfacción de verla detenida, ella es la dueña y señora del pueblo y esa imagen es la que debe quedar.

Sheriff: Mala decisión ha tomado, es posible que deje otra imagen más humillante, que ser detenida.

El capataz le dijo que hacia una hora que había salido en dirección sur, con un carro en el que llevaba dinero y varios de sus enseres más valiosos, fruto de los largos años de extorsión y robo al que había sometido al pueblo.

Montando en su caballo, el sheriff pico espuelas saliendo a todo galope a detener a la viuda.

Casi una hora después, desde una loma pudo ver la nube de polvo que dejaba un carro que iba a buena velocidad, con la mirada busco un atajo para poder interceptarlo.

Margaret, la viuda Carson azuzaba a los caballos intentando poner la mayor distancia entre ella y el pueblo, cuando vio la figura de un hombre grande y fuerte que le bloqueaba el camino, el hombre con un par de disparos al aire consiguió que los caballos se detuvieran.

Sheriff: Donde va con tanta prisa? La oficina del sheriff queda en la otra dirección y creo que usted tenía una cita allí.

Margaret: No pensaría que iba a dejarme humillar siendo detenida delante de todo el pueblo.

El sheriff se acercó al carro y la ayudó a bajar.

Sheriff: Veo que lleva el carro bien cargado de tesoros, está claro que le importa más su dinero que su hija y nieta.

Margaret: Ellas saben cuidarse y este dinero es mío y no pienso perderlo.

Sheriff: Su capataz no le dijo que pasaría si no acudía a la cita?

Margaret: Decirme que? Sus amenazas de ser tratada como ellas? Ya me han dicho lo que usted se ha atrevido a hacer. Pero yo soy una señora de 62 años, podría ser su madre, no le creo capaz de tratarme así.

Sheriff: Sabe que será juzgada por sus fechorías, va a pasar un largo tiempo a la sombra.

Margaret: No podríamos llegar a un acuerdo? Tengo mucho dinero….

Sheriff: Está intentando sobornarme? Si tenía alguna duda sobre su castigo, me la acaba de despejar, será castigada antes de que la lleve detenida al pueblo.

Margaret: Aparte del dinero, sea inteligente puede salir muy beneficiado, es usted un hombre muy atractivo -dijo con una sonrisa seductora…

El sheriff sonrió, pensando, desde luego es la peor de las tres, no dudaba en ofrecerse sexualmente con tal de escapar.

Sheriff: Interesante… quítese la falda.

La Sra. Carson llevaba una blusa y falda larga hasta los tobillos, sin dudarlo se desabrochó la falda quitándosela, no llevaba bragas sino uno de esos pantaloncitos interiores de tela blanca que se llevaban antiguamente. El sheriff pudo observar que aún era atractiva, tenía grandes pechos y por la abertura trasera del pantaloncito se observaban unas nalgas blancas y rotundas.

Sheriff: Es usted una autentica víbora, es capaz de ofrecerse como una ramera con tal de salvar su dinero. Ya ha acumulado hasta tres motivos para que le aplique su merecido castigo, no tenga la menor duda que lo va a recibir de inmediato.

Margaret se puso muy nerviosa, veía que todos sus intentos eran baldíos y que ese animal estaba dispuesto a cumplir su amenaza de ponerla bocabajo en sus rodillas y azotarla como si de una niña se tratara… ella que siempre había sido mimada y había recibido todos sus caprichos desde niña… su mente se negaba a aceptarlo.

Desesperada salió corriendo, intentando escapar sin importarle lo ridícula de la imagen de correr en pantaloncitos y de no tener a donde ir… solo quería escapar del castigo.

El sheriff se sorprendió, conociendo su fama creía que sería la más dura de las tres y veía con asombro que era la más cobarde de ellas.

Con unas rápidas zancadas la atrapó, la dobló por la cintura y sin esfuerzo la metió debajo de su brazo, ella golpeaba sus piernas pataleando y chillando como una cría.

Margaret: No me pegues!! -Chillaba y lloriqueaba perdiendo la poca dignidad que le quedaba.

El Sheriff con mucha parsimonia (estaba disfrutando de la escena) la llevó en volandas hasta una piedra, se sentó y la acomodó bocabajo sobre su regazo y levantó su enorme mano…

Los chillidos se oían en todo el valle, el sheriff tuvo que reconocer su sorpresa ante el cambio que la viuda Carson había sufrido, pasando de ser una soberbia abuela madura a convertirse en una niñata que era azotada en las rodillas de su padre, así era su comportamiento.

Ayyy, ayyy, ayyy no me peguesss!!! -Chillaba Margaret retorciéndose y pataleando en el regazo.

Los azotes caían sobre el maduro culito solo protegido por el liviano pantaloncito, eran fuertes y alternando cada nalga, las cuales estaban tomando un color rojo intenso.

Sheriff: Que decepción pensaba que serias la más dura de las tres y eres más niña que tu nieta.

De un fuerte tirón le arrancó el pantaloncito, dejándola totalmente desnuda de cintura para abajo, la dura palma de la mano del sheriff seguía castigando el blanco culo de la viuda, a cada azote sus nalgas se bamboleaban como un flan.

Margaret: Para por favor!!! No me pegues maasss… -lloriqueaba.

El sheriff no tuvo piedad, no la merecería y siguió azotándola durante mucho tiempo, hasta que las nalgas de la abuela pasaron del rojo al morado.

Acabado el castigo, la soltó y dijo que ya era hora de volver al pueblo, Margaret se frotaba con las dos manos su dolorido culito sintiendo que quemaba.

Fue a subirse al carro, el sheriff con un par de azotes la detuvo, le ató las manos, no viajaras ahí.

Margaret: Voy a ir andando?

El sheriff rio de buena gana.

Sheriff: viajaras aquí.

Desde arriba del caballo tiró de sus brazos cruzándola bocabajo delante suyo, esta postura le permitía ver el aún hermoso culo de la viuda, aprovechando para acariciárselo según iban andando.

Margaret: Por favor bájame de aquí, no puedo entrar en el pueblo así, sería la mayor humillación de mi vida.

El comentario volvió a provocar la risa del sheriff, que con un par de azotes acabó con la discusión.

La entrada en el pueblo fue apoteósica, la gente alucinaba al ver a la Señora y dueña del pueblo, la que los había hecho sufrir durante años, colgada como un fardo y con el culo desnudo terriblemente rojo, quedando muy claro el castigo que había recibido. La alegría era inmensa.

Paró el caballo delante la oficina del sheriff, cargó a la viuda en su hombro y entró, llevándola hacia los calabozos, Liz y Mary no pudieron evitar un gritito de asombro al ver como su madre y abuela era llevada en el hombro del gigante y ver el color de sus nalgas.

A la mañana siguiente vinieron del juzgado de Tucson a por los detenidos, tuvieron que esperar un buen rato, ya que el sheriff no quiso perder la ocasión de repetir el castigo de las tres, la gente al oír sus chillidos y las palmadas sonreía con satisfacción.

FIN

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