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Siempre hay una primera vez para todo
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Soy argentino, heterosexual, casado y con 2 hijos. Cuando tenía 32 años (hace 10 años), fui de viaje a Miami enviado por la empresa en la que trabajaba.

Siempre fui muy abierto sexualmente (por lo menos en mi mente), nunca había experimentado realmente nada de todo lo que me excitaba y saliera de lo tradicional. Pero mi cabeza siempre voló alto y lejos sexualmente hablando.

Llegue a Miami un lunes a las 6 am y tenía vuelo de regreso el martes a la noche, mi hotel quedaba frente al aeropuerto. Era un viaje relámpago y no tenía ningún tipo de expectativas.

Mientras aguardaba a que me dieran mi habitación pedí permiso para usar el gimnasio. Al fondo en una pequeña curva que hacia el gym había una chica de unos 25 años. Era realmente hermosa y con un cuerpo de película. De esas que solo vemos en redes sociales.

Algo que me pasa siempre que me alojo en un hotel es que mi cabeza vuela. Me invade una excitación enorme. No sé porque me pasa esto, pero lo cierto es que los hoteles me excitan mucho.

Salude a mi compañera de entrenamiento. Ella me saludo muy sonriente e intercambiamos unas palabras. Durante los 30’ que compartimos gimnasio hubo algunas miradas y algún comentario. Cuando se fue me quede pensando cómo hacer para volver a verla, pero no sabía absolutamente nada de ella y el tiempo jugaba en mi contra. Finalmente me entregaron mi cuarto y tuve mi reunión a la tarde. Para cerrar el día decidí ir a la pileta ya que era Agosto y hacía un calor terrible en Miami. La suerte estaba de mi lado porque al llegar a la pileta estaba mi amiga.

Debo decir que soy una persona deportista y tengo un buen cuerpo. Sabía que si había alguna oportunidad, mostrar mi cuerpo era la mejor arma que tenía. Me tire a la pileta y me acerque para saludarla. Pero a los 10 segundos apareció junto a ella otra chica, un poco más fornida, pero con un lindo cuerpo y cara de pocos amigos. Le dijo algo en otro idioma y se alejaron de mi. Durante el rato que estuve en la pileta cruzamos varias miradas nuevamente, pero era imposible acercarme. Finalmente entendí que eran pareja.

Esa noche tenía una cena con clientes fuera del hotel. Cumplí con mi compromiso y ya de vuelta di un paseo corto por el lobby buscando con la mirada a mi amiga, pero sin suerte. Me fui al cuarto, entre, prendí la tele y decidí tomarme un trago antes de dormir. No tenía hielo así que salí a buscar de la máquina de hielo que había en el piso. Cuando abro la puerta de mi habitación veo que la puerta justo frente a mi estaba abierto, salía música y vi parada de espaldas a mi compañera de gym. Los nervios y la adrenalina no las puedo explicar en palabras. Sin pensarlo agarre unas bebidas y entre a la habitación de ella. Me vio y para mi sorpresa me abrazo, claramente había estado bebiendo y estaba muy alegre.

En ese mismo momento y como fin del abrazo la bese en la boca. Me miro, sé rio y me dio un beso tan intenso que me resultaba imposible no despertar una erección. Nos besamos intensamente por un rato hasta que del baño apareció su compañera. Realmente estaba enojada y le comenzó a hablar en un idioma que yo no entendía. Me aleje un poco y le dije que esperaba afuera para no molestar.

Apenas salí cerraron la puerta en mi cara. Fui a buscar hielo, volví a mi cuarto y deje la puerta abierta para que supieran que yo estaba enfrente a ellas. A los 5’ se abrió su puerta y apareció mi amiga. Me dijo que vaya. Cruce el pasillo, entre en el cuarto y empezó nuevamente a besarme, nos dejamos caer en la cama abrazados y fundidlos en un beso que era más una competencia para ver quién tenía la boca más grande y podía comerse al otro que un beso.

Rápidamente me saco la remera, y yo a ella y nos fuimos desnudando de una forma torpe y urgente. Recién a esa altura me percaté de que la amiga estaba sentada en un sillón a un metro de la cama mirándonos. La situación se volvía cada vez más excitante. Esa mezcla de euforia y nervios tan intensa…

Comencé a hacerle sexo oral con mucha calma y suavidad. La urgencia previa contrastaba tanto con ese acto paciente y detallista que sus gemidos me decían que estaba por el buen camino. Jugué con mis dedos, con mi boca, mis labios y busque su cola en un recorrido húmedo de arriba abajo. Cuando mi boca dejaba un espacio libre, enseguida lo ocupaban mis dedos. La tuve un buen rato mientras sentía como se retorcía y gemía. Finalmente comenzó a tener espasmos combinados con un grito ahogado de placer.

Me tomo del pelo, me aparto hacia atrás mientras sonreía de una forma picara y 100% libidinosa. Se sentó en la cama mientras yo me ponía de pie. Mi pene estaba a la altura exacta de su boca casi suplicando que lo agarre. Ella lo comenzó a lamer despacio pero muy profundamente sin quitar sus ojos de los míos y sin interrumpir esa mueca de mujer sucia que yo no podía dejar de mirar. Jugó y mordió desconociendo (o conociendo a la perfección) que la piel en esa zona del cuerpo es muy sensible.

Al minuto se acercó aún más al borde de la cama y se dejó caer con su cola al piso. Quedo sentada con su espalda apoyada en el borde de la cama. Mirándome hacia arriba tiro de mi pene para que yo me incline y ella pueda volver a meterlo en su boca. Apoye mis manos en la cama y quede parado, pero en posición de 4 con las manos en la cama y las piernas estiradas con los pies en el piso. Mi cuerpo comenzó a moverse.

Estaba cogiendo literalmente su boca moviendo mi pelvis cada vez más rápido hasta que sentí una oleada de placer que me atravesó el cuerpo entero y me dejo inmóvil en el acto. Era una especie de fuego húmedo en mi cola. Una sensación de calidez que me obligo a largar un gemido involuntario. Gire mi cabeza y vi como la otra chica estaba detrás de mí lamiendo mi culo como si fuese un helado. Quizá fue un segundo que dude, pero me acuerdo perfecto el pensamiento que tuve. “Estas lejos, nadie te ve. Deja que pase lo que tenga que pasar y disfruta”.

Luego de un rato sentí como lengua, saliva, humedad y dedos jugaban con mi cola. Y sinceramente comencé a arquearme y pujar hacia atrás gimiendo de placer. No sé cuánto tiempo paso, pero me di cuenta de cómo lo estaba disfrutando solo en el momento en que paró. Mi cabeza estaba 100% concentrada en mi culo y nada más. En ese momento, mi amiga se apiado de mí y comenzó a jugar con sus dedos en mi culo mientras seguía devorando literalmente mi pene. En ese momento algo en mí se encendió, algo me alerto, quizá algún movimiento raro o algún sonido, pero gire mi cabeza intrigado buscando la persona que faltaba y ahí el corazón casi me mata. Vi a esta otra chica terminando de colocarse un strapon.

Hasta ese momento solo conocía ese artefacto con el nombre de cinturonga (así le decimos irónicamente en argentina). Nunca creí tenerlo delante mío y menos ser yo el protagonista de esa escena. Pero todo el combo era de película, la situación más excitante que había vivido. Y ya estaba en el baile, así que había que bailar. Solo estaba consciente de que estaba disfrutando y que no quería que eso se detenga.

La sensación de ser penetrado no sé bien como describirla. Es lo más porno que viví. Mentalmente estaba en un punto de excitación inigualable. Y digo mentalmente porque no era algo solo físico, la cabeza jugaba un papel importantísimo. Lentamente un fuego interno que nunca había experimentado empezó a meterse dentro de mí. Fue algo que me invadió de tal manera que sentía que ocupaba todo el espacio interno que yo podía tener en mi interior. No sabía si gritar, salir corriendo, quedarme quieto o comenzar a jadear.

Fueron algunos segundos de inmovilidad de todos (los 3). Solo era consciente de que mi pene estaba a punto de explotar, tenía un tamaño y una rigidez que nunca le había visto antes. Seguramente eso fue lo que mi amiga sintió porque instantáneamente dejo de chuparlo, lo saco de su boca y se lo quedo mirando con una sonrisa en sus labios. No puedo decir que sentía placer. No sabía lo que sentía. Pero sentía y mucho. El placer, por ponerle un nombre propio era justamente lo que siguió a eso.

El placer, fue lo que exploto dentro de mi en el momento en que la acción volvió a nosotros y me empezaron a penetrar de la misma forma en que yo había penetrado tantas veces a otras mujeres. Cada penetración profunda apretaba un botón muy dentro mío que disparaba una electricidad de placer que recorría mi cuerpo en todas direcciones. Hacia abajo haciéndome temblar las piernas. Eran oleadas de placer que me quitaban el sostén y hacia qué mis piernas se aflojaran. Hacia arriba una especie de escalofrío que rebotaba en mi nunca para bajar nuevamente hacia el centro de mi cuerpo.

No sé bien cuánto tiempo duro eso, quizá fueron solo segundos, quizá horas, pero explote como nunca antes lo había hecho. Y digo explote porque no fue una eyaculación. Lo que salía de mi era más que eso. Fue como tener un orgasmo y hacer pis al mismo tiempo. La cantidad de líquido que eyaculaba era rarísima y fueron varios y largos segundos que con cada penetración que recibía, mas liquido eyaculaba. Lo otro que me paso es que habiendo alcanzado el orgasmo más intenso que experimente en mi vida, igual quería seguir siendo penetrado.

Siempre que llego al orgasmo no puedo seguir haciendo nada y me derrumbo, pero esta vez, mi pene se puso flácido, pero yo quería seguir sintiendo ese placer que me daba con cada toque del botón mágico dentro de mí.

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