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Día de lujuriosa lluvia
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Llovía a cántaros en mi pueblo, de regreso a casa te encuentro bajo la lluvia, empapándote, te ofrezco cobijo bajo mi pequeño paraguas y aceptas, me ofrecí a ir contigo a algún sitio y me dices que te acompañe a tu casa, si no es molestia. Para nada, sabia donde vivías y nos dirigimos a mi casa, yo sujetaba el paraguas con una mano y tú agarraste mi cintura, el largo rato que has pasado bajo la lluvia ha hecho que el agua empape toda tu ropa. Nada más llegar y conociendo tu casa fui al baño y te doy una toalla mientras buscas algo de ropa seca para ponerte en tu dormitorio…

Sales del baño envuelta con la toalla y te diriges a la cocina para meter la ropa mojada en la lavadora. Aún envuelta en la toalla te acercas a mí y me abrazas, tus manos recorren en una caricia profunda mi espalda y empiezas a sollozar.

-¿Qué te pasa? -Te pregunté.

-No pasa nada, solo que gracias a ti no cogí una pulmonía.

Sigues recorriendo mi espalda con tus manos y me aprietas contra ti, tus caricias provocan que mi miembro se ponga cada vez más duro y lo notas a través de la toalla, pero lejos de incomodarte empiezas a besar mi cuello, te rodeo con mis brazos e intento besar el tuyo, pero tú tienes el dominio de la situación, me empujas lentamente hacia el sofá blanco donde me dejas sentado, te pones a horcajadas sobre mí, abriéndose la toalla mostrándome tu muslo, no dejas de besar y lamer mi cuello, me quitas la camiseta con gran facilidad y tus manos recorren mi pecho con tus labios y tu lengua que se centran en mis pezones, los mordisqueas levemente…

Mi erección es más que visible, te deslizas lentamente hasta quedar de rodillas en el suelo, desabrochas mi pantalón con una maestría increíble y me lo quitas junto con el bóxer, quedando mi miembro a la altura de tu cara, la acaricias suavemente con tu mano derecha, acercas tus labios y la besas, la recorres de arriba abajo con tu lengua y finalmente te la metes en la boca, empiezas a deleitarme con esa sensación tan rica. Me deshago de la toalla que envuelve tu precioso y delicado cuerpo acariciando tus pechos mientras no cesas de comerme, pellizco levemente tus pezones que reaccionan poniéndose bien duritos. Bajas una mano a tu sexo y te masturbas mientras sigues llenado con tu saliva mi miembro…

Te incorporas y te pones de pie sobre el sofá, dejando tu sexo húmedo a la altura de mi boca, no rechazo la invitación, lo beso suavemente y mi lengua lo recorre por entero, con mis dedos separo tus labios para que mi lengua entre y salga de ti entre tus jadeos, poniendo una mano en la pared y la otra en mi cabeza, estás realmente mojada. Haces que pare y te sientas sobre mí, clavándote mi miembro en tu interior, empiezas a moverte lentamente haciendo que entre y salga de ti mientras recorro tus pechos besando y lamiendo tus pezones, nuestras bocas se funden en un frenético beso, dejas de moverte y te levantas…

Te sitúas junto a mí en el sofá a cuatro patas, ofreciéndome tus nalgas. ¡Qué visión, madre mía! Me incorporo detrás de ti, acaricio tus nalgas, dos de mis dedos se cuelan en tu sexo preparando el camino de mi pene, lo guío hacía ti y mientras te penetro desde atrás, mis manos suben por tu vientre hasta tus pechos, los tomo en mis manos y los aprieto ligeramente notando tus duros pezones. Los dos jadeamos al compás del vaivén de entrada y salida, me inclino sobre ti y tú giras la cabeza ofreciéndome tu deliciosa boca, que tomo con gran pasión. Me pides que empuje más fuerte y así lo hago, acelero el ritmo de mis embestidas hasta que estoy a punto de correrme, justo entonces salgo de ti y suelto mi leche sobre tu culito a la vez que tus gemidos y el temblor de tus piernas me indican que tú también has conseguido llegar a tu orgasmo. Secas el semen de tu trasero con la toalla que estaba en el suelo esparciéndolo delicadamente por tu espalda y hacia tu vientre. Me siento en el sofá y te tumbas sobre mí, sobre mis muslos…

Al cabo de un rato nos vamos hacia la ducha, tus caricias bajo el agua provocan en mi otra erección, al verla, empiezas a masturbarme y de cuclillas frente a mí, te introduces una y otra vez mi miembro de nuevo en tu boca hasta el fondo, mientras te masturbas con un dedo para excitarte más y más… De vez en cuando me dedicas una mirada provocativa. No dejas de comerme a pesar de alcanzar tu segundo orgasmo con mis manos recorriendo tus pechos y dos dedos tuyos dentro de ti, no te detienes y me dices por qué; "quiero que te corras en mi cara", oyendo esto reacciono soltando mi leche a borbotones, del que no dejas escapar ni una gota…

Ahora sí, nos damos una ducha relajante y después de secarnos, me visto y vemos como ha dejado de llover, es hora de irme, me acompañas a la puerta, pero antes de irme abres de nuevo tu toalla y me dices que si no me iba a despedir de esas dos. Rápidamente me abalance sobre ellas para comérmelas y besarlas para irme con un buen sabor de boca.

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